Roberto Gómez Bolaños: "debí ser El chavo del ocho, no Chespirito"

viernes, 28 de noviembre de 2014 · 20:24
MÉXICO, D.F.e (apro).- Desde Cancún, Quintana Roo, hoy fue anunciado el fallecimiento del cómico favorito de la niñez latinoamericana, Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, a los 85 años de edad. El creador de las series televisivas mundialmente famosas, “El chavo del ocho” y “El chapulín colorado”, reportó problemas de salud en el nuevo siglo y en diversas ocasiones fue difundida apócrifamente su muerte en internet. Hoy, tuiters emitidos tanto por el presidente Enrique Peña Nieto, como por el jefe de gobierno capitalino Miguel Ángel Mancera y el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, confirmaron y lamentaron el deceso. Cuando a Roberto Gómez Bolaños se le preguntaba si el nombre de su personaje Chespirito derivaba del de Shakespeare, irremediablemente confesaba: “Sí, me lo puso Agustín P. Delgado, un director de cine.” En 1993, con motivo de su puesta teatral 11 y 12 en el Teatro Libanés, el también dramaturgo difunto Víctor Hugo Rascón Banda escribió una crónica para Proceso, que comenzaba así: “Chespirito es un caso para un libro de récords. Cuando hay asambleas de la Sociedad General de Escritores de México y se requiere que haya quórum para algún acuerdo, José María Fernández Unsaín, el presidente, se tranquiliza cuando ve llegar a Roberto Gómez Bolaños, creador e intérprete de Chespirito, porque su voto, en razón de los jugosos derechos de autor que genera por sus programas de televisión, vale más que medio teatro ‘Wilberto Cantón’ ocupado por dramaturgos, poetas, novelistas y guionistas de cine y radio. “A veces, sin dejar de realizar su programa semanal que escribe, dirige, produce y actúa desde hace más de 20 años en el canal 2, Chespirito o el Chavo del Ocho o el Chapulín Colorado incursiona en otros géneros, como la telenovela que dirigió, escribió y produjo no hace mucho tiempo o en el cine, como El Chanfle, o en el teatro, como ahora que se presenta en nueve funciones semanales con la obra 11 y 12, que escribe, dirige, produce y actúa en el Teatro Libanés”. En su propia tinta Hace ocho años, con motivo de la aparición de sus memorias Sin querer queriendo (Editorial Aguilar), Roberto Gómez Bolaños confió a este reportero (Proceso 1561) que nunca había visto ni una sola puesta en escena de William Shakespeare, pero que conocía todas las obras que había escrito y lo admiraba. Y así como Cervantes escribió El Quijote para acabar con las novelas de caballerías, él creó al Chapulín Colorado para satirizar a los falsos héroes, Superman y Batman. “Tonto, débil, torpe y miedoso”, su pequeño héroe se enfrenta a los problemas y al mal porque “es el niño que todos llevamos dentro”. Entonces declaró que el personaje al cual más ama de los suyos es El Chavo del Ocho. Enseguida, algunos fragmentos de aquella entrevista. Cada ciclo escolar, durante la salida tras el primer día de clases, un esmirriado Robertito no tenía otro remedio sino darse de trompadas con compañeros más altos y fortachones, quienes lo despreciaban por chaparrón y timorato, se burlaban de su magra corpulencia y, retándolo, les parecía pan comido para golpizas y humillaciones. Sin embargo, no contaban con su astucia: “Desde chavo fui peleonero, es un complejo de muchos chaparritos y era bueno pa' meter los puños, además. De joven entré incluso a los Guantes de Oro, fui campeón mosca junior de adolescente…” Habla Roberto Gómez Bolaños, aquel chiquillo que hoy cuenta con 77 años de edad y es conocido en el continente latinoamericano bajo el sobrenombre de Chespirito, sin duda uno de los comediantes más entrañables y admirados en el mundo de lengua hispana: “Fue todo un proceso de maduración y ahora detesto el boxeo profesional y las corridas de toros. Aunque he simpatizado políticamente con Vicente Fox y Felipe Calderón, hay algo que sí les diré: ‘Señores, a ustedes les fascinan las corridas de toros, pero yo las detesto’. “Yo eliminaría desde ahora mismo las corridas de toros y el boxeo profesional, nomás que para ello tendría que agarrarme a puñetazos con el mundo entero.” Auténtica celebridad del espectáculo, el