La escuela de música Cardenal Miranda, en la mira del Arzobispado
Fundada en 1940, a instancias del influyente arzobispo primado Luis María Martínez como Escuela Superior de Música Sagrada de la Arquidiócesis de México, el Instituto Cardenal Miranda está en peligro de muerte: pende sobre su cabeza la orden de desalojo para esta semana. Con documentos en la mano, su director, Juan Manuel Lara Calderón, apunta que la decisión proviene del cardenal Norberto Rivera.
MÉXICO, DF (Proceso).- De las aulas de la escuela de música Instituto Cardenal Miranda (ICM), fundada hace más de siete décadas, han egresado artistas como los tenores Ramón Vargas y José Guadalupe Reyes, los directores de orquesta Rodrigo Macías y Juan Trigos, y la mezzosoprano María Luisa Tamez, entre otros. Pero el futuro de la institución es ahora incierto pues pesa sobre ella una demanda de desalojo que podría ejecutarse el próximo miércoles 13.
Según el director del Instituto, Juan Manuel Lara Cárdenas, la orden, dictada por el Juzgado 40 Civil, iba a acatarse el pasado 8 de diciembre, con “el auxilio de fuerza” de miembros de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, “un mínimo no menor (sic) de 50 elementos”, según consta en el documento cuya copia posee Proceso.
Las autoridades de la escuela se enteraron desde la tarde del día 7. Decidieron suspender las clases para no poner en peligro a maestros y alumnos, y permanecieron en guardia a la espera de la acometida que finalmente no ocurrió, al tiempo que interpusieron un amparo.
Sin embargo, a decir del profesor –licenciado en canto gregoriano y musicólogo por el propio ICM, maestro de capilla y organista de la iglesia del Buen Tono entre 1967 y 2003, y académico del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical “Carlos Chávez” (Cenidim) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA)– la amenaza sigue en pie.
Aún ubicados en la sede del Instituto en la calle de Mariano Azuela, colonia Santa María la Ribera, el director explica a Proceso que no deja de parecerle controvertida la situación por la cual atraviesan: Recibieron este inmueble de parte del cardenal Norberto Rivera Carrera, pero hace muchos años que no se les entrega ningún tipo de apoyo por parte de la Arquidiócesis Primada de México. De otra parte, el cardenal asegura a los directivos del plantel que desea su continuidad, pero su vicario general Guillermo Moreno Bravo les anuncia la orden “terminante” de Rivera de desalojar el inmueble.
Según se describe en textos proporcionados por Lara Cárdenas a este semanario, así como en su conversación, desde el 2013 comenzaron las “insistentes amenazas de desalojo” por parte de abogados de la Arquidiócesis. Por esa razón el profesor, acompañado de los presbíteros José Hernández Schäfler y Alfredo Ramírez Jasso, acudió a un encuentro con Rivera Carrera el 28 de noviembre de ese año.
En la relatoría del mismo, firmada por los presbíteros y el director del IMC, consta que el 22 de agosto de 2013 se presentaron en el colegio el vicario Moreno Bravo, el licenciado Alberto Zapata, y el presbítero Federico Altbach, rector de la Universidad Católica Lumen Gentium, quienes pretendieron “expulsarnos inmediatamente del inmueble para que éste pase al dominio de la dicha universidad”. La explicación fue que “así lo ha dispuesto el señor Cardenal Rivera”.
Lara Cárdenas afirma que el cardenal desea la incorporación del ICM a la Lumen Gentium, que anunció el mismo 2013 la creación de la licenciatura en música “con reconocimiento oficial de la Secretaría de Educación Pública”, y cuyos programas de estudio “han sido elaborados con base en las exigencias del mercado laboral”. El director sería el diácono Javier Francisco Barrera, licenciado en solfeo y canto coral por la UNAM y en filosofía por la misma Lumen Gentium.
Miembro del Seminario de Música en la Nueva España y el México Independiente de la UNAM, y realizador del rescate histórico musical de Francisco López Capillas (1614-1674) y de Hernando Franco (1532-1585) –con los cuales hizo sendos CDs–, Lara Cárdenas indica que inicialmente no le pareció mal la idea de ocupar un espacio en las instalaciones de la Lumen, ubicadas en Xochimilco, pero el rector le hizo ver que se modificaría la esencia del ICM, su perfil académico, autonomía, plantel de maestros, reglamentos disciplinarios, planes de estudio y dirección administrativa, por lo cual rechazó la idea. El propósito de la incorporación es además tener a la escuela “bajo control eclesiástico”, según se consigna en el texto del amparo.
El profesor ve una controversia, pues el cardenal, quien es “el más alto responsable de esta escuela”, les ha dicho reiteradamente que no quiere su desaparición, pero su adhesión a la Universidad Lumen eso significa, con “toda una historia académica y artística”.
