"Birdman" viaje del ego por las redes sociales: Iñárritu (*)

jueves, 15 de enero de 2015 · 10:48

El cineasta de Amores perros, ahora en la cámara con El Chivo Lubezki, explica en entrevista que en la búsqueda para su nuevo filme, Birdman, que acaba de estrenarse, se metió a un territorio nuevo “definitivamente fuera de mi zona de confort”. Muchos son los tópicos de la cinta, pero sobre todo el del egoísmo humano al encuentro de la validación de los demás que, por inmediata, resulta fallida. A la vez, habla de su cinta en curso, The revenant.

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Sumergido en otro rodaje desde el pasado septiembre, The revenant, el cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu acepta que al igual que en sus anteriores largometrajes, Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia (estrenado el jueves pasado en México) “ofrece una mirada aguda de la existencia humana a través de los personajes, pero en esta ocasión entre la comedia y la tragedia, la ilusión y la realidad”.

En 400 pantallas del país, Birdman aborda, según 20th Century Fox, tópicos varios como: el ego, la fama, la necesidad del ser humano por ser reconocido y validado en las redes sociales Twitter, Facebook y Youtube; los medios informativos ante la búsqueda de la inmediatez y el morbo; el teatro en Nueva York, la literatura, y el cómo ya no interesa el arte para difundirlo.

También es un nuevo formato que intentó el creador de los aclamados filmes Amores perros, 21 gramos, Babel y Biutiful:

“Siempre dije que después de cumplir 40 años, cualquier cosa que no asuste de verdad no vale la pena realizarla. Y este (Birdman) me asustó de una buena manera. Era territorio nuevo y estaba definitivamente fuera de mi zona de confort.”

Cineasta sin redes sociales

Entrevistado en el marco de la 12 edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, efectuado a finales de octubre, destaca que su filme plasma fundamentalmente un viaje de validación, es decir: “un viaje del ‘yo’, el viaje del ego”, donde intervienen las redes sociales.

La cinta cuenta la historia de cómo un actor, Riggan Thomson (Michael Keaton), famoso por haber interpretado años atrás a un superhéroe icónico quien lucha por montar una obra en Broadway, basada en un cuento de Raymond Carver, intenta resucitar su trayectoria; pero antes del estreno deberá lidiar contra su ego y recuperar a su familia, su carrera y a sí mismo.

–El personaje desea más bien volver a la fama de inmediato, ¿verdad? Por eso habla usted de “la validación”.

–Ahora no sólo los actores, sino la gente en general quiere ser famosa de inmediato y no a través de una obra desarrollada a lo largo de los años. En un segundo la gente tiene 800 mil likes o seguidores y para algunos eso es un éxito en sí mismo, pero esto es ilusorio…

“La inmediatez de los medios sociales puede distorsionar de manera muy fácil la realidad de un personaje, especialmente de Riggan, quien tiene que cumplir expectativas de lo que significa ser famoso y todo esto es nuevo para él, dicha transición es compleja. Esta es la historia de un hombre que intenta probar que es más que eso, más que este tipo popular y ‘agradable’. Pero en el mundo actual, donde la ironía es el rey supremo, cualquiera que quiera ser sincero u honesto es crucificado. Es un mundo absurdo, surrealista.”

–Si alguien no está en Facebook, Twitter o Youtube, no existe…

–…Pero no creo que esto sea un problema a solucionar. Es una nueva realidad de existencia para las nuevas generaciones.

“El único inconveniente es que en general la sociedad nos perdemos del presente que es lo que es real, verdadero, es lo que nos da digamos refugio y certeza, y todo lo demás son abstracciones mentales y realidades absolutamente virtuales que nos hacen dependientes de ellas, y que no tenemos ningún control y nos hacen muy vulnerables. Eso hace que la gente tenga mucha incertidumbre sobre su identidad misma, y el costo es alto.

“Yo no tengo redes, es algo en lo que no quisiera participar porque sé que es algo que puede ser adictivo. Hasta la fecha no lo he necesitado, en cincuenta años.”

–Hay psicólogos que aseguran que muchas personas se deprimen porque no les contestan un Twitter o Facebook, ¿qué opina?

–Sí, claro. Repito, es un fenómeno de validación. La gente tiene una necesidad enorme de ser reconocida; pero si no estás claro en tu identidad y dejas a otros que te digan quién eres y cuánto vales a través de los likes, no va a ser bueno.

–¿Las redes roban nuestra identidad?

–Vivimos en una época en la que hemos empoderado a los demás a decirnos quiénes somos. Creo que siempre ha estado ese tema presente en todos los seres humanos, en las celebridades, los artistas, las figuras públicas. Pero en época de redes sociales hay tanta necesidad de validación desde los niños, de mis hijos, de todo mundo, y no necesitas ser un personaje público.

“Existe una competencia de validación de este anonimato que te dice ‘tú eres inteligente, tú eres famoso y tú eres popular’. Hay casi una enfermedad de la popularidad ahora infectada en toda la sociedad. No es una mezcla que pertenece al actor; el actor es un símbolo.”

