La cacería de El Chapo... en febrero de 2014

domingo, 12 de julio de 2015 · 09:05
La madrugada del sábado 22 de febrero de 2014 Joaquín El Chapo Guzmán fue capturado en un golpe cuidadosa y sigilosamente preparado por autoridades tanto de México como de Estados Unidos. El hombre por el que la DEA ofrecía 5 millones de dólares, el narcotraficante que llegó a ser colocado por la revista Forbes en la lista de los más ricos del mundo, el capo que fue considerado el consentido de los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, volvió al sitio que ya fue su hogar: el penal de alta seguridad del Altiplano. En esta edición, que por razones obvias llega con retraso a manos de sus lectores, Proceso ofrece pormenores de la cacería, en medio de un contexto significativo: el acuerdo secreto del Vicentillo, hijo del Mayo Zambada,  para conseguir la suspensión de su juicio en Chicago a cambio de información privilegiada.   MÉXICO, D.F. (Proceso).- Una incursión de la Marina a la sindicatura de El Salado, Sinaloa, el jueves 13 dio comienzo a todo. En un recorrido por la zona, marinos detuvieron a varios halcones, entre ellos a los hermanos Apolonio y Cristo Omar Sandoval Romero, quienes trabajaban para Ismael El Mayo Zambada. A partir de estas capturas le pudieron tender una trampa a Joel Enrique Sandoval Romero, El 19. Al ser detenidos, los halcones pidieron hablar por teléfono con su hermano, de quien dependían. Lo llamaron en presencia de los efectivos de la Armada; El 19 les ofreció dinero a cambio de que los soltaran. “¿Cuánto puedes juntar?”, le preguntaron. “Cien mil dólares”, fue la respuesta. “Vente, pues”. Joel Enrique Sandoval, encargado de las comunicaciones del Cártel de Sinaloa en esa región, fue aprehendido a su llegada al rancho Aguazarca, cerca de El Álamo, pueblo donde nació El Mayo. A media mañana del viernes 14 un avión de la Marina llegó al aeropuerto de Culiacán. Detrás de él aterrizó un helicóptero artillado. Al menos cinco hombres esposados y con los rostros cubiertos fueron bajados a toda velocidad del helicóptero y subidos al avión, el cual despegó de inmediato. A los cinco detenidos les decomisaron –informó la Procuraduría General de la República (PGR)– 91 armas de fuego, cartuchos, cuatro vehículos y 286 mil pesos. A cuatro de los capturados los internaron en el Centro Federal de Readaptación Social 3 en Matamoros, Tamaulipas. El 19 fue enviado al Cefereso 1, El Altiplano, en el Estado de México.   Un lunes sorprendente   Hacia las 4:30 de la madrugada del lunes 17 dos helicópteros artillados de la Marina aterrizaron en el terreno baldío de la vieja central camionera de Culiacán, predio perteneciente a Juan Manuel Ley. Después se sabría que las dos aeronaves habían despegado de un buque de la Armada anclado frente a Cospita, en el extremo sur del municipio de Culiacán. La Armada ya tenía objetivos concretos, pues desde el mediodía del domingo 16 sus efectivos habían sitiado un domicilio en la calle Río Humaya, de la colonia culiacanense de Guadalupe. Sin bloquear la calle se apostaron frente a una casa sin número, entre Manuel Bonilla y Domingo Rubí. No fue sino hasta la madrugada del lunes 17 cuando entraron al inmueble. Decenas de marinos bloquearon con sus vehículos al menos cinco cruceros; pusieron “ponchallantas” y levantaron las tapas de las alcantarillas para impedir la circulación. Versiones de los vecinos dicen que de ahí se llevaron a un hombre, aunque oficialmente ni la PGR ni la Marina informaron nada. El inmueble estuvo custodiado hasta la tarde del jueves 20. Al mismo tiempo fueron cateados otros 12 domicilios, entre ellos dos en la colonia Libertad, dos en Colinas de San Miguel y uno en la colonia Capistrano. En éste último fue detenido Mario Hidalgo Argüello, El 70, quien sustituyó a Carlos Adrián Guardado Salcido, El 50, muerto en agosto de 2013 en un enfrentamiento con militares. Otro capturado fue presentado como Mario López Osorio. Al ser informada oficialmente la detención de estos dos presuntos operadores del cártel de Sinaloa, la PGR dijo que ambos eran objetivos de la operación iniciada la madrugada del lunes “en seguimiento a las labores de inteligencia desplegadas desde días pasados en el estado de Sinaloa por la Agencia de Investigación Criminal de la Procuraduría General de la República, en coordinación con la Secretaría de Marina Armada de México”. El 70 o El Picudo pertenecía al círculo cercano de Joaquín El Chapo Guzmán. La misma madrugada del lunes 17 la Marina cateó una casa de Griselda López Pérez, expareja de Guzmán Loera. La misma casa que el 12 de mayo de 2010 había sido allanada por la Policía Federal, con el apoyo del Ejército, y donde la mujer fue detenida y liberada horas después en la Ciudad de México. Cuando los marinos llegaron sólo encontraron al velador. Abrieron la puerta a golpes y revisaron el lugar; se llevaron algunas pertenencias de Griselda López, entre ellas fotografías. Los uniformados se marcharon pero al día siguiente regresaron a resguardar el lugar. No se retiraron hasta la tarde del jueves 20. En la casa pegaron calcomanías que decían: “Inmueble asegurado, averiguación previa PGR/SEIDO/UEITA/25/2014”.   