La elección presidencial del domingo 14 en Venezuela, que dio el triunfo a Nicolás Maduro, heredero político de Hugo Chávez, está muy lejos de ser tersa y transparente. El candidato opositor, Henrique Capriles, y su equipo de campaña han denunciado un abrumador cúmulo de irregularidades. Pero las instancias oficiales encargadas de revisarlas forman parte del entramado estatal forjado por el propio presidente Chávez.
CARACAS (Proceso).- Ni en 1968 –cuando el socialcristiano Rafael Caldera le ganó por escasos 30 mil votos a Gonzalo Barrios, el socialdemócrata del entonces en el poder Acción Democrática– se había presentado una crisis como la que vive hoy Venezuela en torno a la elección del jefe de Estado.
Según los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE), Henrique Capriles Radonski quedó 273 mil votos debajo de Nicolás Maduro, el heredero político de Hugo Chávez, en los comicios del domingo 14 en los que participaron 14.9 millones de venezolanos, 79% del padrón.
Al filo de la medianoche del domingo 14, luego de conocerse los resultados del CNE, Capriles dijo que él y su equipo de campaña dudaban que los datos oficiales reflejaran la realidad electoral del país.
Al día siguiente, en un mensaje en el que invitó a la población a movilizarse “para exigir su derecho a la revisión de los resultados”, Capriles aseveró que sólo reconocería a Maduro como presidente una vez que se hiciese una revisión “voto a voto” y “acta por acta” en la totalidad de mesas de votación. Se trata de 39 mil 376 actas electorales.
El opositor comando de campaña Simón Bolívar sostiene que hubo más de 3 mil hechos irregulares que pudieron afectar el resultado de los comicios. La noche del jueves 18, después de una sesión de más de ocho horas, el CNE anunció que se revisaría –con la presencia de los técnicos de la oposición– 46% de los votos y actas electorales, en “aras de preservar la tranquilidad ciudadana”.
Carro completo
En un poblado rural del montañoso estado de Trujillo, la anciana María X (su familia pidió resguardar su identidad) apareció como votante en su casilla, pese a que esta mujer murió en 2010.
María Gabriela Aguilar, habitante de un pueblo del estado de Lara, cuenta a Proceso cómo el sábado 13, militantes del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) pasaron por diversas viviendas y entregaron bolsas de comida a cambio de las cédulas de identidad (documento que debe presentarse para votar) de los campesinos; las identificaciones les fueron devueltas 24 horas después, cuando ya había acabado la jornada electoral.
En la zona urbana de Valencia una funcionaria municipal que pide el anonimato narra a Proceso que les pagaron 200 bolívares (unos 400 pesos) a los electores jóvenes que pudieran demostrar con una fotografía tomada con su teléfono celular que su voto fue para Maduro.
En la populosa zona de Caricuao, oeste de Caracas, uno de los reporteros intentó ser testigo en la auditoría ciudadana (una figura establecida legalmente) del recuento de votos y firma del acta, pero un grupo de personas visiblemente identificadas con el chavismo y en actitud violenta obligó a que los presentes en las afueras del centro de votación se dispersaran.
La iniciativa Elección Ciudadana, integrada por organizaciones civiles, presentó el martes 16 un documento formal ante el CNE para denunciar las irregularidades que recogió esa red. La directora local de Transparency International, Mercedes de Freitas, quien actuó como vocero de la red, dice a Proceso que “se solicitó que se investiguen los hechos, se señale a los responsables y se determine el impacto en los resultados de las elecciones. Además, se solicitó una audiencia para presentar las evidencias de las denuncias con el informe completo”.
Estas organizaciones no gubernamentales introducirán el lunes 22 una demanda formal ante la Fiscalía General para denunciar lo que consideran un abuso de poder.
