El ataque de la aviación israelí en territorio de Siria amenaza con regionalizar el conflicto, arrastrando a una eventual conflagración a Hezbolá e Irán, aliados del régimen de Bashar al Assad, así como a Estados Unidos y al propio Israel. En principio el ataque descolocó a los opositores del mandatario sirio y a los gobiernos que los apoyan: Turquía, Qatar y Arabia Saudita. La razón: Damasco intentará utilizar la intervención de Tel Aviv en su contra para exhibir a sus rivales como sionistas, un pecado capital en el mundo árabe.
ANKARA (Proceso).- El pasado 30 de enero la aviación israelí entró al espacio aéreo de Siria y llevó a cabo un ataque que amenaza con extender el conflicto sirio a otros países de la región.
Fiel a su costumbre, el gobierno de Israel se mantuvo en silencio. No negó ni confirmó la acción. Sin embargo fuentes del Pentágono admitieron que Tel Aviv les avisó de la incursión.
El objetivo, dijeron, fue un convoy que transportaba armamento antiaéreo destinado a Hezbolá, la milicia islamista de Líbano que sostuvo una guerra contra el Estado judío en 2006. El gobierno sirio negó esta versión y sostuvo que la aviación israelí destruyó un centro de investigación militar.
“No es tan importante saber a qué le dieron”, reflexiona Nicholas Noe, del sitio web de información especializada en Medio Oriente Mideastwire: “Lo relevante es que Siria posee posiblemente el tercer arsenal químico más grande del mundo, que hay una variedad de actores (grupos armados), algunos de ellos comprometidos con formas muy extremas de acción política, y que Israel tiene miedo de que esos actores se apoderen de esas armas y las utilicen en su contra, y por lo tanto seguirá actuando para impedirlo”.
Tanto Siria como Hezbolá y su aliado mutuo, Irán, anunciaron represalias. Desde Teherán, el viceministro iraní de Asuntos Árabes y Africanos, Hossein Amir-Abdollahian, declaró: “El ataque de Israel tendrá graves consecuencias para Tel Aviv”.
Esto amenaza con una regionalización del conflicto, arrastrando hacia él a Líbano también.
Y, sostiene Noe, ello afectará en cualquier caso a los grupos de la oposición siria y a quienes los apoyan: Turquía, Qatar y Arabia Saudita.
Damasco intentará utilizar la intervención israelí en su contra para exhibir a sus rivales como sionistas, un pecado capital en el mundo árabe. Hasta el momento, tanto el régimen sirio como sus opositores intercambian acusaciones de ser proisraelíes. Una campaña militar israelí contra el gobierno de Al Assad parecería confirmar lo que éste afirma, sobre todo si sus enemigos no la condenan.
Dilema turco
En diversas movilizaciones opositoras en Alepo, Siria, atestiguadas por este reportero a mediados del mes pasado, los manifestantes denunciaban que Al Assad y su círculo eran “sionistas embozados” al servicio “de Israel”.
“Sospecho que el propio Assad va a recibir asilo en Tel Aviv cuando lo expulsemos”, comentó Ibrahim Meshal, comandante de una katiba (unidad militar) del Ejército Sirio Libre en el frente de Al Amariya.
Exactamente lo contrario se dice en la zona de Damasco controlada por el régimen del presidente. A raíz del bombardeo israelí los participantes de una marcha progubernamental, el 31 de enero, denunciaron con cánticos y carteles la “conspiración sionista antisiria” en la que agruparon, además de a los rebeldes sirios, a Israel, Al Qaeda, Estados Unidos y Turquía.
Ese mismo día el ministro iraní de Exteriores, Ali Akbar Salehi, dijo que el ataque “muestra que los grupos terroristas (Al Qaeda) están alineados con el objetivo sionista de romper la estabilidad del país”.
Hasta el cierre de esta edición los voceros de las fuerzas opositoras no habían fijado una postura. Tampoco lo habían hecho otros gobiernos de la región, como el de Turquía.
El asunto es muy espinoso para este país, explica Aaron Stein, investigador del Centro de Estudios de Política Exterior y Economía (con sede en Estambul), en su blog Turkey Wonk.
Una de las múltiples milicias de la oposición siria es un grupo de la minoría kurda, vinculado con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán que ha sostenido una larga guerra de guerrillas para separar los territorios kurdos de Turquía. Las autoridades turcas temen que las armas de Al Assad terminen en manos de sus enemigos acérrimos. Para evitarlo, afirma Stein, hay reportes de que sus servicios secretos y los de Israel están compartiendo información de inteligencia.
Desde ese punto de vista, a Turquía le beneficia indirectamente el ataque israelí.
Sin embargo existe una perspectiva contraria. Ésta advierte que “el involucramiento israelí podría fortalecer más a grupos radicales como Jabhat al Nusra (una milicia vinculada con Al Qaeda)”. Igualmente “podría favorecer a las fuerzas de Al Assad y fracturar aún más al desorganizado liderazgo rebelde”.
Tanto Turquía como Israel se sienten, además, objetivos potenciales de misiles sirios dotados de armas químicas. Ankara pidió y obtuvo que la OTAN colocara baterías de misiles Patriot para interceptar cohetes y proteger su territorio de posibles ataques desde suelo sirio. Tel Aviv ha desplazado sus propios sistemas antimisiles desde la Franja de Gaza, en el sur, a sus fronteras con Siria y Líbano, en el norte.