El Culiacán subterráneo   El mismo lunes 17 hubo cateos en otras dos casas de la colonia Libertad, centro neurálgico de operaciones del Cártel de Sinaloa. Esta colonia y las Díaz Ordaz, Ejidal, Pemex y Nuevo Culiacán forman una maraña habitacional conectada por el subsuelo a través de las redes de drenaje pluvial, rutas de escape de los criminales. Ambos inmuebles cateados estaban conectados vía el drenaje pluvial. El martes 18 la PGR informó que en estas dos casas se encontraron más de 3 mil kilos de drogas (cocaína y mariguana), armas (entre ellas cohetes y granadas), más de mil cartuchos y vehículos, algunos blindados. Al día siguiente se sabría que entre los vehículos asegurados había una patrulla clonada de la Policía Municipal y otra de la Marina. La droga estaba escondida en plátanos y pepinos de plástico. Una de estas dos casas fue construida hace tres años. Los albañiles trabajaron día y noche hasta que la levantaron y después se dedicaron a los “detalles”: un pasadizo –al cual se llega desde la tina de baño– hasta el drenaje pluvial, cámaras de video, ventanales blindados... un diseño muy parecido al de la fortaleza que habitaba El 50 cuando fue sorprendido por el Ejército, el 3 de agosto de 2013. El otro inmueble –de características similares– había sido construido apenas en 2012, luego de que el arroyo que corría por la calle fue entubado y convertido en drenaje. La PGR estuvo informando desde la tarde del lunes 17 del resultado de los operativos coordinados con la Armada y –luego se sabría– con la estadunidense administración antidrogas (DEA). Anunció la detención del 19 y de sus cómplices, el decomiso de casi cien armas y vehículos, pero no dijo nada acerca de los otros cateos del mismo día. La tarde del martes dio a conocer en conferencia de prensa el decomiso de las drogas y las patrullas clonadas e informó sobre las rutas subterráneas de escape. Las casas cateadas permanecieron resguardadas por la Marina hasta la tarde del jueves 20. En una de ellas, frente a la preparatoria Augusto César Sandino, en la colonia Libertad, fue improvisado un campamento a donde fueron llevados todos los vehículos asegurados. La tarde del miércoles 19, por lo menos dos agencias de autos de lujo, Mercedes Benz y Dodge Auto Country, también fueron cateadas y de ellas se llevaron al menos cinco vehículos usados, todos al mismo campamento de la colonia Libertad. A partir del descubrimiento de las patrullas clonadas, la Marina empezó a interceptar vehículos de la Policía Municipal y a cotejar credenciales y armamento de los uniformados. La Policía Municipal y el Ejército fueron mantenidos al margen del operativo de la Marina. El miércoles 19, durante los festejos del Día del Ejército Mexicano, el comandante de la Novena Zona Militar, Miguel Hurtado Ochoa, aceptó que se trataba de un operativo exclusivo de la Marina y advirtió que El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada eran sus objetivos. El propio gobernador sinaloense aceptó el lunes 17 que la Armada no le había informado de los operativos, por temor a las “filtraciones”. Desde el lunes 17 y el resto de la semana no hubo madrugada en Culiacán en la que no se escuchara el vuelo de los helicópteros de la Marina sobre prácticamente todos los puntos de la ciudad. Pero fue el jueves 20 cuando se asestó el golpe más contundente hasta ese momento: en Colinas de San Miguel fue capturado Jesús Peña González, El 20, considerado el hombre más cercano al Mayo Zambada. La detención, trascendió de fuentes policiacas no oficiales, ocurrió en la casa de una hermana suya, donde se había escondido. La PGR informó que en esa casa se encontraron drogas y armas. En el mismo informe la Procuraduría dijo haber detenido a los hermanos Kevin Alonso y Karim Elías Gil Acosta, supuestamente en posesión de armas y drogas. Después de la detención del 20 sobrevino una calma inusitada en Culiacán. Los marinos empezaron a retirarse de las casas que habían tenido ocupadas, desmantelaron el campamento de la colonia Libertad y se llevaron los vehículos asegurados. El viernes 21 transcurrió sin sobresaltos, aunque con rumores de que habían detenido a uno que otro “cachorro” del narco.   