No calza zapatos Prada y rechazó el trono y la limusina. A eso apostó el Vaticano. A un Papa distinto. Pero más allá de los símbolos, el Pontífice argentino no ha dicho nada acerca de la titánica tarea que le espera. En sus manos ya está el informe secreto que tres cardenales elaboraron para Benedicto XVI y en el cual se detallan los casos de corrupción y guerras intestinas que asuelan a la Iglesia católica.
CIUDAD DEL VATICANO (Proceso).- Los primeros días de Francisco como Papa estuvieron marcados por una serie de señas singulares que empiezan a delinear su pontificado –como su idea de tener “una Iglesia de los pobres y para los pobres”–, que fueron bien recibidos por los fieles y los jerarcas religiosos y ampliamente ponderados por el ejército de 6 mil periodistas de todo el mundo que reportearon el cambio de mando en el Vaticano.
Esas señas fueron interpretadas como una bocanada de aire fresco en el ambiente viciado que prevalece tras los muros vaticanos debido a los múltiples escándalos de la curia romana.
El vaticanista español Eric Frattini sostiene que Francisco será “un Papa muy mediático” pero no como lo fueron Juan Pablo II y Benedicto XVI, “muy dados al boato pontificio”.
En entrevista con Proceso, el autor del libro Los cuervos del Vaticano. Benedicto XVI en la encrucijada plantea: “Bergoglio es un señor que viene de pisar barro, no mármol de Carrara; que aunque viene de Buenos Aires, proviene de la villa miseria; es un hombre que ha estado en esas villas hasta antes de venir al cónclave, por eso rompe con una serie de esquemas”.
Pero una vez formalizada su entronización en la ceremonia del 19 de marzo se inicia la etapa crucial, que será la de formalizar su equipo de trabajo e iniciar las reformas necesarias en la curia vaticana, las que exigieron los cardenales en el cónclave donde fue elegido el jesuita argentino.
En su artículo “Huracán Francesco” el vaticanista Ignazio Ingrao, de la revista italiana Panorama, sostiene que dentro del “aspecto afable del Papa Bergoglio está la determinación de un jesuita por reformar la curia a profundidad”.
Conocedor de las intrigas vaticanas, Ingrao afirma que la “agenda” de temas y reformas “ineludibles” incluye darle un nuevo empuje a la comunicación del “Evangelio, el diálogo interreligioso, la reforma de la curia romana y la elección de un ‘líder’, la limpieza de las finanzas vaticanas, el papel de los laicos, la lucha contra la pedofilia y la moral sexual.
“Estos puntos son fruto de la discusión librada ampliamente por los cardenales durante las congregaciones generales y el cónclave. Son la prioridad de los príncipes de la Iglesia conseguibles por el sucesor de Benedicto XVI a costa de marcar la huella del nuevo pontificado”, planteó.
Luego de que Benedicto XVI saliera del Vaticano la tarde del 28 de febrero, el analista Sandro Magister publicó en la revista L’Espresso (el viernes 1) que el informe secreto (sobre los escándalos en la Iglesia) que los cardenales Julián Herranz, Josef Tomko y Salvatore de Giorgi entregaron a Ratzinger iba a condicionar la elección del nuevo Papa y que “al elegido se le pedirá que realice urgentemente esa reforma de la ‘governance’ que Benedicto XVI ha dejado inacabada, so pena de que la Iglesia se precipite en un desorden institucional tal que pueda oscurecer su misión última y verdadera: Reavivar la fe cristiana allí donde esté debilitada y llevarla donde aún no ha llegado”.
Federico Lombardi, vocero vaticano, dijo el lunes 18 que el Papa Francisco “ya tenía en su poder” el expediente de 300 páginas de la investigación ordenada por Benedicto XVI en la que se habrían documentado los escándalos de corrupción, la existencia de un grupo de presión gay dentro del Vaticano y los episodios de la guerra intestina que protagonizan en la curia los llamados “diplomáticos”, que encabeza Angelo Sodano, y los que dirige el aún Secretario de Estado Vaticano, Tarcisio Bertone.
(Extracto del reportaje que se publica en Proceso 1899, ya en circulación)