Cuando Hugo Chávez no esté (*)

martes, 5 de marzo de 2013 · 19:07
Venezuela vive días de incertidumbre. Su futuro político depende del estado de salud del presidente Hugo Chávez, aquejado de cáncer y quien fue intervenido quirúrgicamente por cuarta ocasión. Analistas venezolanos coinciden: Pese a que el mandatario ya designó como sucesor al vicepresidente Nicolás Maduro, su eventual ausencia provocaría divisiones dentro del chavismo –ese conglomerado de grupos y personajes de distinta índole aglutinados en torno al liderazgo del mandatario y su estilo “personalista” de gobernar– y le daría fuerza a la oposición. CARACAS (Proceso).-Tras insistir durante meses en que su salud se había restablecido, el presidente venezolano Hugo Chávez sorpresivamente fue sometido en La Habana el martes 11 a otra intervención quirúrgica –la cuarta en año y medio– debido al cáncer que padece en la zona pélvica. Un día después el vicepresidente ejecutivo y canciller Nicolás Maduro, a quien Chávez designó sucesor en caso de que no pueda volver al poder, pidió a la nación unidad para enfrentar un periodo que definió “duro y complejo”. Sus declaraciones fueron reforzadas por su semblante adusto. Los funcionarios que lo acompañaban mostraron igualmente caras de preocupación. Sus palabras y actitudes reflejaron el ambiente de pesimismo que se respira en las esferas oficiales. El periodista Nelson Bocaranda lanzó en Twitter la pregunta que los venezolanos se hacen: “¿Chávez estará en capacidad de tomar posesión como presidente el próximo 10 de enero para el periodo 2013-2019?”. Los analistas coinciden: Venezuela estará marcada por la incertidumbre debido al “modelo personalista” qué Chávez ha aplicado durante casi 14 años en la conducción del país. La situación es singular en Venezuela. El vicepresidente no debe su cargo a las urnas sino a una designación presidencial. En caso de ausencia del mandatario el país deberá celebrar elecciones, según lo establece la Constitución. Los periodos, sin embargo, podrían estar marcados por la evolución de la salud de Chávez o por el papel que jueguen los otros poderes: La Asamblea Nacional (AN) y el Tribunal Supremo de Justicia, que podría interpretar el texto constitucional, para lo cual tiene facultades. El abogado constitucionalista Gerardo Fernández sostuvo en declaraciones al diario venezolano El Universal que la situación no es clara en la medida en que Chávez –antes de viajar a Cuba la noche del sábado 8– no declaró su “falta temporal” en el cargo, por lo que técnicamente sigue siendo el jefe de Estado. La AN, dominada por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV, del que Chávez es presidente), también ha omitido este tema pese a tener facultades para declarar vacante la Presidencia. Hasta el jueves 13 no se había informado con precisión cuál es el órgano de Chávez afectado por el cáncer; tampoco se habían dado a conocer los nombres de los médicos que lo operaron ni el hospital de Cuba en que lo atienden. Tradicionalmente el gobierno ha manejado con sigilo la salud del presidente. Sin embargo, hubo un cambio en este asunto: El gobierno informó sobre el inicio y la conclusión de la intervención quirúrgica. El propio Chávez propició la apertura informativa sobre el particular cuando el pasado jueves 6 irrumpió sorpresivamente en cadena nacional de radio y televisión y dijo al país que el cáncer lo obligaba a una nueva cirugía. Más aún: Por primera vez puso sobre la mesa la posibilidad de que no pueda seguir en el poder, pese a que el pasado 7 de octubre ganó las elecciones. “Si se presentara alguna circunstancia sobrevenida que a mí me inhabilite para continuar al frente de la Presidencia de la República, bien sea para terminar los pocos días que quedan (un mes) y sobre todo para asumir el nuevo periodo para el cual fui electo por la gran mayoría de ustedes, Nicolás Maduro no sólo debe concluir el periodo sino que mi opinión firme, plena, irrevocable, absoluta y total es que, en ese escenario, que obligaría a convocar a elecciones presidenciales como lo manda la Constitución, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República. Yo se los pido de corazón”, dijo. Chavismo sin Chávez Las variopintas fuerzas que respaldan al presidente, a las que se denomina genéricamente “el chavismo”, están unidas en torno a la figura del “líder insustituible”, una idea que se remarcó en la reciente campaña electoral para justificar la presencia del mandatario durante tantos años en el poder. Lo paradójico es que Chávez también ha provocado la unión de la oposición venezolana, a la que su figura aglutina, según diplomáticos estadunidenses consultados por Proceso. La historiadora Margarita López Maya, quien simpatizó con el chavismo hasta 2007, considera que el signo actual de Venezuela es la incertidumbre. En entrevista, López Maya avizora un escenario posible: Chávez no puede asumir el próximo 10 de enero para un nuevo periodo presidencial; se genera una ola de solidaridad y compasión que mantiene unido al chavismo; se convoca a nuevas elecciones; Maduro, candidato del PSUV, gana y es ungido presidente, pues aún estaría fresco el llamado de Chávez a votar por él. Sin embargo López Maya prevé otro escenario en el mediano plazo: El chavismo se fragmenta