Los "monstruos marinos y cataclismos" de Carolina Rueda

viernes, 24 de octubre de 2014 · 08:02
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Cuentera, actriz, tallerista, profesora, sostén de escalera, probadora de sillas, gourmet de pastelería, y sobre todo pasajera de todo tipo de vehículos motores y mecánicos por los ríos del mundo, es la carta de presentación en la Web de la colombiana Carolina Rueda, reconocida en su tierra como la “primera dama” de la narración oral. Viajera incansable, con una trayectoria de 26 años, se ha presentado en todos los festivales de Colombia y ha llevado el arte de su palabra a la Argentina, Chile, Perú, Venezuela, Costa Rica, Estados Unidos, España, Islas Canarias y México. Este 2014, luego de participar en el X Festival Internacional de Narración Oral de Zacatecas, hizo una breve escala por el Distrito Federal y este viernes 24 de octubre, a las 19:00 horas, presentará su espectáculo más reciente, “Monstruos marinos y cataclismos”, en la Capilla Alfonsina, del INBA (Benjamín Hill # 122, Col. Condesa). Una propuesta escénica que ofrece al público un campo de juego divertido, fantástico, pleno en imágenes, cachondo, en donde entrelaza historias de Gustavo Roldan, Ray Bradbury y Hector Abad Facciolince con un personaje central: un dragón que además de viajar por el cielo, tiene la cualidad de hacer realidad todos sus sueños. Para Carolina Rueda la narración oral es tradición milenaria, arte y una necesidad espiritual del ser humano, así lo ha señalado en distintas entrevistas a los medios de comunicación. “Hay tanta tecnología y tanto medio masivo atropellando a las personas que se necesita regresar al encuentro directo con el otro, esto lo da la narración oral, estar de tú a tú, de boca a oreja, una necesidad espiritual del ser humano que se sostiene con distintas formas, al readecuarse en cada época”. Por ello, narrar tiene que ver con la mezcla de dos cosas, afirma, una necesidad imperiosa de llegar al otro, de tocarlo, de conmoverlo, y gracias a su conmoción podemos conmovernos nosotros. “Contar sirve para descubrirte, no se trata de un acto que hago yo verticalmente con el público, el público es mi colega, mi compañero de escena”. Respecto a la influencia de la cultura colombiana en su trabajo escénico, expone. “Yo no cuento especialmente tradiciones colombianas, cuento literatura universal, tradiciones universales, porque creo que el mezclador es lo que es colombiano. La manera cómo observas, cómo ves, cómo logras realzar ciertas acciones, o personajes que enfrentan la dificultad con una cierta alegría, cierta vitalidad, eso sí es un carácter colombiano”. Los colombianos son una cultura de sobrevivientes, opina. “Hay como un estado de alerta en general, para vivir la vida, para leer, para salvarte. Es una cosa que está incorporada naturalmente. Por otro lado, somos una cultura de habladores. En Colombia él que no habla no vive, no importa la profesión tienes que saber ofrecer bien lo que haces. La pregunta es ¿y se puede vivir de contar cuentos? Yo digo que todos vivimos del cuento, lo que pasa es que los cuenteros lo confesamos”. Llegó a ser narradora de historias cuando era estudiante de literatura y hacía teatro para aficionados en la universidad: “Tomé un curso en la Biblioteca Nacional gracias al escritor colombiano Jairo Aníbal Niño y allí encontré un lugar donde se mezclaron mis dos pasiones: la escena y la lectura, de la manera más creativa que jamás imaginé”. Quienes cuentan historias orales son lectores, pero de sentido, considera. “Es en ese aspecto que la narración motiva a la lectura, pero no exclusivamente de los libros, sino de los signos de la vida, de los arquetipos y de las múltiples relaciones causa-consecuencia”. En su trayectoria ha combinado, además, la impartición de talleres con la gestión cultural, durante varios años coordinó la muestra de cuenteros nacional e internacional del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. Ha trabajado un repertorio, “de las más variadas procedencias e invenciones”, para públicos infantil, juvenil, adulto y tercera edad con historias populares y versiones libres de cuentos de: Ray Bradbury, Stanislaw Lem, Charles Dickens, Gabriel García Márquez, Italo Calvino, Roal Dahl, entre otros. Su trabajo ha sido catalogado como de primera línea y cada función que nos ofrece en el escenario presenta una artista fuerte, intensa, exploradora y completa.

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