Politólogo del ITAM, Lujambio fue sustraído de la academia para ser instalado al frente de organismos "ciudadanos" desde los que desempeñó papeles que él, sn embargo, niega haber realizado: cuidarle las espaldas a Vicente Fox desde el IFE y mantener la opacidad del gobierno federal desde el IFAI. Pero este novel político panista, este "hombre de apariencias" según lo describen sus detractores -"nuestro Peñanietito", lo apoda uno de sus correligionarios-, no avanza por sí mismo en su carrera meteórica con miras al 2012, sino de la mano del presidente Felipe Calderón, su amigo.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Descrito como refinado y culto, bien parecido y simpático, pero también como calculador y truculento, ambicioso y deshonesto, Alonso Lujambio Irazábal debe su ascenso político a Felipe Calderón, jefe político, a quien se propone relevar en la Presidencia de la República en 2012, previa conquista de la candidatura del Partido Acción Nacional (PAN).
Adulador permanente de Calderón, su “amigo manifiesto”, Lujambio comparte con él varias cosas: Son de la misma edad --49 años--, estudiaron en colegios privados como el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y sus respectivos padres, Sergio Lujambio Rafols y Luis Calderón Vega, fueron prominentes militantes del PAN.
“¡A mí también me reclutó la cuna!”, confesó Lujambio el jueves 16 de julio de 2009, poco antes de revelar al reportero que tres semanas antes, el 25 de junio, se había convertido en militante adherente del PAN. “Es tiempo de definiciones”, puntualizó.
Lujambio comenzó, así, una militancia formal a la que su padre y el de Calderón renunciaron por separado --en 1979 y 1980, siendo diputados federales-- por la pérdida de rumbo que, alertaron, observaba ya ese partido.
“El punto de partida de mi interés por el PAN no es académico. Es más bien de vida, de entorno y de cultura familiar”, escribió en La democracia indispensable, ensayos sobre la historia del Partido Acción Nacional, libro editado en 2009 que dedicó precisamente a su padre, fallecido dos años antes.
Y es que desde su abuelo paterno, el panadero de origen vasco Ricardo Lujambio Tijera, en la familia del titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) no hay militantes políticos que no sean del PAN.
“La familia ha conservado esa inclinación natural: simpatizamos mucho con las ideas panistas, pero antes que eso somos ciudadanos mexicanos”, aclara Alfredo Lujambio Rafols, tío de Alonso, quien fue regidor en Jalisco, diputado federal --cuando lo fue también por vez primera Calderón-- y tesorero del ayuntamiento de San Luis Potosí presidido por Salvador Nava.
Aunque también renunció al PAN, en el 2000, por la corrupción que imputó a panistas potosinos como el exgobernador Marcelo de los Santos y el senador Alejandro Zapata Perogordo, Alfredo Lujambio confiesa que la familia está entusiasmada por la posibilidad de que Alonso sea presidente.
“Su madre, como es normal, ve con preocupación la responsabilidad y las presiones que significan un cargo de esa naturaleza, aunque también con gusto de que pueda tener ese cargo tan honroso. Todos lo vemos como la consumación de una aspiración familiar de muchos años”.
Calderón no sólo ha impulsado la carrera política de Lujambio como consejero del Instituto Federal Electoral (IFE), presidente del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) y secretario de Educación Pública, sino que ha puesto a su servicio la estructura de operación electoral que aún controla en el PAN, encabezada por el litigante Germán Martínez Cázares.
Este respaldo de Calderón no es fortuito, porque Lujambio ha defendido los intereses del PAN desde posiciones clave en el IFE y el IFAI, que le han servido de escalera política, coinciden el exconsejero electoral Jaime Cárdenas Gracia y el excomisionado Juan Pablo Guerrero Amparán.
“Es un hombre genéticamente panista y así actuó en el IFE”, resume Cárdenas, quien fue acicate de Lujambio para investigar el financiamiento ilegal de la campaña de Vicente Fox. “No es extraño que luego haya presidido el IFAI, porque jamás ha tenido compromiso con la transparencia, sino custodio de los intereses del gobierno.”
Guerrero Amparán, quien desde 2006 advirtió sobre los conflictos de interés en que incurrió el aspirante presidencial por su amistad con Calderón, afirma: “Dentro del IFAI, Lujambio cuidó a su jefe y su gobierno, así fuera a costa del derecho a la información o de la más elemental decencia.”
Ahora desde la SEP, que encabeza desde abril de 2008, Lujambio edifica su candidatura presidencial, con giras por todo el país desde ese cargo público, pero también con la promoción, los fines de semana, de sus libros más recientes sobre el PAN, La democracia indispensable, y sobre sus antepasados ilustres en Retratos de familia.
