MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Ya no compraré un libro más. Vaya, sencillamente he decidido reducir al máximo mi consumo de papel y tinta. Desde hace unas semanas tengo la convicción de que sólo leeré libros electrónicos.
Y no me ha ido nada mal: Amazon tiene alrededor de 65 mil títulos electrónicos en español; buena parte de las editoriales hispanoamericanas ya están montadas en la ola del ebook, incluido el mexicanísimo Fondo de Cultura Económica, eso sin contar las opciones independientes, las casas de periodismo narrativo, crónica, novela y poesía que han iniciado la apuesta por el formato electrónico.
En español llevamos cinco años de retraso respecto al inglés. En 2007 apareció el Kindle de Amazon y relanzó con consecuencias insospechadas al mercado de los libros electrónicos.
Sin embargo, conozco a personas que dicen amar el olor de la tinta sobre el papel, la textura de las páginas corrugadas, el diseño de portadas y hasta la composición tipográfica. A veces creo que aman más el producto libro, el producto impresionó a las visitas con metros de libros, que la experiencia inteligente de leer, la intromisión crítica en la historia y sus personajes. Si quien lea, este post es más de los segundos que de los primeros, seguro no tendrá ningún inconveniente en aprovechar las enormes ventajas del libro electrónico. Tengo cinco básicas que, como argumentos, ya me han servido para convencer a uno que otro lector “de los de antes”, como mi padre. Veamos:
1. Odio rayar o sobremarcar mis libros. Cuando tengo la necesidad inexorable de hacer una anotación, prefiero tomar un pedazo de papel, tal vez un post-it, y hacer ahí la nota. Con las aplicaciones para leer libros electrónicos podemos hacer cualquier cantidad de anotaciones y comentarios al texto, perfectamente bien ordenadas y clasificadas, listas para, si así lo deseamos, compartirlas con otros lectores vía Facebook, Twitter o alguna que otra red social.
2. Jamás un libro de papel podrá ajustarse a las necesidades de alguien con vista cansada. Hace poco regalé a mi padre la edición de aniversario de La ciudad y los perros, esa impresionante novela de Mario Vargas Llosa que todo el mundo debería de tener entre sus favoritos. Del libro me llamó poderosamente la atención que la tipografía no llegara, según nuestros cálculos, ni a 11 puntos. Un tema crítico para un anciano.
Por fortuna, he podido comprarle la versión electrónica de la misma novela y no termina de sorprenderse por las posibilidades para modificar el tamaño y tipo de letra en el lector electrónico, así como cambiar el color del “papel”, reducir o aumentar el brillo de la pantalla, ajustar el ancho de la caja de lectura, sin olvidar los marcadores digitales y las anotaciones de los que hable en el punto anterior.
3. Sé que muchos buenos lectores siempre disfrutan de sus libros con un diccionario al lado. Yo nunca he podido ser tan disciplinado para hacerlo así, además de que suelo leer más cuando paso tiempo fuera de casa o la oficina, en especial en los trayectos de transporte público, por lo que llevar conmigo libro y diccionario es poco práctico.
Con los e-readers este es un problema que no existe más, ya que la mayoría tiene precargado un diccionario tan completo como cualquiera de los que usamos en la escuela durante muchos años. Así, cada vez que surge la duda sobre una palabra u oración, basta con seleccionarla y preguntarle al software su significado (este fue el segundo gran argumento “de venta” para convencer a mi padre, ya que siempre ha sido poco hábil con los diccionarios y sus minúsculas tipografías).
4. Si asumimos que la Asociación Mexicana de Internet hace bien su trabajo, casi seis de cada 10 mexicanos que se conectan a internet lo hacen desde un dispositivo móvil, ya sea un teléfono inteligente, tableta u otro dispositivo capaz de navegar (ver el estudio completo en http://bit.ly/KDHxjp). En automático, los usuarios de estos gadgets ya están listos para leer libros electrónicos: los catálogos de los nuevos intermediarios digitales (Amazon-Kindle, Apple-iBooks, B&N-Nook, Gandhi o el FCE, entre otros) ya están disponibles para visualizarse en nuestros dispositivos Android, iOS, Windows Phone o Blackberry OS.
Aplicaciones como Stanza, Book Shout!, Kindle o iBooks, además de un sinfín de alternativas para leer en la computadora personal, facilitan nuestro pase de un dispositivo a otro, de la PC a nuestra tableta, por ejemplo, ni perder la lectura ni sus complementos.
5. Si ya se tiene alguno de los dispositivos de los que hablamos en el punto cuatro, leer en formato electrónico incluso será más barato. Salvo algunas excepciones como el catálogo de Chuck Palahniuk (autor de El club de la pelea o Asfixia) en iBooks, los libros electrónicos cuestan menos que las versiones en papel, además de que no requerirán de un nuevo librero con el paso de los años.
La mala
Sí, hay una mala: si no se tiene un smartphone o tableta, y leer en el monitor de la computadora no es la mejor idea, todavía es muy caro tener un lector de ebooks. En las librerías mexicanas hay muy pocas opciones, y en los anaqueles domina una opción fabricada por Samsung que se comercializa como el nombre de Papyre entre 2,000 y 3,000 pesos, presupuesto alto si se compara con el precio de algunas tabletas que ofrecen características y posibilidades de uso mucho más allá de la lectura de libros electrónicos.