Anaya convirtió al PAN en un "partido cártel": Carlos Castillo

miércoles, 28 de marzo de 2018 · 07:58
Corrosivo, Carlos Castillo López define al PAN como un partido donde quienes lo controlan se reparten lo que queda y luego se devoran. Para el hijo del ideólogo Carlos Castillo Peraza, Acción Nacional perdió congruencia con Ricardo Anaya, quien ahora se postula para la Presidencia de la República. Poco importa que gane o pierda la contienda. Hoy, dice, el partido se está vaciando de liderazgos, y quienes no somos aplaudidores “no cabemos en él”. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Anulada su vida democrática interna por la facción de Ricardo Anaya, cerrado a los ciudadanos y a sus propios militantes, así como desdibujándose ideológicamente y “vaciándose” de dirigentes que se van a otras opciones, el Partido Acción Nacional (PAN) es ya un “partido cártel” que, al margen del resultado de la elección de julio, va hacia el canibalismo y la extinción. Este sombrío diagnóstico lo hace Carlos Castillo López, director de la revista Bien Común que edita la Fundación Rafael Preciado Hernández, del PAN, de la que es también Director Editorial y de Cooperación Institucional. “El partido cártel es aquel cuyo funcionamiento sólo se explica a partir del reparto de los espacios de poder y, si no hay poder, no hay nada”, resume el editor, quien advierte que hay un severo deterioro institucional del PAN que trasciende la elección y la candidatura de Anaya. –¿Qué va a pasar con el PAN si gana Anaya? –No va a haber ningún aliciente para cambiar como está operando. Al revés: Va a haber un modelo ya trazado. Y este modelo tiene que ver con una figura que en la ciencia política se llama el partido cártel. Y en caso de la derrota de Anaya, aclara, tampoco habrá ningún cambio: “En caso de que el resultado sea negativo (seguirá) la cerrazón y evitar que nueva gente entre, que es lo que pasa con las afiliaciones cerradas, que permiten tener un control de padrón, el control del padrón permite el triunfo. Es el modelo cártel”. En amplia entrevista con Proceso, Castillo López, hijo del ideólogo Carlos Castillo Peraza –quien terminó por renunciar al PAN– hace una dura crítica al partido del cual fue militante, pero fue “rasurado” del padrón, y aclara: “Hay que decir las cosas. No podemos decir democracia a lo que no es democracia”. Autor del libro Nuevas cartas a un joven panista. ¿El PAN en crisis?, en busca de editorial, Castillo López advierte que el PAN cada vez más se va ir vaciando de militantes y, como el modelo de “partido cártel”, los que controlan se reparten lo que queda y luego se devoran. “Ese reparto de poder, mientras menos poder queda, menos gente quiere adentro. Y esa es la extinción. Se llama canibalismo. Así acaba el modelo cártel: en canibalismo”, puntualiza. Y pone el ejemplo del PAN de Jalisco, que después de gobernar tres sexenios, hoy es una fuerza que apenas roza los dos dígitos. “¿Qué pasó cuando el PAN de Jalisco comenzó a perder? Se cerró. ¿Qué pasó cuando se cerró? Volvió a perder. ¿Y qué hizo después de volver a perder? Seguir cerrado. ¿Y qué pasó después de que se fue cerrando? Siguió perdiendo. ¿Cuánto tiene hoy el PAN de Jalisco? Un dígito, rozando los dos. Así acaban los modelos cártel”. Y hay otras expresiones peores de este modelo: “El final del partido cártel es el PAN de Guerrero, donde hasta muertos hubo. Porque cuando ya hay casi nada que repartir y hay gente cuyo modus vivendi sólo se puede entender a través del poder, ya vale la pena pensar si uno delinque o no. ¡Porque ya es un modus vivendi! –Es espeluznante. –¡Es espeluznante! Es un extremo, el extremo más espeluznante, pero, ojo, la ruta de la cerrazón termina en eso: “O tú o yo. Ya nada más hay espacio para uno”. Castillo López observa que, por las decisiones de la dirigencia que encabeza Damián Zepeda –incondicional de Anaya–, no hay semana en que no haya renuncias al PAN de dirigentes y militantes de todas jerarquías en todo el país: “Lo que está generando en el PAN este proceso absolutamente vertical en la toma de decisiones, por no decir autoritario, es que con un bisturí están haciendo incisiones pequeñas, estratégicas, a la vida interna del partido y no es que se vaya a desangrar (rápido), se va a desangrar lentamente”. Alerta: “No va a ser una hemorragia, va a ser un desangramiento lento. Y eso es fatal, porque no te duele ni te das cuenta de que te estás desangrando. Y cuanto te das cuenta ves lo que dejó: Un cuerpo seco, sin ánimo”. Anaya, la simulación