Documental sobre desalojos por una mina de Slim

domingo, 12 de octubre de 2014 · 10:35

A los 31 años el cineasta Edin Alain Martínez proyectó en el Festival Internacional de Cine y Foro de Derechos Humanos de México, inaugurado el primero de octubre por la hija de Nelson Mandela, Zenani, su cinta Salaverna, que documenta la violencia ejercida para expulsar de sus casas a los habitantes de ese pueblo zacatecano con el fin de poner a funcionar la mina Tayahua, propiedad de Carlos Slim.

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Edin Alain Martínez registra con su cámara fílmica la expulsión de los habitantes, “con engaños y violencia”, de la comunidad de Salaverna en Zacatecas para iniciar la explotación de la mina Tayahua, filial de Grupo Frisco, de Carlos Slim Helú, el hombre más rico del mundo.

“No es un filme novedoso técnicamente. Su valor es haberles dado voz a las personas que padecen el problema, sobre todo porque hasta la fecha no se ha solucionado el conflicto. Ya se cumplieron cuatro años desde que la empresa y el gobierno desalojaron a 150 familias. Ahora sólo quedan 12 que se resisten a salir de sus hogares, pero la compañía los presiona psicológicamente, por desgracia eso ya no sale en la cinta”, comunica el director en entrevista.

El objetivo del realizador, de 31 años de edad, es exponer el conflicto para que se conozca y se realice algo al respecto. Por ello agradece que se proyecte el largometraje, titulado Salaverna, en la 7 edición del Festival Internacional de Cine y Foro de Derechos Humanos de México, inaugurado el 1º. de octubre por la hija de Nelson Mandela, Zenani, en el Distrito Federal.

El documental se programó para los días 3 y 5 del actual en Cinépolis Diana, con la presencia de Martínez, quien expresa preocupado durante la charla que el actual gobierno ya no resolverá nada:

“Al gobernador Miguel Alonso Reyes sólo le quedan dos años y la empresa minera es muy paciente. Desgastan a la gente, ya no hay tiendas, convencieron al dueño de la última para que se fuera, les han quitado la luz, en la mina trabajan de noche y hay detonaciones, por ello las casas vibran. Así que la gente se siente insegura. Ya hubo desplomes, uno lo muestro en el documental, pero después ocurrieron otros dos. Existe deterioro ecológico. El cerro se ha hundido. Todo eso ha hecho que las familias salgan poco a poco.”

Hacia noviembre de 2009, Grupo Frisco contrató a la empresa Servicios de Agua y Mejora Ambiental para que realizara la MIA (Manifestaciones de Impacto Ambiental) y la entregara a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y poder operar a cielo abierto la mina Tayahua, que desde 1985 yacía en el subsuelo.

Después Grupo Frisco adquirió en la Secretaría de Economía los derechos de exploración y explotación minera, pero no contaba con los títulos de propiedad de las viviendas, habitadas por los residentes del lugar, la mayoría ancianos, se señala en la cinta.

Para 2010, la minera de Slim dispuso construir un fraccionamiento, con casas muy pequeñas, llamado Nuevo Salaverna, a cinco kilómetros de Salaverna, pero la comunidad se resistió a cambiarse.

El documental inicia con un son:

Si el gobierno es de los pobres/ yo no he conocido gobierno/ la carne ha subido tanto que va llegando al cielo/ y para serles franco/ sólo comerá San Pedro/ para comerse un huevo hay que ponerlo/ si el gobierno es de los pobres/ yo no he conocido gobierno/ hablan de una democracia que no conocemos/hoy somos menos que esclavos aunque no somos negros/ si el gobierno es de los pobres/ yo no he conocido gobierno…

Martínez, nacido en Zacatecas, Zacatecas, en 1982, inició la grabación de Salaverna en junio de 2012 y la concluyó en diciembre de ese año. La edición la terminó en 2013:

“Cuando fuimos a Salaverna a levantar las imágenes, la problemática estaba muy abandonada por los medios informativos. ¡No se decía nada! Y la presión sobre la comunidad seguía. Existía una resistencia no violenta por parte de los residentes, sólo permanecían en sus casas, no había manifestaciones contra la mina, porque un abogado que los asesoraba les había recomendado eso, ya que él lo iba a solucionar de forma legal.