debido a que su fuerza política y electoral ha estado centrada en Chávez. “¿Qué es el chavismo?”, se pregunta. “Son muchas tendencias y organizaciones, y no todas responden al PSUV, sino a las órdenes personalistas de Chávez”. López Maya considera que el principal partido del chavismo, el PSUV, podrá mantener cierta fuerza en la medida en que logre mantener la unidad; “pero un liderazgo como el de Chávez es insustituible”. Estima incluso que habrá una dualidad de poder en el país, ya que otro presidenciable, Diosdado Cabello, vicepresidente del PSUV y presidente de la AN, está en una posición clave para el próximo año, cuando la Asamblea Nacional deberá designar tres rectores del Consejo Nacional Electoral, ocho magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, así como al contralor general, al fiscal general y defensor del pueblo. Todo ello hará muy relevante el cargo de presidente del Parlamento. Pero en dicho escenario debe primar la negociación, ya que se requerirán 110 votos para todas esas designaciones (de un total de 165 curules que tiene la unicameral AN) y la bancada progobierno sólo tiene 96 votos propios y dos adicionales de opositores disidentes. El politólogo Aníbal Romero considera que el escenario venezolano estará dominado por la fragmentación y la lucha entre distintas corrientes y entre las fuerzas que apoyan a Chávez y las que se le oponen. En entrevista con Proceso, pronostica una “división del movimiento chavista en grupos enfrentados, con distintas visiones y liderazgos”, ya que “ese movimiento se sustenta en un liderazgo carismático, intransferible e irrepetible”. Aun cuando Maduro tenga la bendición del mandatario, “su liderazgo no tiene la fuerza de Chávez” por lo que, señala el analista, le será difícil mantener unido al movimiento, en el cual coexisten desde grupos claramente comunistas hasta militares retirados que en el pasado combatieron a la guerrilla de izquierda, así como sectores empresariales que realizan negocios con el Estado. Romero asegura que tras el anuncio de Chávez se abrió una discusión en la opositora Mesa de la Unidad Democrática entre dos corrientes que tienen visiones contrapuestas. Una plantea seguir en el camino de posicionarse como alternativa; la otra estaría inclinada a reconocer y negociar con un chavismo light encarnado por Maduro, cuyo estilo es menos conflictivo y más conciliador que el del presidente. Pese a esa disyuntiva, Romero considera positivo para la oposición participar en unas eventuales elecciones en las que no compita Chávez. La división de fuerzas Hugo Chávez informó sobre su inminente operación una semana antes de que este domingo 16 se lleven a cabo los comicios para elegir a los gobernadores de los 23 estados de Venezuela. En anteriores comicios regionales Chávez recorría cada uno de los estados para apoyar a los candidatos de su partido. En esta ocasión no fue así. Después de que fue reelecto el pasado 7 de octubre desapareció de la escena pública y tuvo sólo media docena de apariciones en televisión, siempre desde el Palacio de Miraflores, sede del Poder Ejecutivo y de facto residencia presidencial en los últimos años, tras el segundo divorcio del mandatario. Romero asevera que el agravamiento de la salud de Chávez y el escenario de posibles elecciones presidenciales le quitó relevancia política a los comicios del domingo 16. “Espero una gran abstención (…) La crisis política actual estriba en si vamos a caminar hacia la estabilización del régimen o hacia un cambio”, dice. “En caso de que el presidente no logre recuperarse, el panorama sería complicado especialmente para el partido de gobierno, donde habrá muchas pugnas. No es fácil transmitir el liderazgo, en este caso de Chávez a Maduro. Después de Chávez no hay ningún liderazgo que pueda aglutinar al chavismo”, sostiene por su parte José Albornoz, exdirigente del oficialista Patria Para Todos y otrora figura cercana al mandatario. Albornoz dice a este semanario que “la oposición tiene una gran oportunidad, así como el deber y la necesidad de evitar que los radicales opositores tomen posiciones que dividan más al país. Es necesario ser muy prudentes y optar por políticas de integración”. Consultado por este semanario, un funcionario del Departamento de Estado estadunidense afirma que en este contexto puede abrirse un espacio político novedoso en Venezuela, ya que Maduro proviene del mundo civil y su estilo es de diálogo y negociación. Del lado opositor la figura más visible es Henrique Capriles Radonski (candidato presidencial derrotado el 7 de octubre), quien se define como un hombre de centro y defensor de la inclusión social. No obstante, todo parece indicar que el futuro de Venezuela se definirá en La Habana, donde un convaleciente Chávez deberá evaluar, junto con sus más cercanos colaboradores, las condiciones que tiene de volver o no al poder. Chávez fue operado el martes 11 y según el oncólogo Javier Soteldo, consultado por el diario venezolano El Nacional, un paciente sometido a una intervención quirúrgica como la que se le hizo al mandatario debería reposar entre uno y seis meses. (*)Este reportaje se publicó el 15 de diciembre de 2012 en la edición 1885 de la revista Proceso.

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