Los otros capos

viernes, 27 de septiembre de 2013 · 09:26
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El pasado 26 de agosto, un día después del descarrilamiento de La Bestia, policías de Coatzacoalcos, Veracruz, encontraron sobre el malecón el cuerpo acribillado de José Trinidad González Vargas, El Pájaro. Mediante métodos de terror y bajo la protección de las autoridades, este sujeto controlaba por completo el tráfico de migrantes entre Tenosique, Tabasco y Coatzacoalcos. La inestabilidad de la zona después de su asesinato puede dar paso al caos, asevera Rubén Figueroa, integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano y del albergue La 72, de Tenosique, dirigido por el sacerdote Tomás González Castillo. En noviembre último, el albergue recibió noticias inquietantes de sus contactos diseminados en la ruta migratoria. “Salió un jefe, la cosa se va a poner dura en Coatzacoalcos”, decían. Ese mes El Pájaro salió de la cárcel donde estaba detenido por secuestro. No pasó mucho tiempo antes de que integrantes de La 72 oyeran las quejas de migrantes a quienes se les exigía el pago de cuotas en el tramo recorrido por La Bestia después de Tenosique. Figueroa asegura a Proceso que desde entonces el albergue realizó un trabajo de inteligencia acerca de El Pájaro. “A principios de este año empezamos a recibir denuncias de migrantes según las cuales a quienes no pagaban la cuota de 100 dólares los tiraban del tren en marcha”, recuerda Figueroa. Desde su cuartel en Veracruz El Pájaro extendió su dominio sobre la ruta de La Bestia en la región; se fue apoderando del norte de Chiapas, entró en Tabasco por La Chontalpa, y a inicios de este año tomó Macuspana, también en Tabasco. Encabezaba una estructura piramidal cuyo negocio descansaba en la explotación de los migrantes. Administraba una decena de células ubicadas en los puntos clave de la ruta. Estas “células todopoderosas”, abunda Figueroa, controlaban a su vez a los grupos de delincuentes de la zona. El guía ofrece sus servicios a los migrantes para que viajen bajo su “protección”, mediante el pago de la “renta”. En el territorio del Pájaro, los únicos guías autorizados para trabajar sobre el tren entregaban una cuota a las células del criminal. Estos guías subían con “sus migrantes” en ciertos vagones determinados por El Pájaro. Los centroamericanos que se arriesgaban a subir sin guía ocupaban otros vagones. Los grupos de secuestradores, liderados, entre otros, por El Chino, La Sombra o El Dólar, entregaban un “derecho de piso” a las células del Pájaro para asaltar esos vagones. Tenían prohibido atacar los de los guías autorizados. “Unos trabajaban, otros cobraban y El Pájaro se enriquecía”, resume, y agrega que entre Tenosique y Coatzacoalcos “nada se movía en la ruta migratoria sin su permiso”.   Tráfico forzado   Para identificarse, los integrantes de las células vestían shorts cuadriculados. En el tren, precisa Figueroa, únicamente ellos podían usar móvil. “Al migrante que traía un teléfono se lo confiscaban. Luego lo interrogaban para saber si era un infiltrado o un coyote no alineado con El Pájaro”, informa. La 72 identificó una nueva modalidad en el tráfico de personas implantada por El Pájaro. A través de sus halcones e informantes averiguaba cuáles migrantes tenían familiares en Estados Unidos; una vez localizados, los bajaban del tren en Coatzacoalcos y los conducían a casas de seguridad cerca de las vías. Luego exigían a sus parientes entre 3 mil y 4 mil dólares. Cuando juntaban a 40 migrantes los subían en un autobús y los llevaban a Tamaulipas. Para El Pájaro las ganancias por autobús ascendían a más de 100 mil dólares, cifra que incluía sobornos a las autoridades migratorias, estima el integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano. Agrega que El Pájaro fracasó en su intento por apoderarse de Medias Aguas (Veracruz), Arriaga (Chiapas) e Ixtepec (Oaxaca) donde, precisa, “desde hace mucho tiempo operan bandas”. Ante todo, precisa Figueroa, al delincuente le interesaba la localidad tabasqueña de Tenosique por su posición estratégica en la ruta migratoria. Sin embargo, El Pájaro se topó con la resistencia del sacerdote González Castillo y de su equipo de La 72, quienes no cedieron ante los delincuentes. “Querían eliminarnos. Comenzaron las amenazas y las noches en el albergue se convirtieron en una zozobra”, recuerda Figueroa. Los miembros del albergue exhortaron a los indocumentados a ser vigilantes mientras ellos mismos se dedicaban a expulsar a los halcones infiltrados en el alojamiento. Pese a ello la situación se volvió más crítica para Figueroa, quien se vio obligado a salir de Tenosique después de que le informaron de la ejecución inminente de un plan para asesinarlo. “No necesitamos mártires, sino brazos para trabajar”, dice.   