La aprehensión de Miguel Ángel Treviño Morales fue obra de un grupo de élite de la Marina mexicana, asegura a Proceso un funcionario de la Secretaría de Gobernación, lo que contrasta con las versiones periodísticas según las cuales Estados Unidos proporcionó información a las autoridades mexicanas para detener al capo. Un agente de Estados Unidos enrolado en la lucha contra el narcotráfico corrobora aquella versión: afirma que desde que Enrique Peña Nieto llegó a Los Pinos, su gobierno tiene congeladas a las agencias estadunidenses que operan en México.
WASHINGTON (Proceso).- La aprehensión de Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40, exhibió la exclusión de los operativos antinarcóticos a la que el gobierno de México tiene sometidas a las agencias federales de Estados Unidos, así como las traiciones e intereses entre los cárteles del narcotráfico, sostienen agentes y funcionarios de los dos países.
“Ni siquiera nos avisaron. La captura de Treviño Morales nos tomó por sorpresa y, debo admitirlo, fue una operación de inteligencia 100% de México”, dice a Proceso un agente estadunidense que opera en territorio mexicano. “Nos tienen marginados”, machaca e insiste en mantener su nombre en reserva.
La madrugada del lunes 15, a las afueras de Nuevo Laredo, Tamaulipas, efectivos de la Secretaría de Marina (Semar) aprehendieron al Z-40, líder del grupo criminal Los Zetas, junto con otros dos hombres. No hubo disparos. Apenas conocida la noticia, provocó una serie de especulaciones sobre el involucramiento de Washington.
“No hubo participación de ninguna agencia de inteligencia de Estados Unidos. La captura de este criminal fue resultado de una investigación de la Marina, punto”, sostiene Eduardo Sánchez Hernández, subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación, lo que corrobora la versión del agente estadunidense.
Aun cuando la captura del Z-40 ocurrió alrededor de las tres de la madrugada del lunes 15, la noticia la dio a conocer Alfredo Corchado, corresponsal en México del periódico texano The Dallas Morning News, esa misma tarde.
La primicia de Corchado, autor del libro Medianoche en México y uno de los periodistas amenazados por Los Zetas, desató las especulaciones en los medios mexicanos y estadunidenses respecto de la presunta participación de Washington en la captura del Z-40.
“Están castigados los agentes y los jefes de la DEA, la CIA y el FBI. La cooperación en México con estas dependencias de Estados Unidos está prácticamente congelada. Estaban espiando todo y Gobernación les cerró la puerta y los excluyó de las labores conjuntas contra el narcotráfico”, subraya un funcionario mexicano implicado en asuntos de inteligencia consultado por Proceso.
Y añade, tras solicitar al corresponsal omitir su nombre y el de la dependencia en la cual trabaja: “En otras palabras, los estadunidenses en México ya no tienen, por ahora, el acceso que tuvieron durante el gobierno de (Felipe) Calderón”.
Bloqueos confirmados
Desde el 1 de diciembre del año pasado, cuando Peña Nieto asumió la Presidencia, la Secretaría de Gobernación se dio cuenta del nivel de espionaje e infiltración de las agencias de inteligencia de Estados Unidos en los asuntos nacionales, al cobijo de la lucha contra el narcotráfico. Desde entonces congeló las operaciones de la DEA, la CIA, el FBI y otras dependencias de Washington en territorio mexicano (Proceso 1889 y 1915).
Pero no fue sino hasta la caída del Z-40 cuando, a través de los medios de su país, el gobierno de Barack Obama lo admitió: Dependencias como la DEA ya no tenían el acceso y la libertad de operación que con la Iniciativa Mérida les concedió la administración de Calderón.
“El nuevo gobierno (de Peña Nieto) se ha burlado al nivel más profundo de la participación de las agencias de seguridad e inteligencia de Estados Unidos en México e impuso nuevos límites a sus niveles de acceso, lo que provocó dudas entre funcionarios y analistas respecto de si el gobierno mexicano estaría profundamente comprometido a confrontar a las bandas del tráfico de drogas”, publicó The New York Times el martes 16.
Ese mismo día The Washington Post destacó en su portal en internet un despacho de Nick Miroff, su corresponsal en la Ciudad de México, en torno a la captura del Z-40:
“Buscado en los Estados Unidos y en México, Treviño es el primer jefe de un cártel capturado o eliminado desde que en diciembre Peña Nieto asumió la Presidencia en medio de dudas de que su gobierno –tomando en cuenta la mala reputación de que su partido, el PRI, hace arreglos con el bajo mundo– pudiera cazar a los capos del crimen organizado con la misma agresividad que Calderón.”
Miroff enfatizó: “(Esas dudas) crecieron después de que funcionarios del gobierno de Peña Nieto pusieran limitaciones a las capacidades de operación de agencias de Estados Unidos, como la CIA y la DEA en México, lo cual desató advertencias de agentes estadunidenses de que habría consecuencias en la cooperación para el combate a las drogas”.
En su artículo, el corresponsal del Post no mencionó la supuesta participación estadunidense en el operativo.
Para el funcionario mexicano consultado por Proceso, quien colabora con las agencias estadunidenses, Washington no admitía el aislamiento de sus agentes en México por una razón: Hacerlo implicaría “aceptar que Gobernación les cerró las puertas porque los agarró espiando cosas que no les correspondían”.
El miércoles 17 los diarios Reforma y El Universal informaron de la captura del Z-40. El primero destacó que el operativo se realizó en sólo siete minutos; el segundo, en su columna Bajo Reserva, comentó: “En Washington comienzan a mover el dato de que el Pentágono dio a las autoridades mexicanas algunas pistas de la ubicación del criminal (Treviño Morales) recabadas por drones, desde el espacio aéreo estadunidense”.
El día anterior, The New York Times y el sitio electrónico de The Washington Post publicaron sus propias versiones.
Firmada por su corresponsal en México, Randal C. Archibold, y por la reportera Ginger Thompson, la nota de primera plana del Times decía: “Detrás de escena, autoridades estadunidenses jugaron un papel clave en su aprehensión, y después de su arresto confirmaron su identidad por medio de pruebas biométricas y de ADN, de acuerdo con funcionarios de ambos lados de la frontera, quienes no están autorizados a hablar públicamente del caso”.
Archibold y Thompson resaltaron el asunto de las limitaciones que el gobierno de Peña Nieto impuso a las agencias de inteligencia estadunidenses; también señalaban que las autoridades mexicanas reconocen la necesidad de la ayuda estadunidense y que, por lo tanto, “hace meses” intercambiaron información sobre Treviño Morales.
“Los estadunidenses pasaron información sobre el nacimiento de un hijo de Treviño hace poco más de un mes”, escribieron los reporteros del Times citando a un agente de Estados Unidos; también indicaron que El Z-40 había sido capturado cuando realizaba un viaje para ver, precisamente, a su hijo. Según Archibold y Thompson, el gobierno de Peña Nieto “no había admitido la intervención de Estados Unidos en la operación”.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1916 de la revista Proceso, actualmente en circulación.