creador de El Chapulín Colorado narra, a través de 16 capítulos que conforman 440 páginas de sus memorias Sin Querer Queriendo, de reciente aparición en Editorial Aguilar, cómo ese enanito debilucho de antaño superó la pobreza hogareña para crecerse ante las adversidades y materializar sus sueños de paladín justiciero. Así, Roberto Gómez Bolaños se transformaría en el ídolo de la pantalla televisiva para la familia mexicana encarnando ideales quijotescos, gracias a personajes heroicos, pero particularmente uno, el consentido de su inspirado repertorio: El Chavo del Ocho. “Aunque yo haya sido muy miedoso, El Chapulín Colorado a la mera hora enfrenta los problemas y es el más valiente. Soy Chespirito, si bien después de todo lo vivido tengo que aceptar algo: debí de haber sido El Chavo del Ocho, pues me identifico totalmente con él, ése sí soy yo porque es una caracterización que me ha ganado el cariño de la gente, un cariño muy bonito, muy limpio. Eso no lo consigue nadie fácilmente.” Hace un año, Gómez Bolaños publicó El diario de El Chavo del Ocho (con colofón histórico a cargo de su esposa Florinda Meza, Punto de Lectura, 166 páginas), en el que describe la oncena del elenco que creó para sus programas con varias ilustraciones suyas al lápiz: Doña Florinda, el señor Barriga, La Chilindrina, Don Ramón (Ron Damón), Doña Clotilde (La Bruja del 71), Jaimito, La Popis, Ñoño, Godínez, Quico, El profesor Jirafales, más el mismo Chavo del Ocho. El hijo de Chespirito, Roberto Gómez Hernández, y Televisa lanzarán una novedosa serie en coproducción de Anima Estudios: se trata del programa especial con el primero de los 27 capítulos elaborados por Chespirito sobre El Chavo del Ocho pero en dibujos animados digitalmente, transmitiéndolo Canal 2 desde México a la Patagonia e intitulado El Chavo animado. Palabra de autor La biografía Sin Querer Queriendo es el recuento que Chespirito prodiga de anécdotas personales o familiares, detallando su ascenso artístico sin escatimar marcos históricos ni políticos (nació en 1929, mismo año de haberse fundado el PRI, “susodicho partido que jamás me ha guardado el debido respeto”). Por ejemplo, en la página 242 del capítulo noveno, anota: “En México continuaba el sexenio encabezado por Luis Echeverría Álvarez… Fue notoria su participación en el caso del periódico Excélsior, donde aseguran maniobró hasta conseguir la expulsión de Julio Scherer, Vicente Leñero y demás periodistas de amplia trayectoria que habían cometido la 'osadía' de mostrar su desacuerdo con muchas medidas gubernamentales.” --¿Cuál ha sido el mejor presidente mexicano? --Gustavo Díaz Ordaz en algunas cosas y no porque haya sido mi tío, a quien nadie quería, antes del 68 fue el mejor presidente, y si vemos los números de la inflación que tuvo México, se justifica. “Luego, Salinas, aunque no había ganado, pero fue inteligentísimo. Y con Fox pasa lo mismo, sus cifras son mejores después de Díaz Ordaz pa'cá. Ahora, la respuesta más acertada que puedo dar es: ninguno.” Entrevistado por Proceso en una oficina del grupo Santillana Ediciones Generales, el autor se define como persona tranquila que vive de manera sencilla, sin desvelarse. Afirma haber asistido “a dos discotecas y media en toda mi vida”, ser un escritor infatigable (“sufro con la página en blanco, pero no con lo que escribo”), poseer más de 2 mil guiones televisivos (“cuando veo que Rulfo hizo sólo dos libros, me da una envidia de la fregada”), haber visitado y actuado en 50 países y compartido cenas con primeros mandatarios de medio universo. Destaca que su mayor logro “como ser humano” es “haber dejado de fumar hace 11 años luego de 40”, cuando empezó “a los 21”. Y confiesa: “Yo sé que soy primero escritor no sólo cronológicamente, sino en función de afición de lo que me gusta; pensaba ser escritor toda mi vida y luego empecé a actuar o dirigir, paradójicamente la fama me llegó por la actuación.” Best-seller, actor, dramaturgo (11 y 12), adaptador y director cinematográfico (la futbolística El chanfle, Charrito o Don Ratón y don Ratero), decimista, compositor musical, defensor de los derechos animales y de la niñez, revela que el origen de su apodo Chespirito se dio