El Estado monopoliza el terror: Carlo Ginzburg

miércoles, 24 de diciembre de 2014 · 17:48
El creador de la microhistoria, quien vino a la Cátedra “Julio Cortázar” a presentar su más reciente volumen de ensayos –uno de ellos relacionado con la historia de México–, observa que la lucha contra los cárteles es empleada como un elemento de legitimación para el terror de Estado. Al interconectar miedo, reverencia y terror, el poder secularizado sostiene al capitalismo moderno e invade el espacio anteriormente ocupado por la religión. Un poder que, entre burlas y veras, durará “10 mil años”, dice el historiador italiano. De ahí que se interese por el estudio del arte, que siempre ha estado ligado a los poderes políticos, religiosos y económicos. Es en el análisis detallado de sus elementos iconográficos donde Ginzburg encuentra una veta inconmensurable. MÉXICO, D.F. (Proceso).- Las palabras miedo, reverencia y terror, similares en su significado aunque la última está llevada al extremo, dan título al nuevo libro del historiador Carlo Ginzburg (Turín, 1939), quien vino a presentar su más reciente volumen en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en la Ciudad de México, y a participar en la Cátedra Latinoamericana “Julio Cortázar”, en Guadalajara, Jalisco. Previo a esos actos, el considerado como uno de los historiadores más importantes de la actualidad, creador de la microhistoria y autor del célebre libro El queso y los gusanos (1976) conversa con Proceso en la sede del Colectivo Contrahistorias, en los multifamiliares Altillo de Avenida Universidad, con la ayuda en la traducción del también historiador Carlos Aguirre Rojas, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es el primer día de su estancia en el Distrito Federal y se dio tiempo para visitar el Polyforum Cultural Siqueiros y los barrios de San Ángel y San Jacinto en el sur de la ciudad. Se muestra maravillado por la diversidad de la cultura mexicana pero señala que no quiere dar una opinión que parezca superficial o banal. En cambio no se niega a hablar de la violencia en México. Comenta que el título de su libro permite reflexionar sobre la frase del sociólogo alemán Max Weber, donde explica que el Estado reclama para sí el uso de la violencia legítima. Ahora se puede decir, agrega, que el uso del terror “legítimo” es monopolio del Estado, y en el caso de México se ampara en el argumento de la lucha contra el crimen organizado. Editado en su versión en español (traducida por el mismo Aguirre Rojas) en Contrahistorias, el libro Miedo, reverencia, terror. Cinco ensayos de iconografía política reúne un conjunto de textos diversos entre sí pero unidos por la noción de Pathosformeln (“fórmulas de emoción”), propuesta por el historiador de arte Aby Warburg hace más de un siglo: 1.- Memoria y distancia. En torno de una copa de plata dorada (Amberes, aproximadamente 1530). 2.- Miedo, reverencia, terror: Releer a Hobbes hoy. 3.- David, Marat. Arte, política, religión. 4.- “Your country needs you”. Un estudio de caso en iconografía política. 5.- La espada y el foco. Una lectura del Guernica. En una mezcla de español e italiano, cuenta el historiador que el libro no fue proyectado como tal, sino que trabajó cada uno de ensayos por separado, incluso los publicó de manera independiente. Fue tiempo después cuando se dio cuenta de que podían constituir un solo volumen, sobre todo por la unidad dada a partir del concepto de Warburg. “La noción de Pathosformeln permite mostrar hoy las raíces antiguas de las imágenes modernas, lo mismo que el modo en que esas raíces han sido reelaboradas”, explica el autor en el prefacio. El título de la obra fue retomado del ensayo dedicado a Thomas Hobbes (1588-1679), autor de El Leviathan. En ese texto, Ginzburg aborda los tres temas: Miedo, reverencia y terror. Explica en la entrevista que el filósofo inglés utiliza una palabra, difícil de traducir al español o al italiano, que es awe, “un término polivalente porque expresa al mismo tiempo miedo y reverencia”. Su ensayo refiere que para Hobbes el origen de la religión o del Estado no sólo es consecuencia de una convención entre los hombres, sino resultado del temor, de la intimidación (awe). Ese término está en el centro de la reflexión del ensayo, primero la ambivalencia entre el miedo y la reverencia, y luego el extremo del miedo, que es el terror. La relación, sigue el historiador, no está sólo en Hobbes, sino en la raíz etimológica de reverencia, que deriva del verbo latino “vereor”, cuyo significado es “temer”. Conjugado en la primera persona “yo temo”, es justo “vereor”, y reverencia es “temore”. Ginzburg expresa así que “en el centro del poder político contemporáneo están estos tres elementos entremezclados: El miedo, la reverencia y el terror. Y enfatiza que se trata de un poder secularizado –que afirma al capitalismo moderno e invade el espacio anteriormente ocupado por la religión. Hay ahora, así, el inicio de un proceso de secularización que