"La gran apuesta"… Sólo para iniciados

viernes, 8 de enero de 2016 · 14:58
Monterrey, NL (apro).- Desde el principio de ‘La gran apuesta’ (The big short) se aclara que para provocar desconcierto, en el mundo de las finanzas se utiliza terminología rebuscada. Si la gente ignora de qué hablan los genios de Wall Street, difícilmente puede cuestionarlos. Con el manejo de elevados conceptos, los dueños del dinero proyectan que únicamente ellos pueden desenvolverse en ese ambiente. Y en la cinta dirigida por Adam McKay pasa más o menos lo mismo. Está tan impregnada por la jerga especializada que difícilmente un ciudadano común la entenderá. Aunque es dinámica, la anécdota que sigue las desventuras del sistema hipotecario norteamericano, que provocó la gran crisis de la década pasada, demanda competencia en rubros como el funcionamiento de la Bolsa, los mercados y los fondos de inversiones. Pasa como una historia esotérica, accesible sólo para iniciados, donde se exhibe la ignorancia del ciudadano que no entiende lo que ocurre. Con un velado cinismo, el realizador le enseña que está cautivo de un sistema que lo engaña de manera permanente, sin que se percate de ello. Allá en lo alto, en las nubes, donde fluyen las fortunas, un grupo de encorbatados inescrupulosos se hacen millonarios a costa de los tontos empleados que se conforman con tener una casa, un coche y un perro en el jardín. La producción atrae por un casting impresionante, integrado por Christian Bale, Steve Carrell y Ryan Gosling, con una pequeña participación de Brad Pitt. Aunque se anticipa como un excitante drama sobre el colapso de la economía global, en medio del auge hipotecario de Estados Unidos, en realidad para los neófitos la historia es pesada como un ladrillo. No es sencillo entender cómo es que uno de los pilares de la economía del país está construido con la compra y venta de bienes inmuebles. Más complicado es captar cómo es que los ganadores, en la quiebra generalizada, fueron quienes apostaron al desmoronamiento de ese mercado. La crisis se cuenta desde adentro. Los diálogos son interminables. La acción transcurre en oficinas, frente a computadoras, ocasionalmente en bares, donde se hacen los acuerdos. Con un inteligente guión, los personajes tienen intercambios en los que van explicando el desarrollo del colapso. A veces irrumpe un narrador y los mismos protagonistas rompen la cuarta pared y hablan a la cámara con desparpajo. El sistema funciona con eficiencia. La gente adquiere casas y bienes a cambio de créditos que hacen que los bancos se apoderen de las vidas de todos a perpetuidad. Según se explica, la misma bonanza financiera provocará, por causas tan complejas como la teoría de la relatividad, una implosión en la economía. Escasos grupos de inversionistas, desconocidos entre sí, fueron los únicos que vieron venir la catástrofe. Al principio fueron contemplados como imbéciles, por invertir millonadas en un impensado cataclismo. Los banqueros se rieron de todos ellos. Pero cada uno, a su manera, al final se carcajeó con más fuerza y dejó perplejos a los grandes peces, que fueron engullidos en el mismo estanque en el que todos nadaban. ‘La gran apuesta’ enseña cómo la codicia consolida la economía en el mundo, pero también cómo la ambición puede provocar hecatombes y ruina. No importan los escrúpulos. El sistema capitalista predatorio busca sólo víctimas. Dos jóvenes inversionistas, al final, se hacen millonarios y celebran. Otro, veterano del manejo de fondos, los reprende. Les explica que ganaron una fortuna a cambio de llevar a la ruina a un sector de la población. Entre el drama y la comedia, con soberbias actuaciones, la película será enteramente disfrutable sólo para profesores de finanzas, corredores de Bolsa y demás especímenes, quienes entienden el mundillo donde habita el dios dinero.

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