Mariguana: se necesita regular, no criminalizar

sábado, 21 de noviembre de 2015 · 20:03
Regular y no criminalizar el consumo de la mariguana es la propuesta básica del libro Marihuana y salud, coordinado por el doctor Juan Ramón de la Fuente y coeditado por el FCE y la Academia Nacional de Medicina de la UNAM. El volumen contiene los trabajos del Seminario de Estudios sobre la Globalidad realizado a principios de 2013. El exrector comenta a Proceso que la comunidad científica lleva años debatiendo sobre los usos medicinales de la mariguana, aunque ahora que el Congreso se apresta a abordar el tema deben privilegiarse la salud y los derechos humanos y terminar con la secuencia: primero prohíbo, después criminalizo y luego militarizo. MÉXICO, DF (Proceso).- En su cubículo de la UNAM, donde coordina el diplomado “Marihuana y Salud. De la molécula hasta el contexto social”, Juan Ramón de la Fuente expone: “Yo empezaría por señalar como primer punto rumbo al debate sobre este tema que hay que regular el consumo de mariguana”. Para el director del Seminario de Estudios sobre la Globalidad, la prohibición significa: esto es ilegal y, en consecuencia, quien haga algo ilegal va a estar sujeto a la justicia; es decir, se criminaliza la conducta. “La secuencia es: primero prohíbo, después criminalizo y luego militarizo”, resume el exrector de la Universidad Nacional. –Se refiere a la guerra contra las drogas, ¿verdad? –Exacto. Y el enfoque al que yo me adhiero –lo he venido proponiendo desde hace tiempo y queda plasmado en el libro Marihuana y salud, publicado por el Fondo de Cultura Económica, privilegia en primer lugar la salud; en segundo, los derechos humanos, y en tercero intenta darle al Estado una responsabilidad para que ese mercado lo regule él y no el crimen organizado, como sucede actualmente porque está prohibido (el consumo). “Considero que como parte del debate y si los legisladores así lo consideran, buena parte de esos recursos que están utilizándose para comprar armamento y equipo militar en la guerra contra las drogas, se usen para generar más centros de atención y de rehabilitación, con programas preventivos y educativos. “Regular es descriminalizar, y la regulación ya permite hacer algunas distinciones. Por ejemplo, decir: ya que la mariguana es una droga –y ninguna droga es innocua–, no debería ser usada o consumida por menores de edad porque, como se demuestra en nuestro libro, su sistema nervioso central no está suficientemente maduro, es más vulnerable. Yo no estaría a favor de que en un marco regulado los jóvenes menores de 18 años pudieran fumarla.” El currículum del doctor De la Fuente, doctor honoris causa por varias universidades mundiales, es impresionante. Egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM y de la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota, ha sido catedrático en la máxima casa de estudios desde 1980, donde fue director de su facultad y coordinador de investigación científica. También fue secretario de Salud en el gobierno federal y presidente de las academias Nacional de Medicina y Mexicana de Ciencias; asimismo presidió la junta directiva de la ONU contra el sida, la asociación Internacional de Universidades en la UNESCO y el Consejo de la Universidad en las Naciones Unidas. Actualmente se halla al frente del consejo del Aspen Institute México De la Fuente abunda: “En un esquema de regulación podríamos analizar también el potencial medicinal de la mariguana en algunos casos. Entonces, en la regulación yo estaría a favor de que se dijera: para fines medicinales en estas y otras condiciones sí se permite (consumirla, pero) bajo prescripción médica. “Lo que pasa es que cuando la gente escucha las palabras descriminalizar, despenalizar o legalizar, piensa que lo que se está proponiendo es que todo mundo pueda fumar mariguana a cualquier hora en todos los lugares, sin importar la edad ni las dosis. Y eso, evidentemente, no es lo que quiere decir descriminalizar, despenalizar o legalizar. “Lo que la legislación nos va a permitir es empezar, en función a los daños que la mariguana causa en la salud, a tener un esquema en el que pueda distinguirse claramente qué se puede, qué no se puede, dónde se puede y dónde no se puede, en lugar de este esquema prohibicionista que nos lleva a la criminalización y cuyo derivado siguiente ha sido la militarización. (Fragmento de la entrevista que se publica en la revista Proceso 2038, ya en circulación)  

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