De este entramado forman parte Juan Ignacio Zavala, cuñado de Calderón y en los hechos coordinador de la precampaña de Lujambio; Patricia Flores Elizondo, exjefa de la Oficina de la Presidencia; el operador electoral Jorge Manzanera, y Roberto Gil Zuarth, secretario particular de Calderón, cuya esposa, la consejera electora capitalina Carla Astrid Humprey, fue su asesora en el IFE.
Otros dos miembros de esta facción que impulsa a Lujambio son dos personajes a los que se unió cuando investigó a los Amigos de Fox como presidente de la Comisión de Fiscalización del IFE: Gabriela Ruiz del Rincón, tesorera del CEN y actual senadora, y Gerardo Ruiz Mateos, miembros del comité de finanzas de la campaña de Vicente Fox y actual jefe de la Oficina de la Presidencia.
Esta facción, que respalda la idea de Germán Martínez de cuidar las espaldas de Calderón cuando deje el cargo, padeció un contundente descalabro, apenas en diciembre, cuando Gil Zuarth fue avasallado por Gustavo Enrique Madero en la lucha para presidir el PAN.
Calderón rescató a Gil Zuarth y lo hizo su secretario particular desde cuyo cargo organizó, el 19 de febrero, en el hotel Fiesta Americana de Puerto Vallarta, Jalisco, una reunión de por lo menos medio centenar de panistas de todos los estados para impulsar el proyecto presidencial de Lujambio.
Candidato “carita”
Y es que la derrota del grupo promotor de Lujambio no gravita en su futuro, prevé uno de sus referentes ideológicos en el PAN, el senador César Leal, quien le atribuye cualidades para ser candidato y presidente de la República.
El legislador, quien en tres décadas ha acertado en sus pronósticos sobre Manuel Clouthier, Carlos Castillo Peraza, Vicente Fox y el propio Calderón, conversó, hace un par de meses, con Lujambio sobre su candidatura presidencial y se convenció de su solidez.
“Ya tienes el primer requisito: que seas carita, porque ahora se usan los caritas”, le dijo. “Ojalá que el voto que yo obtenga no sea por esa razón”, respondió el espigado funcionario.
“Se lo dije de broma en alusión, desde luego, a Enrique Peña Nieto, pero su respuesta me dio mucha confianza”, refiere Leal Angulo, quien ve en Lujambio, también, dos cualidades necesarias para gobernar bien, “y que no puedo presumir que los dos que han llegado del PAN, Fox y Calderón, lo hayan tenido”.
Detalla: “Primero, Lujambio no tiene filias ni fobias de la historia de México, sino un conocimiento muy ponderado y muy verídico, y el segundo vector que me empuja a creer en él como un candidato de alta categoría es que es un conocedor de la sociología mexicana, la realidad mestiza de México: La de una raíz hispánica perfectamente armonizada con la permanencia de una presencia indígena.
“De tal manera de que él sí entiende el viejo concepto panista de fusión de dos culturas que producen una nueva entidad total, que es México. Esa idea la tiene muy clara Lujambio, y me da una confianza absoluta en que el próximo presidente debe ser un fulano que esté en este punto de las coordinadas.”
Sin asumirse como su asesor o impulsor, Leal aclara que su simpatía por Lujambio parte de una identificación intelectual y no de sus respaldos políticos, porque él apoyó a Gustavo Madero ante Gil Zuarth, uno de los promotores del secretario.
Y sin descartar que el candidato presidencial del PAN sea finalmente la diputada Josefina Vázquez Mota, a quien respaldan empresarios de la talla de Lorenzo Servitje y Roberto González Barrera; el senador Santiago Creel, con una década en campaña; o los secretarios Ernesto Cordero o Heriberto Félix, Leal cree que Lujambio es el mejor.
Lo que lamenta es que se haya impuesto en del PAN el “tapadismo” y que los prospectos no muestren su virilidad política: “El que salga a la palestra debe exhibir la primera glándula. Hasta ahora ningún panista la ha exhibido. Lo atribuyo a atavismos mexicanos de esperar las señales y luces que nos dejaron los antiguos gobiernos del PRI para saber quién era el tapado o el destapado.”
No ignora las tentaciones de imposición de Calderón, pero anticipa su fracaso: “Si en algún momento dominara su tendencia a imponer sus juicios y criterios sobre el partido, el partido tiene los suficientes recursos institucionales para defenderse.”
--A Lujambio se le cuestiona que le falta fogueo político.