durará “diez mil años” y sustituirá a la religión. Tercia en broma Aguirre Rojas para señalar que mucho antes de eso el Estado será abolido. En realidad, explica enseguida el historiador mexicano, es una broma que se atribuyó a los dos grandes líderes comunistas chinos, Mao Tse Tung o a Zhou Enlai. El ensayo habla también de que el Estado utiliza y ejerce el terror. Dice: “…para Hobbes, el poder político presupone la fuerza, pero la fuerza sola es insuficiente. Así que el Estado, ese ‘dios mortal’, engendrado por el temor, hace nacer el terror: un sentimiento en el que se mezclan inextricablemente el temor y la intimidación. Para presentarse a sí mismo como la autoridad legítima, el Estado necesita ciertos instrumentos, y entre ellos (las armas) de la religión. Lo que explica por qué la reflexión moderna sobre el Estado se articula desde la teología política: y es ésta la verdadera tradición que Hobbes inauguró.” Cita inmediatamente a Max Weber, para quien el Estado se atribuyó el monopolio de la violencia legítima, y hace un parangón: El Estado tiene también el monopolio del terror. Menciona que aún se sabe poco de las estructuras y el rol creciente del crimen organizado, que quizá pondrían en discusión la tesis de Weber, salvo que el Estado asume que sus acciones son “legítimas”, y que las del crimen están fuera de la ley. –El terror del crimen organizado y del terrorismo, ¿son utilizados como argumentos del Estado para legitimar su terror? Provocan más miedo en la población ¿no? –Sí, sí. Agrega que en el caso de México la lucha contra los cárteles es empleada como un elemento de legitimación para el terror de Estado. Y lo mismo ocurre con Estados Unidos y el combate al terrorismo que también está fuera de la ley, oficialmente. Relámpago visual Antes de esta edición mexicana, Miedo, reverencia, terror fue publicado en francés pero sin el primer ensayo. Para Ginzburg es una alegría que se incluya ahora porque “tiene que ver con la propia historia de México”. El artículo nació en 2001 cuando él hacía una estancia de investigación de un año, en Múnich, Alemania, sobre diversos temas. Un día caminando con su esposa Luisa alcanzó a ver con el rabillo del ojo un objeto que llamó su atencion enormemente. Se trataba de una copa de plata dorada expuesta en el museo Schatzkammer der Residenz. En opinión del especialista, la visión es un acto muy denso, cargado de múltiples implicaciones. Ver es un acto instantáneo, como un relámpago, en cambio desarrollar e ir haciendo explícitas todas las implicaciones es un proceso mucho más lento. Así, luego de esa primera vision, Ginzburg volvió al museo y pasó muchos meses trabajando sobre la copa. Con ayuda de los restauradores pudo verla en varias ocasiones, observar sus detalles desde diferentes ángulos, incluidos la base y el interior. Hizo tambien un extenso trabajo en biblioteca. Sus inscripciones son escenas de los indios de América, hombres y mujeres desnudos en ambientes naturales. Y del otro lado construcciones imponentes de estilo europeo. El historiador considera que es una representación de la información enviada por Hernán Cortés desde México, en la cual compara la “gran ciudad de Tenuxtitán” con Sevilla o Córdoba. Su texto es un estudio histórico alrededor de la copa. Sin embargo, señala que no está aislado del resto de los ensayos sino, por el contrario, todos guardan relación, y es precisamente la duplicidad en el efecto visual inmediato que atrae muy poderosamente, como un choque, y luego da lugar a un estudio mucho más detenido, más particularizado y a la construcción de un argumento explicativo. Habla aquí entonces del cuarto ensayo que versa sobre un póster de Lord Kitchener, donde un militar apunta con el dedo al espectador y le dice: “your country needs you”. Fue una imagen que producía una especie de corriente eléctrica muy poderosa. Ginzburg la vio por primera vez en 1963 en el libro de Ernst Gombrich, Arte e ilusión. La imagen le impactó de inmediato y no duda en afirmar que fue uno entre millones de personas que en su momento vieron el póster y quedaron enganchados frente a él. Su imagen creaba de inmediato una relación “a la vez de vida y de muerte” pues buscaba enrolar a los jóvenes en la guerra, en donde perdían sus vidas luchando por su país. La ciencia del hombre Su último ensayo es un detallado estudio del Guernica de Pablo Picasso. Inicia con una cita del propio pintor español, quien respondió en una entrevista con el fotógrafo de origen húngaro Brassaï (seudónimo de Gyula Halász), la razón por la cual tenía obsesión por fechar todas sus obras: “¿Por qué cree usted que fecho todo lo que hago? Es porque pienso que no basta con conocer las obras de un artista. También hay que saber cuándo las hizo, por qué, cómo, en qué circunstancias. Sin duda existirá un día una ciencia, que quizá se llame ‘la ciencia del hombre’, que tratará de penetrar más a fondo en el hombre, a través del hombre creador… Pienso a menudo en esa ciencia, y quiero