Los gemelos Flores, testigos clave contra El Chapo Guzmán

sábado, 7 de marzo de 2015 · 08:58

Estados Unidos tiene armado un amplio expediente contra Joaquín El Chapo Guzmán, suficiente para juzgarlo y condenarlo una vez que el gobierno mexicano lo extradite, lo cual no es seguro. Toda la información que la justicia estadunidense tiene sobre el capo proviene sobre todo de una fuente: los gemelos Flores, zares del narcomenudeo en Chicago, enlaces de los cárteles de Sinaloa y de los Beltrán Leyva, y ahora protegidos por la DEA.

CHICAGO, ILL. (Proceso).- En 2014, a sus 33 años, los gemelos Pedro y Margarito Flores concluyeron un ciclo: se habían iniciado como narcomenudistas callejeros y ascendieron hasta controlar la más extensa red de tráfico de drogas en esta ciudad; luego, debido a su condición de ciudadanos bilingües, jugaron un papel clave en las operaciones de narcotráfico entre Estados Unidos y México.

Finalmente se convirtieron en testigos protegidos del gobierno estadunidense, papel en el cual reunieron evidencias cruciales para inculpar en ese país a Joaquín El Chapo Guzmán y a varios miembros prominentes del Cártel de Sinaloa.

Dicho ciclo se completó el pasado 27 de enero. Ese día Rubén Castillo, juez de la Corte del Distrito Federal de Illinois, aprobó un acuerdo de reducción de cargos (plea agreement) que los hermanos Flores y la fiscalía habían empezado a gestionar hace dos años. Con base en ese acuerdo, Castillo impuso una condena menos severa contra ellos: 14 años de prisión. Tomando en cuenta que han sido testigos protegidos durante seis años, los gemelos podrían quedar libres en menos de un decenio.

Debido a que los hermanos Flores supieron de o participaron en operaciones del Cártel de Sinaloa para llevar droga a Estados Unidos, sus historias y sus testiomonios pueden ser claves en un eventual juicio en Estados Unidos contra El Chapo Guzmán.

De Chicago a México

En 2001 la organización de los hermanos Flores, entonces de 22 años, era un eslabón importante de una cadena de abastecimiento de droga que conectaba a los productores de Colombia con los consumidores de Estados Unidos. Eran valiosos en la medida en que garantizaban ganancias tanto al Cártel de Sinaloa como al de los Beltrán Leyva, y justamente ello les permitía ser independientes de ambos.

Pero en 2003 las cosas empezaron a ponerse difíciles para Pedro y Margarito Flores. Fiscales federales interpusieron contra ellos una demanda por tráfico de narcóticos en Milwaukee, Wisconsin, a unos 90 minutos en auto al norte de Chicago. Sólo había una senda despejada que podían tomar y ésta apuntaba claramente hacia el sur de la frontera. Los Flores se vieron obligados a retornar a México.

La maniobra era lógica dado que la red y el negocio masivo que los gemelos habían construido se sustentaba en sus conexiones familiares en México. Además, su padre, Margarito Flores, había hecho carrera dentro del Cártel de Sinaloa, lo cual posteriormente les permitió a los gemelos tener acceso directo al Chapo Guzmán.

Según el acuerdo de reducción de cargos –documento que cuenta buena parte de la historia de los hermanos Flores–, por órdenes del Chapo en mayo de 2005 un avión los transportó a una pista clandestina en Sinaloa. Hombres del cártel los trasladaron luego a un complejo secreto ubicado en una montaña para negociar importantes acuerdos de drogas.

Si bien los gemelos lograron eludir a las autoridades estadunidenses al exiliarse y trasladar sus operaciones a ranchos ganaderos mexicanos a miles de kilómetros de Chicago, no pudieron evitar quedar atrapados en la guerra que estalló en 2008 entre los cárteles de Sinaloa y de los Beltrán Leyva. En el centro de la violencia se ubicaba la disputa sobre cómo debían dividirse las ganancias derivadas de la lucrativa labor de los Flores.

En medio de una atmósfera de desconfianza, Alfredo Beltrán Leyva fue detenido por la policía. Sus hermanos acusaron al Chapo de haber filtrado información a las autoridades, lo cual derivó en el arresto. Sus sospechas los llevaron a declararle la guerra al Cártel de Sinaloa.

Los Beltrán Leyva llevaron su venganza a las calles de Culiacán, donde la creciente violencia relacionada con el narcotráfico cobró la vida de 387 personas, muchas presumiblemente inocentes, en ese 2008.