Colusión   Mediante sus contactos y testimonios de los migrantes, los miembros de La 72 recabaron mucha información acerca de El Pájaro, abunda el defensor de derechos humanos. “Entre más sabíamos de él, más nos amenazaba”, refiere. Lograron establecer que era un sujeto robusto, moreno, con bigote. Supieron también que en la pantorrilla tenía el tatuaje de un dragón o una serpiente. Más tarde supieron que se llamaba José Trinidad González Vargas, oriundo de Tamaulipas, y que había pertenecido a Los Zetas. Esta información, apunta, se entregó a las autoridades federales, “pero nunca se hizo nada”. En abril de este año, apunta Figueroa, un rumor corrió en la ruta migratoria: se dijo que la policía había detenido al Pájaro en Coatzacoalcos por posesión de armas y drogas. Añade que de inmediato las células triplicaron el monto de las cuotas para pagar su fianza. Gracias a ello, el delincuente salió libre “a los pocos días”. En febrero pasado, relata el defensor de derechos humanos, tres secuestradores señalados por los migrantes fueron detenidos por elementos de la Procuraduría General de la República (PGR) y de la Policía Federal. Pero una semana después los vieron recorrer otra vez las vías en busca de sus víctimas. “A partir de este momento denunciamos una violencia institucionalizada fomentada por las autoridades de forma directa e indirecta”, expone. Y enfatiza: “las autoridades se encuentran entre la ignorancia y la ­indiferencia”. El pasado 15 de agosto fue arrestado Miguel Ángel Torres Acevedo, El Chino, cuyo grupo secuestra migrantes entre La Chontalpa y Coatzacoalcos. En su teléfono celular, el comandante de la Policía Ministerial encontró mensajes a Estados Unidos en los que el delincuente exigía el pago de un rescate. El jefe policiaco llamó al número estadunidense y habló con el familiar del migrante secuestrado. Aquél confirmó haber pagado mil 800 dólares para que dejaran vivo a su hermano. A pesar de estas pruebas, El Chino fue liberado. “Recibimos información según la cual días después del descarrilamiento del tren se dio otro secuestro entre las estaciones de La Chontalpa y de Las Choapas. El Chino y El Dólar serían los organizadores”, dice el defensor de derechos humanos. Figueroa relata la historia de un migrante guatemalteco en Coatzacoalcos. No le alcanzaba el dinero para pagar la renta: había desembolsado 100 dólares para la cuota anterior, en Palenque. Quería regresar a su país, pero se sabía perseguido por criminales. Abordó a un policía y le explicó discretamente su situación. “Quédate aquí y haz como si hablaras por teléfono”, le ordenó el uniformado. El agente arrancó su camioneta y desapareció. A los cinco minutos regresó y agredió verbalmente al migrante, muy confuso. El policía esposó al indocumentado y lo subió a la patrulla. Ya lejos de las vías lo liberó y le aconsejó huir. –¿Por qué hiciste eso? –preguntó el guatemalteco. – Si ven que te ayudo me matan. El coraje invade al integrante de La 72: “No te puedes salir de la ruta, no te puedes alejar de ellos. Que un policía deba fingir y actuar para ejercer su trabajo exhibe la dimensión gravísima del problema en la ruta migratoria”.   Sin opciones   “Si un migrante elije tomar un autobús hacia el norte del país, los retenes y las extorsiones de los policías lo redirigen automáticamente hacia La Bestia”, lamenta Figueroa. También denuncia la “cacería” sufrida por los migrantes cuando deciden viajar por carretera. Los puntos de revisión migratoria en México superan los de Estados Unidos. El pasado 4 de junio, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunció la puesta en marcha del Plan Frontera Sur. Este programa prevé nuevas líneas de contención en la frontera de México con Guatemala y Belice, así como el establecimiento de más puntos de control migratorios en las carreteras del país. Este plan, afirma, “solamente aviva la llama del infierno de la ruta migratoria”, pues a los migrantes no les deja otra opción que la de subirse al tren, a pesar de los riesgos que corren. “Los hondureños no dejan de salir de su país”, observa, y considera que los migrantes sólo tienen tres posibilidades para cruzar por México en su ruta a Estados Unidos: tomar el tren y pagar cuotas con riesgo de su vida; usar autobuses y sobornar a las autoridades, o contratar por 3 mil dólares servicios de autobuses controlados por Los Zetas. La única solución viable y acorde con los derechos humanos que considera el defensor de migrantes consiste en entregar visas de tránsito a los migrantes centroamericanos. El asesinato de El Pájaro abre un vacío de poder en la zona. Figueroa no puede afirmar que la ejecución del criminal esté ligada al descarrilamiento del tren, un día antes. Ante las inmensas ganancias que representa un negocio de la amplitud del tráfico de migrantes indocumentados, Figueroa teme que la situación en Coatzacoalcos tras el asesinato de El Pájaro se torne caótica, toda vez que la constelación de pequeñas bandas criminales perdió a su jefe. “Los grupos de secuestradores están subiendo de nivel. Los que pagaban piso a El Pájaro podrían exigir el control de la ruta”, asevera Figueroa. La Sombra, líder de un grupo de secuestradores adscrito a la organización de El Pájaro, ronda en Tenosique, “descontrolado tras la muerte de su jefe”, afirma. Otros grupos, como los de El Chino o El Dólar, siguen operando, mientras que los miembros de las células de El Pájaro permanecen activos. Por su parte, la Mara Salvatrucha opera en Palenque con total independencia y “podría extender su dominio hacia Tenosique a sangre y fuego, como lo hizo en Chiapas”, advierte Figueroa.

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