--El trae en la sangre una buena dosis de vasco, y los vascos no se distinguen por pacíficos, sino por guerreros. Si él trae ese rastro, estoy divisando un personaje más bien fuerte que tímido.
Un vasco panzaverde
En efecto, Lujambio se ufana de su origen vasco, por padre y madre, y de hecho en su más reciente libro, Retratos de familia, se ocupa de tres de sus antepasados ilustres: El dramaturgo liberal Manuel Eduardo de Gorostiza; el historiador conservador Manuel García y Moyeda, y el espiritista Mateo Lujambio Ugarte.
Ricardo Lujambio Tijera, su abuelo, quien llegó a México en 1917, procedente de Guipuskoa, de un poblado cerca de Bilbao, España, instaló su residencia en la colonia Lindavista y puso su negocio, una panificadora, en la colonia Roma.
“Mi padre, el abuelo de Alonso, fue partidario del régimen democrático. Aunque no era un hombre con estudios profesionales, se cultivó solo y siempre tuvo convicciones democráticas muy fuertes”, refiere Alfredo Lujambio, quien asegura que su padre fue amigo de dirigentes del PAN de entonces.
--¿Cómo Manuel Gómez Morín?
--Sí, aunque trató más a José González Torres, que era vecino de la colonia. Visitaba a mi padre en casa. También José Angel Conchello y muchos otros. Mi padre no fue miembro del PAN, pero fue siempre simpatizante.
Alfredo Lujambio dice que el abuelo materno de Alonso, Irazábal, también era de origen vasco, que se instaló en Guanajuato, pero aclara que “ese señor nunca tuvo participación en asuntos políticos”.
El propio Alonso dice ser, también, guanajuatense, porque su madre, Guadalupe Piedad Irazábal, nació en León, en la ranchería de La Sandía, a unos kilómetros de la cabecera municipal.
“Soy panza verde desde niño, y León es una ciudad muy panista, de un arraigo impresionante”, dijo Lujambio en la presentación de su libro La democracia indispensable, en León, el 22 de noviembre de 2009, arropado en uno de los enclaves de la Organización Nacional del Yunque por más de 200 panistas encabezados por el gobernador Juan Manuel Oliva.
Lujambio fue educado en el Colegio Tepeyac, en la colonia Lindavista, y luego estudió Ciencias Sociales en el ITAM, donde fueron sus profesores Fernando Estrada Sámano, Soledad Loaeza, José Antonio Crespo y Federico Estévez, quien dirigió su tesis La proporcionalidad política del sistema electoral mexicano 1964-1985 con la que se tituló, en 1987.
Luego de trabajar cuatro años como analista en Banamex e impartir clases, Lujambio se marcharía a la Universidad de Yale a estudiar Ciencias Políticas, cuyo director de su tesis de maestría fue el teórico español Juan Linz, y ahí lo conoció, hacia 1992, Jaime Cárdenas Gracia.
Enviado a Yale por el entonces regente Manuel Camacho para hacer un estudio sobre las transiciones democráticas, Cárdenas recuerda que solían discutir con Lujambio sobre el cambio político en México. “El tenía la hipótesis de que el cambio vendría de la periferia al centro, que el PAN ganaría estados y luego el poder nacional. Yo me inclinaba por la reforma pactada.”
Por sus discrepancias políticas, solían estereotiparse: “Lujambio me decía ‘pinche perredista’ y yo le respondía que era ‘pinche panista’. Nos lo decíamos para describirnos, sin ser ofensivos.”
A su regreso a México, en 1993, Lujambio se convirtió en director del departamento de Ciencias Políticas del ITAM, cargo que desempeñaba cuando, en 1996, Calderón lo impulsó para ser consejero electoral del IFE.
Casado con Teresa Toca, también “itamita” e hija del exdiputadio priista Amador Toca Cargas, padre de tres varones, Lujambio es el único de los aspirantes presidenciales con inclinación intelectual. Se le podía ver en el deportivo Mundet leer y sólo aparataba la vista del libro cuando su hijo Iñigo metía goles.
Es autor por lo menos de siete libros, entre ellos El poder compartido. Un ensayo sobre la democratización mexicana; Gobiernos divididos en la Federación Mexicana, Federalismo y Congreso en el cambio político de México, La influencia del constitucionalismo anglosajón en el pensamiento de Emilio Rabasa.
Junto con Germán Martínez publicó, en 2006, El porvenir posible, una extensa compilación de artículos de Carlos Castillo Peraza, uno de sus políticos referentes. Apasionado de la ciencia política, es el impulsor de la reelección de diputados y alcaldes, sin la cual una democracia es “tonta”, declaró hace un año.