El código de “violencia por violencia” pronto se salió de control, poniendo en peligro la vida de toda la familia Flores. Cada cártel en guerra amenazaba de muerte a los gemelos si continuaban haciendo negocios con “el otro”. De nuevo tuvieron que cambiar. Pero esta vez la gran decisión que tomaron fue más allá de un cambio de lugar en su base de operaciones: se convirtieron en informantes de la administración antidrogas de Estados Unidos (DEA).

Los datos de la colaboración de los Flores con la DEA aparecieron durante el juicio contra Ron Collins, uno de su “clientes importantes”.

De acuerdo con documentos legales de dicho juicio, un abogado de los Flores hizo el primer contacto con la DEA en abril de 2008. Y el agente especial Matthew McCarthy estuvo en contacto con ambos. De hecho se reunió con ellos en Guadalaja el 6 de agosto y el 6 de noviembre de 2008.

Incluso el agente permitió que los gemelos mantuvieran sus operaciones de tráfico de drogas hacia Estados Unidos entre abril y noviembre de 2008. McCarthy declaró durante ese juicio que los gemelos “estaban fuera de nuestro control (de la DEA), nosotros no pudimos deternerlos”.

El objetivo de la DEA era claro: tener información de las actividades del Cártel de Sinaloa y, sobre todo, recabar evidencia incriminatoria contra El Chapo Guzmán y sus lugartenientes.

Y los hermanos Flores cumplieron.

Con micrófonos y grabadoras ocultos, registraron conversaciones que El Chapo sostenía con otros miembros del cártel sobre las operaciones del narcotráfico.

Así, gracias a los gemelos la DEA supo que la organización de Guzmán Loera operaba una flota de jets Boeing 747 a los cuales les había quitado los asientos. Estos aviones viajaban a Sudamérica con el argumento de que realizaban “misiones humanitarias”. Regresaban al aeropuerto de la Ciudad de México cargados con hasta 12 mil kilogramos de cocaína.

La droga era descargada sin que mediara trámite alguno, pues previamente los miembros del cártel habían sobornado a las autoridades. Luego la droga era trasladada a Estados Unidos mediante una gran variedad de medios de transporte: lanchas rápidas, barcos pesqueros, más Boeings 747, contenedores marítimos, camiones de remolque y hasta un submarino.

Los embarques llegaban a suelo estadunidense por Los Ángeles –incluyendo la época cuando los gemelos ya estaban cooperando con las autoridades estadunidenses– y luego eran transportados por carretera hasta Chicago, donde la organización de los Flores siguió recibiendo cientos de kilos de cocaína cada semana.

De acuerdo con el FBI, aun durante la época en que sus agentes espiaron al Chapo, la organización de los gemelos manejó una cantidad de narcóticos lo suficientemente grande como para abastecer a mayoristas de todo Estados Unidos. Su amplia red se extendía en el norte hasta Milwaukee; en el oeste, atravesando la frontera canadiense, hasta Vancouver; y en el este hasta Detroit, Cincinnati y Columbus, pasando por Nueva York, Filadelfia y Washington.

De improviso, el 30 de noviembre de 2008 agentes estadunidenses enviaron un mensaje urgente a los hermanos Flores: debían salir hacia Estados Unidos y tenían sólo dos horas para hacerlo. El citado acuerdo de reducción de cargos señala que los agentes ayudaron a los gemelos a tomar un avión hacia Chicago. Volaron sin nada más encima que lo que traían puesto.

La droga “sigue y sigue”

Antes de que El Chapo fuera arrestado, Jack Riley, entonces jefe de la DEA en Chicago y El Paso y actualmente número tres en las oficinas centrales de la agencia en Washington, dijo a este reportero que la red de los hermanos Flores era “una de las mayores organizaciones de tráfico de drogas del último siglo” y que sus esfuerzos por recabar evidencias criminales contra Guzmán Loera serían nada menos que “cruciales”.

“El día que El Chapo sea capturado o muerto haré una gran fiesta y probablemente me retiraré al día siguiente”, agregó.

Guzmán fue finalmente capturado en febrero de 2014. Su extradición a Estados Unidos se ha convertido en un tema sensible. El procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, ha hecho declaraciones oscilantes: desde mostrar el 20 de enero disposición para extraditarlo hasta decir el 27 de enero que no habría extradición a Estados Unidos hasta que cumpliera en México su sentencia de 300 años de prisión.

