En un edificio insólito de la Doctores, el quinto Faro cultural

jueves, 14 de marzo de 2013 · 12:15
La nueva secretaria de Cultura del Distrito Federal, Lucía García Noriega, expone que es propósito del gobierno de Miguel Ángel Mancera imprimirle una política de sentido social a la dependencia, que a su llegada encuentra carente de estructura. Para ello, fortalecerá el encuentro comunitario, la formación de un público para expresarse más que una enseñanza de élite, y anuncia a Proceso el quinto Faro de artes y oficios de la ciudad en un edificio de ensueño donde un empresario español quiso levantar un hotel en la colonia Doctores, hace décadas abandonado. MÉXICO, D.F. (Proceso).- ¿Quién lo imaginaría? Aunque en internet circulan información y leyendas sobre el inmueble de la calle de Niños Héroes 139, en la colonia Doctores, y hasta puede verse un breve video en la página de YouTube, pocos saben que el arruinado y sucio edificio, rodeado de puestos de tacos y tortas, pintarrajeado, con pegotes de publicidad, mugre y basura, resguarda en su interior una vasta riqueza arquitectónica, decorativa y pictórica.   Casi de fantasía   Ubicado en contra esquina de la blanca sede de los tribunales del Poder Judicial del Distrito Federal, el edificio de piedra y tezontle –construido en los años cuarenta del siglo pasado para ser el hotel Posada del Sol– es ya uno de los proyectos más importantes del gobierno de Miguel Ángel Mancera, según explica en entrevista con Proceso la secretaria de Cultura, Lucía García Noriega, quien anticipa que será un centro de artes y oficios, a la manera de los cuatro Faros establecidos (Oriente, Tláhuac, Milpa Alta, Indios Verdes), y que detonará la actividad cultural en esa populosa y céntrica zona. “Es un lugar ¡fenomenal! Estoy segura que dará de qué hablar”, dice la funcionaria, quien en contraste con la sobriedad de su arreglo personal (traje sastre gris, discretas joyas, poquísimo maquillaje y nada de barniz en las uñas), habla con entusiasmo de sus proyectos, reitera frases para remarcar y utiliza palabras coloquiales. –¿Qué harán ahí? –¡Lo que se haga! Es un lugar tan, tan único, que va a ser un detonador en la colonia Doctores, desde aprender haciendo con buenos maestros de artes y oficios para ir metiendo orden y concierto en esta maravilla de espacio, hasta otros proyectos que andan en camino para darse exactamente en ese lugar que nadie imaginaría existe en pleno centro de la ciudad. Pregunta a los reporteros si cuentan con tiempo, entonces saca de uno de los cajones de su escritorio un álbum con fotografías del interior del antiguo edificio que, según sus historias en la red, comenzó a ser construido por el ingeniero español Fernando Saldaña Galván como un Bed & Breakfast. Titular del Centro Cultural de la Embajada de México en Francia de 1998 a 2001 y exconsejera cultural, educativa y científico-técnica en la Embajada de México en España, de 2001 a 2004, García Noriega relata a su vez que iba a ser un gran hotel, con 500 habitaciones y el dueño lo fue construyendo “pero dentro de una locura, un sueño, poco a poco, con aquellos materiales nobles, piedra, cantera, este que hay mucho en el Centro Histórico, ¡tezontle!, y se echa en la parte de enfrente seis, siete pisos y nunca lo inauguró”. Describe que en su interior hay al menos 15 murales, algunos de Francisco Montoya de la Cruz. Y destaca uno que le llama la atención pues siendo el dueño español, tiene como tema la figura principal de José María Morelos y Pavón, quien está frente a un grupo. Al fondo, sosteniendo los planos, está el dueño del hotel. “Ya saben, a la manera de los murales de Emilio Baz Viaud, que tienen al personaje con sus planos o del maestro Juan O’Gorman en el Castillo de Chapultepec, es fenomenal. No logra inaugurarlo y, como debía dinero, tuvo que dejarlo, debió entregarlo y de ahí tuvo vicisitudes