La misteriosa vida de Jheronimus van Aken

domingo, 5 de junio de 2016 · 10:03

HERTOGENBOSCH, Países Bajos (Proceso).-  Tan misteriosa como su obra es la biografía de El Bosco.

Se desconoce  la fecha de su nacimiento –¿1450?– en esta ciudad (Bolduque en español), pero se tiene documentado el día de sus exequias: el 9 de agosto de 1516 en la imponente catedral gótica de San Juan, aunque no queda huella alguna de su sepulcro.

Se ignora la causa de la muerte del ilustre flamenco. ¿Fue víctima de la epidemia de pleuritis que provocó estragos en 1516?  Varios de sus biógrafos lo sugieren sin poder comprobarlo.

Los historiadores se han remontado a principios del siglo XV para  buscar el origen de su familia.

Por razones desconocidas, el abuelo, Jan Thomaszoon van Aken (1380-1454), oriundo de Nimega, decidió dejar su rica ciudad natal en 1427 para instalarse en Bolduque. Abrió un taller de pintura en el que trabajó con gran empeño rodeado por sus cinco hijos, entre ellos Athonis, padre de Jerónimo (Jheronimus) Bosch. Al filo de los años la empresa familiar fue adquiriendo fama, y en 1450 Jan Thomaszoon estaba considerado como el mejor pintor de la ciudad.

No sobrevivió una sola obra suya y tampoco existen pinturas del padre y de los tíos de El Bosco.

Cuarto de los cinco hijos de Anthonis y de Aleid van der Mynnen, el joven Jerónimo vivió con ellos en una zona popular del mercado, que en ese entonces ya era el centro neurálgico de la ciudad. Hoy sigue palpitando la bella plaza medieval de Bolduque que adorna una austera estatua de bronce del pintor. La casa familiar estaba rodeada por comercios y tiendas de artesanos. Al igual que sus hermanos y primos, Jerónimo se inició en la pintura en el taller familiar desde muy temprana edad.

El artista aún era adolescente cuando, el 13 de junio de 1463, un  gigantesco incendio destruyó parte de Bolduque y aniquiló por completo la casa de los van Aken.

¿Originó ese trauma las imágenes apocalípticas de llamas incandescentes y devastadoras que pintó El Bosco décadas más tarde en sus representaciones del infierno? Algunos de sus biógrafos se interrogan al respecto.

A pesar de numerosas investigaciones se sigue sin tener la mínima idea del tipo de educación que recibió el artista. ¿Se capacitó exclusivamente en el taller familiar? ¿Recorrió Europa, como se solía hacer en la Edad Media, para perfeccionarse como pintor? ¿Estudió humanidades?

La juventud de Jheronimus van Aken sigue siendo enigmática.

Se conoce la fecha aproximada de su matrimonio –entre el 24 de julio de 1480 y el 15 de junio de1481– con Aleid van der Mervenne, hija de riquísimos comerciantes.

Y se sabe con certeza que esa unión cambió radicalmente el curso de  la vida del talentoso artista-artesano. Jerónimo Bosch vendió las partes del taller familiar que le correspondían a su hermano mayor y se mudó a la opulenta casa de su esposa, ubicada del lado elegante  de la plaza del mercado. Abrió su propio taller en la planta baja de la residencia, convirtiéndose en pintor independiente, según asegura  Stefan Fisher, uno de los más eruditos biógrafos de El Bosco.

Matthijs Ilsink y Jos Koldeweij, comisarios de la muestra El Bosco. Visiones de un genio, que acaba de cerrar sus puertas en Hertogenbosch, discrepan con Fisher y aseguran que Bosch siguió trabajando con sus hermanos en el taller familiar.

Sea como sea, los tres coinciden en afirmar que su matrimonio con Aleid van der Mervenne no sólo mejoró la situación material del pintor, sino que le permitió codearse con la elite de la ciudad y los aristócratas que pasaban por Bolduque.

Activo centro comercial durante la primera parte del siglo XVI, Hertogenbosch se convirtió a partir de 1480 en una ciudad próspera y dinámica, que dirigían juntas la aristocracia y una alta burguesía cada vez más pujante y poderosa. Ambas clases estaban apegadas a rigurosos preceptos religiosos.

Esa crema y nata de Bolduque pertenecía a la muy selecta Cofradía de Nuestra Señora, también conocida como Hermandad del Cisne, fundada en 1318 y que, hecho excepcional, sigue existiendo hoy día. Esa “noble asamblea” contaba con miles de miembros esparcidos en numerosas ciudades de los Países Bajos e inclusive de Alemania, pero sólo tenía un número reducido de “hermanos bajo juramento”. El Bosco acabó siendo uno de ellos en 1486.

