Cubanos varados en Nuevo Laredo: 'No es una opción regresar, allá no tenemos derecho a nada”    

lunes, 30 de enero de 2017 · 15:52
NUEVO LAREDO,  Tamps. (apro).- Decenas de ciudadanos cubanos se reúnen cada día frente al puente internacional Las Américas de esta ciudad, a la espera de noticias sobre la reapertura de la frontera con Estados Unidos porque, advierten, regresar a Cuba “no es una opción”. Para llegar a esa esquina de las calles Vicente Guerrero y avenida 15 de Junio –a unos pasos de pisar territorio estadunidense–, la mayoría de los cubanos tuvieron que pasar una “odisea”. “Ya tenemos 16 días aquí y el Instituto Nacional de Migración (INM) nunca nos ha molestado”, afirma Yamira González, quien salió de Cuba junto con su hermana y un menor. La mujer asegura que las autoridades locales solicitaron al grupo un censo para saber cuántos son y poder ayudarlos. También les han ofrecido asistencia médica e incluso les han pedido que informen si hay personas con enfermedades crónicas, como diabetes, para apoyarlas con medicamento. “Nos ofrecen una regularización mientras se resuelve nuestra situación con Estados Unidos”, puntualiza. La mayoría de los cubanos salieron de la isla con una visa de turista de Guyana, en un viaje de ida y vuelta que les costó alrededor de 240 euros. Vendieron todas sus propiedades –casas, autos, muebles, etcétera– para financiar su traslado a la frontera con México, y durante su travesía tuvieron que pagar a diversos “coyotes”. Su “odisea” incluyó cruzar diez países y sortear peligrosos ríos y selvas, pero también la inseguridad en países como Honduras y Salvador, y la corrupción de las autoridades del INM en México. Todos aquellos que arribaron a la frontera con Estados Unidos después del 12 de enero ya no pudieron cruzar a ese país, porque justo ese día el entonces presidente Barack Obama eliminó la llamada “Ley pies secos, pies mojados”, que permitía a los cubanos conseguir asilo legal en la Unión Americana. De acuerdo con Yeleni Díaz, quien manifiesta su desacuerdo con el sistema de gobierno castrista, decidieron salir de Cuba porque allá “no tenemos derecho a nada”. “Mi esposo tiene tres años en prisiones y no estoy de acuerdo con el presidente cubano por la política asquerosa que tiene. Fidel le hereda la presidencia a su hermano y Raúl se la hereda a su hijo. ¿En qué país se ha visto que en 60 años sea el mismo presidente?” pregunta. A Armando Leyna, su esposo, “le echaron cuatro años por no estar de acuerdo con el régimen castrista. Yo tampoco estoy de acuerdo con el comunismo que nosotros vivimos, por eso estoy aquí para sacar a mi familia de Cuba”, resalta. Y subraya que todos los cubanos que se quedaron sin los beneficios de la “Ley pies secos, pies mojados”, que operaba desde 1995, ahora “están en situación de ansiedad”. Según cifras publicadas por el diario estadunidense The New York Times, en los últimos tres meses llegaron a México más de 11 mil cubanos. Pero desde el pasado viernes 27 el gobierno mexicano comenzó a deportar a quienes se encontraban en la estación migratoria Siglo XXI de Tapachula, Chiapas. En un primer momento tuvieron que salir unos 90 cubanos y después 70 más que llegaron al país por la frontera sur. Otros mil 100 esperaban en otras ciudades, mientras las autoridades decidían qué hacer frente la nueva situación que provocó el decreto de Obama, destacó el diario neoyorquino. Yisandra Sotologo, de 28 años, salió de Cuba con su esposo, pero tuvo que dejar a su hija. La pareja abandonó la isla el 26 de noviembre y llegó a Tapachula el 15 de diciembre. Luego se enteró que se cerraría la frontera de Estados Unidos para los cubanos que buscan asilo. “En la selva había muchos problemas. En Colombia casi me lleva el río, y Nicaragua y Honduras son países muy peligrosos por