'Quién soy yo”. Confesiones de Pete Townshend

miércoles, 12 de octubre de 2016 · 21:49
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Hacia 2012, el cantautor y guitarrista Pete Townshend (Londres, 1945), fundador de Los Who –grupo de rock con el cual se presentó el miércoles 12 por vez primera en el Palacio de Los Deportes–, publicó en Inglaterra sus memorias Who I Am, libro de 569 páginas que apareció traducido al español dos años más tarde en Malpaso Ediciones, de Barcelona. Hemos escogido algunos fragmentos de dicho volumen, traducido como “Quién soy yo”, donde Pete habla de su filosofía de vida y experiencias musicales en esta sorprendente autobiografía, para nuestros lectores y fans de Los Who, pasajes donde habla de cómo escribió una carta para su niño interno cuando fue acusado de ver pornografía infantil, la ópera de rock Tommy y declara no estar al servicio del capitalismo: “Pese a ser yo rico y privilegiado, de corazón y actitud sigo siendo socialista, soy un activista presto a defender al perdedor y al marginado, así como entretenerlo.” (https://www.youtube.com/watch?v=594WLzzb3JI) Yo estuve ahí Es fabuloso, mágico, surrealista, verlos bailar a todos ante la reverberación de mis solos de guitarra: entre el público, mis amigochos de la escuela de arte se ven algo petrificados al verse en medio de desgarbados mods del norte y del oeste de Londres, esa hueste de adolescentes que ha llegado a horcajadas en sus fabulosas motos vespas, acelerados por las anfetaminas, con buenos zapatos y el pelo corto. No puedo decir lo que pasa por las cabezas de mis compañeros de grupo, Roger Daltrey, Keith Moon y John Entwistle. Incluso en medio de la banda me suelo sentir algo solo, pero esta noche de junio de 1964, en el primer concierto de Los Who en el Railway Hotel de Harrow al oeste de Londres, me siento invencible… En ese momento, tomo una decisión repentina, y en un frenesí demente vuelvo a arrojar mi guitarra Rickenbacker una y otra vez contra el techo. Lo que antes era una simple fractura, ahora es un astillado estropicio. Sostengo la guitarra sobre el gentío con un gesto triunfal. No la he machacado, la he esculpido para ellos. Despreocupado, arrojo la guitarra hecha añicos al suelo, agarro una Rickenbacker nueva de doce cuerdas y sigo el espectáculo. Aquel martes por la noche di con algo más potente que las palabras, algo más emotivo que mis intentonas de chico blanco por tocar blues. Y como respuesta recibí la aclamación del público… Algunas personas contemplaron la destrucción como un ardid publicitario, pero yo sabía que el mundo estaba cambiando y nos encontrábamos mandando un mensaje. La vieja manera convencional de hacer música ya nunca iba a ser la misma. Cuando despedacé la guitarra por primera vez, no tenía ni idea de a dónde me llevaría aquello, pero sabía de dónde venía… Soy británico, londinense, nací justo cuando la Segunda Guerra Mundial estaba por concluir. Como artista en activo, estos tres factores me han condicionado significativamente, de la misma manera en que las vidas de mis abuelos y de mis padres se vieron condicionadas por la contienda bélica… En 1945 la música tenía una finalidad seria: vencer el trauma de la posguerra y revitalizar las esperanzas e ilusiones de un pueblo exhausto... Había risas y optimismo, la guerra había terminado. La música que tocaba mi papá (clarinetista y saxofonista de Los Squadronaires), se llamaba swing (yo había mamado el cariño por aquella música, un amor que iba a traicionar por una pasión nueva: el rock’n’roll). Era lo que la gente quería escuchar. Yo estuve allí. (https://www.youtube.com/watch?v=IbaIB7rurys) “Tommy”, mitos, rock y Woodstock La grabación de Tommy engendró muchos mitos. Uno de ellos es que pasábamos mucho tiempo discutiendo mis ideas, tiempo durante el cual me ayudaban a resolver problemas… A efecto del grupo Los Who era cierto, pero en cantidad de ocasiones yo trataba de explicar los matices de la obra al resto de la banda y su interés era