Lubezki, “el más talentoso”

Para González Iñárritu, elegir el reparto es una de las más grandes decisiones como director:

“Intenté darles el papel a actores que no fueran a hacer caricaturas de esos personajes, sino que entendieran su humanidad y les dieran profundidad, incluso cuando las circunstancias fueran absurdas. Sabía que todo nuestro reparto consistía de grandes actores, pero también que tenían un juicio impecable, y fueron realmente capaces de estar en el momento y comprometerse con la narrativa del filme.”

También actúan Edward Norton, Emma Stone y Naomi Watts, entre otros. Ahora, González Iñárritu no trabajó en Birdman con el connotado fotógrafo mexicano Rodrigo Prieto quien lo acompañó en Amores perros, 21 gramos, Babel y Biutiful, sino con su amigo el ganador del Óscar por Mejor Fotografía en Gravedad: Emmanuel Lubezki, apodado El chivo:

“De nuestra generación El Chivo es el más talentoso, es un genio. Es un tipo que conozco hace 20 años, he trabajado con él en comerciales en México desde que vivíamos aquí. He hecho muchas producciones con él pero nunca una película. Realicé con él un cortometraje de un solo plano secuencia de cuatro minutos para Cannes en su setenta aniversario. Y este filme me pareció que evidentemente su colaboración era esencial porque maneja un dominio del lenguaje muy arraigado que ha desarrollado mucho con Alfonso Cuarón.”

Enseguida se refiere a la experiencia de laborar con Lubezki:

“Fue el mejor compañero que pude haber tenido. No sólo es un genio de la iluminación, pero además creo que muy pocos directores de fotografía hubieran podido ser capaces de lidiar con los requisitos técnicos de esta película. No pudimos iluminar a los actores de manera tradicional; cuando haces la cobertura convencional iluminas cada ángulo y tienes el tiempo para hacerlo. Se requirió de una increíble habilidad y experiencia para conseguir iluminar de esta otra manera sin comprometer el diseño visual del filme, y me parece que sólo El Chivo lo pudo haber hecho.”

Acentúa:

“La puesta en escena y los diálogos fueron cronometrados de manera precisa con el movimiento de cámara. Por ello, fue menos como un set cinematográfico y más como en el teatro, donde gran parte de la película se lleva a cabo. Primero hicimos la puesta en escena, ensayamos y diseñamos las tomas en un set vacío con actores sustitutos.

“En la comedia, el ritmo es el rey supremo. Así que a lo largo del proceso no sólo encontré el ritmo interno de las escenas, sino que también los sets y espacios fueron diseñados con una enorme precisión después de haber aprendido todo de ellos.”

Birdman se filmó en 30 días en el teatro St. James de Broadway, Nueva York, en el corazón de Times Square. Críticos aseguran que figurará en los Óscar.

–La música es muy importante con la batería del mexicano Antonio Sánchez, ¿cómo surgió trabajar con él?

–Al momento de editar puedes alterar el ritmo y la velocidad. No contar con esa herramienta en una comedia puede ser extremadamente retador. Así que me pareció que los tambores como banda sonora principal le darían al filme no sólo una buena vibra, sino también la posibilidad de ayudarme a encontrar el ritmo que necesitaba.

“El baterista mexicano Antonio Sánchez es uno de los mejores del mundo, él y yo rentamos un estudio una semana antes de que comenzara a rodar, ahí grabó e improvisó sesenta pistas basadas en algunos objetivos y emociones que el largometraje necesitaba. Eso me ayudó enormemente y, en ocasiones, incluso lo utilicé en escena para que los actores entendieran el ritmo de la escena. El ritmo lo es todo en el cine.”

Nacido en la Ciudad de México, Sánchez comenzó a tocar la batería a los cinco años y se inició de manera profesional en la adolescencia, obtuvo un título en piano clásico en el Conservatorio Nacional en Música de México, y en 1993 se mudó a Boston para inscribirse en la Facultad de Música de Berklee y en el Conservatorio de Nueva Inglaterra, graduándose magna cum laude (“con grandes alabanzas”) en estudios de jazz. Desde que radicaba en Nueva York hacia 1999 se fue convirtiendo en uno de los bateristas más solicitados en la escena internacional. Sus interpretaciones han aparecido en más de un centenar de álbumes, y ha tocado y grabado con algunos de los grandes: Chick Corea, Michael Brecker, Charlie Haden, Gary Burton y Toots Thielmans.

González Iñárritu va bien en su rodaje de The revenant (El revivido), que coescribió con Mark L. Smith, basados en la novela homónima de Michael Punke. Los intérpretes son Leonardo DiCaprio, Tom Hardy y Will Poulter. Estrenará el 25 de diciembre de 2015. (*) Este texto se publicó originalmente en la edición 1985, del 16 de noviembre de 2014.

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