Versión silente de "Blancanieves", con Giménez Cacho

viernes, 30 de agosto de 2013 · 14:08
El famoso relato Blancanieves, escrito por los Hermanos Grimm en Alemania a comienzos del siglo XIX y animado por Walt Disney hacia 1938, sirve de pretexto al director vascuence Pablo Berger para desbordar mil y un fantasías en la cinta silente en blanco y negro del mismo título, bajo el estilo de producción que él bautizó como “Hollywood-ibérico”. En ella, el cineasta entremezcla un racimo de cuentos ajenos al relato fuente y hasta cierta taurofilia (fascinado por “el baile con la muerte” de las corridas de toros), con el actor mexicano Daniel Giménez Cacho en el papel estelar como espada, padre de la bella Carmen, protagonizada por Macarena García. MÉXICO, D.F. (Proceso).- El director español Pablo Berger aclara que su largometraje Blancanives, ganador de 10 Goyas y protagonizado por el mexicano Daniel Giménez Cacho y la hispana Maribel Verdú, no es una historia taurina, pues “ese es sólo el contexto histórico”, sino “una carta de amor al cine mudo europeo”. Berger concibió la idea para dicha película desde los noventa, siempre con la claridad de retomar tan popular historia de los hermanos alemanes Jacob y Wilhelm Grimm, plasmándola desde otro ángulo: “un punto de vista oscuro, gótico, y hasta terrorífico”. Tardó en escribir el guión de 2002 a 2004; pero fueron ocho años de conseguir financiamiento, e incluso “llegó un momento en el que dije: no podremos financiar, ¡es imposible!” narra Berger, entrevistado en México. Ahora, la cinta silente Blancanieves (2012) en blanco y negro llega a las pantallas comerciales nacionales, distribuida por Gussi con 55 copias. Se proyecta desde el viernes 23 en el Distrito Federal, Cancún, Cuernavaca, Guadalajara, Mérida, Morelia, Monterrey, Querétaro, Toluca y Xalapa, y luego recorrerá el resto del país. La película está ubicada a finales de los años veinte al sur de España, donde vive la hija de Antonio Villalta (Giménez Cacho): Carmen (Macarena García), bella joven con una triste infancia, marcada por su malvada madrastra Encarna (Verdú). Decidida a cambiar su vida, Carmen intentará alejarse de su pasado en compañía de una tropa de enanos toreros que cuidarán de ella y le enseñarán cómo la vida real no resulta un cuento de hadas. –Su cinta está situada en el ambiente taurino, lo cual provoca una gran polémica en el mundo entero, ¿qué dice al respecto? –Los realizadores no podemos tener tabúes. No puedo poseer reparos para hablar de ciertos tópicos. No escribo con una agenda; cuando escribo empiezo con una estructura automática, hay obsesiones, hay imágenes… No puedo explicar por qué, pero esta es la película que quería filmar. “Y no soy taurino, soy flamenco, soy vasco, y la productora es catalana; pero el mundo es surreal, ¡y eso es maravilloso! El cine debe crearse sin fronteras y no puede haber temas que no se puedan tocar. Muchos antitaurinos han visto el largometraje en España y me han dicho que les ha gustado.” Determina que “no es un filme taurino”, porque “lo taurino sólo es un fondo y a mí la parte de los toros que más me interesa es el baile con la muerte (sic): ese enfrentamiento entre un protagonista y un antagonista, un toro y un torero, donde a veces cambia el protagonista y cambia el antagonista”, justifica, “los toros son movimiento y el cine es movimiento”. No obstante, acepta que en su Blancanieves “de alguna manera siempre estuvo ese fondo taurino y yo no podía luchar contra él”.   Homenaje al cine europeo   Pablo Berger (Bilbao, 1963) dirigió en 1988 su primer cortometraje, Mamá, con dirección artística de Álex de la Iglesia y colaboraciones de Torrebruno y Ramón Barea. Con los premios obtenidos consiguió una beca de la Diputación Foral de Vizcaya para estudiar maestría de cine en la New York University. Después del doctorado, ejerció como profesor de dirección en la New York Film Academy (NYFA), comenzando la carrera paralela como publicista y realizador de videoclips que culminó en 2003 con el largometraje Torremolinos 73, con Javier Cámara, Fernando Tejero y Candela Peña. Blancanieves fue elegida para representar a España durante los Oscar en la categoría de Mejor Película de Habla No Inglesa, aunque finalmente no fue nominada por la Academia de Hollywood para competir por el galardón. A cambio, dentro de los 10 Premios Goya que obtuvo están los de Mejor Película y Mejor Guión Original. –¿Por qué Blancanieves? –Me considero un cuentista. El origen del cine son los cuentos, y también quería realizar una película para mi hija, de nueve años, a la que le gusta que le narre cuentos todos los días, este filme es para ella. Además, mi cinta Blancanieves no es una adaptación de la famosa historia, es un cuento en el que hay muchos cuentos mezclados, algunos de una manera consciente y otros de manera inconsciente. –¿Cómo es que escoge a Daniel Giménez Cacho para que sea el torero de la historia quien, a la postre, queda inválido? –El concepto de origen de la película que me repetía es: “Yo quiero hacer una película al estilo Hollywood-ibérico”, y todo mundo preguntaba: ‘Pero, ¿qué es eso?’, y es un término inventado por mí, porque yo deseaba realizar una cinta grande, de ahí la palabra Hollywood, e ibérica: con valores ibéricos y españoles. Anhelaba grandes decorados, grandes escaleras, estancias gigantes, y necesitaba reflejar todo eso con grandes actores y grandes actrices, insiste, “y para representar al torero más grande de la historia de ficción, me hacía falta alguien del poder de Daniel”, a quien vio por primera vez en Profundo carmesí, de Arturo Ripstein. “Me impactó. Lo he visto en muchas otras historias, ha trabajado en España, pero hace años que no lo hacía. Cuando me reuní con la directora de casting, su nombre salió inmediatamente y no le hicimos pruebas, sino que le dijimos: ‘Daniel, ¿te gustaría este papel?’