No es la primera vez que Castillo López alza la voz sobre lo que pasa en el PAN: lo hizo también en 2012, tras la derrota de Josefina Vázquez Mota, cuando protestó, junto con otros panistas, frente a la sede nacional de su partido para exigir cuentas a la dirigencia encabezada por Gustavo Madero. Seis años después de esa derrota, el también autor del libro La urgencia humanista: Alternativa para el siglo XXI afirma sin vacilación: “La democracia en el PAN está en coma. No está muerta, pero está en coma y ojalá alguien consiga el electroshock para despertarla”. Tras la elección interna del PAN, el 11 de febrero, en la que Anaya fue candidato único, Castillo López publicó un artículo en el medio digital Mexican Times, en el que cuestionó la inequidad del proceso, que hizo desistir a los contendientes y llevó a la renuncia de Margarita Zavala. “Triunfo sin duda de una estrategia que se legitima por la norma, pero absolutamente cuestionable desde la ética: juez y parte, poseedor único del padrón de militantes, apoyado por la estructura partidista, sus recursos, su tiempo aire, sus dirigentes, la desigualdad de la competencia recuerda a ese PRI que celebraba la democracia en el papel, pero desde la práctica atentaba contra todos sus principios y sus valores”. En su análisis desmontó cada una de las justificaciones del grupo de Anaya, incluido el “sacrificio” de la democracia interna para detener a Andrés Manuel López Obrador, algo que calificó como un razonamiento perverso: “En tanto se encuentre un motivo ‘superior’ se tendrán razones para deshacerse de lo que estorba: primero una práctica, luego una historia y en el futuro, ¿por qué no?, una persona. A cambio, un salvador que ofrece ser el que detenga a otro salvador”. El PAN, afirmó Castillo López, perdió congruencia con Anaya: “¿Cómo creerle a quien pregona democracia y justicia cuando él mismo atropelló esa democracia interna y esa equidad en la contienda? La simulación que acompañó y se recrudeció durante el proceso interno llegó a su fin; se redujo la democracia al mero acto de votar, y este importante hecho no basta, sin duda, para garantizar una democracia plena, como aquella que alguna vez Acción Nacional pensó, diseñó e impulsó para México”. Y concluyó: “El PAN tiene candidato oficial, oficialista, y ni su probable triunfo alcanzará para compensar la derrota cultural que propinó al panismo”. Ya en entrevista, el editor agrega que el proceso interno “se transitó de manera sumamente errática, equivocada y hasta contraproducente”, porque no sólo no se generó unidad, sino la renuncia al PAN de dirigentes y militantes. “Lo que estamos viendo es una fuga, gota a gota, un vaciamiento de liderazgos que no para y que yo no veo cuándo vaya a parar”. –¿Puede un partido y un candidato en estas condiciones ser exitoso? –Hay un éxito en la consecución de la candidatura. Pero llegar con un partido que todas las semanas, por lo menos, tiene noticias de salidas, de gente que se va, el sacrificio es demasiado. Pero no sólo se están yendo del PAN dirigentes, algunos con Zavala y otros con Morena, sino militantes que veían a un partido con una identidad que ya no tiene, no sólo por su lógica interna, sino por su alianza con los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC). “¿Y qué tenemos? Un vaciamiento de ciudadanía dentro del PAN, un vaciamiento de aquellos que decidieron que debían contribuir a la vida pública a través del partido y que ahora dicen: ‘Yo me retiro, esto no es lo que yo quería. Esta no es la institución a la que yo entré, quédense con su institución’. No es el mejor de los mundos para empezar una campaña”. El PAN podrá tener buena mercadotecnia, nuevos aliados y “un refresco de liderazgos, me parece bien, pero está perdiendo a los que trabajan abajo”, algo que fue el gran problema de la campaña de Vázquez Mota en 2012, cuando tuvo un sólido cuarto de guerra con una militancia desorientada. “Tenía muchos generales muy eficientes, pero abajo tenía la falta de organización total. ¿Qué generó eso? La derrota, con los mejores al frente, pero incapaces de conectar hacia abajo. Yo no sé si vaya a haber esa capacidad para conectar hacia abajo y con quién se va a conectar”. Degradación interna De 40 años, Carlos Castillo tenía 15 cuando su padre, Carlos Castillo Peraza, fue electo presidente del PAN, con Felipe Calderón como secretario general, pero sólo se afilió a ese partido hasta 2004, una militancia que refrendó tras la derrota de 2012, pero cuando quiso votar en la elección