A pesar de estos comentarios, la revista Forbes informó el pasado 21 de enero que Estados Unidos, cuyo gobierno rara vez expide una solicitud de extradición que no pueda cumplimentarse, habría enviado en secreto una petición de esta naturaleza a las autoridades mexicanas. Si es concedida, un sinnúmero de cortes federales asentadas en una amplia franja de la geografía estadunidense competirían para llevar al Chapo ante sus tribunales.

Mientras todavía encabezaba la división de la DEA en Chicago, Riley le dijo al reportero que si El Chapo era extraditado, “lo más probable es que enfrente su juicio aquí, en Chicago”.

Castillo, el juez del caso de los hermanos Flores, también ha estado a cargo de una serie de asuntos de alto perfil relacionados con el narcotráfico, incluyendo el del hijo de Ismael El Mayo Zambada: Vicente Zambada Niebla, quien también negoció un acuerdo de reducción de cargos.

Este acuerdo fue hecho público en abril pasado, después de la detención del Chapo, y reveló que los ofrecimientos hechos por Zambada Niebla a las autoridades de Estados Unidos podrían conducir a su liberación en 2020, tomando en cuenta que ya cumplió cinco años de una sentencia reducida a 10.

Pero en el caso de los Flores, el acuerdo al que llegaron con las autoridades judiciales de Estados Unidos ha impactado al resto de su familia.

“Yo sabía que una vez que las personas de las que estoy hablando ahora se enteraran de que estaba cooperando, tratarían de matarme a mí y a mi familia”, dijo Pedro Flores, según se cita en el acuerdo de reducción de cargos dado a conocer el pasado 24 de noviembre. Lo que Flores temía cuando empezó a dar información se hizo realidad muy pronto.

En 2009 el automóvil abandonado de Margarito Flores, padre de los gemelos, fue descubierto en el desierto de Sinaloa con un mensaje pegado en el parabrisas: “Díganle a esos hijos de la chingada que se callen o les vamos a mandar su cabeza”.

El padre de los gemelos viajó en 2009 a México a pesar de que sus hijos le advirtieron que no lo hiciera. Desde entonces está desaparecido. Las autoridades lo suponen muerto. Los fiscales estadunidenses han recurrido a este ejemplo como una prueba de la veracidad de la evidencia recabada por los hermanos Flores.

En las dos últimas semanas de enero pasado aparecieron versiones periodísticas sobre una eventual solicitud para extraditar al Chapo hacia Estados Unidos. Ello coincidió con la sesión del 27 de enero de la Corte de Distrito en la que el juez Castillo dictó sentencia contra los hermanos Flores. Pese a la condena, los fiscales y agentes antidrogas lanzaron una serie de cumplidos hacia los gemelos por sus contribuciones “históricas” y “sin precedente”, dignas de una sentencia “benévola”.

“Ustedes son muchas cosas, pero no son estúpidos”, les dijo el juez Castillo a los gemelos al pronunciar la sentencia. Y los regañó por no haber aplicado su talento por los cauces de la legalidad.

Castillo tocó una tonada diferente a muchas de sus contrapartes encargadas de aplicar la ley en lo que se refiere a la “guerra contra las drogas”, que lleva más de 40 años.

“Puedo remontarme a 1987 y la triste verdad es que nada realmente ha cambiado. Esto sigue y sigue y sigue…”, lamentó Castillo.

Y es que la red de los hermanos Flores fue reemplazada por otra, encabezada por Víctor Manuel Félix Beltrán y Alfonso Limón Sánchez, actualmente prófugos. Los agentes federales creen que están en México.

Félix Beltrán, conocido como El LicVic, fue descrito por las autoridades como un experto en la logística para el tráfico de cocaína y presunto encargado de lavar el dinero de esta organización.

Sánchez, apodado Chubas, enfrenta cargos por narcotráfico en el sur de California, donde agentes federales dicen que era el principal proveedor de cocaína de la región.

“No soy tan ingenuo como para creer que la carretera se cerró por el simple hecho de que ustedes hayan sido arrestados”, comentó sarcásticamente el juez Castillo a los gemelos Flores.

Y agregó: “Desafortunadamente la demanda de drogas continúa en esta ciudad. No hay suficientes programas de tratamiento. Uno puede ir al West Side y comprarse un toque… Y eso es triste”. (Traducción de Lucía Luna.)

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