Con Fox, la otra batalla perdida

martes, 27 de noviembre de 2012 · 12:04
GUANAJUATO, GTO. (Proceso).- A Enrique Peña Nieto “no le vamos a hacer lo que nos hicieron a nosotros”, comentó Felipe Calderón a algunos de sus colaboradores hace algunos meses, en alusión a los desaires de su predecesor Vicente Fox en las postrimerías de 2006. Por esa época, Fox y su esposa Marta Sahagún apenas se asomaban públicamente, dedicados ya a la mudanza al rancho de San Cristóbal, sin ganas de asumir el protocolo, lo que tornaba incómoda la situación. Fue uno de los desaguisados entre los dos panistas. Eran los últimos días de noviembre de ese año y la familia Calderón Hinojosa no podía instalarse en Los Pinos. Ese desinterés y tardanza los había mostrado Fox durante el proceso de transición para la entrega-recepción. En público, el mandatario saliente se ufanaba de haber resuelto la elección de 2006 de acuerdo con sus deseos: impedir a toda costa el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Pero una vez fuera de Los Pinos, fueron varias las ocasiones en las que Fox le hizo saber a Calderón que “no había sido su gallo”. Durante años los dos cuidaron las formas y se mostraron comedidos en su trato. Eso funcionó mientras eran compañeros de partido; uno como candidato y otro como dirigente. Cuanto Fox llegó a Los Pinos las desavenencias se agudizaron. Ambos se enfrascaron en su propia guerra durante los años de alternancia fallida, de principio a fin. Desde que el “ranchero” Fox posicionó al PAN, el distanciamiento ya no pudo ocultarse. El pragmatismo avasallante de Fox, su “ideología de vacaciones” y el manejo del partido como franquicia para alcanzar la Presidencia chocaron de manera frontal contra el dogma, la línea del partido como única vía posible para estructurar un gobierno esgrimida por Calderón. Consultados al respecto, panistas allegados a Fox y a Calderón sostienen que a este último nunca le convenció el “fenómeno Fox”. Por ello, dicen, compartió la indignación de muchos de sus correligionarios cuando, en 1994, se enteraron de que Fox forjaba un acuerdo con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano para salir a respaldarlo públicamente en la campaña presidencial en la que el perredista competía contra Ernesto Zedillo y Diego Fernández de Cevallos, antes del debate en el que éste dejó atrás al aspirante de la izquierda. “Con Fox hablaron (Carlos) Castillo Peraza y Calderón. Quisieron disuadirlo para que no se fuera, como él creía, con quien le iba ganando al PRI en ese momento. Él ya traía su dinámica propia, que no era la del PAN; incluso ya se le acusaba de traidor. Pero el resultado del debate (del 16 de abril de 2006) cambió las cosas”, dice uno de los panistas consultados. Cuando Calderón estuvo al frente del PAN le advirtió –una de las ocasiones en un evento público en Guanajuato, siendo Fox gobernador– que no debía forzar los tiempos del partido. Por esas fechas el guanajuatense desbordaba su futurismo en giras por el país y el extranjero, hacía “rounds de sombra” en espera de ser postulado como el candidato presidencial. “Calderón vino acá y le dijo a Fox que debía tener la visión de un equipo de ciclismo, para hacerle entender que el que va en primer lugar no necesariamente es quien gana la competencia. Fox nunca hizo caso. Y cuando Fox llegó a Los Pinos, Calderón hizo exactamente lo mismo para ser el candidato, lo cual no le gustó a Fox”, describe uno de los panistas consultados, quien conoce de cerca a ambos. “Ya había ahí una diferencia pública porque Calderón apresuró los tiempos del partido”, puntualiza. Otro de los entrevistados, quien formó parte del gabinete de Fox, afirma: “Ambos tienen ideas muy diferentes sobre la democracia. Para Calderón, ésta sólo se logra a través del PAN, nada para afuera, la nómina del gobierno para el panismo; mientras que Fox no tiene problemas para incorporar a quien cree que le puede ser útil”.   Las últimas tres campañas   Al hilo se fueron tres campañas presidenciales del PAN, todas ellas sin articulación. Por la libre, los equipos estuvieron integrados por gente ajena a ese partido o bien por panistas a quienes les era indiferente la estructura de gobierno. La de Fox, como dicen algunos de sus antiguos colaboradores, fue “sin el PAN o a pesar del PAN”; la de Calderón se destacó por el regaño público de Fox cuando el jalisciense Francisco Ramírez Acuña lo destapó de manera precipitada en mayo de 2004, mientras que la de Josefina Vázquez Mota no tuvo apoyo del gobierno ni del partido. “Fox hizo todo para que Santiago Creel fuera el candidato. Cuando no quedó, se cruzó de brazos y no apoyó la campaña de Calderón”, afirma un antiguo colaborador del mandatario saliente. El abismo se hizo insalvable a mediados del sexenio de Calderón, cuando él y Fox orquestaron sus propias guerras. Desde el inicio de su gestión, Calderón decidió sacar a las calles al Ejército para combatir a la delincuencia; desde su rancho de San Cristóbal y los foros internacionales, Fox comenzó a criticar la estrategia de su sucesor para contener la violencia. Calderón intentó callarlo por todos los medios. Envió sucesivamente a Francisco Ramírez Acuña, Juan Camilo Mouriño, Fernando Gómez Mont y Francisco Blake –cuatro de sus cinco secretarios de Gobernación– con sendos mensajes de advertencia que Ramírez Acuña resumió así: “El que se va, se calla”. En respuesta, Fox ratificó la intervención de su gobierno para orquestar la estrategia jurídico-política que cercó a Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial del PRD en 2006. “Claro que sí, en lo que pude (cargué los dados contra López Obrador), por eso lo dije y lo digo de nuevo: fue un segundo triunfo para mí”, comentó en una entrevista radiofónica en diciembre de 2010. Otra humillación para Calderón. Ante la nula efectividad de los mensajeros, en enero de este año Calderón optó por dar el manotazo: ordenó a la Procuraduría General de la República reactivar las pesquisas contra el expresidente y su familia por enriquecimiento ilícito, así como la filtración de varios cateos efectuados por personal de la SIEDO en las propiedades de Fox en San Francisco del Rincón y León. Nada logró callar a Fox, quien encontró cómodo cobijo en ofrecer asesorías a priistas en su centro de diplomados. Les vendió el “método Fox para ganar elecciones” con el argumento de que su institución académica es universal “y no una cueva del PAN”. No tuvo empacho en manifestar sus simpatías por el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, a quien considera “miembro de una nueva generación de priistas”. “A Vicente Fox se le debe agradecer haber sacado al PRI de Los Pinos... Ahora hay que meter al PAN a Los Pinos con Felipe Calderón”, declaró Germán Martínez en mayo de 2004, cuando el gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, “destapó” a Calderón en un acto masivo. Tras la validación oficial del panista como ganador de la elección presidencial, de Calderón vino su accidentada toma de protesta, la entrada a Los Pinos, su declaración de guerra al narco, la violencia desatada en el país, los miles de muertos… y Fox tronó. El 2 de julio de 2010, desde el rancho San Cristóbal, el expresidente reactivó su blog a través del Centro Fox para fustigar la estrategia de su sucesor contra el narcotráfico: planteó un debate en materia de legalización de algunas drogas y rechazó la participación del Ejército en tareas de responsabilidad civil contra la delincuencia organizada. Terminó acusándolo de haberse convertido en “el principal violador de derechos humanos” en el territorio nacional. El 7 de agosto de ese año, el expresidente subió a su blog un artículo titulado Drogadicción, crimen organizado y seguridad: momento de reflexión y propuestas, en el que puso sobre la mesa sus desacuerdos con el ejercicio de gobierno de Calderón. Desde entonces se ha ocupado del tema en su blog y en el diario El Universal, así como en innumerables entrevistas, conferencias y declaraciones dentro y fuera del país. Calderón, en un acto público denominado “Diálogos por la seguridad”, efectuado un par de días después de la publicación de un artículo crítico de Fox, dijo que el país “estaría en una situación mejor” si se hubiera combatido el narcotráfico en los cinco años previos a su mandato. Descartó además cualquier discusión sobre los temas de la legalización de la droga y la participación del Ejército en la lucha contra los cárteles. El titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Genaro García Luna, entró al quite: “Basta decir que en la Policía Federal, en la pasada administración, en registros oficiales no se tiene ninguna detención de narcotraficantes ni de secuestradores.” Fox se declaró entonces como “un ciudadano preocupado por la violencia en México” y promovió una campaña a la que llamó “Basta de guerra, queremos la paz”, y a ella se abocó en sus artículos e intervenciones en foros y medios de comunicación. En una de las más recientes, el jueves 22, declaró en España que Calderón no pudo acabar con el narco “con violencia y a garrotazos”. Para Manuel Clouthier Carrillo, exdiputado federal e hijo de Manuel Clouthier del Rincón, El Maquío, Fox y Calderón son iguales; ambos, dice, comparten su responsabilidad en el experimento fracasado de la democracia, pues gobernaron “con frivolidad, irresponsabilidad y pusilanimidad”… “Todo indica que Fox ya no está muy bien. Pero Calderón tampoco…”. Así abrió Clouthier la conversación en Guanajuato el miércoles 21 con la corresponsal: “Yo me pregunto: de las grandes banderas de Acción Nacional, que eran entre otras la democracia, la lucha contra la corrupción y el respeto a la dignidad de la persona, ¿cuál se siguió?; ¿después de 12 años el país es más democrático, se luchó contra la corrupción, se fomentó y se respetó la dignidad de los mexicanos? “Creo que las cuentas no salen muy bien. Porque, en mi opinión, los dos presidentes panistas fueron frívolos, irresponsables y pusilánimes, cada uno a su estilo.” Y agrega: “El mejor ejemplo de la pusilanimidad de Calderón es la despedida. Mete una reforma laboral que deja por fuera toda la parte del Estado como patrón, no se animó a ir por todo. Son Gutierritos los dos; eran administradores, no líderes.” Advierte que la complacencia y la complicidad de ambos activó la gran amenaza que vive hoy el país: la narcopolítica. “Solamente una persona terca como el presidente Calderón se aferra a una estrategia que a todas luces está equivocada, y se aferró en lugar de revisarla cuando todo le indicaba que había que hacerlo. El mayor atentado a la incipiente democracia mexicana es la narcopolítica.”

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