rarísimas.” Las historias de la red hablan de que el dueño se endeudó con tal de seguir con la empresa, pero no pudo más. La ciudad le embargó el inmueble y hasta se dice que terminó por suicidarse. Según García Noriega el edificio fue sede del Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad y la Vivienda Rural (Indeco), una parte se destinó al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), y otras instancias. También albergó al Instituto Nacional Indigenista Interamericano y a la Procuraduría General de Justicia del D.F. Luego fue abandonado y vandalizado. Al pasar las innumerables fotografías va describiendo el interior, que tiene una escalera con barandal de herrería, un jardín interior, un salón con su chimenea y dos murales a los costados, “como de Citizen Kane”. En los murales hay algunos textos del ingeniero español, fechados en diferentes momentos (1944, 1945, 1949), arcadas y un cenote de los deseos. “Es loquísimo, ¿se lo esperan en pleno centro de la ciudad? No maestros, es un hallazgo, vean qué maravilla de vitrales, de espacios...” Las frases de quienes miran las fotos se entrecruzan con las de la propia García Noriega, su jefa de prensa Mónica Navarro, el fotógrafo de Proceso Miguel Dimayuga y los reporteros: “Vean el mural con una veranda muy bonita que da al patio jardinado”, “es como Xilitla”, “¡ve las escaleras!”, “es una mezcla de estilos”, “sí, es ecléctico”, “como arquitectura fantástica”, “muy como de Gaudí”... –O sea que era un tipo muy especial, le pasó igual que al también empresario español Manuel Suárez que nunca pudo hacer su Hotel de México. –Es algo que recuerda ese hotel. El hombre iba y venía y gastaba y pedía recursos y nunca se le hacía hasta que lo perdió. Ve el teatrito, está vandalizado porque le quitaron todas las maderas, pero qué bonito... La capilla, no lo puedes creer; luego estas piedras con plantas muy mexicanas, los cactus, los mosaicos... ¡Es increíble! Y véanlo por fuera, lleno de graffitis, un cochinero, nada que ver pero ya con los chicos trabajando, aprendiendo adentro, haciéndose de sus espacios...   Sentido social   Para responder quién y cómo descubrieron este lugar, la exdiplomática, egresada de la Escuela de Bellas Artes de París, recuerda que cuando fue coordinadora del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del Instituto Nacional de Bellas Artes supo de la existencia de murales en el inmueble, no logró sin embargo los permisos para entrar a verlos. Con la llegada de Mancera al gobierno de la ciudad, no sólo pudo entrar, sino que a decir suyo, él ha tenido la sensibilidad para rescatarlo. No se trata, aclara, de restaurarlo integralmente, sino de darle trabajos de conservación, lograr “levantarlo, hacerlo vivo y que tenga utilidad”. Piensa que quizá baste con un buen maestro carpintero que arregle las puertas, los pisos, y un plomero que igualmente le acondicione baños y lo que haga falta para “que sirva” y una vez que vayan funcionando los espacios abrirlos a la gente: “No vamos a hacer artistas, pero sí a dar espacios de recreación, que la comunidad del entorno pueda expresarse y lo haga suyo, seguramente lo han visto siempre, se les ha antojado entrar y no han podido, porque además a muchos lugares puedes saltarte, pero aquí no, y nadie sabe lo que hay en el corazón, es un enigma.” Más que apoyar a los artistas, subraya, se trata de formar públicos, de recuperar proyectos de iniciación artística como los que se realizaban hacia los años sesenta desde el propio sector público: “Ahora ya nadie tiene idea, nadie hace su coro, nadie toca un instrumento, nadie dibuja, canta o baila... Eso era clave, es la manera, si te vas iniciando y eres el que consume el teatro –aunque esté filmado–, antes consumíamos teatro. Y crecimos pegaditos al libro, había bibliotecas en todos los parques; crecimos en la iniciación artística, no somos talentosos