la violencia. En Cuba tenía un negocito de venta de cosas en la calle, porque con el sueldo no sobrevives”, cuenta la mujer, sentada frente al puente internacional Las Américas. Lester Díaz, quien vivía en La Habana, añade: “Regresar a Cuba no es una opción. Es injusto lo que nos está pasando. Yo dejé en Cuba a mis padres y a mis hermanos”. Sara Ramos secunda a su compatriota: “Salimos de Camaguey, rumbo a Guyana. Supuestamente Cuba no tiene presos políticos, pero te echan otros cargos para meterte a la cárcel”. Otros de los entrevistados, quienes prefirieron en omitir sus nombres, coinciden en que las condiciones económicas de Cuba son insostenibles, y fue eso lo que los obligó a abandonar el país. “No se puede vivir con un salario de 20 dólares al mes. Es un salario injusto. Lo que estamos hablando aquí nos va a costar mucho si nos deportan. Si regresamos sufriremos una persecución”, dice uno. Otro agrega: “Cruzamos diez fronteras: la selva de Colombia con tigres y monos; atravesamos  La Loma de la Muerte y ríos crecidos. Hemos sido robados, extorsionados y hasta violados. No salimos de Cuba por gusto”. Los más de 400 cubanos que ahora habitan en Nuevo Laredo, una ciudad dominada por Los Zetas, se suman a los más de 4 mil ciudadanos haitianos que intentan cruzar la frontera desde Tijuana, Baja California. Para Hermes Cruz, quien vivía en Olguín, es “bastante triste que regresen a un cubano a la isla. A los que estaban retenidos en Tapachula los están deportando hacia Cuba. Salimos porque no queremos estar allá. La vida ya es insostenible y la última opción que deseamos es que nos regresen allá”. Admite que los cubanos siempre quisieron llegar a Estados Unidos, porque es el país que  ha combatido al comunismo y el que “siempre” les ayuda, y también porque hay una gran comunidad cubana en Miami. “Lo primero por lo que abogamos aquí es que por cuestiones humanitarias el gobierno americano nos abra la frontera a los que ya veníamos en el camino”. La segunda opción, si la primera no fuera posible, “es que nos den la posibilidad de regularizarnos acá en México”, apunta. Los inmigrantes cubanos se encuentran hospedados en diferentes albergues donde les han ofrecido un lugar para dormir, alimentarse y asearse, entre ellos las casas de migrantes Amar, Nazareth y Padre Giovanni, pero también les han abierto las puertas en la Iglesia Bautista Emmanuel. La Casa de Migrantes Amar –un refugio sostenido por iglesias adventistas– alberga actualmente a cerca de 170 cubanos. La llegada de los isleños al albergue implicó un cambio radical en la manera de trabajar, debido a que los responsables habían alojado hasta ahora únicamente a ciudadanos centroamericanos. “Es un cambio trabajar con una cultura que es muy complicada”, dice Aarón Méndez Ruiz, director del refugio. “Los cubanos están muy estresados porque no saben qué va a pasar con ellos. Por cualquier cosa se enojan”, asegura. Y señala que el medio ambiente también resultó un problema porque ellos no están acostumbrados al frío y ahora se están enfermando. El refugio Amar –con reglas muy claras, como no fumar o tomar bebidas alcohólicas en sus instalaciones– nació hace siete años y ahora alberga aproximadamente a 200 personas (alrededor de 170 cubanos y 30 centroamericanos y mexicanos). La ayuda para alimentar a los huéspedes es otorgada por iglesias adventistas de Estados Unidos y organizaciones mexicanas, aunque autoridades de Nuevo Laredo también se han acercado al albergue con el fin de atender a los enfermos, mientras que una asociación de abogados los orienta respecto de su situación legal y las oportunidades que tienen de solicitar asilo en México. “La ayuda no es suficiente, pero confiamos en que Dios proveerá”, concluye Méndez.

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