Vatileaks: el mayordomo infiel

viernes, 15 de junio de 2012 · 19:56
Milán (Proceso).- El pasado 23 de mayo agentes de la gendarmería del Vaticano arrestaron a Paolo Gabriele, asistente de la habitación del Papa, acusado de “robo agravado” por la sustracción de documentos reservados del pontífice. Los gendarmes además registraron su casa, ubicada dentro del Estado Vaticano. Ello ocurrió dos días antes de que en Italia saliera a la venta el libro Su Santidad. Las cartas secretas de Ratzinger, del periodista Gianluiggi Nuzzi. Para entonces el Vaticano había detectado que Gabriele era el “cuervo”, como se apoda a quien filtra documentos secretos de la Santa Sede. La noticia del registro a la casa del mayordomo fue publicada el 25 de mayo por el periódico Il Foglio. Un día después la confirmó el vocero del Vaticano, Federico Lombardi, quien también dio a conocer la identidad del “cuervo”. En su calidad de mayordomo Gabriele formaba parte del círculo más estrecho de la familia pontificia. Tras su arresto nadie lo ha sustituido formalmente. Sin embargo, Sandro Mariotti, quien trabajaba en la anticámara pontificia, ha aparecido junto al Papa en el vehículo descubierto que da la vuelta a la plaza de San Pedro durante la audiencia general de los miércoles y lo acompañó en su más reciente visita a la ciudad de Milán, del 1 al 3 de junio. Las filtraciones de documentos privados del Papa iniciaron en febrero pasado. Los periodistas Gianluiggi Nuzzi y Marco Lillo –el primero en el programa de televisión Los Intocables y el segundo en las páginas del periódico Il fatto quotidiano– señalaron que detrás de ellas había una serie de intrigas en El Vaticano. Desde entonces, Domenico Giani, comandante de la Gendarmería de la santa sede, inició una investigación interna para detectar a la persona que filtraba los documentos: hizo pesquisas en las oficinas vaticanas, intervino teléfonos y sometió a una discreta vigilancia a varios colaboradores y funcionarios de la curia romana. Luego, puso una trampa: determinó qué documentos podían filtrarse, los usó como carnada y les dio seguimiento. Así no sólo ubicaría al “cuervo” sino a sus cómplices. Detectó a Gabriele, quien hasta el momento es el único investigado. Las autoridades del Vaticano intentan descubrir si actuó por iniciativa propia o si recibió órdenes de otra persona para entregar los documentos a los periodistas, especialmente a Nuzzi. La situación del mayordomo se agravó por el hecho de que los gendarmes encontraron en su casa varias cartas privadas del Papa y una lista de periodistas a quienes se las entregaría. Los últimos documentos que filtró –publicados en el libro de Nuzzi– podrían servir de prueba tanto en el procedimiento contra el mayordomo como para la emisión de citatorios judiciales a las personas que recibieron las cartas robadas. El 26 de mayo Lombardi, el vocero del Vaticano, lanzó la hipótesis de que los periodistas que recibieron las cartas habrían cometido el delito de encubrimiento. Pero Nuzzi replicó el martes 5 que no podría tipificarse tal delito, pues los documentos que él obtuvo no son originales, sino copias fotostáticas.   Confesión   El martes 5 –15 días después de su arresto– Gabriele inició su confesión. “Ha hablado por horas y horas, colaborando ampliamente con la justicia vaticana. Ha explicado la red de sus contactos dentro y fuera de los muros leoninos”, publicó el miércoles 6 el diario Corriere della Sera. Con base en lo que ha trascendido respecto de los interrogatorios, la prensa italiana publicó que Gabriele era un tipo locuaz que salía continuamente del Vaticano para reunirse en bares cercanos con amigos, periodistas y cardenales. La santa sede formó una comisión de investigación encabezada por tres cardenales: Julian Herranz, Josef Tomko y Salvatore De Giorgi, quienes intensificarán las entrevistas con los prelados de la curia que están bajo sospecha, así como con los “contactos” de Gabriele. El mayordomo tiene doble ciudadanía: la del Estado Vaticano y la italiana. Si la santa sede decide turnar el caso a la justicia italiana, Gabriele podría ser sancionado hasta con seis años de prisión. Por el momento, el “mayordo infiel” se quedará aislado en una celda de cuatro por cuatro metros, pues, como muchos vaticanistas han escrito, “es muy delicada la investigación y demasiados los riesgos de que se contaminen las pruebas”. En entrevista con Proceso, el vaticanista Marco Politi dice que el arresto del mayordomo del Papa no marca el fin del escándalo de las filtraciones –conocido ya como Vatileaks–, sino que constituye tan sólo el inicio de un nuevo capítulo desastroso para la sede vaticana. En principio, el escándalo “revela una dramática vulnerabilidad del círculo más cercano al Papa, pero hay cosas más graves, pues cuando se llegue a procesar judicialmente a los responsables de la fuga de documentos, Benedicto XVI podrá ‘agradecer’ a su secretario de Estado, Tarcisio Bertone, el alud de publicidad negativa a nivel mundial”, señala con ironía. Politi pide no perder de vista que el tema de las filtraciones se mezcla con el caso de Gotti Tedeschi, quien fue destituido como presidente del Instituto para las Obras de la Religión (IOR). “La extrema brutalidad del comunicado con el que fue apartado del IOR es una señal de la lucha de poder que se libra dentro de la curia romana. Se golpeó duramente el honor de un funcionario del Vaticano elegido por el Papa. Jamás había ocurrido algo similar”, comenta. El 24 de mayo la Comisión Cardenalicia de Vigilancia del IOR celebró una reunión en la que los cardenales leales a Bertone votaron a favor de la remoción de Tedeschi. Politi afirma que ello significa una ruptura. “En su violencia Bertone revela su miedo a ser removido del cargo. Pero al mismo tiempo, el asunto muestra a un pontífice débil y frágil, incapaz como rey de tener quieta a su corte”. Considera que en el escándalo de las filtraciones Gabrielle no actuó solo. “Existe un grupo clandestino en la curia que quiere un cambio en la gestión del vértice del poder. El arma que los opositores agitan son los autogoles internacionales de Bertone. En un año el secretario de Estado, aparente vencedor en las últimas horas, ha tirado tres formidables búmerans, todos dañinos para la imagen de Benedicto XVI y su deseo de garantizar una limpieza y transparencia en las finanzas y en la administración vaticana”. Politi se refiere al caso de monseñor Carlo María Viganó –quien fue destituido como administrador del Vaticano tras poner orden en los gastos y contratos de la santa sede–, al caso de la falta de transparencia del IOR y a la remoción del presidente de este organismo, Gotti Tedeschi, el pasado 24 de mayo.

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