El adiós de García Cervantes: demasiado dolor, demasiado terror...

sábado, 31 de mayo de 2014 · 19:51
Ricardo García Cervantes ya no es subprocurador de Derechos Humanos. Renunció, dice en entrevista, porque el principal tema de su atención –las miles de desapariciones en todo el país, atribuidas no sólo al crimen organizado– “perdió prioridad” en el gobierno peñanietista. Y también porque enfrentarse todos los días con los familiares de las víctimas le causaba un gran pesar, sobre todo por la falta de apoyo y resultados. “Fue todo junto”, arguye,  desalentado. MÉXICO, D.F. (Proceso).- El jueves 22 de mayo, en El Paso, Texas, el subprocurador de Derechos Humanos de la Procuraduría General de la República (PGR), Ricardo García Cervantes, se reunió con una treintena de miembros del grupo Mexicanos en el Exilio, paisanos sobrevivientes al terror de las extorsiones y las amenazas y quienes en la huida perdieron sus propiedades y contaban 32 muertos o desaparecidos. Al escucharlos se preguntaba “¿Qué hago con esto?” Este panista, quien durante 538 días trabajó en la administración peñanietista a cargo de la ventanilla donde se toca el dolor de las víctimas de la violencia,  se sintió confrontado al encontrarse con esos mexicanos que “además de perderlo todo también perdieron la patria”. El lunes 26 de mayo le presentó su renuncia a Jesús Murillo Karam. “Fue todo junto. No es un solo factor, no es algo repentino. Es una decisión procesada”, explica a Proceso el coahuilense luego de tres días de especulaciones sobre su salida. La hipótesis más sonada es que rompió con los priistas molesto por el burdo rasuramiento de las estadísticas oficiales de desaparecidos. Al inicio del sexenio eran 26 mil 121 y terminó en 8 mil, según la Secretaría de Gobernación, aunque la PGR habla de 15 mil. Ese “todo junto” al cual alude como causa de su renuncia lo va desgranando durante las dos horas de entrevista en las cuales menciona la acumulación de testimonios de dolor, terror, impunidad y corrupción que lo fueron desgastando; el nuevo andamiaje constitucional que mutiló facultades a la Procuraduría; la continuidad de la política de seguridad calderonista generadora de violencia; dos problemas de salud; la sensación de ya no estar ayudando y un zumbido constante en su oído: “Si no puedes, renuncia”. Recuerda lo que en su juventud le dijo un asesor espiritual: no importa si el trapo es gamuza o una jerga, absorben igual; pero cuando se saturan, nomás embarran. “Te sientes tan saturado que ya andas embarrando, ya no absorbes. Eso me pasó”, se sincera. Su “honestidad intelectual” es lo que destacó en él su exjefe en el elogioso comunicado difundido por la PGR sobre su salida. (Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1961, ya en circulación)

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