dejar a la posteridad una documentación lo más completa posible. Por eso fecho todo lo que hago.” A decir del historiador es una afirmación “sorprendente”. La conversación tuvo lugar el 6 de diciembre de 1943, seis años después de que el artista realizara el Guernica, que es –subraya en el libro– “la pintura mejor documentada no sólo de su carrera sino, cabe afirmar, de toda la historia del arte occidental”. Ginzburg aborda las circunstancias políticas en las cuales se creó la obra, su primera aparición en la Exposición Internacional de Paría en 1937. El contraste entre el pabellón español y los de los países nazis. Recuerda que el impacto de la obra en el imaginario del siglo XX es conocido pues “ha sido ampliamente considerado como un manifiesto antifascista, como un raro ejemplo de una obra de arte que logra transmitir un mensaje político”. Cuestiona, sin embargo, si realmente es tan evidente ese mensaje político, y hace un análisis detallado de sus elementos iconográficos, al tiempo que compila observaciones de diversos especialistas o historiadores del arte, como la de Anthony Blunt para quien la obra no era “un acto de duelo público, sino la expresión de una conmoción personal”, y además muestra su relación con otras pinturas que pudieron influir a Picasso. Se le pregunta al historiador italiano si acaso esa “ciencia del hombre” que permitiría conocer al ser humano a partir del proceso creativo, podría contribuir al conocimiento del poder puesto que el arte ha estado históricamente vinculado a él (religioso, político, económico). Le sorprende la idea de “un poder”, pues opina que hay múltiples poderes. En ese sentido, el artista tiene relación con los contextos (también en plural) en los cuales desarrolla su obra así como con quien financia la obra. Agrega que se debe hablar igualmente de diferentes tradiciones artísticas que influyen en “las obras singulares”. Vuelve al ejemplo del póster de Kitchener al cual se vincula con una tradición que remonta a ciertos cuadros de Jesús, y aún más a una obra perdida de Apeles (352-308 a.C) a quien Alejandro Magno pidió le hiciera un retrato. También hay que tomar en cuenta, sigue, que las obras y las imágenes están abiertas a múltiples lecturas: “En la interpretación de una obra están los dos elementos: De un lado una cierta constricción porque no es que sea infinitamente abierta la posibilidad de interpretación, hay límites, pero al mismo tiempo no hay una sola interpretación posible.” Nadie diría que ve en el póster de Kitchener a un niño con una gallina, pero esa imagen puede tener varias lecturas, dentro de ciertos marcos. El libro de Ginzburg es tan detallado en el estudio de las imágenes y obras artísticas, que por momentos parece el de un especialista en arte, además de contener el análisis en relación con “los poderes”. Dice al respecto que la historia no es una fortaleza “sino un aeropuerto” del cual se puede ir hacia diferentes direcciones y recuerda que hace años hizo el libro Pesquisa sobre Piero (1984), en el cual analiza tres obras del pintor italiano Piero della Francesca, II Battesimo, II ciclo di Arezzo y La flagellaziones di Urbino, desde los puntos de vista histórico, sociopolítico, religioso y de las tradiciones, entre otros. Obligado es preguntarle si conoce arte mexicano y qué piensa del muralismo que tuvo también motivaciones y temas políticos o las obras del Taller de la Gráfica Popular (TGP) contra el fascismo. Admite desconocer la producción del TGP pero expresa su gusto por el muralismo y menciona su visita de la mañana al Polyforum Cultural Siqueiros en donde pudo ver el gran mural La marcha de la humanidad, en el Foro Universal. Recuerda que ese movimiento nacional tiene sus raíces en el italiano y confiesa su interés particular por José Clemente Orozco de quien quiso, luego de una de sus visitas a México, escribir un ensayo que se quedó, como otros tantos proyectos, sin concretar. De manera muy breve, hacia el final, Ginzburg comenta sobre el tema que presentó en la cátedra “Julio Cortázar”, en el Paraninfo “Enrique Díaz de León”, Viajando en espíritu desde Friuli hasta Siberia: Una reflexión retrospectiva de su trabajo sobre la brujería y los procesos contra las brujas. Hace tiempo investigó en archivos estatales y eclesiásticos de varias regiones de Italia, la existencia de una secta que fue llevada a procesos judiciales, estaba integrada por una especie de “contrabrujos” que luchaban en sueños contra las brujas por la fertilidad de los campos. Como resultado de ese trabajo se publicó en 1966 su primer libro llamado Los Benandanti, que la Universidad de Guadalajara publicó por primera vez en español en 2005. Ésa es una de las razones por las que decidió abordar ese tema en la Cátedra “Julio Cortázar”. –¿Actualmente sobre qué trabaja? –Demasiados temas: Pascal y la casuística, Maquiavelo. Dante… en mayo voy a dar una conferencia sobre él en El Colegio de Francia.

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