nulo… Nos veíamos fuertes, solíamos estar de buen humor y optimistas. La banda mostraba su respaldo por mis ambiciosos planes de una ópera rock… Yo quería mostrar al héroe de Tommy como víctima de abusos en su familia, entre sus compañeros de escuela y por parte de los vendedrogas. No pretendía colar un mensaje explícito; simplemente demostrar que mi héroe era un chavo normal de la postguerra… Tommy no había sido concebido como un álbum pop. Mi nueva definición de lo que hacía era “rock”. Los músicos y periodistas empezaban a usar el término para describir un movimiento juvenil, así como la música más popular del momento… El último problema que nos tocaba solventar era qué función debía desempeñar Tommy ahora que (el gurú) Meher Baba había muerto. Nunca pensé que la obra fuera un vehículo de captación de adeptos para Meher Baba, pero sí que aspiraba a reflejar ciertos anhelos espirituales de aquella era post psicodélica… Históricamente, las actuaciones de Los Who se habían desarrollado según cierta competitividad infantil que había funcionado bien entre 1964 y 1968 cuando cada uno de los cuatro, todavía chavos, tratábamos de llamar la atención del público según la propia y excéntrica manera de cada cual… Sin embargo, al comenzar a interpretar Tommy en 1969, esta competencia se fue diluyendo… Podíamos empezar nuestras actuaciones con el rock pesado más escandaloso, y en ocasiones cerrábamos también así, con amplificadores que se desplomaban y baterías convertidas en chatarra; pero mientras interpretábamos Tommy éramos auténticos músicos… La música pop estaba evolucionando y se convertía en el barómetro de muchos cambios sociales… Con todo su bagaje espiritual, Tommy está repleta de violencia. Comienza con un bombardeo, un piloto de la RAF desaparecido en combate, un asesinato pasional, abuso sexual, la drogadicción de un matasanos de barriada, incompetencia médica para un niño discapacitado, y la revuelta de una población agraviada a la que se le prometió el nirvana pero sólo se le proporciona un trabajo infame. Al interpretar Tommy yo sentía perder la conciencia. Era como un pasón pero sin drogas… Tuvo que trascurrir algún tiempo para que nos diéramos cuenta que nuestra actuación en el Festival de Woodstock --misma que fácilmente pudo no habernos sucedido-- habría de catapultar a The Who rumbo al Olimpo del rock estadunidense, donde permanecimos hasta entrado el siglo XXI. Woodstock acabó representando una revolución para los músicos y los amantes de la música. Hoy se celebran hasta 450 festivales al año de música en Gran Bretaña. Woodstock devino en modelo de lo que podrían ser esas concentraciones. Y fue el documental maravillosamente rodado de Mike Wadleigh lo que consolidó su legado para siempre. Hasta el barro se veía bonito. (https://www.youtube.com/watch?v=U6FvuTcoXU0) Coda Dedico este libro al artista que habita en todos nosotros. Esta nota es tanto para mí, como para todos ustedes. ¡Toquen para las divinidades! En el mundo del espectáculo, “las divinidades” son los asientos del fondo, los más duros, los baratos que impiden ver o escuchar debidamente y cuyos ocupantes hablan entre ellos, y comen montones de palomitas de maíz. Para el artista, “las divinidades” son el universo, el gran panorama, abstracto y desconocido, el cielo abierto y el mar. Concentrarse en el universo puede parecer grandilocuente o falto de sentido. Pero éste puede ser tan grande como queramos que sea. Algunos entre nosotros creen que no hay nada allá afuera. Otros, que estamos rodeados de ángeles guardianes. Bueno. Toquen para los dioses, toquen con ellos, o si lo prefieren, jueguen con un cesto lleno de juguetes, o canten bajo el chorro de una regadera de agua caliente o pónganse a manejar las perillas de un armario y simulen navegar 20 mil leguas debajo del mar. Todo esto es más o menos lo mismo. En cualquier caso, tú juega y toca. (https://www.youtube.com/watch?v=Y7e4Y03uojg) Quién soy yo Cuando se alcanza mi edad, las obras de caridad