Este miércoles 23 comenzará la gira del Papa Francisco por Estados Unidos, después de su visita a Cuba. El pontífice –muy respetado por los estadunidenses, quienes lo consideran honesto y un auténtico líder mundial– hablará con el presidente Obama y además ante una sesión plenaria del Congreso. Se sabe que los asuntos de su agenda incluyen el aborto, los matrimonios homosexuales, la relación Washington-La Habana y sobre todo los inmigrantes… tema en el cual se espera que le ponga un alto a las desaforadas diatribas de Donald Trump.
WASHINGTON (Proceso).- La visita del Papa Francisco a Estados Unidos podría tener un efecto unificador en la sociedad de este país, que está polarizada por asuntos como la inmigración, el aborto y la discriminación racial, entre otros temas, señalan expertos.
Con un programa que incluye un discurso ante el pleno del Congreso federal, una reunión con el presidente Barack Obama en la Casa Blanca y distintos encuentros con ciudadanos estadunidenses, el Papa podría ayudar a resarcir la división social e incluso a menguar los intentos de algunos políticos por revivir la doctrina del aislacionismo y el unilateralismo militar.
“Es tal vez el único líder mundial que tiene credibilidad moral y quien con su carisma y humildad podría ayudar mucho a unir a la sociedad de Estados Unidos”, dice a Proceso John Carr, director del programa Iniciativa Católica Social de Vida y Pensamiento, de la Universidad de Georgetown.
Para Carr, quien ha colaborado con Obama en asuntos sociales y religiosos y es considerado en Estados Unidos uno de los principales expertos en temas del Vaticano y de religión, el hecho de que Francisco hable ante una sesión bicameral legislativa indica la importancia que tiene para los estadunidenses la visita del Pontífice.
“La invitación que le hizo el Congreso es muy importante. La sociedad estadunidense está muy polarizada y quiere escuchar una voz con autoridad, que viene de un hombre que promueve la unidad y la igualdad. Hay una necesidad de escucharlo”, sostiene Carr.
Francisco –quien llegará a Estados Unidos este martes 22 proveniente de Cuba– es uno de los líderes mundiales más respetados por la sociedad estadunidense, según analistas políticos y religiosos.
Una encuesta publicada la semana pasada por el diario USA Today sostiene que 80% de los estadunidenses considera al Papa un verdadero líder, un hombre que habla con la verdad y tiene la capacidad de ayudar a solucionar los problemas que afectan a la comunidad mundial.
“Nunca ha estado en Estados Unidos y eso le da mayor relevancia al mensaje que dará, porque los estadunidenses están cansados de los políticos tradicionales de Washington. Francisco ofrecerá un mensaje ampliamente esperado, tanto desde la Casa Blanca como desde el Congreso”, insiste Carr.
Inmigrantes
De la agenda papal destaca el discurso en el Capitolio. La contienda por la Presidencia de Estados Unidos –en especial el debate generado por el aspirante republicano Donald Trump sobre la inmigración indocumentada– genera mayor expectativa respecto de lo que dirá Francisco ante senadores y representantes.
“Sin querer, Trump ha reinstalado al Papa como una voz que puede servir para abordar el problema migratorio desde su contexto humanitario y no político”, considera Héctor Schamis, profesor de las materias de gobierno y democracia en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown.
Para este académico argentino, la polémica generada por Trump –quien quiere deportar y criminalizar a los 11 o 12 millones de inmigrantes indocumentados que viven y trabajan desde hace varios años en Estados Unidos– magnifica la presencia y el mensaje del Papa a la sociedad estadunidense.
“Tendrá que hablar de las deportaciones masivas, del racismo interno, de la crisis de los refugiados en Europa, del aborto, de los problemas ecológicos en el mundo, de la crisis económica y del matrimonio entre personas del mismo sexo, temas que dividen a los estadunidenses. Y esto podría ayudar a resolver los problemas desde otro contexto”, afirma Schamis.
El miércoles 23 Francisco iniciará propiamente la gira por Estados Unidos. Ese día se reunirá con Obama en la Casa Blanca. Se da por descontado que ambos aborden el caso Cuba.