ni mucho menos, no somos artistas, pero tuvimos un consumo cultural toda la vida y un desarrollo absoluto, o sea, somos el ejemplo viviente de ese hecho, ¿cómo no lo vas a pelear?” –La cultura estaba ligada a la educación. –¡Totalmente! No era una cuestión de recursos, al contrario, la casa sí completaba, pero había realmente el acceso y te podías manifestar. Se trata realmente de volver a esas fuentes, pero ya no con un millón de habitantes, sino con 25 millones, con la zona conurbada, entonces el abandono puede ser catastrófico porque hay que recuperar muchísimo terreno para que esto se vea y pueda dar frutos en un muy corto tiempo. Tiene en mente también invitar a graffiteros del llamado City Fest para que plasmen sus obras en la fachada del inmueble, para que la expresión de “los chavos” conviva con los “grandes murales”. “Yo creo que le damos al hombre, quien se quedó en el camino, la oportunidad de ver en su obra esa expresión cultural que él quería.” Mediante este espacio, que espera esté listo a corto plazo, García Noriega busca dar cumplimiento al propósito de Mancera de realizar proyectos culturales con “sentido social” y crear espacios comunitarios. Se tiene proyectado uno similar para la delegación Azcapotzalco, pero sólo adelanta que se realizará un baile para tomar el terreno donde se construirá un Faro a fin de comenzar a reunir fondos. Su idea es que haya diferentes formas para financiar los proyectos y no solamente lo haga el sector cultural. Ella, asegura, tocará las puertas necesarias para invitar a los posibles donantes a conocer e involucrarse con las propuestas, sea una orquesta, la creación de espacios o la apertura de talleres. Confía en que cuando se transparenta el destino de los recursos y la gente ve dónde quedaron sus apoyos, es posible involucrarla. Sin embargo, se le comenta que una de sus antecesoras, Elena Cepeda, creó una fundación presidida por Ricardo Govela Autrey (a la cual el gobierno le dio un capital semilla de 46 millones de pesos), y al cerrar el organismo, sin rendir realmente cuentas de su actividad y gastos, su presidente dijo que fue un fracaso porque el gobierno aportó el 80% del presupuesto y la iniciativa privada sólo el 20% pues fue difícil convencerlos de cooperar. “Desconozco qué tanto abarcó esa búsqueda, qué tanto fue una iniciativa para dos o tres proyectos muy concretos y se cerró cuando estaban hechos, y qué tanto, realmente, sin necesidad de hacer una fundación, eres capaz de hacer el proyecto, pasar la charola y que la gente vea transparentado el tema. Justo lo que yo no haría es un fideicomiso, se presta para la opacidad.” Asegura entonces que buscará más bien transparentar, lograr que si ingresan diez pesos, los mismos se vean reflejados en los proyectos y se tengan siempre los comprobantes, para que la gente vea el beneficio claramente: “La corrupción ha hecho mucho daño, por eso hay que transparentarlo todo. Desde mi punto de vista, es la única forma de pasar la charola: Con un buen proyecto que tenga una cultura con sentido social y todos estaríamos encantados, cada quien en la medida de sus posibilidades, claro.”   Herencias   La cuestión de los financiamientos será sin duda difícil, le plantea Proceso sobre todo porque la secretaría enfrenta un recorte presupuestal. De hecho, la funcionaria ha sido cuestionada por el despido de empleados, y se le ha acusado de confundir austeridad con recorte de personal y de sueldos. Afirma que lo publicado en varios medios es falso. Esgrime que la secretaría carece de estructura, tienen 850 personas contratadas por honorarios con contratos de tres o cuadro meses, por lo cual “con pena, con dolor, lo que tuve que hacer fue no renovar el contrato a cien personas, que representan el 5%, a cambio de poder darle estructura”. –¿No es el 25% como se ha manejado? –¡N’hombre, ya estaría colgada! Ahí donde estaba