Poco tiempo después de su ingreso a la Hermandad de Nuestra Señora empezó a adornar la capilla que la cofradía estaba construyendo en la catedral de  San Juan. Documentos de archivos permiten establecer que El Bosco no se limitó a pintar obras sobre paneles de madera. También fue solicitado para vitrales, adornos de latón, retablos, bordados de ropa litúrgica… Otros documentos indican que el artista pagaba altísimos impuestos y que en 1500 pertenecía a la casta adinerada de la ciudad.

A pesar de su auge económico, Bolduque distaba de ser un centro cultural e intelectual como lo eran Brujas, Gante, Bruselas o Amberes. Todos sus  exégetas resaltaban el aislamiento artístico en el que El Bosco vivió y creó.

Muchos aseguran inclusive que “el maestro” nunca salió de Hertogenbosch. Insisten sin embargo sobre su amplia cultura. Aunque aislado, El Bosco se mantenía informado de la vida artística de su época, consultando los  preciosos libros que iban adquiriendo las iglesias, los monasterios, los escabinos (especie de jueces del pueblo) o que donaban a la ciudad sus más ricos habitantes.

Recalcan Matthijs Ilsink y Jos Koldeweij:

“La ausencia de una tradición pictórica local y de convenciones artísticas facilitó sin lugar a dudas la eclosión del genio de Bosch. Por un lado el pintor inscribió su trabajo en la tradición de los primitivos flamencos como Jan van Eyck, Rogier van der Weyden y Dirk Bouts, y por otro su soledad le permitió  romper radicalmente con sus antecesores en el plano estético, iconográfico y técnico.”

Los dos expertos recuerdan también la importancia del contexto social en el que vivió El Bosco:

“La carrera artística de Bosch al igual que la vida de Bolduque, estaba determinada por factores religiosos, políticos y comerciales. Su obra, en gran parte religiosa, fue profundamente influenciada por la ‘doctrina de la devoción moderna’ cuya misión era transmitir con la mayor intensidad posible el mensaje de Cristo a los creyentes.”

Precisan:

“Quienes le encargaban pinturas pertenecían a la elite del reino habsburgo- borgoñés que visitaba Bolduque por razones estratégicas. Pero también la elite local, enriquecida por el desarrollo comercial regional e internacional de Bolduque, adquiría pinturas suyas. Lo hacía por razones de prestigio, pero sobre todo para asegurar la salvación de su alma. Fue con ese  último objetivo que los miembros de la Cofradia de Nuestra Señora le pidieron trabajos específicos.”

A partir de 1490 el pintor empezó a presentarse como Jheronimus Bosch. En ciertos archivos aparece mencionado como Jheronimus van Aken, que se llama a si mismo Bosch.

Sin prueba alguna pero basándose en la evolución renacentista de su  estilo, especialmente en sus espléndidos paisajes, algunos biógrafos de El Bosco sugieren que el flamenco viajó a Italia entre 1500 y 1504 quedándose bastante tiempo en Venecia. Esa hipótesis sigue causando polémicas entre eruditos.

Fisher no la contempla en absoluto y recuerda que el periodo 1497-1503 marcó una etapa fundamental en la obra del pintor. Fue en estos años cuando El Bosco realizó La adoración de los Magos y, sobre todo, El Jardín de las Delicias (dos de las  obras “estrellas” del Museo del Prado). Estos trípticos fascinaron a  sus contemporáneos por su complejidad, su fuerza innovadora y su perfección formal al tiempo que llamaron poderosamente la atención de la nobleza europea.

En 1504 el rey Felipe El Hermoso encargó personalmente una obra a El Bosco. Existen huellas escritas del “pedido” firmado por el monarca y de la orden de un pago inicial de 36 florines. El tríptico del Juicio Final, que pertenece hoy a la Academia de Bellas Artes de Viena, parece ser la obra encargada por Felipe El Hermoso. Fisher afirma que fue la más importante de la colección del monarca.

Sigue habiendo muchas interrogantes sobre los últimos años del maestro flamenco, cuya obra más espectacular (realizada entre 1512 y1516) es El carro de heno, tríptico de una audacia total que despertó admiración y estupor en el siglo XVI como lo hace hoy.

Se ignora la génesis de ese tríptico. ¿A qué tipo de encargo correspondió? ¿Quién era su patrocinador? ¿Estaba destinado a una colección privada?

En cambio se sabe que mientras lo estaba pintando El Bosco aceptaba otros pedidos mucho menos transcendentales. En 1512 diseñó una cruz para la casulla de un alto jerarca religioso, y un año más tarde… un candelabro. En 1515, pocos meses antes de su muerte, cobró 68 florines por un trabajo artístico no identificado.

El 8 de agosto de 1516 Jheronimus van Aken rindió su último suspiro.

Su viuda le sobrevivió seis años, durante los cuales el rey Carlos Quinto le otorgó una renta anual de 10 libras, suma alta en ese entonces. Semejante trato  da la medida de la estima del poderoso monarca para El Bosco.   

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