Por ejemplo Transparency International, capítulo Venezuela, recogió 288 denuncias de uso de recursos del Estado a favor de Maduro, como el traslado de votantes en vehículos oficiales de la estatal Petróleos de Venezuela o la instalación de carpas con propaganda política a pocos metros de los centros de votación, con equipos e instalaciones de dependencias públicas, entre otros casos.
“No sólo nos tocó enfrentar a un candidato, nos tocó enfrentar al Estado”, dijo Capriles.
Según el candidato de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y ahora líder nacional de la oposición, en 286 centros de votación los testigos opositores debieron abandonar las instalaciones ante presiones o amenazas de funcionarios y militantes oficialistas. En esos centros se emitieron más de 700 mil votos.
En líneas generales Maduro tuvo menos votos que los que ganó Chávez en los comicios del 7 de octubre de 2012; sin embargo, el equipo de campaña de la oposición detectó que en más de mil centros los votos oficialistas fueron extremadamente abultados.
“Cómo puede explicarse racionalmente que en el Guayabo, estado de Yaracuy, en un centro de votación aislado Maduro haya obtenido 900% más de votos que Chávez”, dice a Proceso Carlos Vecchio, representante de la MUD ante el CNE.
Posiciones cambiantes
La noche del domingo 14 dijo estar dispuesto “a que se abran todas las cajas y se revise cada voto, no tenemos duda de nuestra victoria”. El lunes 15 cerró filas contra cualquier revisión porque “se trata de una campaña golpista de la derecha; nuestro triunfo es legítimo y mayoritario”. El miércoles 17 sostuvo que “si el CNE decide abrir las cajas nosotros acataremos”. Al mismo tiempo aseguró que su gobierno se “radicalizará”, con lo cual cerró la puerta a cualquier posibilidad de diálogo con la oposición, a la que acusa de “fascista”.
La posición de Maduro se aleja de las recomendaciones dadas por el exvicepresidente José Vicente Rangel, periodista y exparlamentario cercano a Chávez.
“Existe una realidad insoslayable, redonda, contundente, que sería necio negar: La sociedad venezolana está dividida en dos mitades”, dijo Rangel, para quien la nueva realidad amerita capacidad política para el diálogo, como apuntó el martes 16 en su columna del diario Últimas Noticias.
Tras la muerte de Chávez el 5 de marzo y la convocatoria a nuevas elecciones presidenciales, Maduro tenía una diferencia de al menos 15 puntos sobre Capriles, según diversas encuestas.
En relación con los resultados de los comicios del 7 de octubre de 2012, el chavismo perdió 685 mil votos. Es una cifra importante si se considera la masiva y costosa campaña propagandística que tuvo lugar este año.
De acuerdo con la ONG Monitoreo Ciudadano, durante la campaña del martes 2 al viernes 12, la estatal Venezolana de Televisión transmitió 4 mil 226 minutos de alocuciones e intervenciones del candidato oficial y escasamente le dedicó 23 minutos al aspirante de la MUD. En promedio Maduro habló seis horas y 24 minutos cada día de la campaña a través de la señal oficial.
Comparado con su caudal electoral del 7 de octubre de 2012 (cuando enfrentó a Hugo Chávez), el domingo 14 Capriles vio crecer en 679 mil votos su capital político. Analistas recordaron que el crecimiento del voto opositor en Venezuela era paulatino pero sin hacer mella –al menos claramente– en la base de votos del chavismo.
“Por primera vez parece haber ocurrido una migración de votos del chavismo a la oposición”, alerta al gobierno el estudioso de la opinión pública Germán Campos, director de la firma encuestadora 30-11 y duro crítico de Capriles, de quien admite, sin embargo, el logro electoral del domingo 14.
“A Maduro le tocó ser el candidato que puso al oficialismo al borde de perder Miraflores (sede del Poder Ejecutivo) e, insisto, lo hizo desde una posición de obscena ventaja sobre su contrincante”, explica a su vez el crítico del gobierno Rafael Osío Cabrises, en un análisis en el portal www.prodavinci.com.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1903 de la revista Proceso, ya en circulación.