“Es una visita especial. El Papa es el líder de una institución increíble, altamente valorada y respetada por los estadunidenses”, declaró el jueves 17 en una teleconferencia Ben Rodhes, asesor de Obama en asuntos estratégicos y de comunicación.
El asesor presidencial adelantó que Obama y Francisco hablarán de los avances y el estado en el que se encuentra la normalización de relaciones diplomáticas con Cuba, pero también de otros temas importantes para la sociedad estadunidense, como migración, la importancia de la familia, educación, el cambio climático y sobre todo la importancia del diálogo para unir a la sociedad internacional.
Rodhes anotó que Obama espera concretar con el Papa algunas iniciativas sobre temas en cuya “visión” coinciden ambos, pero sin un tinte político, sino social; en particular sobre el cambio climático y la libertad de credo.
“El Papa define su propia agenda y habla con mucha libertad de lo que quiere y piensa. No queremos crear expectativas de que es una voz que pueda marcar cambios o intervención en los asuntos políticos y sociales en Estados Unidos… es una voz que crea un puente para el diálogo y en este sentido el presidente valora los consejos del Sumo Pontífice”, añadió Rodhes.
EU-Cuba
Carr y Schamis –entrevistados por separado– coinciden en que Obama tendrá que agradecer personalmente a Francisco sus oficios como mediador y negociador clave, para al reciente restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba.
“Intentarán atar cabos para consumar la nueva relación con el gobierno cubano; quedan muchos temas en el aire y Francisco puede ser un factor importante en ayudar a eliminar la resistencia política que hay en Estados Unidos para normalizar en su totalidad la relaciones con Cuba”, destaca Schamis.
Precisamente en el Congreso federal donde hablará el Papa en la sesión plenaria el jueves 24, es donde los republicanos representan el bloque de mayor oposición a eliminar el último bastión de la Guerra Fría que impide materializar en todos sus aspectos la relación con Cuba: el embargo económico.
“El hecho de que Francisco llega a Estados Unidos procedente de La Habana, es por sí mismo ya un hecho altamente significativo, con un mensaje directo al Congreso. Su viaje a Cuba y su visita a Estados Unidos son un símbolo de diálogo y no de confrontación; y espero que hable de esto ante los legisladores, para acabar con el aislacionismo, y de la necesidad de trabajar con todos los países para resolver crisis y problemas”, apunta Carr.
En el Congreso estadunidense los republicanos amenazan a la Casa Blanca con negarle el presupuesto que requiere para financiar e instrumentar la nueva relación diplomática con Cuba, amén de asegurar que no aprobarán ningún proyecto de ley que intente acabar con el embargo económico que impuso Washington a la isla hace más de medio siglo.
Entre la sociedad estadunidense el tema de la inmigración indocumentada y el aborto son tal vez los más polarizantes. Francisco se opone rotundamente a la legalización del aborto, aunque ofreció el perdón de la Iglesia a quienes han optado por este método.
La derecha estadunidense –en especial el sector más conservador del Partido Republicano– comulga con Francisco en este punto. Schamis sostiene que en este contexto, eso le ayuda al Papa a “echarse al bolsillo” a los estadunidenses que no son católicos, pero sí conservadores y patrocinadores de la criminalización de los inmigrantes indocumentados.
El caso del aborto “lo utilizará como ejemplo de las cosas en común que tiene el Vaticano con los estadunidenses”, dice el profesor de gobierno y democracia de Georgetown.
Los expertos consideran que el Papa hablará de la necesidad de humanizar, despolitizar y descriminalizar a la inmigración indocumentada en Estados Unidos. Ello, afirman, le permitirá hablar ante Obama y el Congreso del problema de la crisis de refugiados en Europa y el Oriente Medio.
“El Papa no perderá la oportunidad de pedirle al gobierno de Estados Unidos que ayude a resolver la crisis de los refugiados, pero sin intereses políticos ni militares en el Medio Oriente; sin estructurar la guerra contra el terrorismo y el extremismo como justificación para ignorar esta crisis humanitaria de carácter y efecto mundiales”, agrega Carr.