En lucha contra las conmociones de futbolistas

domingo, 7 de enero de 2018 · 09:33
Mario Isidoro Ortiz Ramírez no sólo es el primer investigador nivel 3 del Sistema Nacional de Investigadores que tiene la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo; también es pionero en el desarrollo de un programa de prevención contra las conmociones cerebrales en los atletas. Su trabajo se enfoca a mejorar la calidad de vida de los deportistas en retiro, pero también puede aplicarse a quienes están en activo a nivel profesional y amateur. Ortiz descubrió que, pese a ser un tema que preocupa a la comunidad del futbol en México, hay jugadores que no sabían que tuvieron una lesión de este tipo. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Un estudio de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) reveló que 5.4% de 407 futbolistas evaluados tuvo síntomas de conmoción cerebral durante los 12 meses previos a la investigación; de ellos, 9.1% (es decir, dos jugadores) reportó señales consideradas graves. El trabajo, realizado por el doctor Mario Isidoro Ortiz Ramírez (Ciudad Sahagún, 1966), investigador nivel 3 del Sistema Nacional de Investigadores adscrito al área académica de Medicina del Instituto de Ciencias de la Salud de la UAEH, derivó en un nuevo proyecto actualmente en desarrollo que permitirá evaluar las consecuencias a corto y largo plazo de las conmociones cerebrales que sufren los atle­tas universitarios. El objetivo final de la investigación es diseñar programas de prevención para ser aplicados en el deporte amateur, escolar y profesional, debido a que las conmociones cerebrales en los deportistas son un problema que no ha sido investigado en México. Para determinar la prevalencia de este tipo de lesiones entre los futbolistas, Ortiz Ramírez analizó a 407 jugadores matriculados en la Universidad del Futbol y Ciencias del Deporte, propiedad de Jesús Martínez, dueño de los Tuzos del Pachuca. Eligió a un grupo de jóvenes con una edad de entre 13 y 22 años, a quienes les aplicó las pruebas de la Herramienta de evaluación de conmoción en el deporte 2 (SCAT2, por sus siglas en inglés de Sport Concussion Assessment Tool). Los resultados indicaron que 22 de los 407 evaluados (5.4 %) sufrieron un traumatismo (golpe) en el área de la cabeza, ya sea en la cara, cuello, frente, sien o mandíbula; de ellos, ocho (36.4 %) aseguraron que el golpe fue leve; 12 (54.5 %), que fue moderado y sólo dos (9.1 %) reportaron contactos graves. Del total de los participantes en la investigación, 161 (37%) tuvieron uno o más signos descritos por la prueba SCAT2.  En ellos, los síntomas más comunes fueron: fatiga o falta de energía (75 futbolistas), somnolencia (56), dificultad para concentrarse (53), dificultad para recordar (45) y dolor de cuello (41). Otros resultados indicaron que 32 jugadores (7.9%) tuvieron errores de orientación, 227 (55.8 %), fallas en la memoria inmediata; 377 (92.6 %), falta de concentración; 366 (89.9 %), anomalías en las pruebas de equilibrio y 309 (75.9 %) presentaron memoria demorada. La prevalencia de conmoción cerebral en el grupo analizado es de 5.4%, inferior al 8 % que se detectó en futbolistas que la FIFA ha evaluado, de acuerdo con el estudio denominado A six year prospective study of the incidence and causes of head and neck injuries in international football (Un estudio prospectivo de seis años de la incidencia y las causas de lesiones de cabeza y cuello en el futbol internacional), que el máximo organismo mundial de futbol realizó en 20 torneos varoniles y femeniles, entre 1998 y 2004. En total, la FIFA contabilizó 248 lesiones de cabeza y cuello durante ese periodo, de las cuales 163 fueron identificadas y analizadas en videos. Entre los daños más comunes están las contusiones (53 %), laceraciones (20 %) y conmociones cerebrales (11 %). Y las causas más comunes de las lesiones fueron las jugadas aéreas (55 %), el uso de las extremidades superiores (33­ %) y de la cabeza (30 %). Para llevar a cabo su investigación, el doctor Ortiz dividió en grupos a los participantes de acuerdo al número de horas que dedican a los entrenamientos. El primer grupo estuvo integrado por futbolistas que entrenan de seis a 12 horas a la semana y el segundo, por jugadores que practican entre 13 y 24 horas. Los jóvenes también fueron separados de