Poco después de esa declaración, Alfredo Lujambio se encontró con su sobrino en una fiesta familiar: “Te felicito, pero debiste haber dicho una palabra más fuertecita, le dije, porque creo que efectivamente es la única forma que tenemos los ciudadanos de aplicar sanciones o premiar a los políticos.”
--¿Qué le contestó?
--Nomás se rió y yo también, porque la democracia es pendeja cuando no hay reelección de diputados y de alcaldes.
Lujambio, dice su tío, “mamó los valores políticos que predicaron los buenos y viejos panistas”, como la solidaridad, la subsidiaridad y el bien común, pero además enaltece su honestidad y hasta su simpatía. “Yo le veo muchos lados positivos a este hombre, la pura verdad”, dice.
“Su patrimonio personal lo ha con su trabajo y es un hombre que está muy lejos de las ambiciones económicas. La honestidad es un punto que se debe tener presente. Se puede ser todo lo que se quiera, un genio de la política, muy astuto, pero sin integridad personal todo se descompone. Alonso la tiene.”
Añade: “Alonso no es Aladino con la lámpara maravillosa ni es Supermán ni un santo, pero puede ser un buen conductor político, un buen concertador de voluntades y un buen ejemplo para los jóvenes, porque no se le puede tachar en su desempeño público, no veo por dónde. ¿Quién hace lo que él hizo, ponerle esas multas al PRI y al PAN cuando estuvo en el IFE?”
--Se le atribuye parcialidad en el escándalo de los Amigos de Fox.
--Francamente lo ignoro, pero no lo puede hacer todo. El hecho de haber enfrentado las reacciones virulentas de un PRI por los mil millones de pesos de multa, y el PAN con otra multa casi igualita, revela que es un hombre con carácter, con firmeza y que lo avala como un demócrata. Si el hombre no hizo otras cosas, bueno en este país hacen falta hacerse muchísimas cosas.
--¿Y si no es candidato ni presidente?
--El país va a seguir caminando con todas sus dificultades. Si no llegara Alonso, se perdería el país la posibilidad de tener un buen presidente que sirviera como un elemento de restauración del decoro en la política.
“Pinche perredista”
Pero quienes lo conocen en el desempeño del servicio público en el IFE, como Jaime Cárdenas Gracia, le atribuyen parcialidad partidaria desde que fue impulsado por el PAN para integrar el IFE, según se lo dijo Juan Antonio García Villa, quien era secretario general del PAN cuyo presidente era Calderón.
Recuerda Cárdenas: “Cuando le pedí su apoyo para ser consejero me dijo: ‘Nosotros no podemos proponerlo, porque ya tenemos nuestras dos propuestas. Lo que podemos hacer es no vetarlo si lo proponen el PRI o el PRD’. Sus propuestas eran Lujambio y Juan Molinar.”
El caso Amigos de Fox, al que la Comisión de Fiscalización presidido por Lujambio no quería investigar, demuestra su filiación: “Siempre fue uno de los hombres del PAN dentro del IFE.”
Cárdenas describe a Lujambio como trabajador, puntilloso y que creció, “muy a su pesar”, con los escándalos de Amigos de Fox y el Pemexgate. “No es un prácticamente ideológico, es un pragmático. Siempre hace el cálculo de costo-beneficio.”
--¿Es de fiar?
--No es de fiar, porque es un calculador.
Recuerda una anécdota: “Ibamos en mi coche y me preguntó sobre lo que yo quería ser después de consejero. Le dije que ministro de la Suprema Corte y pensé que me iba a decir que estudiara mucho, pero no. Me dijo: ‘Entonces tienes que tratar de parecer ministro’. Y me hizo recomendaciones hasta cómo vestir. ‘Compórtate, habla y vístete como ministro. Deberías tener un modelo y tratar de parecerte a él’.”
Juzga Cárdenas: “Lujambio es un hombre de apariencias. Tiene fama de educado, pero por ejemplo era uno de los consejeros más mal hablados”.
--¿Un puritano?
--Sí, muy dado a las formas, al cálculo, con capacidad de bombero para apagar o enfriar asuntos. Eso hizo con Amigos de Fox.
Cárdenas describe a Lujambio como “personaje menor, con una gran relación con Margarita Zavala”, cuyo eventual gobierno no sería distinto al de Calderón: “En política social no haría nada, si acaso dos o tres cositas espectaculares y ya. No afectaría intereses, estaría muy subordinado a Estados Unidos y a los españoles.”
No es raro que haya presidido el IFAI: “Es un hombre genéticamente panista. Siempre a la derecha. Jamás ha sido un comprometido de la transparencia. Es custodio de los intereses del gobierno.”