Hasta el momento el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no ha cumplido su amenaza del 3 de diciembre de 2012 en el sentido de que el uso de armas químicas por parte del régimen de Al Assad es una “línea roja” que provocaría una intervención de su ejército.
Durante diciembre de 2012 y el mes pasado opositores sirios denunciaron casos de víctimas de armas químicas, aunque no parece que ello ocurra de manera masiva.
El 15 de enero la revista Foreign Policy publicó un supuesto cable confidencial del Departamento de Estado, firmado por el cónsul general de Estados Unidos en Estambul, Scott Frederic Kilner, quien afirmó que una investigación a su cargo había confirmado ataques de armas químicas en la ciudad siria de Homs. El Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, sin embargo, dijo que eso no era “consistente con lo que creemos es verdad”.
El gobierno sirio declaró el 23 de julio de 2012, a través de un vocero del Ministerio de Exteriores, que en ningún caso utilizaría armas químicas contra su propio pueblo, pero sí contra fuerzas extranjeras que atacaran al país.
El 8 de diciembre de 2012 el capitán Abdul-Salam Abdul-Razzaq, quien afirmó haber sido parte del Departamento de Armas Químicas del ejército sirio y quien desertó para pasarse a las filas de la oposición, dijo al diario panárabe Asharq Al-Awsat que en 2011 “el régimen usó este tipo de armas, aunque de manera limitada, en Bab Amr (un barrio de Homs)”. Recordó además que el gobierno de Al Assad “amenazó con usar armas químicas en la ciudad de Al-Zabadani, distribuyendo máscaras antigás y trajes antirradiación a sus tropas”.
Razzaq explicó que a los grupos rebeldes les sería muy difícil atacar y tener control de alguna instalación de armas químicas. Señaló que esos grupos carecen de los conocimientos para emplearlas.
Guerra regional
El gobierno de Israel considera que Al Assad entregaría voluntariamente armas químicas a Hezbolá, bien para guardarlas en Líbano, en lugar seguro lejos de la guerra, o para que esta milicia las utilice.
Periodistas israelíes dedicados al análisis de temas militares coincidieron el 31 de enero en que Tel Aviv realizará más ataques aéreos como el llevado a cabo un día antes. Consideraron que el régimen de Assad habría intentado transportar armas hacia Líbano pues se encuentra en una situación de debilidad. En tanto ésta aumente, intentará repetir este tipo de acciones, por lo que los ataques israelíes continuarán.
Hassán Nasrallah, líder de Hezbolá, “teme que los rebeldes sirios se apoderen de estas armas”, por lo que intenta adelantárseles, escribió Amir Rapaport, periodista israelí del diario Ma’ariv.
Su colega Amos Harel, del periódico Ha’aretz, recordó que durante la semana anterior al bombardeo las autoridades de Israel advirtieron varias veces a Damasco que no intentara trasladar armamento a Líbano, “y Siria de todas formas trató de hacerlo. ¿Por qué?”, se pregunta. Y razona: “Al Assad temía que los rebeldes barrieran uno de sus arsenales y decidió aprovechar la cobertura de un clima tormentoso”.
Otra posibilidad: Que Hezbolá intente hacer dicho traslado de armas “porque estima que el régimen de Assad está más cerca del colapso de lo que se cree”.
En todo caso, sigue Harel, “el mayor problema es que éste no fue un evento de una sola ocasión: En tanto se deteriore la posición de Al Assad, Hezbolá hará más esfuerzos por apoderarse de cualquier tipo de armas (de Siria). Y parece que Israel ha dejado en claro cuáles son sus líneas rojas”.
Esto podría producir una nueva guerra en Líbano, como la del verano de 2006, aseguró Alex Fishman, del diario Yedioth Ahronoth: “Aunque Tel Aviv no tiene interés en un enfrentamiento a gran escala en el frente libanés, durante el último año las fuerzas israelíes de defensa se han preparado para ello, tanto en términos de planeación como de entrenamiento. Y más que la preparación física, la cúpula del ejército está lista emocionalmente (…) De manera que podemos asumir que Israel está hoy más cerca de una confrontación desde el fin de la guerra de 2006”.
El conflicto sirio ha provocado ya importantes trastornos a los países vecinos: 700 mil personas se han refugiado en ellos, existe un contrabando constante de armas y combatientes, los kurdos de Siria pueden fortalecer a las milicias kurdas que combaten contra Turquía y la lucha sectaria siria se está reproduciendo en Líbano.
Una guerra con Israel expandiría enormemente el radio de acción bélica... y agravaría las consecuencias, sobre todo si Irán cumple sus amenazas de vengar los golpes israelíes con ataques contra ese país. En ese escenario Estados Unidos se vería arrastrado en defensa de Tel Aviv.
“Están presentes todos los factores para una escalada y una conflagración mucho mayores”, sostiene Noe. El ataque aéreo, continúa, “ha abierto la caja de Pandora. Hay muchos actores en el terreno a quienes no les importa buscar un acuerdo político y tienen las armas para hacer de ésta una lucha prolongada”.
Para empeorar las cosas, el nuevo gobierno israelí de Benjamín Netanyahu, “extraordinariamente de derecha”, no está interesado en “enviar mensajes de paz”: Cree que sus enemigos al norte, Hezbolá y Siria, están debilitados. Afirma: “Sectores de la dirigencia israelí quieren aprovechar esta oportunidad para dar algunos duros golpes a sus enemigos estratégicos”.
“Y del otro lado”, expone, “cada vez hay más gente que quiere tirar el templo entero abajo. Y eso es muy peligroso”.