Algo ocurrió entre el miércoles 5 de agosto, cuando se daba por seguro el nombramiento de Aurelio Nuño, y el sábado 8 de agosto, cuando salió humo blanco de Los Pinos en favor de Manlio Fabio Beltrones como nuevo presidente del PRI, en una jugada que lo coloca como un eventual aspirante a la candidatura presidencial. Aparte especulaciones, en entrevista con Proceso, el inminente líder priista asegura que no hubo dentro del partido ni negociación ni rompimiento y se asume a plenitud como defensor a ultranza del gobierno de Peña Nieto. Dice que espera mentiras, calumnias y difamaciones en el camino hacia las elecciones del 2018. “Que grite la canalla; tengo la piel muy gruesa…”
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Hacía tiempo que en el PRI no se veía tanta efervescencia ante el cambio de un dirigente. Nuevamente las riadas de simpatizantes llenan los auditorios de los sectores obrero, campesino y popular, los cuales se vieron casi vacíos durante mucho tiempo. “Que no quepa duda: somos el partido en el gobierno y no puede dejar de ser el brazo político del presidente”, dice en entrevista el candidato único al liderazgo priista, Manlio Fabio Beltrones.
Su oficina en la presidencia de la Cámara de Diputados está vacía, ya tiene todo listo para trasladarse a la sede nacional del PRI, donde lo esperan cuatro años de trabajo difícil, si no es que ese periodo se acorta un año para permitirle competir por la Presidencia en 2018, lo cual no descarta. “Nunca hay que montar los becerros antes de tiempo, porque se pandean”, ataja el sonorense, quien dice que por el momento su propósito es ganar las elecciones de los dos años entrantes y ser un buen árbitro.
A Beltrones le gusta el beisbol y asegura que es un buen segunda base, pero también peligroso lanzador; le gusta ponchar a sus adversarios y dar asistencias que definan los partidos. En el campo de la política hace algo parecido y ante la crisis de partidos y principalmente la baja de popularidad de Enrique Peña Nieto, sostiene que el PRI tendrá que transformarse necesariamente y al presidente tendrá que entenderlo, más que defenderlo.
“El presidente Enrique Peña Nieto no necesita quien lo defienda, sino quien lo entienda en lo que es su propósito de transformar el país –para hacer un México moderno a través de estas reformas– y en los riesgos que esto conlleva, que han lastimado intereses muy importantes; estoy seguro de que al final habrán de reconocer que lo que se realizó, se hizo bien y en la ruta correcta”, asegura.
El sonorense no rehúye las preguntas, aunque algunas lo incomodan. Se le recuerda el trabajo periodístico de The New York Times donde se afirmaba que tenía ligas con el narcotráfico.
“En mi vida política, y en la carrera que dentro de la política he desempeñado muchos años, he sido objeto de grandes satisfacciones y de algunas canalladas y esa es una de ellas. Quedó perfectamente demostrado, incluso con un dictamen de la Procuraduría General de la República, que era falso y difamatorio. Para mí, ese es un caso cerrado. Solamente lo vuelven a desempolvar aquellos que tienen intereses en lastimar mi figura, pero son parte de la canalla.”
(Fragmento de la entrevista que se publica en la revista Proceso 2024, ya en circulación)