acuerdo a los meses que llevaban practicando futbol. El primer conjunto estuvo conformado por quienes tenían de seis a 24 meses jugando y el segundo, por aquellos que llevaban más de 24 meses en las canchas. También fueron divididos por rango de edad. En el primer grupo había jóvenes de entre 13 y 19 años y en el segundo estaban los que tenían de 20 a 22 años. Así, de los 407 participantes, 119 habían jugado futbol de manera continua entre seis y 24 meses; el resto, durante más de 24 meses. De la investigación fueron excluidos quienes sufrieron alguna conmoción por golpes en accidentes vehiculares, en caídas, en peleas o en actividades recreativas. A los participantes se les entregó una versión en español de la prueba SCAT2, método estandarizado que se divide en nueve subpruebas, cada una con su propio puntaje. Por ejemplo, si un jugador no reporta síntomas, tiene 22 puntos; si sus signos físicos están bien, suma dos puntos; si supera el balance de evaluación, tiene 30 puntos, o si supera la prueba de memoria inmediata, obtiene 15 puntos, de tal suerte que una persona que nunca sufrió una conmoción cerebral reporta 100 puntos. De acuerdo con el estudio realizado en el primer semestre de 2013, en materia de evaluación de síntomas, “una puntuación más baja significa discapacidad. Fallar o cometer errores en las subpruebas puede indicar una alteración cognitiva probable, causada por una conmoción cerebral”. Mortal, un segundo golpe El subdirector de Medicina del Deporte del Instituto Nacional de Rehabilitación, José Gilberto Franco Sánchez, explica en entrevista que la realización de este tipo de estudios en México es fundamental en la prevención de lesiones y probables daños a la salud de los deportistas. De acuerdo con el Colegio Americano de Neurología, el término para describir este tipo de lesiones es contusión cerebral y se trata de cualquier traumatismo o golpe directo o indirecto a la cabeza con el cual el deportista puede o no perder la conciencia. “Hablamos de toda alteración neuroanatómica, fisiológica y electrofisiológica del cerebro por un traumatismo craneoencefálico, o sea, por un golpe (…) como alguien que se cayó corriendo, por un golpe directo como un pelotazo o un batazo a la cabeza, por cúmulo de traumatismos repetitivos, como el cabeceo en el futbol y los golpes a la cabeza en el boxeo”, explica. De acuerdo con el médico, lo más importante cuando ocurre un golpe en la cabeza es evitar el síndrome de segundo impacto. Se debe eliminar cualquier riesgo de que el atleta reciba un segundo golpe sin antes haber atendido el anterior. De lo contrario, podría sufrir daños cerebrales irreversibles o la muerte. A diferencia de lo que ocurre entre los boxeadores, quienes suelen padecer demencia pugilística, Franco dice que no hay casos de futbolistas que hayan tenido alguna contusión cerebral causada por los constantes cabezazos al balón, pero aclara que se debe favorecer la prevención. “Los peleadores afectados —explica el especialista— tienen emociones desproporcionadas. De repente se empiezan a reír de la nada o lloran, tienen amnesias o no pueden recordar un número de tres dígitos. Ocurre con boxeadores que son difíciles de noquear, porque reciben mucho castigo, terminan por absorber mucho daño. “Si un jugador recibió un golpe, el médico en el campo debe tener la capacidad de determinar si es grave, aunque no haya perdido la conciencia, y sacarlo del partido. En cualquier caso de pérdida del conocimiento, el futbolista no debe continuar y tiene que ser llevado a un hospital para realizarle exámenes a profundidad y, si es necesario, que pare una o dos semanas”, expone. El especialista también indica que, como las conmociones cerebrales no son lesiones escandalosas, se corre el riesgo de que una persona mal preparada incurra en un subdiagnóstico y permita al futbolista volver al campo. Para favorecer la investigación, asegura, además de los protocolos que la Federación Mexicana de Futbol aplica en la LIGA MX, los médicos de los equipos deberían entregar a la Comisión Médica los reportes de los casos de conmociones cerebrales que ocurran en entrenamientos y partidos, para que a esos jugadores se les dé atención y seguimiento personalizado durante meses. “No es un asunto de salud pública, porque no es algo que esté matando o dejando discapacitados