la mano de Álvaro Obregón... –dirigiéndose al monumento que se ve desde su oficina del quinto piso. “No, estamos hablando de 5%. Y no deja de ser importante, pero a cambio, tengo la posibilidad de darle estructura a la secretaria, si no esto no va a funcionar nunca. O sea, no puedes tener nada más proyectos en manos de gente con un contrato de un mes o dos meses ¿qué es eso? Ni siquiera hay manera de poderte entrevistar con las gentes que necesitan también tener jefe, tener dirección. No, aquí todos son programas y todos por honorarios ¡cuidado! Debe haber estructura. “De alguna manera yo sabía que se venía solicitando en unas mesas de trabajo con gente de la universidad, quienes habían dicho: ‘Ese lugar está saturado de pequeñas acciones’. ¡Por el amor de Dios!, urgen políticas públicas. Hay que darle estructura. No crean que me lo saqué de la manga, todo mundo lo hemos leído y todos lo sabíamos, está publicado en el Libro verde.” Hacerlo, dice, tiene sus costos. Y asume su responsabilidad. Pero si hiciera lo que se debe en cultura, la secretaría necesitaría el triple de personal, pues “estamos hablando de una de las ciudades más grandes del mundo y con un potencial cultural impresionante”. A las puertas de la institución, añade, toca gente a todas horas con muy buenos proyectos que por falta de recursos no pueden ser apoyados en su totalidad, a veces ni siquiera con un capital semilla. Y acuden personas incluso del interior del país. En otro orden se le pregunta acerca de los conciertos en el Zócalo capitalino, que han sido cuestionados desde su inicio por estar vinculados a los intereses de las cadenas televisoras Televisa y TV Azteca y empresas como Ocesa. Los anteriores secretarios, Enrique Semo y Elena Cepeda argumentaron siempre que nada tenían que ver en su organización: “No sé precisamente de quién sean, pero efectivamente no pertenecen a la secretaría. He escuchado, sin tener certeza de ello, que con eso paga impuesto la gente que se dedica a toda esta parafernalia del espectáculo y el entretenimiento, sea Ocesa, los de la Arena, el Foro Sol, Televisa... Ponen a disposición de la oficina de Gobierno una lista y de esa lista ellos eligen. Los conciertos que hemos visto salen de esa negociación que ignoro, porque nosotros no estamos ni cercanos ni lejanos, no tenemos que ver.” –Siempre ha sorprendido que siendo responsables de la política cultural de la ciudad, no pueda incidir o decir que no es lo más adecuado. –Sí lo digo, pero no me hacen caso. Ayer le dije al secretario de Finanzas (Edgar Abraham Amador Zamora), no me contestó. Le decía que me parecía muy triste tener de alguna manera tantas carencias y que al otro lado tuviera yo que vivir lo de Chayanne, y no tengo nada en contra de él porque además es guapísimo. Se quedó callado, se río, como diciendo “así es”. “Pero viéndolo callado le dije: ‘Porque si es cuestión de impuestos pues mejor que se los paguen y usted me los da a mí, ¿no?’ Ya en esa lógica pues además, ¿por qué tenemos que recibir pagos en especie?” La funcionaria habla también de dos temas que han estado rondando en los cuestionamientos de la prensa: La creación de un centro cultural para albergar la obra del pintor Ricardo Martínez y la posibilidad de recibir en comodato la colección Blaisten. Su respuesta es similar para ambos casos: No es desinterés de la secretaría, sino que se requiere de presupuesto para seguros, bodegas y administrar un espacio, con el cual no cuenta la dependencia. Para el caso de al obra de Martínez, comenta que se ha dicho se dejó un inmueble, cuando en realidad es sólo la fachada y no hay recursos para construir. Y en el caso de las obras de Blaisten, suena bien decir que sea para disfrute del pueblo mexicano, “es buena idea, pero el costo altísimo, es muy difícil recibir eso cuando no se es rico”.

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