"Vuelve a la vida"

viernes, 12 de abril de 2013 · 10:32
MÉXICO, D.F. (Proceso).- ¿ Quién no tiene una historia en Acapulco?, se pregunta Carlos Hagerman en una entrevista radiofónica acerca de su documental Vuelve a la vida (México, 2011), acerca de las andanzas del buzo acapulqueño Hilario Martínez, apodado El perro largo; toda una celebración a la vida dentro de un coctel que combina mar y playa, amor y nostalgia, familia y amistad. Vuelve a la vida se concentra en una anécdota que ocurrió en un solo día, en 1976: la caza de un tiburón (tintorera) que estaba aterrorizando a los turistas; el héroe es El perro largo; protagonizan, además, quienes le sobreviven, hijos, esposa y amigos que participaron en la pesca del depredador y que ahora dramatizan el momento frente a la cámara del cinefotógrafo John Grillo, también coprotagonista del documental. Fotografías, comentarios y entrevistas con parientes y amigos van animando la personalidad del héroe de esta épica, tan sabrosa como sorprendente, tanto que desborda la pantalla; y no se exagera al hablar de un héroe de epopeya en el caso de El perro largo, buzo que rompía récord sosteniendo la respiración bajo el agua, daba clases de buceo a los hermanos Kennedy, fue reconocido por Jacques Cousteau; cantaba, tocaba la guitarra, seducía mujeres y, entre sus más grandes hazañas, se casó con una famosa modelo neoyorquina, Robyn Sidney, madre del fotógrafo John Grillo. Carlos Hagerman, quien intentaba hacer una cinta de ficción con tal personaje, cayó en la cuenta de que la historia se habría empobrecido; imposible encontrar actores que transmitieran el sentimiento y la admiración hacia Hilario Martínez, como muestran aquí los entrevistados, y en los que el espectador no encuentra una sola nota falsa. Uno de ellos mantiene un auténtico altar para venerar al héroe. La impresión es que El perro largo sigue vivo entre ellos; cobra vida durante la proyección, vuelve literalmente a la vida; toda esa vitalidad no puede desvanecerse en el aire. Vuelve a la vida, el mejor regalo que preparaba en los cumpleaños, se torna emblema del personaje y mensaje de la cinta. El machismo y los problemas con el alcohol, que van saliendo durante los retratos hablados, no empañan la imagen de El perro largo, antes lo humanizan y lo acercan aún más al público; exento de didactismo, el documental de Hagerman es una estupenda colección de hablas, tanto al nivel de acentos y expresiones ricas y coloridas de los entrevistados que rinden homenaje al difunto, como en la manera en que el discurso construye una leyenda. La edición, a cargo de Valentina Leduc, integra imágenes y texturas al ritmo de “tiburón, tiburón” y del pulso acapulqueño; canciones populares, secuencias prestadas de Tintorera (René Cardona Jr, 1977), etiquetada aquí como “‘la versión mexicana de Tiburón”, provocan risa y nostalgia. Vuelve a la vida es el tipo de cine que entretiene y divierte, y que a la vez da pesadumbre por un México, el bello puerto de Acapulco en este caso, amenazado por el terror del narco y por el saqueo económico. Ejemplo perfecto de cómo un mensaje positivo despierta conciencia.

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