“Es una vergüenza”
Por su parte, Juan Pablo Guerrero, fundador del IFAI, asegura que Lujambio sólo usó al IFAI para sus ambiciones políticas mediante la defensa de Calderón, de quien fue su asesor de imagen en su campaña presidencial, y esto representó un retroceso en materia de transparencia.
Fue testigo de cómo fue impuesto Lujambio en la presidencia por Fox y Calderón, cuando era aún candidato presidencial, como lo reveló también a Proceso el comisionado Horacio Aguilar Alvarez de Alba.
El 10 de julio de 2006, poco antes de la votación para eligir al presiente del IFAI, Guerrero planteó a sus compañeros comisionados María Marván Laborde, Horacio Aguilar Álvarez de Alba, Alonso Gómez Robledo Verduzco
Y Alonso Lujambio:
“Ante un contexto político polarizado y tenso, con fuertes presiones y cuestionamientos de algunas instituciones, el IFAI requiere de un liderazgo independiente y comprometido con la transparencia, el derecho a la información y el fortalecimiento institucional”.
Y añadió: “El nuevo comisionado presidente (2006-2008) debe representar la autonomía política frente al nuevo gobierno y garantizar continuidad y consistencia durante sus dos años de encargo, con capacidad para impulsar la agencia de la transparencia en otros ámbitos.”
No fue así, sino todo lo contrario: Como presidente del IFAI, Lujambio subordinó a la institución al gobierno de Calderón, su “amigo manifiesto”, como lo admitió él mismo.
El excomisionados Guerrero no objeta que Lujambio tenga un proyecto político, porque no le tiene animosidad personal, pero cuestiona su desempeño como servidor público. “¿Aspiraciones políticas? Pues tiene derecho y deseo que terminen bien, unidos, sanos y salvos él y su familia, que es lo mejor de Lujambio”.
Y precisa: “Mi reclamo hacia Lujambio nunca fue que tuviera aspiraciones políticas al lado de sus jefes Margarita Zavala y Felipe Calderón, sino que las fomentara desde el IFAI, que era una institución nueva, en construcción, que requería de la mayor credibilidad posible con respecto a su autonomía. Usar al IFAI como una banca de reserva, en espera de ser llamado a jugar en la cancha por su entrenador, dañó a la institución arbitral.
“Dentro del IFAI, Lujambio cuidó a su jefe y su gobierno, así fuera a costa del derecho a la información o de la más elemental decencia: por ejemplo, fue ponente en casos que lo involucraban directamente a él, como aquél de la lista de invitados a Los Pinos para un cumpleaños de Calderón al que Lujambio había sido convidado. Generalmente, abogaba por las dependencias sin rubor alguno.
“Lo que ocurrió después da vergüenza contarlo afuera: el comisionado presidente de la información en México pasó a formar parte del gabinete del gobierno al que vigilaba. La ley y las reglas fueron pecata minuta si estaba en juego su seguridad o su prestigio: inventó una sesión de órgano de gobierno para justificar un despido y liquidación ilegal de un director general.
“Fue denunciado y exhibido con los dedos en la puerta, pero no pasó nada, el asunto fue archivado. En el IFAI, a Lujambio le faltó humildad para reconocer errores y rectificar; usó a todos los que se dejaron y seguramente olvidó sus nombres.
“Le faltó valentía para enfrentar de frente a sus pares y adversarios; pero solía maltratar a sus subordinados. Le faltó ser tolerante y constructivo ante la crítica, que detestaba. Le faltó tener consideración al solicitante de información y conectarse con la gente común y corriente, con la sociedad civil y sus organizaciones, a las que menospreció y marginó.”
Y remata: “A pesar del nombre legal del IFAI de entonces, solía decir: ‘Instituto Federal de Acceso a la Información’, omitiendo la palabra ‘Pública’. Fue un concepto que nunca se le dio.”
Poco conocido centro del PAN, pero con el apoyo de la facción felipista, Lujambio ha tratado de acercarse a la militancia, y comenzó a hacerlo desde que se afilió poco antes de la peor debacle de ese partido, en 2009, tras la cual fue echado del PAN su amigo Germán Martínez.
El 16 de julio de ese año, participó en la presentación del libro Diálogo entre generaciones, una compilación coordinada por Luis H. Alvarez y César Nava, y ahí, al ver a Lujambio placearse entre la concurrencia de la Casa Lamm, el exdiputado panista Gerardo Priego Tapia lo comparó con el priista Peña Nieto por su físico y su ambición presidencial: “Es nuestro peñanietito.”
*Texto publicado originalmente en abril de 2011 como parte del número 2 Los Aspirantes, editado por la revista Proceso.