El matrimonio entre Maude Versini y el exgobernador del Estado de México Arturo Montiel terminó en los peores términos. Ella debió volver a Francia pero se le impidió llevarse a sus tres hijos. Desde hace dos años la experiodista de Paris Match ha buscado por todos los medios recuperar a sus niños, pero se ha topado con un muro de incomprensión y triquiñuelas legales presuntamente orquestadas por el político priista. Las últimas esperanzas de la francesa están puestas en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en la Suprema Corte y en la visita que Francois Hollande hará a México dentro de un par de meses.
PARÍS (Proceso).- Mientras más tiempo pasa, más difícil se torna la situación de Maude Versini.
Florence Cassez debió esperar el fin del sexenio de Felipe Calderón para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidara los cargos en su contra. ¿Deberá esperar Maude Versini el fin del gobierno de Enrique Peña Nieto para que se reconozcan sus derechos y los de sus hijos?
Ella rechaza esa pregunta tan pronto le cruza por la mente.
“La lucha que me enfrenta con Arturo Montiel para recuperar a mis hijos Adrián, Sofía y Alexi –a quienes secuestró hace dos años y un mes– es despiadada. Es el combate de David contra Goliat. Pero sigo teniendo recursos”, asevera.
Entre ellos destacan tres: la decisión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ante la cual interpuso una demanda el 15 de octubre de 2013; el próximo viaje a México del presidente francés Francois Hollande –extraoficialmente se dice que su gira tendrá lugar los días 10 y 11 de abril–; y la decisión de la SCJN, a la cual acudirá en caso de que le sigan siendo adversas las decisiones judiciales del Estado de México.
–¿Cuándo dictaminará la CIDH sobre su caso?
–Pronto. Tengo entendido que es cuestión de días. Una o dos semanas cuando mucho.
–¿Por qué tanto tiempo?
–Entregué un informe muy completo sobre mi caso a la CIDH y le presenté dos solicitudes: la restitución de mis hijos y que se respetara mi derecho a verlos mientras se resuelve el pleito judicial con su padre.
“A raíz de mi demanda la CIDH se dirigió al Estado mexicano para pedirle aclaraciones. Las autoridades mexicanas le hicieron llegar copias de todo el expediente judicial: son miles de folios y decenas de cajas. Me imagino que lleva tiempo revisar tantos documentos.”
–¿Qué espera de la CIDH?
–Que ordene la restitución de mis hijos y le exija al Estado mexicano mi reencuentro con ellos. Hace dos años que se me niega ese derecho en clara violación de la legislación mexicana y de la Convención de La Haya.
–Le pidió a la CIDH lo mismo que ya le había pedido a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en México, ¿verdad?
–Así es. En septiembre del año pasado Raúl Plascencia Villanueva, presidente de la CNDH, solicitó del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México que se garantizara mi derecho de visitar a mis hijos y convivir con ellos. El problema es que las recomendaciones de la CNDH no son vinculantes. Montiel las desprecia y la Comisión no insiste.
“En cambio la importancia de una decisión de la CIDH es que obliga no sólo al hasta ahora intocable Arturo Montiel, sino también al Estado de México y al gobierno de Peña Nieto a disponer la restitución de mis hijos.”
La odisea de las visitas
–¿Fue después de que usted sometiera su caso a la CNDH cuando la juez Guadalupe Escalona Valdés le otorgó por primera vez un derecho de visita a sus hijos?
–Sí. Pero la CNDH no reacciona en absoluto ante las estratagemas perversas de Arturo Montiel para seguir impidiendo que los vea.
Versini da detalles: el pasado 4 de septiembre fue llamada a comparecer ante la juez Escalona del Tribunal de Lerma en la reposición del proceso judicial que la enfrenta con Arturo Montiel. Ahí fue interrogada por una psicóloga quien debía determinar si era apta o no para seguir teniendo la custodia de los niños.