se convierten en algo necesario en la vida. Por medio de las mismas, los astros veteranos del rock no perdemos de vista la dureza del mundo real, a la vez que logramos conocer a muchas personas. Esto supone una cura de humildad, y una de las vertientes más aleccionadoras es la censura que ejercen algunos periodistas, convencidos de que lo hacemos más por motivos egoístas y de interés personal; ante lo cual, sólo podría decir que mejor harían en ser algo más desprendidos ellos mismos. En diciembre de 2008, Los Who fuimos invitados por George W. Bush y el Kennedy Center Comitee. Aunque se trataba de un honor concedido a los artistas que nada tiene que ver con la política, entiendo que difícilmente se me concederá jamás un tipo de homenaje parecido en mi país… Sea como fuere, confío en Gran Bretaña y su proceso democrático. Estoy orgulloso que mi tarea genera empleos, y pese a ser yo rico y privilegiado, de corazón y actitud sigo siendo socialista, soy un activista presto a defender al perdedor y al marginado, así como entretenerlo. Sería hipócrita decir que no me vi afectado por la percepción que tienen de mí personas quienes no me conocen ni saben de mí, más allá de lo que leyeron en los tabloides acerca de mi arresto en 2003 (acusado de ver pornografía infantil vía internet). Hace tiempo que ya abandoné mis afanes de blanca palomita en ese sentido, pero sigo estando dolorosamente consciente de las repercusiones que todo aquello pudo haber tenido en las fundaciones para las que he colaborado y en las cuales me veo obligado a mantener un perfil discreto. Bastó pulsar el botón de un ratón para ocasionar una avalancha de malentendidos. Pero sigo hacia adelante. Siempre me ha acompañado un orgullo combativo, retador y antagonista. Es algo que llevo muy a flor de piel, me enciende con facilidad, se remueve y da la cara. Forma parte de quien soy. ¿Y qué pasó con el niño interior dentro de mí? La carta que le escribí al Pete de ocho años de edad que fui continúa siendo una de las afirmaciones más importantes de mi existencia. “Recuerda –le dije– que los malos pensamientos que a veces experimentas, te ayudan a ser más fuerte, más capaz y más empático ante el dolor que otros puedan sentir. Tienes buen corazón y vas a salir avante de ésta. La vida puede ser dura, y de hecho te va a resultar duro aceptar cuán maravillosa es la vida que te tocará vivir. Ello se debe a que sientes que no te la mereces. “Eres inteligente. Lamentablemente, no ejercitarás tu cerebro tanto como deberías. Tu amor propio es deficiente y caerás en periodos de pereza que te mantendrán estancado. Posees una gran imaginación, y ella puede bastarte en cierto sentido. Pero debes tener cuidado y tratar de respetar los hechos. No puedes simplemente inventarte aquello que no has conseguido aprender. Tu fracaso académico ha sido una parte fundamental del motor que impulsa tu inspiración artística… “Pasarás por una adolescencia extraña, pero eres un chamaco adorable, encantador. Trata de recordar que no todo en la vida puede ser perfecto. Cometerás errores. Es inevitable. No eres feo ni malo. Lo serás únicamente si te portas mal. Disfruta de la vida. Y ten cuidado con lo que anhelas, pues podría ocurrir que llegues a conseguirlo.” (https://www.youtube.com/watch?v=vd_AGG0cvE4) Epílogo He escrito un libro y estoy contento de haberlo conseguido… La mayoría de los entrevistadores me preguntan por qué me tardé tanto en escribirlo. La verdad, no es que yo esperara morirme para no envejecer (como dice su canción “Mi generación” de 1964), sino que esperaba morirme joven para ahorrarme la tarea de publicar el libro. Algunas personas que menciono no se sienten cómodas por cómo las recuerdo; otras están contentas por el mero hecho de ser recordadas. Algunas estuvieron encantadas de no aparecer. Otras más –que después de recortar las mil páginas iniciales a unas 500 y se vieron reducidas a un poco más de un pie de página-- quedaron algo perplejas de ver lo que quedaba de ellas… pero