Se salva de ser linchado pero acaba preso por delitos que no cometió

jueves, 9 de abril de 2015 · 20:19
SAN MIGUELITO, Qro. (apro).- José Ricardo Balderas Hernández, de 58 años de edad, se salvó de ser linchado frente a sus hijos en esta comunidad localizada a 30 kilómetros al norte de la capital del estado, pero no se libró de la cárcel. Hoy cumple un mes de haber sido encerrado, acusado de delitos que no cometió. El suceso ocurrió el pasado 9 de marzo, luego de que Félix, un pandillero de “Los Vatos Locos”, drogado, alcoholizado y con cuchillo en mano, intentó ingresar a la escuela primaria del lugar. Además, un día antes se registró una balacera que se prolongó durante tres horas y donde Pepe, un joven de 16 años de edad, resultó herido con un balazo en el estómago. Harta de la inseguridad y la falta de atención de las autoridades municipales, la gente se reunió en la Casa Ejidal para decidir qué acciones tomar. Cuando José Ricardo Balderas Hernández, familiar de algunos de los pandilleros, pasaba con su camioneta frente al lugar donde se realizaba el encuentro, la gente se le fue encima, lo golpeó y casi lo lincha, sobre todo porque algunos creyeron que escondía a los delincuentes en su unidad. Algunos incluso le endilgaron el liderazgo de las pandillas, pese a que es conocida la pobreza en que vive a las afueras de esta comunidad de la delegación Santa Rosa Jáuregui, en una casa improvisada de tablas y techo de lámina. El rostro de José Ricardo escurría sangre, recuerda Olga, quien trató de explicar a la gente enfurecida que José Ricardo sólo iba a otra reunión. Le pegaban en la cara y en las costillas, relata. Y es que muchos no le perdonan que abogara por la libertad de su hijo, acusado de un crimen del que fue absuelto el año pasado. José Ricardo, quien también es conocido como Zapata por su oficio de zapatero, estuvo retenido seis horas ese lunes 9 de marzo, momento en que alguien más disparó hacia el gentío e hirió a una mujer y un adolescente. La mujer que recibió el impacto en un brazo narra a Apro que ella pudo ver la ropa de los jóvenes que le dispararon, del otro lado de la comunidad, pero José Ricardo Balderas fue encarcelado en el Penal de San José El Alto, acusado por las detonaciones. “Fue puesto a disposición del Ministerio Público como probable responsable del delito de homicidio en grado de tentativa en agravio de dos personas, razón por la cual el Ministerio Público ordenó la detención por caso urgente, dentro de la averiguación previa I/202/2015”, informó la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJE). De acuerdo con el comunicado de la dependencia, hubo “un altercado” en el que José Ricardo Balderas “fue detenido después de realizar disparos con arma de fuego que terminaron por impactar a una mujer y un menor de edad”. Pero los hechos no ocurrieron así porque él se encontraba retenido cuando se registraron las detonaciones. El hombre fue encarcelado en el penal de San José El Alto. Hoy cumple un mes de encierro. Sobre el intento de linchamiento, la PGJE solamente refirió que José Ricardo fue detenido “en perfectas condiciones de salud”. El titular de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, Héctor Benítez López, señaló que si bien es necesario trabajar en la reconstrucción del tejido social, San Miguelito –aseguró– es la comunidad más tranquila. “No, no es una zona roja, ahorita lo estamos viendo. Dicen por ahí que es una de las comunidades más tranquila en este momento”, agregó. Zapata José Ricardo Balderas Hernández tiene su vivienda a las afueras de San Miguelito, donde antes de ser encarcelado se mantenía de la cosecha de nopal y de cortar leña que luego vendía en su pueblo. Decidió vivir a las afueras del poblado, de más de 3 mil habitantes, porque su padre, José, de 95 años de edad y enfermo, necesitaba mayor tranquilidad posible. Su casa es de madera y lámina. Entre las tablas que hacen las veces de pared están recargadas varias imágenes religiosas, y del techo de lámina cuelga un rosario. Por estar al cuidado de sus padres, no ha podido ver a sus ocho hijos ni estar con su esposa Cristina. A inicios de los años noventa –como muchos habitantes del lugar– se integró al Frente Independiente