“Cuando iniciamos el registro fue con la intención de apoyar a esas personas, reactivar el tema, por lo menos de forma local. No teníamos tantas aspiraciones, más que de ayudarlas. Éramos los únicos con cámara registrando todo lo que sucedía, no había presencia de medios. Por lo mismo los habitantes se apoyaron mucho en nosotros, y que estuviéramos en el lugar con un equipo ayudó para que la empresa se contuviera un poco con las represiones hacia la comunidad.”

La película muestra panorámicas de varias casas demolidas. Sólo se ven camiones cargados de tierra. Nadie camina en las calles sin pavimento. Aparece a cuadro un campesino, con el rostro triste:

“Desconocen nuestros derechos de posesión argumentando que estamos en un terreno de ellos, pero el pueblo se asentó antes que ellos. Todo ha sido mentiras. Reubican a la mayor parte de la población a una nueva unidad para derrumbar el pueblo e iniciar su proyecto minero.

“Nos dijeron que nos iban a reubicar porque nos íbamos a hundir y estaban muy preocupados por nuestra vida, pero era mentira. Vino protección civil y nos dijo que sólo se hunde si es provocado, mientras no.”

Otro residente platica que Juan Manuel Marques, José Luis del Bosque, Pedro González y José Luis Ramírez, representantes de la minera, tiraron un inmueble con violencia. Enseguida hay una toma de una anciana, quien narra que tumbaron su casa, la dejaron a la intemperie y no le dieron otra en la nueva zona.

A un campesino, que vive de sus cabras, le dijeron que se fuera a vivir al Nuevo Salaverna. Él expone que si le van a dar trabajo y le dijeron que no. Se negó a mudarse porque vive de su tierra y animales.

Seis duros meses

Martínez rememora que en los seis meses que captó imágenes se complicó mucho la situación:

“El abogado no les daba respuesta y había una tensión muy latente de un desalojo forzado, de que entrara la fuerza pública. Nosotros teníamos miedo que los fueran a desalojar. En esos meses el material que íbamos levantando también de pronto se lo proporcionábamos a la prensa, y no teníamos el filme terminado. Porque apenas en 2013 el material comenzó a verse en la pantalla grande. Lo proyectamos en el congreso del estado e invitamos a medios, fue en marzo de 2013, sólo acudieron dos diputados locales, el de la zona no estuvo. Por fortuna los medios locales comenzaron a retomar la problemática.”

Después mostró Salaverna en un coloquio y la Universidad Autónoma de Zacatecas se interesó mucho. Fue en noviembre del año pasado que se presentó, “de forma oficial”, en el Museo Nacional de Cine de Fresnillo, y comenzó a circular en otros festivales, en Monterrey, Contra el Silencio Todas las Voces en el Distrito Federal, y estuvo en el mercado del Festival Internacional de Cine en Guadalajara:

“La cinta genera mucho interés e indignación. Después de la proyección, siempre se dialoga con los asistentes casi una hora.”

–¿Ha sido complicada su proyección?

–Sí, sobre todo exhibirlo fuera de los foros académicos y de los festivales, porque este tipo de material lo consideran como “grillero”. Hay una intención de mantener las cosas tranquilas, no quieren hacer ruido con tópicos como éste, no desean ser controversiales, sobre todo en las administraciones priistas.

Enseguida defiende el documental social:

“Muchos creen, incluso directores, que hay una saturación de este tipo de cintas, pero son importantes, no se puede dejar de hablar de la realidad y los problemas. También la población como que está harta. Estas películas son importantes porque siempre pasan cosas que no encuentran espacio más que en este tipo de proyectos, ya que los medios pierden interés en esto. Crear un filme social hace que el tema perdure, se resuelva o no, lo importante es dejar un testimonio.

“Yo pensaba que si sacaban a esta gente, lo debía dejar registrado, debía dejar testimonio de lo que pasaba allí, de que esa comunidad existió. Y que tuviera eco, por ejemplo, en Wirikuta. ¡Es hablarle a Juan para que escuche Pedro!”