La captura mayor   Las primeras versiones empezaron a llegar a México por medio de funcionarios del Departamento de Estado de Estados Unidos, quienes afirmaban que la mañana del sábado 22 la DEA había detenido al Chapo Guzmán, y que más tarde el gobierno mexicano haría el anuncio. A las 9:20 de la mañana la agencia AP ya ponía en circulación un despacho preliminar donde anunciaba que “el capo del Cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán, fue detenido durante la noche de este viernes en un hotel de Mazatlán, Sinaloa, por autoridades mexicanas y de Estados Unidos”. En realidad el capo fue aprehendido al amanecer del sábado 22 en una operación quirúrgica, donde no se disparó ni un tiro. Varias camionetas de la Marina rodearon el edificio de condominios Miramar –en la avenida del Mar, entre avenida de los Deportes y Río Elota, en Mazatlán– y un pequeño grupo subió hasta el cuarto piso. Llegaron a la habitación 401 y detuvieron a un hombre que estaba en la cama. Era El Chapo Guzmán. También aprehendieron a un ayudante, cuyo nombre no se había dado a conocer hasta el cierre de esta edición. En la habitación, de 50 metros cuadrados, no había nada desordenado, salvo en la recámara. Los efectivos de la Armada derribaron la puerta, aprehendieron a Guzmán Loera y a su ayudante y salieron con los dos hombres para subirlos a una camioneta CVR blanca para llevarlos al aeropuerto de Mazatlán. La Marina resguardó el edificio durante las primeras horas de la mañana. Al mediodía desalojó el lugar. Uno de los condóminos entrevistados por Ríodoce afirmó haber visto varias veces a una persona de baja estatura en el edificio, entrar y salir a la habitación 401, pero que nunca se imaginó que se trataba del narcotraficante más buscado del mundo. Dijo que lo único que le parecía raro es que su cuarto siempre tenía mucha basura. El Chapo Guzmán había escapado muchas veces a los operativos del gobierno mexicano y de la DEA, siempre monitoreando y anticipándose a sus movimientos. En febrero de 2012 estuvo a punto de ser atrapado, según dio a conocer el titular de la entonces SIEDO, José Cuitláhuac Salinas. Los hechos habrían ocurrido la última semana de febrero, un día después de que se realizó en Cabo San Lucas, Baja California Sur, una reunión del G-20, donde participaron jefes de Estado de los cinco continentes para discutir temas económicos. A esa cumbre asistieron la secretaria de Estado estadunidense Hillary Clinton y el entonces presidente Felipe Calderón. El hecho se hizo público. Pero hubo otros que no. Unos en los cuales el capo estuvo a punto de ser atrapado en operativos que fueron “abortados”, algunos “extrañamente como dijo a Ríodoce un expolicía federal que participó en esas acciones. Una de ellas ocurrió en Culiacán poco antes de la de febrero de 2012 en Los Cabos, cuando un grupo especial de la Policía Federal, apoyado logísticamente por la DEA, viajó de Mazatlán a Culiacán para atrapar a un “blanco”. Se trataba del Chapo. Había sido localizado en la colonia Libertad. Esa vez el convoy policiaco llegó hasta a un kilómetro y medio del “objetivo”, pero los propios agentes de la DEA abortaron la operación sin dar explicaciones. Cuando los federales –quienes viajaban en vehículos no oficiales– se retiraban fueron interceptados por patrullas de la Policía Ministerial; luego de identificarlos los dejaron ir. El otro intento de captura fue más espectacular. Ocurrió la mañana del 3 de agosto de 2013 cuando en un operativo del Ejército en la colonia El Vallado, de Culiacán, murió El 50, encargado de las ejecuciones y ajustes de cuentas ordenados por El Chapo en la capital de Sinaloa. Los soldados sitiaron una vivienda que –después se sabría– contaba con blindajes, cámaras de seguridad y túneles de escape. Ahí el Ejército fue atacado y se produjo un tiroteo que duró al menos cuatro horas. El saldo oficial fue de tres soldados y un policía heridos; una jovencita herida en una pierna y tres civiles muertos, dos en el interior de la casa y uno más que llegó a atacar a los soldados desde el exterior. En la cochera de la casa quedó tirado el cuerpo de Carlos Adrián Guardado Salcido, El 50. Un día después la PGR dio a conocer lo que aseguró en esa casa: cerca de 14 mil cartuchos, 20 granadas, armas y cinco vehículos. También se aseguró un lanzacohetes marca L-JUD, modelo AH-296 y un cohete L-JUD, modelo A-IX-I. Ese día circuló la versión de que alguien había escapado del lugar y que El 50 realmente se había sacrificado para salvar a su jefe. El sicario recibió un disparo en la nuca que le desfiguró la cara. Versiones extraoficiales confirmaron a Ríodoce que en esa casa había estado el Chapo y había escapado por el drenaje. Agregaban que Guzmán había sido auxiliado por policías municipales.

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