Entre el "paseo típico" y el diálogo

sábado, 19 de marzo de 2016 · 10:12
LA HABANA (proceso.com.mx).- A partir del próximo domingo y hasta la noche del martes, después de su paseo en las calles turísticas de la Habana Vieja, el presidente estadunidense Barack Obama multiplicará los gestos políticos para demostrar su voluntad de normalizar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. En paralelo, dedicará parte de su estancia en Cuba –88 años después del expresidente Calvin Coolidge, su predecesor más reciente a emprender el viaje a la isla-- en abogar por un cambio político en la isla, como una forma de apaciguar las críticas contra la visita en Estados Unidos. En la tarde del próximo domingo, después de salir del avión presidencial, la familia Obama, escoltada por un batallón de agentes de seguridad, arrancará su visita de la isla por una caminata en las calles empedradas de la Habana Vieja, paseando entre los estrechos callejones de casas antiguas renovadas y plazas arboladas que dan su encanto al barrio colonial. El itinerario que recorrerá la pareja presidencial no diferirá del que caminaron los 161 mil 233 estadunidenses que visitaron Cuba el año pasado –una cifra de magnitud inédita que no incluye a los cubanoamericanos-- y quienes, pese al embargo económico que su gobierno mantiene contra la isla, se sacaron fotografías con un puro Cohiba entre los labios y el volante de un automóvil de antaño entre las manos. Así, los Obama pasarán por la Catedral, donde platicarán con el cardenal Jaime Ortega, el arzobispo de La Habana, quien apoyó las negociaciones secretas que desembocaron sobre el deshielo histórico entre Cuba y Estados Unidos, el 17 de diciembre de 2014. “Es el tour típico”, asevera un habanero, cuyo departamento se encuentra en un edificio pegado a la Catedral. Explica a Proceso que los vecinos de la Habana Vieja no podrán ver la pareja presidencial estadunidense, pues recibieron instrucciones de cerrar las cortinas y la prohibición de asomarse por las ventanas. De hecho, durante la caminata el público no podrá acercarse a las calles y los negocios estarán cerrados. El pasado jueves, el gobierno informó a los habaneros sobre los “cambios en la circulación vial entre el 20 y el 22 de marzo”. Circular y estacionarse en la capital cubana será muy difícil estos días, pues las autoridades cerrarán un gran número de calles – incluso de la avenida Van Troy, que conecta el aeropuerto con el centro de la ciudad--. Obama no fue la razón por la cual la fachada de la Catedral luce como nueva, asevera el vecino. Las autoridades pulieron el monumento histórico el año pasado, en preparación de la visita de otro invitado de lujo: el Papa Francisco I. De ahí, la pareja paseará en los lugares más emblemáticos del barrio colonial: la Plaza de Armas, la Plaza San Francisco o la Plaza Vieja, entre otros. Si bien no hubo obras de restauración masivas para la llegada de Obama –estas calles ya se encuentran en un muy buen estado, en comparación con los callejones aledaños--, los trabajadores de los restaurantes y vecinos entrevistados recuerdan que las autoridades realizaron algunos retoques de pintura en ciertos edificios, limpiaron las piedras de algunas fachadas, instalaron unas plantas y regaron abundantemente los parques para que esta parte de la capital luzca ante sus invitados. La política El lunes 21, el turismo dejará el lugar a la política y a los símbolos de reconciliación entre Cuba y Estados Unidos, los verdaderos motivos de la visita. La parte protocolaria iniciará en la Plaza de la Revolución, frente al Monumento José Martí, el héroe de la independencia de Cuba, cuya imagen tiene un carácter casi sagrado en Cuba. Ahí, Raúl Castro recibirá a su homólogo, quien depositará una ofrenda floral y dejará unas palabras en el libro de visitas. Más tarde, los mandatarios sostendrán un encuentro en el Palacio de la Revolución. Si bien los temas aún no han sido planteados, Ben Rhodes, el asesor de seguridad nacional para comunicaciones estratégicas de la Casa Blanca, --uno de los asesores personales de Obama-- adelantó ayer que los líderes discutirán “un gran número de temas”, sobre todo “los avances que se han realizado respecto a la normalización de las relaciones”. Pese al acercamiento entre ambos países, marcado por los cuatro paquetes de medidas que adoptó la administración de Obama en el último año para debilitar el bloqueo económico, los gobiernos de Cuba y Estados Unidos siguen teniendo divergencias de fondo, entre ellas la situación de la democracia en la isla o la permanencia de la base militar estadunidense de Guantánamo en Cuba. No obstante, es probable que los temas de disensión no acaparen el diálogo, pues Rhodes aseveró que se tratará solamente de “un intercambio cándido sobre materias en las que diferimos”, y que más bien los presidentes “revisarán las áreas donde podemos utilizar la visita del presidente para acelerar estos esfuerzos”. De hecho, después de la reunión oficial, Obama y una comitiva de empresarios estadunidenses platicarán con empresarios cubanos, los cuales