Despiden en el Museo Nacional de Arte Mexicano a "Rudy" Aviña

sábado, 6 de junio de 2015 · 19:34
CHICAGO, IL. (proceso.com.mx).- Con una ceremonia artística de cuerpo presente en el Museo Nacional de Arte Mexicano en la que familiares, amigos y la comunidad artística y cultural hispana, latina y de todas las etnias de Chicago tuvieron oportunidad de despedirse uno a uno de Rodolfo Rudy Aviña, se realizaron ayer por la tarde y noche, las exequias de uno de los miembros más entrañables del barrio mexicano de Pilsen, ubicado al sureste del centro de esa ciudad estadunidense. El recinto, para el que Rudy Aviña enmarcara en vida muchos cuadros de su colección, no se dio abasto para la inmensa cantidad de gente de todos los extractos sociales que llegaron a darle su último adiós: personajes del barrio, desde trabajadores de las empacadoras de tortillas, los Gutiérrez, propietarios del célebre restaurante Nuevo León (parientes de Rudy); la familia Delgado, dueña del café Jumping Bean (símbolo de Pilsen y de Chicago) y muchísimos de sus parroquianos (como lo fue Rudy), incluido uno de sus más fieles amigos, Eddie, el chico afroamericano que recoge latas y separa la basura en la calle 18. En el gran salón del Museo enclavado en el corazón de Pilsen, se dieron cita para el adiós pintores y galeristas como Héctor Duarte, Robert Valadez, Roberto Ferreyra y Diana Solís; escultores como Alfonso Nieves, Frank Díaz y Victor Montañez; fotógrafos como su socia en el arte de enmarcar, Angela Scalisi, Alex Magaña o Rosy Campanita; editores, escritores y mucha gente de medios informativos con los que convivió Rudy, entre los cuales estaba Víctor M. Cortés, pero sobre todo músicos con los que colaboró este artista multidisciplinario (que incursionó en la actuación y en la música), entre ellos algunos muy relevantes como el brasileño Luciano Antonio, el irlandés Bill McKay, el argentino Mauro Frosio, el chileno Yuri Hevia y el portorriqueño Sammy Torres, además de su grupo Los Extraños Unidos, con el cual quien esto redacta participó y que hoy le hará una despedida musical en la galería Citlalin. El pueblo de Pilsen se reunió en torno a un queridísimo miembro de su comunidad, degollado a las 0:40 horas del sábado 30 de mayo cuando estaba sentado en la barra, en el bar Simone’s, también situado en la calle 18, cuando estaba repleto de gente, aparentemente por un motivo de celos. Lo que se sabe del asesino Ulises Almaraz, de 29 años, es que estaba celoso con Rudy Aviña (de 43 años) por haber platicado con una mujer que no era su novia. A pesar del dolor que ha envuelto a esta comunidad, que ha vivido la visita de La Catrina con mucha asiduidad en esta semana (también fallecieron la activista Rita Bustos, y ayer mismo, durante los servicios fúnebres, se anunció la muerte del artista y galerista colombiano Omar Valencia), el legado de Rudy Aviña parece prevalecer. Mia Aviña, hija mayor de Rudy, de apenas 16 años, cantó durante la despedida musical encabezada por los amigos que se reunían y graban cada semana en casa de Rudy, ubicada en la Calle 19, a unos pasos de donde fue asesinado. Además de ella, en el círculo de percusiones estaban Antonio Rangel, también de los Extraños Unidos, quien generalmente encabeza a un número grande de músicos que practica el ritual sui generis del drum circle, cada luna llena en las playas de Chicago Así, con música, con una serie fotográfica y con la proyección en las pantallas de fotografías clave en su vida personal y artística, rodeado de algunos de los instrumentos que más amaba tocar (las congas y los djembés), Rudy Aviña tuvo una despedida triste y alegre al mismo tiempo: fue capaz de convocar, de convocarnos, a una comunidad que deberá superarse de la pérdida violenta de uno de sus más activos y sonrientes pacifistas. El día de hoy, después de haberse ya realizado sus exequias en el Cementerio Resurrección de esta ciudad, tendrá una última partida, una despedida artístico-musical de sus amigos, para la que se preparan muchos músicos y que servirá como colecta para la educación superior de los tres hijos que le sobreviven, además de Mia, Carlos y Sofía. La música que grabó, el arte que enmarcó y los corazones que tocó, se han quedado en esta frase, de la camiseta conmemorativa que se imprimió en memoria de Rudy Aviña y todo mundo porta este día: “Todos deberíamos ser un poco más como Rudy”.

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