Boicot californiano contra Chedraui

viernes, 7 de agosto de 2015 · 10:53
Desde hace dos años, cuando la empresa mexicana Chedraui aumentó considerablemente su participación accionaria en la cadena estadunidense de autoservicios El Super, en ésta se presentan problemas que afectan a sus trabajadores: despidos injustificados, menos horas de trabajo y cada vez peor pagadas, retiro de algunas prestaciones y hostigamiento a quienes se atreven a protestar… Muchos casos se han dirimido ya en las cortes; aun así las irregularidades persisten. La forma de lucha de los empleados de estas tiendas es inusual, pero ya está en marcha: un boicot contra su propio centro de trabajo. Los Ángeles, Cal. (Proceso).- Rafael Castro habla pausadamente, pero en su voz se percibe una mezcla de molestia e indignación. Durante 10 años fue gerente de una sucursal de El Super, una de las cadenas de supermercados latinos más grandes en Estados Unidos. Tras casi una década de supervisar cajeras y atender clientes, el 13 de marzo de 2013 fue despedido. El corte de caja mostró un faltante de cinco dólares. Lo acusaron de mal manejo de fondos. Este despido se suma a varios casos similares entre trabajadores de El Super a partir de 2013, cuando la mexicana Chedraui decidió aumentar su inversión en aquella cadena, que tiene 50 establecimientos en California, Arizona y Nevada y emplea a más de 5 mil personas. Cada año la cadena de El Super reporta ingresos por mil 200 millones de dólares, según la revista especializada Supermarket News. Aunque los supermercados operan en Estados Unidos bajo el registro de Corporación Bodega Latina, esta razón social es propiedad de la tercera empresa de tiendas de autoservicio más grande de México: Grupo Comercial Chedraui. Chedraui opera 216 tiendas en México, surtidas por cinco centros de distribución. Las operaciones de El Super generan 22% de los ingresos netos de Chedraui, que en 2013 obtuvo ganancias por 131 millones de dólares, un incremento de 6.5% en relación con 2012. Por lo que toca a sus ingresos (es decir el total de las ventas), la cifra ascendió a 5 mil millones de dólares en 2013, 3.8% más que en 2012. Tras su despido, Castro inició una querella ante las autoridades laborales, las cuales fallaron a su favor el 28 de mayo de 2015 y determinaron que su despido fue injustificado. Este fallo se suma a una serie de irregularidades detectadas por la propia autoridad laboral durante los últimos meses: a partir del vencimiento del último contrato colectivo de sus trabajadores, El Super ha debido enfrentar procesos legales ante las autoridades de trabajo a nivel estatal en California, y a nivel federal, así como un boicot convocado por los empleados, que comenzó a principios de 2015 y aún está en marcha. Violaciones laborales En 1995 se formó en Estados Unidos la Corporación Bodega Latina (BLC). Los fundadores fueron Mark N. Schwartz y Carlos A. Smith, actual presidente de la empresa, con una inversión inicial de Chedraui. Se decidió entonces adoptar para la cadena el nombre comercial de El Super. En 2004, Chedraui incrementó su inversión en BLC a 66.2%, y para 2014 ya poseía 83.36%. El Super había pasado de siete a 50 tiendas en Estados Unidos, crecimiento que en su mayoría se alimentó de la adquisición de compañías rivales más pequeñas, incluido Gigante USA. El conflicto legal entre los trabajadores de El Super y la empresa tiene su origen en el proceso de negociación de un nuevo contrato colectivo entre mayo y septiembre de 2013. El Sindicato de Trabajadores Unidos del Sector Comercial y de Alimentos del Sur de California (UFCW) representa a cerca de 600 trabajadores de El Super en siete establecimientos. Son trabajadores de un rango salarial bajo, predominantemente latinos, y la mayoría de ellos migrantes. Tras la expiración del contrato vigente hasta el 27 de septiembre de 2013, y tras el fracaso de las negociaciones entre las partes, en mayo de 2014 la empresa ofreció un contrato que los trabajadores decidieron no aceptar por no apegarse a sus demandas: salarios dignos, respeto en el trabajo, derechos de antigüedad, acceso a beneficios de salud, días de enfermedad pagados y una garantía de 40 horas de trabajo por semana. Actualmente los trabajadores sólo reciben una asignación de 32 horas por semana y los salarios se tasan por hora trabajada. Luz Amparo García es una de las trabajadoras que apoya el boicot. Durante seis años ha visto pasar miles de productos y alimentos por las cajas de cobro de la sucursal 16 de El Super, donde es cajera. Sin embargo, su salario no le alcanza para que haya suficiente comida en su mesa. Originaria de Medellín, Colombia, Luz, de 54 años, llegó a Estados Unidos en 2001 y desde entonces trabaja para enviar dinero a su madre y a sus hermanos. “Empecé con un salario de nueve dólares por hora; llevo seis años trabajando y mi salario es de 12.80 dólares, pero se ha quedado estancado; con los aumentos que indicaba el contrato ya debería de ir en 15 dólares. Y con la pérdida de los beneficios que teníamos hace dos años, mi nivel de vida se ha deteriorado”. Luz es una de las empleadas que sólo trabaja 32 horas a la semana; en ocasiones el monto se reduce a 28 horas. “Imagínese, gano 300 dólares a la semana y pago 750 dólares de renta al mes por un garaje adaptado como