Beate Zschäpe, Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt formaron la célula neonazi Clandestinidad Nacionalsocialista que durante 13 años mató a 10 personas, asaltó bancos y cometió dos actos terroristas. De hecho, no los hubieran descubierto de no ser porque Zschäpe –la joven que era “el soporte” del grupo– informó de los crímenes como una forma de hacerle propaganda a la célula y luego del suicidio de sus dos cómplices. El martes 6 se inició el juicio contra la joven alemana, la única pieza del rompecabezas que puede dar sentido a este thriller neonazi, en el que ha quedado al descubierto la forma descuidada con que actuaron la policía y los servicios secretos alemanes.
BERLÍN (Proceso).- Enfundada en un traje negro y blusa blanca Beate Zschäpe ingresó el martes 6 a la sala 101 del Tribunal Regional Superior de Múnich. La escoltaban cinco policías. Con los brazos cruzados y sin esposas, la mujer caminó hasta la mesa preparada para ella y sus abogados, y de inmediato brindó su espalda a las decenas de fotógrafos que a sólo unos metros de distancia buscaban su mejor ángulo.
Su rostro, con maquillaje ligero y enmarcado por grandes arracadas plateadas y un largo y bien peinado cabello oscuro, transmitía no sólo tranquilidad sino seguridad. Pocos pensarían que esta mujer aún joven, delgada, pulcramente arreglada y vestida, es la misma que durante 13 años vivió en la clandestinidad y formó parte del trío neonazi que mató a 10 personas, asaltó bancos y cometió actos terroristas a lo largo y ancho de Alemania. No en vano, el popular diario Bild tituló así su nota principal del día siguiente: “El diablo viste elegante”.
Así comenzó en Múnich el denominado por algunos medios alemanes “juicio del siglo” en contra de Zschäpe, única sobreviviente de la banda neonazi Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU, por sus siglas en alemán) y cuatro presuntos cómplices. Se trata, sin duda, del proceso judicial más importante en la historia reciente de este país por las implicaciones del caso: nueve crímenes por motivos raciales y uno más contra una agente de policía perpetrados por un trío de neonazis. A ello se añade la actuación laxa, descuidada y plagada de irregularidades por parte de la policía y los servicios secretos alemanes.
Zschäpe es la única sobreviviente del grupo. En octubre de 2011, sus dos cómplices, Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt se suicidaron en el interior de su casa rodante luego de cometer el último de sus asaltos bancarios y, al parecer, ser perseguidos por la policía. Ella se encargó de prender fuego al departamento que los tres habitaban en la ciudad alemana de Zwickau y acto seguido se dirigió a la policía para dejar al descubierto los crímenes que durante 13 años cometieron de manera impune.
A los 38 años, Zschäpe es un misterio y representa, al mismo tiempo, la única pieza del rompecabezas que puede darle forma y sentido a este thriller neonazi.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1906 de la revista Proceso, actualmente en circulación.