Prácticamente tiene empresas en todas las áreas y sectores: de la construcción de cárceles a la venta de flores. Olegario Vázquez Raña es la quintaesencia de los empresarios crecidos en simbiosis con el poder político y, durante el peñanietismo, su influencia y su fortuna no han hecho más que multiplicarse. Él ata y desata, los funcionarios lo obedecen, el presidente lo trata con máxima deferencia… Y Televisa y TV Azteca se preparan para el embate que significa la irrupción de la tercera cadena de televisión pública.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El 4 de diciembre de 2012, el presidente Enrique Peña Nieto fue a desayunar al Heroico Colegio Militar, un acto precedido de desfiles, salvas de artillería y proclamas por la seguridad que, sin embargo, tuvo por invitado de honor a Olegario Vázquez Raña, un civil acaudalado, contratista de las Fuerzas Armadas y del gobierno todo.
Aunque desde el primer día del sexenio la élite empresarial estuvo presente en diferentes actividades, el convite de los militares fue el primero en que el entonces nuevo presidente de México saludó en su discurso a un empresario por nombre.
La distinción inauguró una nueva etapa de favoritismo y negocios al amparo del poder para Vázquez Raña y para su hijo Olegario Vázquez Aldir, quien ahora está al frente de diferentes empresas.
En lo que va del sexenio el empresario ha participado en los principales proyectos de infraestructura, como la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM); la ampliación de la Línea 12 del Metro; la construcción de grandes hospitales, carreteras, escuelas, y por si fuera poco, es el beneficiario de la concesión para operar la tercera cadena de televisión abierta, que forma parte también del Programa Nacional de Infraestructura (PNI) como uno de los ambiciosos proyectos del gobierno peñanietista.
Vázquez Raña es banquero y da préstamos a gobiernos, pero también posee florerías y tiendas de regalos. Tiene una cadena de cafeterías pero participa en las grandes obras y concesiones facilitadas mediante la asociación público-privada. Es dueño de exclusivos hospitales privados, aunque también opera nosocomios públicos.
Además, su emporio mediático está compuesto por al menos 20 concesiones de radio, dos canales de televisión de paga y el cuasicentenario periódico Excélsior. Se dedica asimismo al manejo de los desechos tóxicos.
Si bien la mayoría de los sectores enlistados en los que participa sólo puede prosperar al amparo del poder, en el romanceo característico de los millonarios mexicanos que suelen inventarse un origen humilde la historia que cuenta Vázquez Raña –la misma de su fallecido hermano Mario– se puede resumir así:
Un pobre inmigrante gallego llegó a este país y trabajó en el cambaceo. Avecindado en la popular colonia Guerrero, puso una modesta tienda, luego adquirió un hotel de paso ahí mismo y, con el tiempo, la mueblería Hermanos Vázquez, que se convirtió en cadena. Empleados por su padre, los hermanos Vázquez Raña se inspiraron –inclusive en el camión repartidor de muebles que dice haber manejado Olegario– y avanzaron hasta ser influyentes personalidades de la vida nacional. Fin.
Nada queda de los hoteles de paso en la calzada de Tlalpan que se le atribuyen a su familia en distintos relatos biográficos. Hoy es dueño de la cadena Camino Real y los lujosos Quinta Real. Lo único que al parecer conserva de todo aquello es la mueblería Hermanos Vázquez y, según ha declarado, desde hace años suele trasladarse siempre en helicóptero.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 2085 de la revista Proceso, ya en circulación.