Se informa en el documental que Providencia, Mazapil, Zacatecas, 3 kilómetros al norte de Salaverna, fue desalojada por la minera Peñoles en 1962, los pobladores se dispersaron a diferentes comunidades, incluyendo Salaverna.

También se aprecia que la escuela primaria de este lugar fue cerrada por la SEP y los niños se quedaron sin clases. Los pequeños que permanecieron estudian en Mazapil, pero les cobra el taxi 50 pesos. En la Telesecundaria sólo hay una niña. Y en la escuela de la unidad habitacional sólo aceptan niños que viven en el Nuevo Salaverna.

Los pozos o los respiraderos de la mina, donde salen los gases tóxicos del interior, molestan a la gente por el ruido que causan.

“Nos duele la cabeza y no respiramos bien”, se queja una ama de casa que resiste a salirse de su humilde hogar.

El director de la cinta, a quien ya avalan 6 cortos documentales, algunos de ellos presentados en varios festivales, revela que al principio le dio miedo filmar la zona:

“No nos respaldaba nadie. Sólo Conservación Humana de Zacatecas, lo filmamos muy desprotegidos. Además, la situación de seguridad en ese tiempo era muy complicada, las empresas les pagaban a los Zetas para que las dejaran trabajar. Tratamos de ser precavidos. Llegábamos temprano a Salaverna y nos íbamos el mismo día, y la empresa en ese momento tenía seguridad privada, revisaba quién entraba y salía de la comunidad.”

–¿Ha ayudado en algo el documental?

–Creo que sí. Eso es lo más gratificante. Al mostrárselo a los medios, realizaron notas de lo que pasaba, incluso el gobernador se pronunció. Nosotros con el documental seguimos denunciando. Las familias que se fueron al Nuevo Salaverna están molestas con la empresa minera porque no les han entregado las escrituras de sus casas, no son dueños de sus hogares. No pueden regresarse porque ya no pueden, no tienen a dónde ir, y los que se quedaron no se pueden ni quieren ir.

“Y el gobierno del estado sigue manteniendo un cierto silencio, y realmente la Semarnat no ha hecho nada.”

El realizador asegura que trató de crear un trabajo objetivo:

“Como cineasta, al principio mi interés era manejar un cierto estilo, pero cuando llegamos la situación era tan desgarradora y deprimente que optamos por darles voz a los habitantes, y les di voz de la forma más tradicional que pudiera ser y no estorbarles.”

–¿En qué momento decide terminar de grabar?

–Lo terminé porque era mucho desgaste emocional . Era muy difícil estar con ellos. Éramos su único apoyo. El representante de la comunidad me hablaba desesperado, y sólo podía ayudarlos con el documental y trataba de encontrarles espacio para que los escucharan.

“Me sentía muy impotente. Me llamaban para decisiones muy serias que querían echar a andar. Me pedían mi opinión y yo no podía hacer comentarios a la ligera, irresponsablemente, eran en ese momento 35 familias que quedaban. Me interrogan: ‘¿qué hacemos?’. Era muy complicado para mí. Mi único compromiso era ser lo más claro posible en la narración fílmica, por eso busqué al representante nacional de ingenieros metalurgistas. Esa entrevista la logré con el apoyo de la Secretaría de Desarrollo del Gobierno del Estado, después me pidieron que los quitara de los créditos, y así lo hice.”

Salaverna es una producción de Conservación Humana Zacatecas, Asociación Civil Manuel Ortega, Museo de Zóquite, Targum Producciones y Kassia Films.

“Es una película con la que menos he batallado para producir. Todos reaccionaban en cuanto les mostraba el material y les platicaba de Salaverna. Enseguida se unían a la causa, no necesitaba convencerlos mucho. Me señalaban: ‘¿En qué te ayudo para auxiliar a esa gente?’. Se organizó una presentación del filme en una cafetería en la ciudad de Zacatecas, y el público que acudió creó la asociación Amigos de Salaverna y han mantenido contacto con la comunidad.”

Concluye:

“Es que el documental no te deja ser un espectador pasivo, quieres volverte activo.”

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