Al final de esa comparecencia volvió a pedirle a la juez que la dejara ver a sus hijos. Días antes su abogada había presentado una nueva solicitud en ese sentido precisando que podía verlos el 4 de septiembre, antes de su regreso a Francia.
El 5 de septiembre la juez le anunció que sus hijos la esperarían ese mismo día en un centro de convivencia en Toluca... pero Versini ya estaba en París.
“La Autoridad Central Francesa –del Ministerio de Justicia– me avisó de esa cita y se encargó de explicar a las autoridades mexicanas que materialmente no había tiempo para presentarme en Toluca. Arturo Montiel pretende que no se le notificó ese contratiempo. Se presentó con mis hijos. No es difícil imaginar de qué manera les explicó mi ausencia. Lleva dos años manipulándolos para alejarlos definitivamente de mí”, recalca.
Escalona fijó una segunda cita para el 20 de septiembre.
“Llegué con mi madre y con el cónsul general de Francia a un centro deportivo de Toluca donde supuestamente iba a poder pasar dos horas con mis hijos. Mi madre no fue autorizada a acompañarme. Sólo pudo quedarse conmigo el cónsul. Al entrar en la sala donde debía verme con mis hijos me quitaron el celular y la tableta. Me esperaban la psicóloga que me había interrogado el 4 de septiembre y un colega suyo que nunca antes había visto. Esperamos. Nunca llegaron mis hijos.”
Versini afirma que en octubre Montiel justificó la no presentación de los menores afirmando que ellos no habían querido acudir a la cita. La juez no estableció ninguna sanción por ello y, contra lo estipulado en la ley, su convocatoria para una nueva cita no se hizo bajo orden de apercibimiento.
Por lo que cuenta Versini, esa nueva cita del 16 de diciembre fue extraña:
“Llegué a la dirección que me había comunicado la juez en la avenida Independencia, de Toluca, con mi nuevo abogado y el cónsul general de Francia. Me abrió la puerta un vigilante. Esta vez sólo me dejaron entrar a mí.
“Me encontré en un lugar que quizá en otros tiempos fue una escuelita pero no parecía seguirlo siendo. Una jovencita de escasos 25 años se presentó como la directora del lugar. Estaba con la misma psicóloga que había visto en el centro deportivo el 20 de septiembre y otro colega. Debí entregar mi celular. No llevaba tableta. Empezamos a esperar.
“Estaba muy nerviosa. Para entretenerme visité esa casa muy peculiar: cinco o seis salitas que se comunicaban entre sí y rodeaban un patio interno. No había nadie. En una sala vi una cocina; mesas y sillones en las otras salas. Volví a sentarme. Los psicólogos me pidieron desenvolver todos los regalos que les llevaba a mis hijos. Fue una auténtica pesquisa: actuaban como policías o agentes de aduanas. Pasó el tiempo. Nunca llegaron los niños.”
Versini salió del lugar y subió al coche del cónsul.
“Estallé en llanto mientras contaba lo que había pasado. Detrás de nosotros estaba estacionado otro coche con tres asistentes del abogado de Montiel, dos hombres y una mujer, todos bastante jóvenes. Se reían. Tomaban fotos del coche del cónsul. Su actitud era tan insolente que el cónsul salió para hablar con ellos. Les dijo: ‘Aquí estoy. Tómenme fotos a mí también, si quieren’.
“Los jóvenes no se fueron. Parecían esperar a alguien. Al cabo de 15 minutos Eduardo Herrera, abogado de Montiel, salió del centro de convivencia. No dábamos crédito. Le tomé fotos. Interpusimos una queja ante la juez. Exigimos que nos explicara lo que hacía Herrera en ese lugar al cual no tuvo acceso mi propio abogado y por supuesto denunciamos esa política de dos pesos y dos medidas.”
–¿Tuvo respuesta?
–Ninguna.