interna no estaba en el padrón. –¿Qué pasó? –No sé, no sé, no sé. No tengo idea. –¿Te rasuraron? –Esa es la palabra coloquial. “Es cruel”, lamenta, porque alguien indebidamente tomó la decisión de excluirlo como militante y arrebatarle su libertad. “Me quitaron hasta mi derecho a renunciar”, dice entre risas. En el PAN también participan los otros dos hijos de Castillo Peraza: Julio, allegado a Santiago Creel, uno de los dos coordinadores de la campaña de Anaya, y Juan Pablo, quien trabaja en el área comunicación social del Comité Ejecutivo Nacional. Más que por la acción política, Castillo López se inclinó desde temprana edad en las letras y la filosofía, como su padre. Ha combinado la actividad editorial con la capacitación doctrinaria, sobre todo en las bases, en las que confía el futuro del PAN. –En esos panistas de base hay entusiasmo? –No, no. Antes de la elección interna y de las designaciones de diputados y senadores, dice, no era positivo lo que se percibía en la militancia: “Lo que pude percibir, sobre todo a finales del año pasado, fue una decepción”. Hasta antes de la renuncia de Margarita Zavala, Castillo López no veía una crisis en el PAN y los jaloneos entre ella, Anaya, Rafael Moreno Valle y otros prospectos decía que eran parte de la dinámica interna. “Y hoy, pocos meses después, puedo decir que el PAN sí vive una crisis que hay que entender, no desde el personaje Ricardo Anaya, hay que entenderlo desde la degradación de la normatividad de una institución”, subraya. El PAN, que ha vivido situaciones difíciles, ahora vive una democracia interna reducida a su mínima expresión, con renuncias constantes y con un cuestionamiento de la militancia por las concesiones al PRD y a MC, a quienes deben apoyar, pese a que ha sido por años adversarios. “Es un desdibujamiento muy complicado que no sé si el liderazgo de Ricardo alcance a aglutinar en un esfuerzo de campaña en torno a su candidatura”, dice, aunque duda que sea posible por la falta de unidad que dejó el proceso interno. “¿Cómo vas a construir esa unidad? ¿Por la fuerza? La unidad por la fuerza no funciona. Funciona de dientes para afuera. Dicen que apoyan, pero el día de la elección no mueven un dedo”. –Y cuando no hay inclusión en los candidatos a diputados y senadores, porque fueron designaciones. –Eso pasa cuando generas una institución no democrática. Ya no es el valor meritocrático, sino el valor del amigo. ¡Por Dios, décadas peleándonos porque el refrán del que se mueve no sale en la foto dejara de ser realidad y hoy en el PAN el que se mueve no sale en la foto! ¡Estamos calcando modelos! Es el mismo caso de la amenaza de Anaya de meter a la cárcel al presidente Enrique Peña Nieto, en respuesta a que éste, afirmó, usa a la Procuraduría General de la República (PGR) para perseguirlo de manera facciosa: “Volvemos al gran error de que el presidente es el que impartidor de justicia. ¿De cuando acá el presidente encarcela? ¿No tenemos una división de poderes? ¿No es eso lo que queremos cambiar que el presidente decida quién va a la cárcel? Ese es el cambio de raíz que queremos hacer, ¿no? Insiste: “¿Es la gran queja, ¿no? El uso faccioso de las instituciones. ¡Que no hay autonomía del Poder Judicial y responder diciendo que vas a hacer lo mismo, no hay cambio! ¡Ahí es cambiar un monito por otro monito!” Castillo López no es optimista, pero tiene esperanzas que el cambio venga de abajo. “Tiene que pasar algo, que no necesariamente es una derrota o una victoria, para que eso se detenga, para que esa trayectoria se frene”. Por ahora, hay panistas que ven como opción a Margarita Zavala, quien recibirá apoyo si “es capaz de ofrecerle una alternativa que refleje sus valores”. Por lo pronto, él seguirá en el PAN, aun sin ser militante formal, pero tampoco descarta marcharse si se le pide incondicionalidad. “Si se trata de ser aplaudidores, los que no somos aplaudidores ya no cabemos”. “Como dice Albert Camus, hay dos condiciones necesarias: honestidad y justicia. Sin honestidad ni justicia no hay lealtad. La lealtad se construye, se gana, no se impone. La lealtad no es un sueldo, no es un color, no es una camiseta. Uno tiene que ser justo en su juicio y honesto consigo mismo, porque al final eso es lo único que te queda: poderte mirar al espejo. Concluye: “Si lo que se busca son aplaudidores, cerremos el changarro y hagamos un slow show”. Esta entrevista se publicó el 25 de marzo de 2018 en al edición 2160 de la revista Proceso.

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