luego de escribir programas para Viruta y Capulina en la serie de tele “Cómicos y Canciones Adams”, y decidió convertirse en libretista independiente de cine a finales de los cincuenta: “El primero que escribí le gustó tanto a quien habría de dirigir la película, que me elogió diciéndome que yo era un pequeño Shakespeare, ¡háganme el favor!, y empezó entonces a llamarme 'Shakespearito', diminutivo que, después de haber castellanizado su pronunciación, terminó por convertirse en Chespirito.” Pese a nunca haber visto en teatro una obra de William Shakespeare, ha leído todas sus comedias y tragedias; su favorita es Lady Macbeth. La obsesión por escribir se remonta a los días de su infancia: “Recuerdo que iba en segundo año de primaria y me imaginaba a un león entrando en el aula de clases y que yo me le enfrentaba como si fuera Tarzán, le salvaba la vida al profesor. Cuando pasó el tiempo, pensé: ‘¿De qué me sirve pensarlo si nunca voy a hacer esto?’. Y ya bastante tiempo después: ‘Pues no lo voy a hacer, pero podría escribirlo…’.” Ante cuestionamientos de colegas quienes en la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) lo impulsan a pensar que un buen escritor “debe leer todo Joyce, Proust, Kafka o Borges”, esgrime algunas cuantas lecturas poéticas de Octavio Paz y Sor Juana Inés de la Cruz, advirtiendo que su oficio quedó marcado por El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha: “Reconozco que así como El Quijote fue escrito por Cervantes para burlarse de las novelas de caballería, guardando proporciones, El Chapulín Colorado fue mi sátira contra los Supermanes y los Batmans que abundaban en esa época de superhéroes. Fue mi versión del héroe valiente como Don Quijote, pues si Superman puede detener al asteroide que va a chocar con la Tierra y hacer todo lo que quiera, es un antihéroe. “El Chapulín Colorado es chaparro, feo, tonto, débil, torpe, miedoso; pero se enfrenta a los problemas y al mal, entonces es el héroe, el niño que todos llevamos dentro.” Autodidacta, Roberto Gómez Bolaños cita un texto definitivo para su formación literaria: Ciencia del lenguaje y arte del estilo, “publicado hace medio siglo” por el lingüista español Martín Alonso: “Mis libros me han proporcionado una suerte bárbara porque gente preparada me elogia: 'Oye, ¡qué bien escribes!'… Sé que manejo mejor que muchos intelectuales ya no digamos la ortografía o la sintaxis, sino la redacción, y me comparo, sí, lo han comentado en paz descanse Margarita Michelena y Cristina Pacheco. Se los agradezco enormemente. “Yo leía con gusto a Rubén Darío, pero al enterarme de su posición política apoyando a Huerta, ¡híjole!, ¿a quién le hago caso, al poeta o al acomodado? Martín Luis Guzmán escribió una novela, La sombra del caudillo, una historia sucia, mala, no sé; pero redactaba estupendamente, sabía su oficio y esto debe uno captarlo porque en ocasiones no resulta fácil si combinamos la ideología y la escritura.” Defensor de Fox y Calderón En la galería fotográfica de Sin Querer Queriendo sobresalen dos gráficas con presidentes mexicanos: Carlos Salinas de Gortari y Vicente Fox, para quien Chespirito grabara spots en apoyo a su candidatura en el 2000. “Nunca he querido participar directamente en política, pero sí de manera cívica, pues me informo de los sucesos mundiales y me apasionan los hechos políticos que ahora abruman a México, son tremendos, algunos grandísimos temores. Oigo y dicen: ‘Vendrá otra vez la revolución’ y no es cierto, la historia no se repite jamás, es una condición de la vida no repetirse. “Y me contradicen: ‘Es que ahora hay dos Méxicos’, y yo: ‘¡En la madre, si con uno estábamos mal, con dos está de la fregada!’