Doscientos soldados estadunidenses, apoyados por helicópteros artillados y armamento de grueso calibre, realizan operaciones en Guatemala, justo en la frontera con México. Su objetivo: combatir a los cárteles de Sinaloa y de Los Zetas, organizaciones que se asentaron en Centroamérica. Oficialmente se trata de una operación conjunta entre los ejércitos de Estados Unidos y Guatemala, denominada Martillo. Sin embargo es el Comando Sur de la marina estadunidense el que dirige las acciones, en tanto que sus soldados tienen privilegios e inmunidad en casos de destrucción de bienes inmuebles o muertes de civiles.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Enrique Peña Nieto iniciará su gobierno en diciembre próximo con la frontera sur militarizada. Estados Unidos y Guatemala decidieron desplegar tropas de los dos países en la frontera sur de México para enfrentar a los cárteles de Sinaloa y de Los Zetas en ese país centroamericano.
Desde mediados de agosto pasado, el Comando Sur del Ejército estadunidense echó a andar en Guatemala la Operación Martillo contra el narcotráfico, mientras que el gobierno de ese país instaló nuevas bases militares en los límites con México.
En enero pasado, Estados Unidos intensificó su estrategia contra la delincuencia organizada en Centroamérica. Comenzó en Honduras y hace casi un mes, en un escenario de guerra, desplegó cerca de 200 marines apoyados con helicópteros artillados para perseguir directamente a las organizaciones delictivas dominadas en Guatemala por Joaquín El Chapo Guzmán y Los Zetas.
El centro de mando regional de la Operación Martillo en Guatemala está ubicado en el Departamento de Retalhuleu, en la costa del Pacífico, frente a Tapachula, Chiapas, aunque el plan abarca asimismo el mar Caribe y el Departamento de San Marcos, fronterizo con Chiapas.
Desde Retalhuleu, el Comando Sur de Estados Unidos (Southcom) controla las operaciones de los 171 infantes de marina que estarán destacados durante cuatro meses al sur de la frontera mexicana, aunque podrían permanecer más tiempo.
La militarización de la frontera de Guatemala con México es uno de los temas de la reunión de Peña Nieto con el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, prevista para el lunes 17, en el primer viaje del priista como presidente electo.
Los militares estadunidenses desembarcaron en Guatemala el pasado 12 de agosto con cuatro helicópteros de guerra UH-1N Huey, equipados con armas de grueso calibre y con capacidad para transportar tropas y misiles. Operan junto con 250 efectivos de las fuerzas de tierra, mar y aire de Guatemala.
También fueron desplegados buques de la Armada y Guardia Costera estadunidense, aviones de agencias federales y unidades de seguridad.
Los comandos conjuntos operarán asimismo en una base de Paracaidistas, en la costa del Pacífico, y otra en el Comando Aéreo Central del territorio guatemalteco, desde donde podrán reaccionar en la persecución de narcotraficantes.
Uno de los objetivos del Comando Sur en las costas centroamericanas son los semisumergibles que utilizan los narcotraficantes para enviar droga a Estados Unidos vía México.
El sargento Earnest Barnes, vocero de los Cuerpos de Marina del Comando Sur en Miami, explicó en agosto pasado la trascendencia de la acción militar estadunidense en Centroamérica: “Este es el primer despliegue de infantes de Marina que apoyan directamente la lucha contra el crimen trasnacional en esta zona, y es la maniobra más grande de su tipo que hemos emprendido en la región en mucho tiempo”.
Aunque los marines se desplegaron en Guatemala desde mediados de agosto, el gobierno de Pérez Molina oficializó la presencia de las tropas estadunidenses en su territorio el día 20 de ese mes, cuando en el Diario Oficial informó que la operación en ese país durará 120 días.
En esa publicación, el gobierno guatemalteco aseguró que no se trata del paso de un ejército extranjero por su territorio, sino de un convenio de Libre Tránsito de Aeronaves Militares entre el gobierno de Estados Unidos y Guatemala.
Con ese argumento, se saltó el permiso que debe dar el Congreso guatemalteco para el paso de tropas extranjeras. El convenio les otorga privilegios, exenciones e inmunidades a los militares y civiles estadunidenses durante su estadía en Guatemala.
Por ejemplo, los estadunidenses se moverán con sus propios permisos y licencias, transitarán libremente sin pagar peaje o derechos de ningún tipo, utilizarán gratis el espectro de radiofrecuencia guatemalteco, importarán y exportarán cuanto deseen en relación con sus actividades y adjudicarán contratos sin rendir cuentas al país sede. Además, Guatemala renuncia a cualquier reclamo por pérdidas, daños, destrucción de bienes y lesiones o muerte de su personal civil o militar.
La operación en Guatemala fue puesta en marcha por el general del Comando Sur Douglas Fraser, en la base aérea sur del Ejército de ese país, con el aval del presidente Otto Pérez Molina, general en retiro que asumió el poder en enero último bajo el principio de “mano dura” contra la delincuencia.
En 1993, Pérez Molina, entonces director de Inteligencia del Ejército de su país, fue el responsable de la aprehensión del Chapo Guzmán cuando la avioneta en que se desplazaba el narcotraficante sinaloense se desplomó en territorio guatemalteco.
A principios de año, el Comando Sur de Estados Unidos presentó la Operación Martillo como un esfuerzo multinacional contra el narcotráfico y la delincuencia organizada en las costas de Centroamérica, tanto en el Pacífico como en el Atlántico.
Junto con los siete países de Centroamérica y Colombia, Francia, España, Holanda y Reino Unido, además de Canadá, aparecen como participantes, pero en la práctica es Estados Unidos quien la dirige. Además de marines, que incluyen ingenieros de combate y equipos de comunicaciones, hay efectivos de la Guardia Costera y de distintas agencias estadunidenses.