Destaca que en su plan de estudios, además de las materias musicales, se imparte canto gregoriano y latín. Eso la hace “especial entre todas las escuelas de música”, pues se ha considerado que el latín es parte de la formación de los sacerdotes y “la historia demuestra que lo es de cualquier persona culta”, y para los músicos relacionados con la liturgia lo es particularmente pues hay “una enorme cantidad de música compuesta con textos en latín”.
Dudas sobre la propiedad
El ICM se fundó en 1940 como Escuela Superior de Música Sagrada de la Arquidiócesis de México, resultado del Congreso Interamericano de Música Sagrada realizado en México ese mismo año, cuenta el director. El entonces arzobispo de México, Luis María Martínez, la estableció y dio sede en una vecindad en la calle de Regina, en el Centro Histórico.
Tras una larga historia en la cual han cambiado de sedes, y en cuatro ocasiones de director, la escuela se instauró como Instituto Cardenal Miranda. En 1996 Norberto Rivera entregó la sede actual –una antigua residencia– al entonces director, el sacerdote y músico Xavier González Tescucano, quien se encargó de adecuarla y comprar los instrumentos necesarios para su operación.
Al tiempo, el interés de la Iglesia por el ICM decreció. Éste, afirma su actual director, no recibe ningún tipo de apoyo o recursos por parte del clero, opera como una institución educativa de carácter privado y vive de sus colegiaturas –que rondan los cuatro mil pesos–, aunque su comunidad estudiantil no llega a la media centena.
“El padre Xavier nunca recibió ni siquiera una felicitación pública por todo el trabajo que hizo, como pueden ver si se asoman en la pared que da al jardín donde hay algunos diplomas y reconocimientos de parte de otras instituciones… Y la Iglesia, muda. No hay una valoración de la jerarquía eclesiástica a esta institución y se les hace fácil simplemente ordenar el desalojo sin medir las consecuencias.”
Denuncia la incomprensión y falta de valoración a ese trabajo que incluso considera benéfico para la Iglesia. Recuerda que en su encuentro con el cardenal Rivera, éste le reclamó que en el instituto ya no se formen organistas y músicos de iglesia. Le reviró que los sacerdotes que lo acompañaron en su encuentro de 2013 han tenido en sus templos organistas egresados del ICM.
Considera que son las iglesias las que ya no aprecian a los organistas –lo cual implica también que muchos órganos antiguos estén olvidados– y prefieran contratar guitarristas o ejecutantes de música de poca calidad. Entonces muestra un cartel sobre un curso de Historia y Apreciación de Música Sagrada dirigido a los sacerdotes, con el fin de “favorecer su cultura musical, pero justamente no ha venido ni uno”.
El académico enfatiza que su lucha es por defender la escuela de música con toda su concepción y también el espacio material, pues aunque la Iglesia ahora lo reclama, en realidad no aportó nada para su desarrollo; fueron los directores, particularmente González Tescucano, quienes invirtieron en la remodelación para adecuar los salones, la biblioteca, el auditorio, comprar los instrumentos, los pianos, los libros.
–¿El edificio le pertenece al Arzobispado?
–Alguna vez le perteneció. Pero hay una historia media truculenta, hay una investigación de nuestros abogados acerca de la posesión de este edificio.
El académico dice que quienes están reclamando jurídicamente el inmueble como la parte demandada, resultan ser asociaciones “fantasma”. Una de ellas se atribuye la supuesta titularidad del derecho de propiedad: la Asociación Patronal Educativa y Cultural, A.C.; y la otra es un tal Instituto Cardenal Miranda A.C., “que dice presidir el señor Dino Javier Núñez Robles”, quien en algún momento administró la escuela pero renunció.
No obstante, dice el texto, cuando en 2013 la Asociación Patronal reclamó el inmueble, Núñez Robles “pactó con ella” la entrega para el mes de julio de 2015, luego solicitó se adelantara la fecha para abril del mismo año”. Y agrega:
“Como era obvio, esta entrega no ocurrió en la fecha pactada, por lo que Dino Javier Núñez Robles se presentó en el juzgado Cuadragésimo de lo Civil para explicar ante la Asociación Patronal Educativa y Cultural que no pudo cumplir con la entrega prometida, reconociendo con ello no ser el poseedor real ni legal del inmueble.”
Resume la documentación del ICM que de no concederse el amparo a la escuela, se entregaría un inmueble “a quien siguió un juicio en contra de quien no es el poseedor”, es decir, “no es propietario del inmueble”… En suma, se entregará un edificio “que prometió devolver quien no posee el bien raíz” y “se venció en juicio a una persona moral que carece de vida jurídica”, mientras la escuela jamás ha sido emplazada a juicio.
La esperanza de Lara Cárdenas es una reunión que tendrá con el vicario Moreno el próximo martes 12, en tanto han sido emplazados al desalojo para el día siguiente.