a los mexicanos que hacen deporte. No es diabetes, obesidad o hipertensión arterial como para que el sector salud invierta recursos, pero si la liga del futbol mexicano dedica parte de su dinero a la investigación, nosotros podemos ayudarlos. “Puede hacerse un estudio a población abierta (jugadores y exjugadores) para determinar cuántos futbolistas han tenido una contusión cerebral, de qué grado, cuántos pudieron haber tenido un síndrome de segundo impacto y cuántos pueden tener actualmente, ya retirados, el síndrome crónico de traumatismo craneoencefálico, para medir la magnitud del problema e investigar la causalidad. “Podría investigarse a los más vulnerables, como son los defensas centrales, quienes despejan más con la cabeza en comparación a los delanteros y sus remates a gol”, explica Franco Sánchez. –¿Vale la pena hacer los estudios, aunque sean meramente estadísticos? –Sí, porque contribuiría a mejorar la calidad de la vida de los deportistas que se retiran. También se debe hacer un censo cardiológico, para evitar la muerte súbita. Estos dos tipos de investigación son muy valiosos. (Sería positivo) que cada vez que va a empezar un torneo los jugadores sean sometidos a exámenes que permitan establecer su estado neurológico, como los electroencefalogramas y las resonancias magnéticas, para que se les pueda declarar aptos para jugar. “Vale la pena hacer periódicamente este tipo de exámenes, mínimo, a los jugadores mayores de 30 años, porque son considerados los que tienen mayor riesgo. Para ello —continúa—, con una encuesta simple, autoencuesta o una encuesta dirigida se puede obtener un primer cribaje. “Es decir, primero discrimino con la encuesta, si hay casos que no ameritan seguir con la investigación, se descartan. Con los casos negativos se entra a la fase de la detección y luego a la de confirmación del diagnóstico. De esa manera se puede comenzar a hacer tomografías o resonancias magnéticas hasta llegar a los estudios neurológicos más sofisticados.” Mayor trabajo Las investigaciones realizadas hasta ahora revelan que las conmociones cerebrales en el futbol no deben subestimarse.  El estudio del doctor Mario Ortiz indica que existe una preocupación en la comunidad del futbol por el uso de la cabeza para controlar, pasar, disparar, cambiar la dirección del balón y para anotar. “Es una habilidad que aumenta el riesgo de lesiones en la cabeza, incluidos hematomas, laceraciones, fracturas y conmociones cerebrales. En el mundo del deporte hay una falta de comprensión del impacto del problema, a escala personal y social hay una presión para seguir practicando el deporte por el probable impacto económico que podría causar. En el estudio denominado Puntuaciones basales de la evaluación de conmoción cerebral en futbolistas mexicanos, se recomienda aplicar este tipo de pruebas antes del inicio de los torneos. El trabajo realizado en la UAEH considera que evaluar la historia de conmociones cerebrales por 12 meses es insuficiente, por lo que sugiere investigar más durante un periodo de dos o tres años. Sin embargo, aclara que el corto lapso no invalida los resultados obtenidos. “En nuestro estudio, el grupo de entre 13 y 19 años obtuvo mejores puntajes en la prueba de orientación y en la prueba de memoria diferida, en comparación con el grupo de entre 20 y 22 años. “Se ha demostrado que las frecuencias de conmoción cerebral tuvieron una tendencia ascendente a lo largo del tiempo de practicar un deporte, así como con el aumento de los años. Por lo tanto, es probable que este grupo (de 20 a 22 años) haya practicado el deporte por más tiempo que los atletas más jóvenes. En consecuencia, es plausible que (los de mayor edad) hayan tenido más conmociones cerebrales. “Es necesario seguir investigando sobre este punto para dar más sustento a esta posibilidad. Estos atletas no sabían que habían sufrido una conmoción cerebral, que es muy común en los deportes. “Otras limitaciones de nuestro estudio incluyen la falta de los sujetos y el análisis de los sujetos con y sin conmoción cerebral agrupados. También es necesario aplicar la prueba SCAT en diferentes momentos después de una lesión en la cabeza”, indica el estudio. Este reportaje se publicó el 31 de diciembre de 2017 en la edición 2148 de la revista Proceso.

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