de Organizaciones Sociales (FIOS), que hace trabajo comunitario en la zona. San Miguelito era una de las principales bases del FIOS, que dirigía Jerónimo Sánchez Sáenz, detenido en el sexenio del panista Ignacio Loyola Vera y considerado preso político por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Según el activista, “los jóvenes actualmente están en una situación de abandono total, sin futuro, sin propuesta, sin proyecto. No hay propuesta para los jóvenes y nos los han ganado”. Félix Cuando era niño, hace algunos años, Félix Adolfo Rubio Monay estudiaba en la escuela Josefa Ortiz de Domínguez, en este poblado, donde la pelea entre pandillas es una constante. En aquellos años de infancia y tras acompañar a su abuelo en el cuidado de los chivos que tenían, le dijo a su madre Elva que de grande quería ser veterinario. Los anhelos de ese niño se esfumaron con los años. Ahora, con 19 años de edad, Félix es integrante de la pandilla “Los Vatos Locos”. El 9 de marzo pasado enardeció a la comunidad al intentar ingresar drogado, alcoholizado y con cuchillo en mano, a la escuela primaria donde estudió. La madre cuenta que el muchacho comenzó a drogarse a los 14 años, cuando su novia empezó a venderle mariguana, pero ella se dio cuenta un año después. Elva, quien trabajaba haciendo limpieza y tortillas, y vendiendo comida en la calle, los mercados o las fábricas cercanas al lugar, dice que trató de rehabilitarlo sin éxito. La mujer pagaba 300 pesos semanales en uno de los centros donde ingresó Félix, pero su lucha fue infructuosa. Su marido se desentendió de la familia hace años, pero con el trabajo y la ayuda de su hermana Gloria –que le regalaba las tortillas que le sobraban del puesto de tacos que tenía–, la madre de Félix alimentó a sus cinco hijos (dos varones y tres mujeres). “Toda la tortilla que le sobraba para que yo le diera a los niños. Yo con eso les daba tortilla y lo que les podía comprar. A veces una sopa o frijoles, cosas sencillas”. A los cinco días de cumplir 18 años de edad, Félix fue encarcelado en el Centro de Reinserción Social cerca de un año por robar un teléfono móvil. Más tarde fue detenido nuevamente por robar en una miscelánea del poblado. Aquel 9 de marzo el muchazo no sólo provocó pánico en la escuela, también ingresó a la vivienda de doña Araceli, donde tomó alimentos del refrigerador, cambió sus zapatos por unos mejores que halló y se llevó un televisor de pantalla plana, de esos que el gobierno de Enrique Peña repartió entre los pobres. Elva dice prefiere que su hijo sea encarcelado, pues en la pandilla de “Los Pugas” han dicho que lo matarán por lo que hizo. Pepe Margarita Catalina Becerra Olvera, madre de José, ha vivido sus 51 años de edad en este pueblo al que recuerda tranquilo. No sabe explicar cómo es que se volvió un lugar inseguro y cómo la violencia alcanzó a su hijo. “Pepe”, un joven de 16 años de edad, delgado, se mueve con pasos lentos y suaves. Camina como si en cada paso algo dentro de su cuerpo fuera a quebrarse. Y es que la bala que recibió el pasado 8 de marzo, en aquella balacera que se prolongó tres horas, le atravesó el abdomen. “Pepe” asegura que no está involucrado con ninguna de las pandillas de San Miguelito. Cuenta que aquel fatídico día salió a la tienda a comprar el almuerzo que se llevaría al trabajo, y en el camino se encontró con “Los Vatos Locos”, quienes le dispararon. De un lado de la comunidad, las pandillas se autodenominan “Los Pollas” o “Los Vatos Locos”; del otro, “Los Charros”, “Los 30 Locos”, “Los Baquetones”, “Los Aztequitas”, los del “Barrio Azteca” y “Los Pugas”. A José Margarito Puga Rodríguez, apodado Chocha y ayudante del subdelegado Ismael Porras Becerra, le atribuyen el liderazgo de las pandillas del lado de la Casa Ejidal y el campo de futbol. Familiares de integrantes de “Los Vatos Locos” lo acusan de vender armas, combustible, balacear sus viviendas y disparar contra sus hijos, con la anuencia del subdelegado municipal. Ante esa situación, Margarita Catalina decidió sacar a su hijo de la secundaria, pues para llegar ahí tenía que cruzar al otro lado del pueblo donde se reúne la pandilla “Vatos Locos”.

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