La búsqueda de migrantes centroamericanos desaparecidos

lunes, 24 de noviembre de 2014 · 14:41
ACAYUCAN, Ver, (apro-cimac).- Detrás de unas rejas blancas, Mariela, de 21 años, permanece de pie y mira con desconfianza a una decena de mujeres de la X Caravana de Madres Centroamericanas “Puentes de Esperanza” que, pegadas a las rejas, tratan de comunicarse con ella y saber cómo llegó a la Estación Migratoria de este municipio. Intrigada, Mariela camina hacia las rejas y trata de escuchar las mujeres que le gritan y que portan camisetas blancas con la leyenda “Movimiento Migrante Mesoamericano”. Es mediodía del domingo 23 de noviembre y Mariela apenas tiene un par de horas en este centro de detención, luego de que fue detenida por la policía cuando viajaba en un camión de pasajeros que la llevaría de Veracruz hasta la frontera con Estados Unidos. La joven es una de las miles de mujeres que llegan a México sin documentos de estancia legal, y que son albergadas en estos centros. Según datos del Instituto Nacional de Migración (INM), en 2010 hubo 70 mil 102 personas detenidas en las estaciones migratorias, de las cuales 14.7 por ciento (10 mil 304) eran mujeres. La reja impide una conversación fluida y Mariela apenas pronuncia palabras, pero cuenta que apenas el pasado viernes 21 de noviembre dejó a su familia, oriunda del municipio guatemalteco de Tacaná, con la idea de salir de la pobreza y llegar a Estados Unidos, donde vive y estudia su hermana. A ciencia cierta ella no sabe qué autoridad migratoria la detuvo ni tampoco a cuántas personas más detuvieron en el camión, pero a lado de la habitación donde se encuentra hay otro cuarto donde están tres jóvenes que, cuentan a esta agencia, fueron detenidos un par de horas antes a bordo de un autobús. Ya con más confianza, Mariela dice que ninguna persona le ha explicado qué pasará con ella ni le han ofrecido hacer una llamada telefónica, por eso es que una de las madres se ofrece a ser intermediaria entre la joven y Antonia, la madre guatemalteca que aún no sabe de la detención de su hija. Lejos de Mariela, en otra estancia se encuentra Marcelino, un joven hondureño que lleva consigo a su hijo de seis años, un niño que en su encierro, detrás de las rejas, abre sus grandes ojos negros y sonríe a las mujeres que lo saludan. Padre e hijo fueron detenidos el viernes 21 de noviembre también a bordo de un camión. Estas habitaciones se pueden ver desde el patio de la Estación Migratoria, pero la población migrante está adentro y a ese espacio entraron las madres y familiares de la caravana y tres representantes de medios de comunicación. Tras el recorrido, un grupo de madres narró lo que vieron: mujeres, niñas, niños y jóvenes que afirmaron ser tratados bien y que permanecen en instalaciones limpias, al parecer tenían comida y hasta atención médica, pero las mujeres dudaron de la buena atención. Una de ellas espetó: “Están bien, pero les falta la libertad”. De acuerdo con el informe “La ruta del encierro. Situación de las personas en detención en estaciones migratorias y estaciones provisionales”, de la organización Sin Fronteras, en estos lugares no hay actividades recreativas, es difícil hacer llamadas, hay escaso o nulo apoyo de los consulados, y muchas veces es incierto el tiempo de reclusión. A pesar de las explicaciones del personal del INM, las madres dijeron no estar convencidas de que los migrantes estén en buenas condiciones. “No creo que siempre sea así”, “al ver esto sólo me hace subir la hiel”, “¿no sería menos costoso dejarlos en libertad que tener todo esto?”, criticaron. Les informaron que incluso una mujer parió ahí mismo, pero les aseguraron que una mujer que ahora está embarazada sería llevada a un hospital. También afirmaron que a las y los niños los deportan en avión, aunque las madres dijeron saber de casos en que las y los menores de edad deben viajar a su país en camiones repletos. Una vez más, una de las mujeres no se cansó de decir: “Esto es un gran gasto, por qué mantenerlos encerrados si no cometieron ningún delito. Estar encarcelado ya es un deterioro físico”. Otra contaba cómo al entrar a la Estación Migratoria, unos adolescentes le gritaban que los llevara con ella. “No tenemos el mismo apellido, si no yo lo sacaba”, decía otra. Las mujeres recomendaron a Horacio Alcocer Rangel, encargado de la Estación Migratoria, mejorar las condiciones de alojamiento y tomar medidas, como fotografías de los migrantes, para que sea más fácil localizar a las personas desaparecidas que pudieran estar recluidas.

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