La batalla sobre el maíz transgénico en el buzón de Los Pinos

martes, 14 de octubre de 2014 · 22:57
MÉXICO, D.F. (apro).- En septiembre pasado, dos cartas llegaron a las oficinas de Enrique Peña Nieto. Una era del Instituto Flamenco de Biotecnología (VIB, por sus siglas en flamenco), firmada por un grupo de científicos a favor de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM). La otra la enviaron científicos del Laboratorio de Biología Celular y Molecular de las Plantas del Instituto Salk. Ambas compartían el mismo fin: Desacreditar la misiva enviada por David Schubert hace un año al presidente, en la que el científico del mismo Instituto Salk urgió al mandatario impedir la comercialización de semillas de maíz transgénico en México. En la carta alertó los riesgos que representarían para el medio ambiente y las incertidumbres que, afirmó, existen sobre su inocuidad en la salud humana. Si bien las dos cartas no parecen vinculadas entre sí, ya que fueron enviadas en fechas separadas y por autores de países distintos, la consultoría de comunicación Llorente y Cuenca las juntó y se encargó de difundirlas hoy –un mes después de su envío– a los medios de comunicación mexicanos, acompañadas de un boletín. Esta compañía, ubicada en el lujoso barrio de Bosques de las Lomas en el Distrito Federal, vende estrategias de comunicación a las empresas –lo que implica la difusión a medios– en temas tan diversos como  “reestructuraciones” empresariales, “minería”, “infraestructura”, “reputación y empleados” y “comunicación online”, entre otros. Contactada por teléfono por Apro para conocer la fuente que envió las cartas a la consultoría, la encargada de la difusión de Llorente y Cuenca, Karla Díaz, aseveró que éstas le llegaron desde el “sector de la industria agropecuaria” y que la consultoría las transfirió, “porque creemos que es información relevante y queremos compartirla”. La encargada afirmó varias veces que transfirió las cartas sin que ninguna empresa haya contratado a la consultoría. En el comunicado, Llorente y Cuenca explicó que estos documentos “desacreditan las hipótesis erróneas del Dr. Schubert, tan promovidas por activistas anti-transgénicos” y que en caso de que el medio tenga “cualquier cuestión adicional, no (dude) en contactarnos”. ¿Futuro de la humanidad? En la carta enviada a Peña Nieto, fechada el 15 de septiembre pasado, el VIB planteó que “las fuentes de gene endógeno de maíz deben ser protegidas tanto como se pueda”. Sin embargo, precisó que “esto no es un argumento para prohibir la introducción de maíz OGM en México”. Abundó en que el maíz OGM no es más dañoso que las plantas tradicionales y urgió al mandatario a no tomar en cuenta las “historias de horror que circulan en Internet” respecto a las plantas modificadas para tolerar el glifósato, un herbicida que, entre otros, comercializó la transnacional Monsanto bajo el nombre de Roundup. Al afirmar que existe un “consenso científico internacional sobre la inocuidad de las plantas OGM, ambos para el medio ambiente y para la salud de los humanos y los animales” y sin entrar en detalles, los seis científicos del grupo pro-OGM subrayaron que las plantas transgénicas “podrían ser vistas como una herramienta adicional para incrementar la seguridad alimenticia y la productividad, mientras reduciría el impacto de la agricultura sobre el medio ambiente”. La segunda carta, escrita por varios científicos del Instituto Salk el pasado 2 de septiembre –aunque insistieron en que la firmaron a título individual y no como representantes del instituto–, aseveró que “los OGM son muy importantes para el futuro de la humanidad”. Su argumento lo apoyaron en “la vasta mayoría de los científicos”, –sin especificar nombres– e insistieron en que “los OGM son seguros en principio”. Enorme peligro Ambas cartas refirieron la recomendación que hizo David Schubert, el inmunólogo y autor de varios textos que tratan del peligro de los OGM, al mismo Peña Nieto el 14 de octubre de 2013. En su carta, Schubert afirmó que la autorización de la comercialización de las semillas de maíz OGM en México representaría un riesgo ambiental –al degradar las poblaciones de maíz nativo–; generaría altos costos sociales, debido al alto precio de las semillas; así como una dependencia social y política a las compañías de biotecnología como Monsanto. Además, afirmó que el importante consumo de maíz en la dieta mexicana generaría potenciales problemas de salud, ya que los mexicanos ingerirían altas cantidades de proteína Bt, un insecticida producido por ciertas variedades de plantas OGM a raíz de la modificación de su genoma. Citó estudios que demuestran la supuesta nocividad del consumo de plantas OGM en puercos y ratas, cuya veracidad atacaron los científicos, quienes enviaron sus peticiones a Peña Nieto el mes pasado. Schubert concluyó: “El maíz GM no representa ningún beneficio para su país, sino más bien un enorme peligro para la salud de los mexicanos. Sería un profundo error que el maíz transgénico entrara al suministro alimentario de México”. A raíz de una medida cautelar, adoptada por el Juzgado XII en Materia Civil del Distrito Federal el 17 de septiembre de 2013, las compañías productoras de transgénicos no pueden ingresar a México sus semillas de maíz modificado. El tribunal otorgó la medida cautelar, ante el riesgo de que, a través de su polinización, las plantas transgénicas contaminen a las nativas de México y pongan en peligro su supervivencia.  

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