. Yo soy amigo de Agustín Díaz Yañes (guionista y novelista), el que más sabe de cine y toros, y pensando en ciertos actores para el papel del torero, me recomendó: ‘Ni lo pienses, ¡Giménez Cacho es él único actor que puede hacer este papel con esa fuerza!’. No se equivocó. Estoy muy feliz con la interpretación de Daniel y creo que es el personaje más difícil, porque está en una silla de ruedas, no puede mover el cuerpo; sólo la cabeza. Ha sido una experiencia maravillosa con él.” Forma parte del elenco la reconocida actriz española Ángela Molina, quien baila flamenco en la trama. Se le pregunta cómo fue manejar aquel tono de actuación para que no se desbordaran los actores, toda vez que ninguno habla. Berger apunta: “En un momento determinado no iba a titular a la película Blancanieves, la iba a llamar de otra manera por el nombre de la chica, que es Carmen; pero al rodar una historia muda de gran costo, ayudaba comercialmente ponerle como el cuento.” El relato original consta de tres páginas, según él insuficientes para adaptarlo a un guión fílmico. “Y lo único que hago es utilizar tres elementos: una joven, una madrastra y unos enanos; éstos son sólo seis, para fastidiar. Y cuando quiero me acerco al cuento; pero la mayor parte del tiempo me alejo de él. Realicé personajes nuevos, tramas nuevas… yo lo considero original. La Academia de Artes y las Ciencias Cinematográficas de España así consideran el guión, y los productores igual. “En cuanto a las interpretaciones, era un reto buscar el tono… Mucho antes de empezar el rodaje no dormía, me preguntaba: ‘¿Cuál sería el tono de la película?’, no quería que fuera una copia o un facsímil de una cinta muda de los años veinte, ni actuaciones exageradas de pantomima. Quería crear un filme que utilizara códigos del cine mudo pero para el público de hoy, que es capaz de digerir un montón de información en muy poquito tiempo. Entonces, intenté que la interpretación fuera cercana a la actual. “Cuando ensayaba con los actores Maribel, Daniel o Macarena, aproximábamos las secuencias como si fuera un filme con diálogos, como un drama contemporáneo. Grandes directores del cine mudo, como el alemán Friedrich Wilhelm Murnau, el danés Carl Theodor Dreyer o el sueco Victor Sjöström, utilizaban interpretaciones realistas y se alejaron de la sobreactuación de los pioneros del cine mudo…” Argumenta tener debilidad por las películas mudas, sobre todo de los años veinte: “En aquella época era el cine de vanguardia y el montaje era un gran protagonista. Y una película de referencia es Napoleón, de Abel Gance; me fascina este cine mudo francés donde existieron un montón de directores que rompían con el lenguaje, y el cine alemán y el sueco también. “Los directores no nos queremos olvidar de nuestros maestros, hay que voltear al pasado para hacer cosas nuevas. No podemos olvidar que lo que diferencia al cine de otras artes es contar con imágenes de diferentes tamaños de plano, y utilizar la música para intensificar emociones. El cine es para sentir y no pensar mientras se ve la trama.” Obviamente, añade, “después de ver la película se puede pensar y hablar de ello, y analizarla”. –¿Cómo halló productores para su proyecto en blanco y negro y mudo? –En la primera página ponía: “Esta es una película en blanco y negro, muda, y con música de principio a fin”, y la mayoría de los productores tiraba el guión a la basura inmediatamente; los más valientes que leían se les hacía carísima e igual lo enviaban a la basura, hasta que encontré un productor loco, como yo, quien me dijo: “¡Es el mejor guión que he leído en mi vida!”, así logramos levantar la cinta; pero fueron ocho años para financiarla, cuando se estrenó en España The Artist, de Michel Hazanavicius, ya había escrito Blancanieves, y no me ayudó a la financiación… “Pero The Artist sirvió para romper prejuicios, ya las palabras cine mudo no tienen que significar que es sólo para aficionados de filmoteca o cinéfilos, no, ni es cine aburrido…Tanto Daniel como Maribel son actores muy conocidos y creo que Blancanieves tiene valores e interés para el público mexicano, valores como el dolor, la pérdida y la pasión, ¡y también se refiere al mundo de los toros, al mundo español!” A partir de su Blancanieves, celebra que vengan más películas mudas. “Lo que hemos conseguido Hazanavicius y yo es hacer largometrajes mudos de éxito, y el cine es industria, aparte de arte. Espero que después de Blancanieves vengan muchos filmes mudos de otros países.”

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