vivienda. Tengo que compartir el espacio con una compañera de Nicaragua”, relata. Hay días en los que de plano el dinero no le alcanza. Entonces acude a una iglesia cercana, que ofrece víveres a personas necesitadas. “Imagínese, mandar el dinero de las medicinas de mi madre, pagar mis cuentas, el agua, el teléfono, el carro y el costo de cuando me enfermo. Una de las cosas que estamos peleando es que nos den un seguro de salud que podamos pagar. Y que nos muestren nuestros ingresos por horas extra; desde 2012 no aparece esa cuenta en nuestro talón de cheque”. Cuando vieron que en la oferta de contrato colectivo de 2014 la empresa no cumplía con sus demandas básicas, los trabajadores llamaron a votación, rechazaron la oferta y autorizaron una huelga, en tanto que el UFCW presentaba cargos contra El Super por prácticas laborales injustas. “Los empleados trabajaron con un contrato vencido durante el periodo de negociación; cuando llegó el momento de votar, que ganó el ‘no’ e iniciaron la preparación de la huelga, Carlos Smith empezó a tener juntas a puerta cerrada con los trabajadores”, explica Rigoberto Valdez, vicepresidente de la Local 770 del UFCW. “El objetivo era lanzar una campaña de intimidación. Cuando entraban los trabajadores, les quitaban los celulares para que nadie grabara o tomara fotos. Entonces insultaban a los líderes sindicales, los ridiculizaban y ejercían presión para que los trabajadores se salieran del sindicato”. El UFCW agrupa a varias de las cadenas de supermercados que operan en Estados Unidos. De acuerdo con los tabuladores de la industria manejados por el sindicato, El Super es uno de los empleadores con condiciones laborales más injustas. Un ejemplo: en la cadena Food for Less, principal competencia de El Super, un cajero puede ganar hasta 17.55 dólares por hora. Un empleado de El Super con el mismo nivel y experiencia percibe 12.86 dólares por hora. En algunos supermercados mejor pagados, como la cadena Ralphs, el mismo trabajador puede ganar hasta 22.85 dólares por hora; casi el doble que uno de El Super. La herencia de César Chávez El 20 de diciembre de 2014 las federaciones del trabajo del estado de California y del condado de Los Ángeles dieron su apoyo al boicot como medida de presión. Dos días después, cuatro organizaciones comunitarias crearon un grupo llamado Coalición por un mejor El Super y exigieron a las autoridades de salud del condado una investigación a la cadena. Desde febrero de 2014 las inspecciones realizadas a las tiendas de los condados de Los Ángeles, San Bernardino y Orange han documentado 679 violaciones a las normas de salud ambiental. En los meses posteriores, más de 300 organizaciones comunitarias, laborales, religiosas y concejos vecinales o de desarrollo de Los Ángeles se han sumado al boicot. En marzo, Dolores Huerta, la mítica líder sindical que junto con César Chávez impulsó el boicot a la producción de uva para lograr mejores condiciones de trabajo para los campesinos, también expresó su apoyo. “La táctica del boicot la tomamos siguiendo el ejemplo de los trabajadores de la agricultura en los sesenta y setenta con Dolores Huerta y César Chávez”, explica Valdez. “A diferencia de la huelga, en el boicot se le pide al consumidor que no compre el producto, pero los trabajadores siguen trabajando, haciendo un sacrificio; les cortan horas de trabajo para compensar las pérdidas. Nosotros no podemos parar sin cobrar durante meses, pero pedimos a la comunidad que se sume a la denuncia: en esta tienda tratan a los empleados mal y no les importan nuestras comunidades en Estados Unidos, se llevan todas las ganancias a México”. Mientras el caso legal avanza, los trabajadores de El Super ya suman algunas batallas ganadas en esta larga guerra. Las autoridades laborales ya han reconocido que la cadena incumplió su obligación legal de regresar a la mesa de negociaciones. Se han aceptado las denuncias de violación de los derechos de los trabajadores contra la directiva de la cadena por prácticas de intimidación, que van desde las juntas con trabajadores convocadas por Smith, hasta los despidos en cada tienda cuando los trabajadores lideran la organización de sus compañeros. Y en sus días de descanso, los trabajadores se manifiestan afuera de las tiendas. La empresa, en tanto, está en un proceso de apelación ante las juntas laborales; a través de comunicados, ha justificado su retiro de las negociaciones debido a que éstas llegaron a un punto muerto, y ha negado las acusaciones de mal manejo de alimentos. Proceso buscó una declaración directa de Frank Aguirre, gerente de relaciones comunitarias de El Super, sin que al cierre de esta edición se hubiera obtenido una respuesta. “El Super sirve a la comunidad de origen mexicano”, explica Valdez. “Chedraui vino a Estados Unidos a bajar el estándar de los trabajadores de esta industria, tal vez porque sus trabajadores son en su mayoría inmigrantes y no siempre conocen sus derechos, o tienen miedo. Pero con la campaña que hemos hecho estos dos años, mucha gente ha perdido ese miedo y levantado la voz, aún a costa de su vida personal. La gente que viene a Estados Unidos sacrifica muchas cosas para obtener una vida mejor. Que una empresa como Chedraui no sea lo que lo impida”.

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