. “Y he mandado cartas a periódicos defendiendo a Fox no por lo que dicen sino cómo se lo dicen, la forma ofensiva que actualmente usan no es mi estilo, pues lo peor sería usar la manera igual que critico, hay que decir lo que uno desee pero sin ofender. Y eso se da contra el presidente Fox, lo cual me da mucho coraje, como la carta que mandé a Guadalupe Loaeza...” A comienzos de enero de 2006, Televisa informó su propósito de crear una estrategia de difusión de imagen para el candidato panista Felipe Calderón, considerando programas en los que participaría Chespirito tras la transmisión en pantalla de su serie El Chavo del Ocho. --¿Por qué su apoyo a Felipe Calderón? --Lo he tratado pocas veces, tres o cuatro. La primera, ni por aquí me pasó que sería candidato del PAN a la Presidencia y fue en la Sogem, cuando estaba al frente el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, y junto Felipe Calderón, luego yo, y unos que estaban muertos de coraje porque me colocaron más cerca... “Llegó un momento en que hablaban de los impuestos y cosas así, como que ya se comenzaba a desatar el anti foxismo, y Rascón Banda me preguntó mi opinión, definiéndome políticamente: ‘Roberto, ¿qué piensas tú, que eres panista?’, y yo le dije: ‘No, un momento, hice un spot por Fox, he sido foxista y sigo siéndolo, pues fue un excelente cambio el que hicimos por quitar al PRI y se niegan los aciertos no obstante los errores cometidos’. “Ahora me parece paradójico que me hayan tergiversado con eso de que hice propaganda a favor de Fox dizque porque estaba anunciando sus logros; pero no fue una cargada a favor de alguien, se le debe permitir a cualquiera presumir si hubo aciertos porque a quien no le parezca, pues que afirme que se trata de una anti propaganda, no propaganda.” Se le recuerdan dislates que Fox utilizó como cuando calificó a las mujeres “lavadoras de dos patas”. Concuerda: “Sí, Fox hizo muchas de esas… Pero se enfrentó al PRI cuando nadie pensaba que iba a ganarle y él consiguió algo dificilísimo, aunque ya le había ganado Cuauhtémoc Cárdenas en 1988… “No todos pueden estar de acuerdo conmigo, sean Fox o Calderón, pero bueno: sabemos que es verdad eso de que a Fox no le gusta la lectura y conocemos perfectamente que no conocía a Jorge Luis Borges. Se lo paso… Lo imperdonable es que no conociera a Fidel Castro, eso sí no se le puede admitir, pues al haber hecho ese telefonema con aquello de ‘comes y te vas’ pecó de ignorancia, debió suponer que su conversación Fidel la estaba grabando.” --¿Le cae bien, pues, Felipe Calderón? --Desde la primera vez, lo que sucede es que también ya han empezado a decir que es un ignorante como Fox, que no ha leído y es una mentira enorme. El señor está preparado, sabe, es muy inteligente. No lo he visto mucho, nos topamos en un mitin en la colonia Del Valle que es un rumbo muy panista, intercambiamos ideas con el público, estaba Demetrio Sodi, otro tipazo que me caía muy bien desde el PRD y platiqué más con él que con Calderón. En cualquier partido hay buenos, malos, mediocres y peores. (Dicho encuentro sucedió el martes 13 de junio. Calderón encabezó una gira por la capital para defender a su cuñado Diego Zavala por supuesto tráfico de influencias en la Delegación Benito Juárez, y Chespirito con su esposa Florinda Meza expresaron estar en pro del panista. La actriz preguntó en el acto: “¿Quieren que todo el país se convierta en un tianguis, que se vuelva a la corrupción? No, no quiero seguir secuestrada por el PRD, a los otros no les importa el país, les importa el hueso.”). --¿Su opinión de Andrés Manuel López Obrador? --Es un tipo raro... No creo que le hayan hecho fraude, si se hubiera hecho el recuento como pedía López Obrador en las zonas o casillas que se escogieron eran lopezobradoristas, creo que la diferencia hubiese favorecido más a Calderón. “Lo han dicho muchos comentaristas y analistas, López Obrador no fue superado sino por su propio comportamiento errático, él mismo lo derrumbó porque llevaba ventaja, creo que él solito provocó su caída y que también se ha rodeado de gente que en nada le va a ayudar.” --¿A qué aspira usted, Roberto Gómez Bolaños? --A muchas cosas, quiero ser útil. “No héroe con una utilidad así masiva, comercial. En mis programas y en películas me propuse nunca hacer daño a nadie, porque el deseo de venganza es innato al ser humano; pero el héroe, aquel con el que se identifica la gente, debe perdonar, si no se convierte en el villano. Eso lo aprendí con mi palomilla de los Araucanes desde chavo; había muchachos excelentes para pelear en la calle, y así lo expreso en mis memorias Sin Querer Queriendo.”

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