Alexis, la porrista de 17 años que fue asesinada por su novio

martes, 19 de abril de 2016 · 22:25
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Alexis era porrista. A la tía Carmen le parecía una adolescente hermosa y lo era. Tenía 17 años. Sergio, el novio de 23 años, era vecino de toda la vida, aceptado por la familia desde siempre. El pasado domingo 17, en una casa de una colonia de Monterrey, Nuevo León, Alexis y su hermana Sharito se alistaban para ir a un partido de futbol. Cuando asomaron a la calle, las esperaba Sergio. Se escuchó una detonación de arma de fuego. El novio le disparó a la novia. El cuello de la casi niña quedó perforado. La sangre brotó sin control. Mónica, la madre, corrió en auxilio de la hija moribunda. El agresor, con la cacha de la pistola la golpeó. También a la hermana de Alexis. Y huyó. Se trepó a una camioneta color verde y desapareció del lugar. Policías lo capturaron más tarde. Alexis murió minutos después de haber ingresado al área de urgencias de un hospital privado ubicado al sur de Monterrey. Su hermana Sharito sufrió fractura de cráneo. Fue operada. No presenta complicaciones. Se encuentra convaleciente. El servicio funerario de Alexis comenzará a las 2 de la mañana de este miércoles. La agresión del novio ocurrió el domingo alrededor de las 13 horas. La tía Carmen escribió el lunes una carta en su cuenta de Facebook que se reproduce a continuación: “Alexis es muy especial. Es mi sobrina. Es la primera hija de mi hermano mayor. Nació días después que mi hijo Pablo. Siempre ha sido muy cariñosa. Muy amable, muy educada. Pocas niñas como ella. Es una adolescente que apenas se descubre a sí misma como mujer. Le conozco un novio. Postea fotos de él en Facebook. Un novio medio robusto, alto, parece jugador de futbol. Ella es porrista. Es como si el cuadro se completara. La chica hermosa, con el jugador guapo y talentoso. “El día que murió Alexis, unos momentos antes, ella rescataba a un pajarito caído que estaba afuera de su casa. Quería llevárselo a su mamá pájaro. Así era Alexis, dulce y noble. Quería ser veterinaria. Alexis murió ayer. “Sergio, su exnovio, vecino de toda la vida, y acogido por la familia desde siempre, le disparó en la tráquea y se la destrozó. Estaban presentes mi cuñada y su otra hija. Él buscaba golpearlas, eliminarlas, como si fuera un crimen pasional o de odio. Buscaba borrar su memoria. Les pegó tanto en la cabeza que las tres armaron un charco de sangre en el porche de su casa. “Se alistaban para ir a un partido en donde Sharito, su hermana, la iba hacer de porrista, como siempre. Porque sí, eran porristas, no por nada eran chavas que te alegraban la existencia, en el campo y en la vida. Estaban muy contentas. Al salir a la calle, Sergio las estaba esperando. Y así, en unos instantes les cambió la vida. “Como a eso de las 4pm nos avisaron que ya había fallecido. Se hizo todo lo posible, trataron de reanimarla durante mucho tiempo, le insertaban sangre y esta simplemente se le salía como en fuente. Su mamá, al momento de verla en el suelo, ensagrentada y herida, ya sabía que su hija estaba a momentos de irse. La sentía respirar pero su mirada ya se había ido. Ellas trataron de taparle la herida, de conservar su alma en su cuerpecito. De arrullarla, de despedirse, de implorarle que no las dejara. Entre gritos desesperados, golpes, rasguños, tratando de defenderse. Pero Alexis ya estaba en los primeros escalones hacia al cielo. “Yo no soy de muchas lágrimas, yo soy más racional. Trato de conservar la calma en los momentos de más angustia. Vi a mis hermanas desvanecerse en lágrimas, en incredulidad. Y no, la verdad es que creo que a mí no me ha caído el veinte. Yo creo que aún estaré esperando verla en Navidad, sentada con nosotros junto a su hermana, o en el cumple de mis hijos, y creo que en algún momento de la vida cometeré la estupidez de decirles ‘por qué no vino Alexis’. “La última vez que la vi fue en el quince de mi sobrina Carito. Andaba contenta con su hermana. Pa allá y Pa acá. Bailando con mis hijos. Mi hermana me dijo que el novio ese fue al quince. Yo no