Según el Comando Sur, la misión de la Operación Martillo es monitorear las costas de Centroamérica a fin de detectar e interceptar las rutas que los narcotraficantes usan para el contrabando de drogas, armas, dinero y personas, por lo que no ha puesto fecha de término para la operación en la zona.
Técnicamente, los marines sólo usan sus armas contra los narcotraficantes en caso de defensa y ayudan a las autoridades locales a detener rápidamente a los delincuentes.
El plan referido comenzó en el Golfo de Honduras y se prolongó ahí por cuatro meses. En ese país también hay una fuerte presencia de cárteles mexicanos de la droga. El despliegue de las tropas estadunidenses en Guatemala constituye una segunda fase de la acción del Comando Sur en Centroamérica.
En julio pasado, el general John Kelly, comandante del Southcom, declaró ante el Comité de Servicios Militares del Senado estadunidense que una de sus tareas como comandante era el combate al narcotráfico.
De acuerdo con la publicación especializada de Estados Unidos Marine Corps Times, los marines aterrizaron en Guatemala el 12 de agosto en respuesta a una solicitud de ese país para combatir a los grupos de delincuencia organizada, que han provocado allá la principal ola de violencia desde la guerra civil del último tercio del siglo pasado.
El gobierno y la prensa local atribuyen esa violencia a la presencia de los cárteles mexicanos de la droga, en particular desde que hace algunos años llegaron Los Zetas para disputarle el control al Chapo Guzmán. Luego de fugarse en 2001 del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, el capo sinaloense ha utilizado a Guatemala como uno de sus escondites. (Proceso 1805).
Las cifras de Southcom indican que desde el inicio de la Operación Martillo se han incautado 78 toneladas de cocaína y cerca de seis mil kilos de mariguana, tres millones y medio de dólares en efectivo, así como 56 activos que incluyen submarinos, lanchas rápidas, avionetas y otros vehículos.
Además del despliegue del ejército estadunidense, Pérez Molina anunció, a principios de septiembre, la instalación de tres bases militares en los departamentos de San Marcos, al occidente, Petén, al norte, en la frontera con México, e Izabal, al noreste, en el Caribe.
En esas instalaciones también habrá agentes de la Policía Nacional Civil, de Migración y Hacienda para el control del narcotráfico, contrabando y tráfico de personas, según dijo el mandatario, quien ha anunciado la instalación de por lo menos nueve bases militares en todo el país.
En la base del Petén fue instalada una Brigada Especial de Operaciones de Selva, cuya tarea principal será combatir a los narcotraficantes de la zona, dominada por Los Zetas. La unidad contará con un comando de kaibiles, fuerzas especiales del Ejército guatemalteco. De este grupo de élite, que ha sido acusado de masacres y otras graves violaciones a los derechos humanos, han desertado algunos elementos para trabajar al servicio de narcotraficantes mexicanos.
En la frontera con México, el territorio que se ubica entre los departamentos de Quetzaltenango, San Marcos, Huehuetenango y parte del Quiché es considerado “tierra de nadie”; ahí no hay vigilancia y es zona de disputa de los narcotraficantes.
En mayo de 2011, Los Zetas fueron responsabilizados de haber masacrado a 27 campesinos en El Petén, en su acción más violenta desde que se asentaron en Guatemala hace cinco años, en alianza con narcotraficantes locales y desplazando de la zona al Cártel de Sinaloa.
Su principal lugar de operaciones es la ciudad de Cobán, a 205 kilómetros al norte de la capital guatemalteca, pero también se ubican en los departamentos de Baja Verapaz, Alta Verapaz y Petén.
De acuerdo con una investigación realizada por este semanario el año pasado (Proceso 1805), el primer registro de Los Zetas en ese país se hizo en 2007, cuando todavía era el brazo armado del Cártel del Golfo. Sus integrantes fueron llamados por narcotraficantes locales que trabajan para esa organización con el propósito de perpetrar ajustes de cuentas.
De acuerdo con la inteligencia civil y militar de Guatemala, el jefe de Los Zetas, Heriberto Lazcano Lazcano, ha operado directamente en ese país, lo mismo que El Chapo Guzmán, quien incluso lo tiene como escondite.
Tan sólo en la primera mitad del año pasado, el jefe del Cártel de Sinaloa había sido ubicado tanto por el gobierno guatemalteco como por la DEA cinco o seis veces en Guatemala, en la frontera con México y en los límites con Honduras, custodiado por militares centroamericanos. Incluso se ha refugiado en la propia capital de Guatemala.
A principios del año pasado, se le ubicó en el complejo residencial Majadas, localizado en una de las zonas exclusivas, al norte de esa ciudad, aledaño al hotel Tikal Futura.
El 9 de julio de 2001, a la salida de ese hotel fue ejecutado el cantante y autor argentino Facundo Cabral, quien viajaba en un vehículo con el empresario nicaragüense Henry Fariña, acusado de trabajar para el Cártel de Sinaloa.
La organización controlada por El Chapo está presente en el vecino país desde los años noventa, en la costa del Pacífico, donde ha establecido lazos con narcotraficantes locales para traficar droga desde Colombia. Además, entró en contacto con familias de narcotraficantes guatemaltecas en la frontera con El Salvador.
La Operación Martillo en Centroamérica coincide con el plan del Pentágono propuesto por Estados Unidos a México para que militares estadunidenses organicen en territorio mexicano la detención del Chapo, en una acción similar a la llevada a cabo por fuerzas especiales de ese país para detener y ejecutar al jefe de la organización terrorista Al Qaeda, Osama Bin Laden (Proceso 1867).