Calderón... "Y la carroza se hizo calabaza"

lunes, 3 de diciembre de 2012 · 10:37
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Por temor a las protestas callejeras y por la oposición de los legisladores de izquierda a admitir su victoria electoral en 2006, Felipe Calderón asumió la Presidencia el primer minuto del 1 de diciembre de 2006. Transcurrido un sexenio con saldos negativos en prácticamente todos los indicadores, extendió el ejercicio del poder hasta el último minuto del 30 de noviembre de 2012, pues convocó a una cena, “con motivo de la transmisión de poderes”, en Palacio Nacional, horas antes de entregar el mando, a medianoche, a su sucesor, Enrique Peña Nieto. En las últimas semanas Calderón mantuvo una agenda de inauguración de obras, aun inconclusas, por todo el país, y fue pródigo en discursos y hasta en actividades lúdicas. También presentó iniciativas de último minuto: el 23 de noviembre propuso cambiar el nombre de Estados Unidos Mexicanos por el de México. Nadie lo consecuentó. El 27 de noviembre propuso una reforma electoral para aplicar la segunda vuelta en elecciones presidenciales. No tuvo eco. Tampoco el 28 de noviembre cuando propuso una reforma al régimen ejidal para facilitar los procesos de conversión a propiedad privada en el campo. Lejano el día en que se colocó una casaca y una gorra militares, carga la cuenta de más de 80 mil muertos, decenas de miles de desaparecidos y amplias zonas del país sumidas en la barbarie. Aun así no tuvo empacho en actuar para una cadena nacional y declarar: “Me voy con la conciencia de haber actuado en cumplimiento de mi deber y responsabilidad al servicio de México. He trabajado para dejar una patria más fuerte, con un mejor sistema de justicia. Más sano y con una economía sólida”. El mensaje fue una cápsula transmitida en cadena nacional la noche del 28 de noviembre. En más de tres minutos Calderón actúa diferentes situaciones, acordes con lo que su voz en off va diciendo. La cápsula, parecida a las que se produjeron con motivo de su sexto informe de gobierno, fue literalmente una actuación: Empuñando una pluma de oro, escribe: “muchas gracias”, mientras su voz en off expresa: “Gracias porque hace seis años me dieron un voto de confianza que me acompañó durante todo este tiempo.” Luego Calderón, en un despacho de Los Pinos, ve fotografías de gente común. “Mi corazón está con cada uno de ustedes”, profiere con música new age de fondo y mientras pormenoriza sus agradecimientos y se muestran imágenes de más gente y obras inconclusas, hasta que vuelve a cuadro. El presidente de la guerra contra el narco pretende otro calificativo. Para Calderón, el suyo fue “el sexenio de la salud” y la “guerra” en defensa de la población. “Gracias a todos los soldados, marinos, policías, los ministerios públicos valientes”, y mientras la voz en off los menciona, las imágenes de soldados, marinos y policías aparecen… hasta que menciona la palabra valiente en el momento justo en que él mismo aparece, otra vez en el escritorio, escribiendo, concentrado, con su pluma de oro. “Gracias porque cuando la patria los necesitó, ustedes dieron un paso adelante para defenderla”. Luego agradeció a los servidores públicos y a su familia. Cuando habla de decisiones difíciles se toca la barbilla en actitud reflexiva; cuando habla de su conciencia, asiente como aprobándose.­ “Servir a la patria es el más grande honor que puede tener un mexicano; servirla como presidente es el más grande también. Pero servir a la patria en momentos como los que nos ha tocado vivir, sin duda alguna es un honor mucho mayor.” Calderón mira la bandera, la acaricia para luego despedirse, prometer que seguirá sirviendo a México y repetir que está agradecido del privilegio. Y por primera vez en la cápsula aparece en campo abierto, en la explanada de la residencia oficial, levantando su mirada al cielo, como si pronunciara una plegaria a la bandera que ondea. Entonces las imágenes se sobreponen para hacer coincidir todo: la bandera que ondea, la mano con la pluma de oro; la figura de Calderón al centro elevando su mirada al cielo y la voz en off que se despide. “Muchas gracias y hasta pronto, México”, dice el hombre que ya tiene garantizado un lugar en la Universidad de Harvard, donde al menos durante un año tendrá una estancia académica, según dio a conocer la Presidencia el mismo día de transmisión de la cápsula.   