Solalinde se suma: que se refunde el país

sábado, 17 de enero de 2015 · 19:55
Desterrar un gobierno que se convirtió en “un verdadero peligro”, acabar pacíficamente con las relaciones de explotación y convocar a un Congreso Constituyente son las ideas en torno a las cuales comenzaron a aglutinarse algunos de los activistas más comprometidos del país: el obispo Raúl Vera, el escritor Javier Sicilia y el sacerdote Alejandro Solalinde. Este último, en entrevista, endereza sus baterías contra la corrupción del Ejército, el gatopardismo de la jerarquía vaticana y la misoginia de cierta doctrina católica. “Los jóvenes y las mujeres” serán quienes concreten el cambio, afirma. MÉXICO, D.F. (Proceso).- El nombre de Alejandro Solalinde suele asociarse a la defensa de los derechos humanos, a los migrantes indocumentados y los movimientos sociales. En estos días el sacerdote está inmerso en su adhesión a la convocatoria del obispo Raúl Vera para desarrollar un nuevo orden constitucional y la refundación del Estado. En un país de histórico rechazo a la implicación de curas en los asuntos políticos, Solalinde cuestiona lo mismo a la jerarquía eclesiástica que la estatal; acusa por igual tergiversaciones y ambiciones en la Biblia –“escrita por machistas y misóginos”– que en la Constitución por las reformas estructurales de calado neoliberal, o califica de mentira el dogma de la creación o la doctrina del pecado original tanto como la promesa de desarrollo económico de los gobiernos o sus políticas de seguridad. En la entrevista con Proceso la noche del miércoles 14 no mantuvo en secreto ninguna de sus convicciones. Simplemente, afirma, nadie se las había preguntado y cuando se le inquiere la línea teológica que lo inspira, la identifica: se llama teología basilial. Llega puntual. En torno a él se movilizan guardaespaldas que establecen un perímetro, movimiento inusual, pues no se trata de un príncipe de la Iglesia, no goza de rango arzobispal ni puede llamársele heredero de los 12 apóstoles como a un obispo. Pero Solalinde, quien se declara misionero, es incómodo a grupos criminales y gubernamentales, así que es un blanco buscado por muchos. Sin embargo, afirma no temer a la muerte por su fe en la vida eterna y también porque, asevera, ya nada detiene el despertar de la sociedad tras lo ocurrido con los jóvenes de Ayotzinapa. “Algo que me cuesta entender es cómo este gobierno puede seguir como va y no leer la realidad ni los signos de los tiempos”, dice, para luego añadir que la administración de Enrique Peña Nieto “heredó y sigue la inercia de un sistema caduco, corrupto y autista”. (Fragmento de la entrevista que se publica en la revista Proceso 1994, ya en circulación)

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