forman parte de la incipiente iniciativa privada en el país. En su Congreso de 2011, el Partido Comunista Cubano (PCC) adoptó medidas de “actualización” de su modelo económico, ofreciendo la posibilidad a los cubanos a abrir negocios y emplear personas por su cuenta. Cinco años después, 500 mil cubanos conforman el sector privado de la isla; ya sean “cuentapropistas” --dueños de los negocios-- o empleados de los restaurantes –los “Paladares”--, las empresas de informática, las casas particulares o los estudios de fotografía, entre muchos, que florecen en muchas esquinas de La Habana, aunque todavía enfrentan problemas de suministro, ya que no existen mercados donde puedan comprar sus productos al mayoreo. “El evento incluirá empresarios estadunidenses, quienes compartirán sus experiencias con sus contrapartes cubanos y plantearán oportunidades de construir relaciones a largo plazo”, indicó Rhodes. En algún momento de la visita, el cual no ha sido determinado todavía, la familia Obama comerá en un Paladar, símbolo del negocio privado naciente. Para justificar la adopción de las medidas pese a la oposición tenaz del Partido Conservador –que tiene la mayoría en el Congreso y se obstina a mantener el bloqueo económico--, la administración de Barack Obama no escondió que su objetivo a largo plazo consiste en estimular el sector privado de la isla para provocar cambios en el sistema político. A través de su Canciller Bruno Rodríguez Parrilla, el gobierno cubano planteó el pasado 17 de marzo –durante una conferencia previa a la visita de Estado--, que “si el gobierno de Estados Unidos estuviera realmente interesado en ayudar a los cubanos, entonces el embargo debería ser levantado”. Después de la reunión empresarial, Obama y su esposa regresarán al Palacio de la Revolución, donde cenarán con Raúl Castro. Disidentes Aunque sean pocas las probabilidades de que provoque un incidente diplomático – Obama viaja con la aparente intención de marcar la mejoría en la relación de manera duradera--, el martes será el día más propicio al surgimiento de fricciones. Por la mañana, el mandatario estadunidense pronunciará una alocución televisiva en vivo desde el antiguo Gran Teatro de La Habana, restaurado y bautizado Teatro Alicia Alonso en septiembre pasado, en homenaje a la ilustre bailarina cubana. No se conoce el contenido del discurso que Obama dará en el edificio lujoso de estilo barroco, cuyo color blanco luce impecable desde su restauración. Por su parte “La Bestia”, el vehículo que utiliza Obama en sus giras internacionales, llegará al teatro sobre una capa de asfalto recién depositada. Más tarde, Obama se reunirá en la embajada de Estados Unidos –que hasta el pasado mes de julio era todavía la “sección de intereses” del país en Cuba--, con representantes de la disidencia cubana, a los que Rhodes describió como “grupo de la sociedad civil cubana, incluyendo activistas de los derechos humanos”. Según el periódico El Nuevo Herald, la Casa Blanca invitó a José Daniel Ferrer, coordinador general de la Unión Patriótica de Cuba; Berta Soler, la lideresa de las Damas de Blanco, Cuesta Morúa, el líder de Arco Progresista; o la bloguera Yoani Sánchez. Como símbolo de buena voluntad política, el pasado martes el gobierno cubano liberó a cuatro disidentes encarcelados el año pasado. Fueron trasladados ese día a Estados Unidos, junto con otro activista. Si bien la reunión de Obama con disidentes era inevitable para satisfacer la opinión pública estadunidense; la crítica por parte del gobierno cubano lo era de igual manera: el mes pasado, cuando la Casa Blanca anunció de manera sorpresiva el viaje oficial, Josefina Vidal, alta funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, planteó que su país tenía “ideas distintas”de los derechos humanos, e invitó Obama a dialogar con la “verdadera sociedad civil cubana”. En la noche del martes, el presidente de Estados Unidos asistirá al partido de beisbol que disputarán la selección nacional de Cuba y los Rays de Tampa Bay en el Estadio Latinoamericano, cuyas paredes recibieron una visible capa de pintura fresca esta semana. El partido, que jugará 17 años después de la última visita de un equipo de Ligas Mayores de Beisbol (MLB) a Cuba –cuando vinieron los Orioles de Baltimore--, se llevará a cabo en medio de negociaciones que podrían desembocar a la apertura de una oficina de la MLB en La Habana. “El pueblo de Cuba espera que la visita del mandatario estadunidense consolide su voluntad de involucrarse activamente en un debate a fondo con el Congreso para el levantamiento del bloqueo y que entretanto, continúe haciendo uso de sus prerrogativas ejecutivas para modificar tanto como sea posible su aplicación, sin necesidad de una acción legislativa”, sentenció el periódico Granma en su editorial del pasado 8 de marzo, el cual fijó la postura del PCC respecto a la vista de Obama. Un encuentro con el líder revolucionario y expresidente Fidel Castro no se encuentra en la agenda, pues según Rhodes “ninguna parte lo ha solicitado”.

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