–¿Montiel justificó esta vez la no presentación de los niños?
–Lo hizo en enero. Aseguró que los niños no habían podido ir al centro de convivencia el 16 de diciembre porque ese día tenían la fiesta de fin de año en su escuela. La juez tampoco lo sancionó esta vez. Mi nuevo abogado le exige ahora una orden de apercibimiento para la próxima cita.
–El pasado 25 de septiembre esa misma juez le negó la restitución de sus hijos y dio la custodia a Arturo Montiel…
–Así es. Debí someterme a un examen psicológico. Después de haberme interrogado, la psicóloga –quien presenció los dos encuentros fallidos con mis hijos– redactó dos informes con un día de intervalo. En el primero afirma que soy apta para cuidar a mis hijos. En el segundo asegura lo contrario. Me considera demasiado “inestable” para asumir mi papel de madre. En cambio afirma que el estado psicológico de Arturo Montiel y Norma Meraz, su actual esposa, es “perfecto” y ambos son aptos para criar a mis hijos.
“Jugó también un papel capital en esa decisión el testimonio de mis hijos, de ocho y nueve años, víctimas de alienación parental desde finales de diciembre de 2011, quienes declararon que no querían volver a vivir conmigo. Apelé esa decisión y entregué mi apelación a la Autoridad Central Francesa, que la hizo llegar a las autoridades mexicanas.
“Pero la juez no quiere recibirla con el pretexto de que llegó con dos días de retraso, lo cual es absolutamente falso. Por el momento doy la pelea para que se acepte esa apelación. No me hago mayores ilusiones.
“Sospecho que la perderé y me tocará presentar un amparo que muy probablemente se me negará. Me tocará acudir a la Suprema Corte, única instancia judicial mexicana en la cual sigo confiando.”
El factor Hollande
Versini sabe que todo ese proceso amenaza ser largo. Por eso sigue moviendo cielo y tierra para alertar a la opinión pública –especialmente en Francia– sobre su caso. En las últimas semanas ha contado su historia en programas de radio y televisión de gran audiencia.
Sus intervenciones más recientes fueron en la radioemisora Europa Uno (el pasado 30 de diciembre) y en Salut les Terriens (Saludo a los terrícolas) de Thierry Ardisson, popular conductor del programa de la televisora Canal Plus (el pasado 25 de enero). En todas ha interpelado a Francois Hollande.
“Mis abogados franceses están en estrecho contacto con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia que sigue mi caso de cerca”, asegura.
“Sabemos que en los encuentros bilaterales el canciller Laurent Fabius habló de mi situación con su par mexicano José Antonio Meade por lo menos en dos oportunidades.”
–Usted se dirigió varias veces a Francois Hollande. ¿Tuvo contacto con el Elíseo (sede de la Presidencia francesa)?
–Nunca he hablado personalmente con Francois Hollande. Era Valérie Trierweiler (primera dama francesa hasta el pasado enero) quien se hacía cargo de mi caso. Me entrevisté dos veces con ella. Estaba al tanto de todo.
“Cuando supe que (Trierweiler) había sido hospitalizada a raíz de la crisis de su relación, le mandé un mensaje para expresarle mi apoyo. Me contestó de inmediato, desde el hospital, con un mensaje que decía: ‘Mis problemas no son nada comparados con los suyos. Cada día pienso en usted’. Me conmovió.”
–¿Teme que la salida de Trierweiler del Elíseo la afecte a usted?
–Es cierto que Valérie Trierweiler fue el enlace directo con Francois Hollande. Pero sé que el Ministerio de Relaciones Exteriores mantiene informado al presidente sobre la evolución de mi pleito judicial. Las autoridades francesas toman mi caso en serio.
–Hasta ahora su preocupación no parece importarles mayormente a Arturo Montiel y a Enrique Peña Nieto.
–Veremos qué pasará en abril durante la visita de Francois Hollande a México. Tengo fe.