Tania Pérez-Salas en "Pasión en movimiento"

miércoles, 20 de junio de 2012 · 20:17
MÉXICO, D.F. (Proceso).- A pregunta expresa sobre si decidió tomarse el 2011 como un receso en su carrera, Tania Pérez-Salas respira profundamente, sacude su cabellera rizada y ríe nerviosa: “En este trabajo uno nunca se toma vacaciones. Lo que he decidido hacer nunca te brinda un descanso. Me la he pasado en la búsqueda de recursos económicos para hacer los proyectos en los que creo y seguir desarrollando mi vocación.” Extremadamente delgada, Pérez-Salas habla con Proceso en su estudio en Coyoacán para explicar su status en el medio de la danza, y anunciar que hará una breve temporada que sólo incluirá lo que resta del mes de junio y que incluye el Teatro de la Ciudad, el Teatro Bicentenario de León, Guanajuato, y el Palacio de Bellas Artes. Invitada a bailar junto con su compañía en la Bienal de Lyon, en el Gran Festival de Danza Contemporánea de Tel-Aviv, en el Festival de Danza de Shangai, y el Kennedy Center de Nueva York, entre otros, Pérez-Salas no se siente profeta en su tierra. Después de haber aplicado durante cuatro veces consecutiva al Sistema Nacional de Creadores y ser rechazada en esta última edición, narra que, agotada, realizó una impugnación, apeló y ganó. Y asume que a pesar de haber tenido una carrera exitosa a nivel nacional e internacional, se percibe fuera del gremio de la danza: “¿Vetada? Mucho, muchísimo, desde luego. Pero cada vez menos. “Ahora me encuentro con la gente de danza y cada vez más siento que me reconcilio como persona, artista. Pero sí siento que el rechazo ha sido también una de las partes dolorosas de mi carrera. Hace poco me citaron para que supiera yo lo que había dictaminado el jurado del Fonca sobre mi última solicitud para ingresar al Sistema Nacional de Creadores y me afectó mucho. “Creo que si para ellos lo que hago no tiene ningún valor, si para ellos debería de proponerme en otra área, entonces qué extraño es que los presentadores de festivales como el de Tel Aviv, donde se presentan únicamente las compañías más importantes del mundo, el Kennedy Center, que tiene todo el dinero para programar a lo mejor de la danza contemporánea mundial, si toda esta gente que lleva años programando lo más destacado me busca, y si yo me he abierto un lugar en la primera fila de la danza mundial, ¿cómo es posible que mis colegas no lo sepan? ¿Qué problema tendrán en aceptar que yo formo parte del gremio?”   Pasión por la danza   Un ensayo puertas abiertas en el Teatro de la Ciudad el 17 de junio y funciones en el Teatro Bicentenario y en Bellas Artes los días 27 y 30, serán las únicas oportunidades para ver a Pérez-Salas en México en Pasión en movimiento. “Debería ser mucho más fácil el presentarse, pero digamos haciendo entrevistas me he dado cuenta que en otros países es mucho más normal, no tienes que pelear tanto. Todas las semanas escribo un nuevo proyecto para presentarlo. Es muy difícil obtener los recursos para mantener una compañía de tiempo completo y más en el formato que a mí me interesa.” Por lo mismo, Pérez-Salas ha tenido que cancelar varios proyectos en el extranjero. “Me invitaron a un gran festival en Corea donde participaban sólo ocho grupos. Me pagaban muy bien las funciones, pero cómo mantengo una compañía de tiempo completo… ¿Sabes lo que cuesta mantener una compañía de gran formato, con bailarines de nivel internacional? Es imposible pagarles cuando menos dos o tres meses para que cuaje un proyecto. Es imposible pedir en el extranjero que te subsidien. “Pero no me quedo con las cancelaciones. Sino con la idea de que ojalá pueda tener más dinero para tener más continuidad y para incluso tener más infraestructura y no estar yo sola organizando todo. Tengo una viejita como de setenta años que me ayuda con los números, pero tengo que estar al pendiente con ella para que no se le vaya a ir una cifra. Es decir que hasta en las cosas más elementales estoy metida. No hay nada que pueda delegar.” Y especifica que lo ideal sería tener un pequeño subsidio: “No pido mucho. Lo que sí necesito es tener un contrato mínimo de cinco meses para tener tiempo de crear e investigar. Mi madre se lamenta conmigo siempre diciéndome que es una lástima que la mayor parte del tiempo la invierta en conseguir fondos y no en crear. “Yo entrego mis propuestas, me dicen que sí y una buena parte de las veces no logro completar todo lo que necesito para echar andar un proyecto largo como el que hice en el 2010 recorriendo el Oriente en los principales festivales de Israel y Egipto. No creo que el problema sea únicamente mío, somos muchos los colegas que pasamos por esto…” Afirma que su trabajo ha permitido ver el gran nivel artístico de la danza que se hace en México: “Soy muy afortunada en contar con el apoyo de una representante neoyorquina, pero ella misma me lo dice: ‘Tania, si no tienes un subsidio mínimo cómo comprometernos a dar funciones, ni siquiera sabes si vas a tener para pagar el teléfono mañana’.” Pérez-Salas hizo audición para bailarines de todo el mundo en el estudio del coreógrafo Michael Mao. “Ellos saben que aquí en México no van a ganar mucho, están enterados de la violencia que existe, a la cual pareciera que estamos acostumbrados aquí pero que en Estados Unidos se vive de una forma tremenda y de todas maneras quieren trabajar conmigo, lo cual es un halago.” En total la compañía de Perez-Salas tiene en este momento 15 bailarines de diferentes partes del mundo, de los cuales cuatro son mexicanos, “y es ahí cuando me doy cuenta que es imposible mantener una compañía así, es un esfuerzo descomunal y se requiere tener una agenda muy grande de funciones y la verdad es que aquí en México las oportunidades de bailar son muy pocas”. Las funciones que tendrá en Bellas Artes no le serán pagadas, sino que la artista se irá a lo que se recaude en taquilla: “Ya le vendí boletos hasta al doctor que me atendió antier –dice soltando una carcajada–. Me río porque me parece algo tristísimo y prefiero reírme. Pero en el INBA se han portado muy bien conmigo, no tuve que rentar el teatro, tengo pocos ensayos pero sé que nunca serán suficientes.” –Usted es casada, tiene dos hijos pequeños, ¿cómo se organiza? –A una familia le aporta mucho tener un artista en casa, pero también es un enorme peso. A veces no llega el dinero a tiempo y me presta alguien o les pregunto si no conocen a alguien que pueda hacer algo que necesito y en ocasiones los pongo a vender boletos. Porque además del enorme esfuerzo que tengo que hacer, a veces pido ayuda y recurro mucho a mi mamá. Pero a ese nivel llegamos los artistas, de tener en riesgo a la familia en el peligro de que uno sea un lastre. “Creo que en ocasiones los esposos y parejas han de decir: ‘¿Cómo que quieres hacer coreografía? A ver, piénsalo otra vez, respira hondo, te voy a hacer una limpia’. Claro que luego, todos, se sienten muy orgullosos.”

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