las reacciones expresadas personalmente por correo o mail son mayoritariamente satisfactorias. En los primeros meses que el libro salió a la venta en 2012, me hallaba de gira con Los Who… viajes, carreteras y demás, en lugar de los momentos más estimulantes que disfruté en la primera semana de promoción del libro, como cuando asistí a la Biblioteca Pública de Nueva York y me sentí tratado como un catedrático… en ocasiones no había dormido en las horas que tocaba. Con todo, me sentía mejor y tenía mejor aspecto que ahora mismo. Trabajo de doce a dieciséis horas al día, “picando piedra” en mi estudio casero de Londres… Todo esto resulta fascinante, pero déjenme que les explique. A principios del verano del 2008, vendí Eel Pie Oceanic, mi gran estudio comercial cerca de mi hogar... De modo que con las ganancias me compré una buena casa inglesa a una hora de Londres… Gracias a un buen trato acordado con Yamaha, pude instalar un gran piano de cola Disklavier en el espacioso salón de estar con piso de madera… No estoy sordo en absoluto, pero mis oídos están fatigados… Las grabaciones en el Disklavier son guardadas como datos en su propio ordenador, de tal modo que las notas falsas pueden también corregirse. No sé si me hago entender, pero todo este proceso de composición es muy divertido. Siempre me ha encantado recurrir a la tecnología –sobre todo en mi estudio casero-- para ayudarme en la composición, pero también para plantearme nuevos retos… Puedo decir, pues, que las máquinas han venido a salvarme… Esta es una época muy feliz para mí. Evidentemente estoy envejeciendo, pero aún estoy en el primer estadio de la desintegración… Vivo, no obstante, con la sabiduría que dan siete décadas. El propio tiempo es el secreto de la vida. El tiempo es todo lo que necesitamos gestionar. Es lo único que importa. Vivir en el presente es una práctica espiritual fugaz, incompatible con el tiempo que se retrotrae o se proyecta hacia el futuro. A menudo que me hago viejo y feliz, me entra el pánico. Me quedan algunos buenos años por delante. Tengo la valentía de asumir proyectos osados, y la despreocupación de mostrarme audaz… Lo que no tengo es el tiempo infinito. Con todo, me sigo preguntando quién soy, de dónde vengo y hacia dónde coy. Todavía soy seguidor de Meher Baba, pero mantengo los dedos cruzados a mi espalda… yo respeto la fe espiritual o religiosa del prójimo y exijo el mismo respeto para mí. El problema es que a medida que envejezco, no quiero saber qué hay al otro lado de la verdad… Todo lo que sé es que sólo la felicidad y el amor pueden dejar en suspenso el terrible suspenso del tiempo que pasa. A veces, se ve trascendido por la música, lo cual resulta sorprendente si pensamos que la música depende de la división del tiempo, de su duración y tránsito. De modo que aquí estoy, dubitativo aún sobre si la vida es un viaje espiritual o si el universo tiene la clave para hacernos reír. Como sea, la música es lo único que puedo hacer ahora mismo. Si escribo otro libro, dudo que se trate de uno de memorias. No es que me haya aburrido de mí mismo, pero estoy cansado de explicar que más allá de lo que dijera cuando era un joven entusiasta de 18 años, o un treintañero maltrecho por la heroína, me niego a seguir cargando a esos dos tipos. Y no voy a pedir excusas por ellos. Uno era ingenioso e incansable, lleno de energía y esperanza; algo triste quizá, pero tenía toda la vida por delante y los nubarrones pasaban. El otro era un ser exhausto, enamoradizo, que iba tras las sombras y se regodeaba en la sordidez aunque seguía creando, presentándose, e incluso, hacía reír a los demás. Juro que no estoy pretendiendo darme una pátina romántica, sino todo lo contrario. Hoy día, las cosas son más simples para mí y estoy feliz. Satisfecho de tirar para adelante. Mi dentadura continúa intacta en su mayor parte. Y aún puedo brincotear. Mejor dejémoslo así. Espero hayan disfrutado este libro. (https://www.youtube.com/watch?v=qwREQTEO6lg)

Comentarios