La carroza se hizo calabaza   “Antes de que la carroza se convierta en calabaza”, según dijo en octubre en Chiapas, Calderón recorrió casi la totalidad del país. En un mes, 22 entidades federativas fueron pisadas por el presidente para inaugurar obras. Desde hospitales o carreteras inconclusas hasta parques. Se comparó una vez más con La Cenicienta el 24 de noviembre, y a sus funcionarios, en un símil desafortunado, con los ratones de ese cuento infantil. Ese mismo día en Campeche se vistió de ciclista y recorrió 75 de los 175 kilómetros del Gran Fondo Reto Maya 175K. Las actividades lúdicas fueron más allá: el 28 de octubre, en La Marquesa, Calderón compitió y ganó una carrera de go-karts contra sus hijos, María y Juan Pablo, y contra el gobernador mexiquense Eruviel Ávila. A un día de que concluyera su gestión se lanzó dos veces en una tirolesa tras inaugurar el Bioparque San Antonio en el Distrito Federal. También le dio por cantar, el 21 de noviembre en La Piedad, Michoacán, el corrido del Perro negro. Ahí los reporteros le preguntaron si no se iba con mal sabor de boca por no haber atrapado a Joaquín El Chapo Guzmán, y Calderón respondió recitando la cantidad de delincuentes detenidos o muertos en su sexenio. Aprovechó para recordar que no hubo entendimiento con las autoridades locales, es decir con el exgobernador Leonel Godoy, sobre el combate a la delincuencia, y en general culpó a otros de sus fracasos.   Apologías y autoexilio   La expresión que lo define y con la que pasará a la historia fue un intento jocoso por minimizar las denuncias de fraude y de falta de legitimidad con que llegó a la Presidencia: “Haiga sido como haiga sido”. Al final Calderón acudió a su peculiar sentido del humor. Durante un mensaje inaugural en la Cumbre de la Comunicación, el 20 de septiembre, habló de los mayas y de la incertidumbre de que podamos desaparecer; luego se declaró ignorante del tema, pero dibujó el futuro del país con buenos augurios. Ante todo, sus arengas fueron apologías de las decisiones que tomó, en relación con la expresión genérica, “retos difíciles”. “Trabajé para aliviar el dolor de millones de pobres”, dijo el 19 de octubre en Batopilas, Chihuahua, segundo municipio más desfavorecido de México, con indicadores inferiores a los de los países más pobres de África, de acuerdo con las mediciones de las Naciones Unidas. En recuentos diarios de acciones y cifras alegres, se hacía el gracioso para presumir las obras que entregaba. Por ejemplo, el 29 de noviembre dijo que sin ser jefe de Gobierno del Distrito Federal ni delegado en Álvaro Obregón, entregaba el Bioparque San Antonio a los habitantes de esa demarcación capitalina. Ese mismo día hizo el anuncio de renovación de la flota satelital e inauguró un centro de control de satélites. Anunció que ese posiblemente sería el ultimo día de actividades públicas como presidente. “Y digo posiblemente porque todo puede pasar”, expresó. Y pasó. El 30 de noviembre, último día de su gobierno, inauguró la II Sección del Parque Bicentenario, en el norte de la Ciudad de México, y convocó a una cena en Palacio Nacional por el cambio de poderes. “Me gusta dejar las cosas en orden, arregladas”, dijo el 14 de noviembre al inau­gurar el distribuidor vial José Francisco Blake Mora, en el oriente de la Ciudad de México. El 28 de noviembre la Presidencia emitió un comunicado para anunciar que Calderón fue invitado por la Universidad de Harvard. Desde hace meses se perfilaba que el panista michoacano buscaría una estancia académica. Incluso la mención de que podría ser contratado por la Universidad de Texas desató protestas en Austin para repudiar su eventual contratación en esa casa de estudios. Sin embargo irá a Harvard, en Cambridge,­ Massachusetts, donde será el primer participante de un plan sin antecedentes denominado Programa Angelopoulos de Líderes Públicos Globales, para empezar en 2013. Un autoexilio. Harvard confirmó que Calderón se reunirá con estudiantes, colaborará con investigadores y trabajará en un programa sobre temas relacionados con su mandato. Además estará afiliado al Centro de Negocios y Gobierno Mossavar-Rahmani. En una entrevista que concedió a Joaquín López Dóriga en los jardines de Los Pinos, cuya primera parte fue transmitida el 28 de noviembre, Calderón dijo que posiblemente jamás volvería a pisar esa residencia. Con ese mismo conductor, a mediados de año, destapó la aspiración presidencial de su esposa Margarita Zavala. Como sea, el segundo presidente panista ha insistido en que “seguirá trabajando” por el país, y en la cápsula del adiós que se transmitió en cadena nacional, concluyó: “Muchas gracias, México, y hasta pronto”.

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