me acuerdo haberlo visto. Pero había tristeza en ella. No sé. Como si ella anduviera buscando algo, como si quisiera huir de algo. Ahora me pregunto, por qué no le pregunté nada. Por qué no intervine más? “A mí no me consuela llorar. A mí me consuela buscar entender. Por qué es que pasan estas cosas. Por qué el daño viene de las personas que supuestamente te aman. Por qué Alexis se enamoró de un chavo emproblemado. Por qué ella no buscó ayuda, o no creyó en su miedo. Por qué la mamá de Sergio ignoró señales. Por qué los focos rojos que se prendieron fueron ignorados? Por qué no se hizo algo. Por qué mi hermano y mi cuñada, no fueron lo suficientemente fuertes o atentos con estas señales. Por qué nosotros no estuvimos cerca? “Por qué dejamos que nos prohibieran verlas y hablarles. Ayer mi cuñada se culpaba por no haberlas protegido lo suficiente, ya que ni en su propia casa las pudo proteger. Yo me pregunto, Por qué mi hermano no le enseñó a escoger a sus parejas. Por qué no le dijo, ‘Alexis, tú te mereces a alguien bien. Si no quieres estar con él dime, estoy aquí para protegerte, porque yo soy tu padre, y debo protegerte. Porque los padres están para proteger a sus hijas. Para enseñarlas a saber escoger a los hombres’. Tal vez lo hizo, tal vez todo esto son ideas mías nada más. “Pero la culpa en este momento o en cualquier otro, no sirve de nada. No se puede vivir con culpa. No puedes educar a un hijo con culpa, no puedes construir nada con culpa. Además, quién soy yo para juzgar. “No hay palabras para consolar a mi cuñada, o a mi hermano. Sharito no sabe que su hermana ya no está. No sabe que su hermanita-mejor amiga, ya no estará ahí para verla crecer, para graduarse, para verla enamorarse, para verla tener a su primer hijo, para verla cambiar el mundo o para ver lo que sea que haya que ver. Solamente nos queda estar ahí. Acompañarlos en este trágico y duro viaje que es la vida. “Ayer entre toda la tragedia, el hospital, las lágrimas, la incomprensión me tocó ver al asesino mientras lo subían esposado en una patrulla. Es sólo un muchacho pensé. Qué estaría pensando mientras lo hacía? Cuál fue el detonante? qué podemos hacer nosotros como padres, como sociedad para evitar que jóvenes como él, o como cualquier otro, se conviertan en asesinos potenciales? Qué podemos hacer nosotros como padres para prevenir esto con nuestras hijas. No se trata de prohibirles, de aislarlas, ni de no dejarlos ir a ningún lado. “Yo creo que se trata de empoderarlas. De que sepan decir no, y en el momento en que se pasen de lanza en ese momento denunciar. También se trata de que como padre, uno debe estar bien cerca, estar atento, de que cualquier señal que no nos cuadre, actuar en consecuencia. Mejor que lo tachen a una de paranoica o mal pensada a tener que pasar por tragedias como esta que no se le desean a nadie. Y no solo dejarlo ahí, hacer un pedote. Sí, porque debemos hacer pedote cuando alguien es misógino o está enfermo. “Denunciarlo, evidenciarlo. Aunque nos digan ‘feminazis’ o viejas argüenderas (sic) o viejas locas. A estas alturas de la vida me vale madre que me digan eso. “No dejar que ese ‘pasarse de lanza’ se convierta en un asesinato. Eso no es amor muchachas. Eso es obsesión, qué cosa romántica hay en que te disparen por ‘amor’? Los celos enfermos son peligrosos. Eso no es amor. “Las autoridades están investigando lo obvio. Yo en mis adentros, y esta es especulación mía, no fue cosa de una vez y ya. Yo creo que no era la primera vez que él manifestaba esta violencia contra mi sobrina. Yo creo que ella no dijo nada para no preocupar a nadie, porque igual pensaba que nadie la podía ayudar. Pero repito, son suposiciones mías. “Ayer cuando le pregunté a mi cuñada, cómo estás? Muerta, me dijo. Me quitaron a mi Alexis. Para qué vivir. No supe que contestarle. No hay palabras de consuelo. Sólo le hablé de la hija que le quedaba. “Ahora lo que nos resta a nosotros es sobrevivir. Ojalá esto que nos pasó nos sirva de algo. A nosotros como familia, a nosotras como mujeres y como sociedad”.  

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