Hanoch Levin, el dramaturgo incómodo

viernes, 7 de diciembre de 2012 · 19:12
MÉXICO D.F. (apro).- Dice el director teatral Germán Castillo a Apro que cuando montó La prostituta de Ohio, de Hanoch Levin, (1943-1999) en el 2003 sintió que estaba ante un dramaturgo transgresor y sin paralelo. “A pesar de su muerte sigue siendo un autor de muchísimo prestigio en Israel, incluso de culto, aunque siempre fue poco respetuoso de la ortodoxia política y religiosa de Israel.” Se trata de una obra muy fuerte en la que un padre y su hijo, absolutamente decadentes, se interrelacionan en un mundo de miseria. Su fantasía más grande, su paraíso y gloria a soñar, es una puta de Ohio de dotes fabulosas y exultante lascividad. En la vida real, lo único que comparten padre e hijo es una pobre y sucia prostituta callejera y su mutua degradación. “Lo menos que se dicen uno al otro es verga putrefacta. El padre es rotundo y le dice al hijo que se arrepiente de haberlo tenido y que su madre era una ramera. Cosa de abjuración de padres a hijos, algo muy bíblico por cierto. Tuvimos una experiencia muy buena en el Teatro el Granero, algo nada fácil porque la obra apela a lo arriesgado y de una manera muy clara a tocar los territorios de la transgresión. Viajamos un poco con ella en particular a Bolivia donde las autoridades del festival al que fuimos invitados estaban impactadas y con un susto tremendo de presenciar algo tan poco convencional y explícito como para un evento oficial. Incluso en el cóctel que nos ofreció la embajada de México salí al paso a explicarles un poco la naturaleza de las propuestas del autor”. Levin Hijo de sobrevivientes polacos del Holocausto, Hanoch Levin nació en el Tel Aviv palestino y saltó a la escena israelí con un teatro “de conciencia”, donde lo político y lo religioso se entrelazaban para confrontar al gobierno israelí sobre su política interior y exterior. Sus comedias negras, burlonas, llenas de muerte, tortura, humillación e incluso con blasfemias son consideradas actualmente como el epitome del teatro israelí de vanguardia. En su origen el propio Hanock y su hermano David las montaban para verlas desaparecer a unos cuantos días bajo la censura de la cúpula del poder. Vaticinador de las posibles guerras que Israel podría ocasionar, Levin se burló sistemáticamente de los primeros ministros, de la Biblia, de los rabinos y de todo aquello que surcara el camino hacia la hipocresía exacerbada que ciertos grupos de sionistas habían propagado desde que se fundó el Estado de Israel. Sin embargo, hoy en día considerado como el dramaturgo israelí más importante de su país, pero en su momento rechazó premios y después de que estrenará su obra La reina de la tina – con diálogos llenos de vulgaridad y obscenidades--, hubo protestas e impugnaciones de personas que exigieron que la obra --llena de alusiones a Golda Meier-- saliera de la cartelera. Además fue maltratado en la prensa lo que lo llevó a decidir que nunca más daría una entrevista, cosa que cumplió cabalmente hasta su muerte. Con más de cincuenta obras, poemas e incluso canciones fue crítico feroz de los conflictos entre Israel y Palestina y sobre todo de los líderes como Golda Meier y de Zalman Shazar. A este último lo mandó al diablo después de que presionara al jurado para impedir que le dieran un premio. Shazar lo detestaba por haber poner el dedo en la llaga sobre los estragos de la Guerra de los 6 días y por criticar los principios básicos de la sociedad israelí. Requiem El director de escena Enrique Singer apunta que Requiem es una obra que está en las carteleras en todo el mundo en este momento: “Ha tenido una enorme resonancia” dice a Apro el también director de actividades teatrales de la UNAM. La obra le fue propuesta por el productor Moisés Zuckerman, quien en el 2003 también obtuvo los derechos de La puta de Ohio –se suavizó a prostituta en México para evitar problemas. Zuckerman hizo la traducción directa del hebreo al español de Requiem, y se le adaptó al lenguaje de México. “Las acciones ocurren en cualquier lugar del mundo entre París y Shangai. Está construida a partir de personajes de Chejov, y tiene esta cosa brutal de los personajes que ya están asimilados a su mediocridad, a su dolor. Son los que se instalan en los bajos fondos de la vida, son los denigrados”. Pero a diferencia de sus otras piezas, el Requiem de Levin no es una disertación sobre el mundo social, sino del morir. “Es una reflexión sobre la muerte. Toma personajes de los cuentos chejovianos y los coloca en un solo contexto. Todos expresan la miseria humana llevada al extremo, pareciera ser que el hombre es miserable de por si, esa es la voz de Hanock. La obra sucede en un mundo intermedio en dos pueblos: Sosho y Shoshi o sea en cualquier o en ningún lugar. Levin ya tenía cáncer y estaba condenado a morir en una muerte prematura porque tenía apenas cincuenta años. Es una propuesta que además se nota muy reflexionada. “La obra es muy brutal y de tan negra acaba siendo una reflexión sobre la vida, porque los personajes viven en el peor arrepentimiento que es la nostalgia de lo no vivido. En el hubiéramos sido mejores si tan sólo hubiésemos actuado de otra forma. Y así, se les fueron todas las oportunidades. Es una reflexión dolorosa sobre el arrepentimiento. “Al final los personajes asumen su dolor y viven en él, por otro lado la naturaleza esta ahí. El ser humano se encuentra frente al universo de qué es esto que nos dio la vida. Y ojalá que ya llegue la muerte y qué silenciosa es la noche.” En todo un universo gris, Singer encontró un mensaje positivo: “Me tardé en encontrarlo, porque no es una obra que pretenda mover a la gente y hacerla sentir mal: Levin busca de alguna forma ver de manera más ligera la vida. “Hay dos personajes que son querubines que son personajes fantásticos que cualquiera diría que pertenecen a la mitología judeo cristiana. Auguran la muerte y la hacen más fácil. “En el fondo creo que él se reía esa intensidad antes de morir del ‘qué es eso que estoy viendo ahora’ y los querubines le contestan ‘una sandía, no, una vitrina, no una revista’. Entonces el personaje se relaja y dice ‘no era tan importante’ y muere”. “La dramaturgia –explica—se expresa de forma contemporánea, se narra a partir de diálogos y monólogos al público y a veces en pasado y al futuro con un carácter muy cercano a Bertol Brecht y a Peter Brook. El autor procura un alejamiento emotivo para con la inteligencia preguntarnos qué pasa. “Hanoch es muy cercano al contar un cuento con el menor número de elementos posibles. Lo suyo es como una vieja parábola que podría estar ocurriendo un cuento sufí, judío o zen con personajes que se encuentran en el camino y tienen por lo mismo un final muy misterioso. No hay moraleja, pero si quieres o puedes construirla, es cosa tuya. No de él.” Sin publicarse aún en México, Hanoch Levin es para Singer una asignatura pendiente de gran urgencia: “Habría que editarlo ya. Está haciendo explosión en el mundo y resulta fundamental que se conozca en el país.”

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