Testimonios de un voluntario: La tragedia humanitaria en el Kurdistán

sábado, 2 de noviembre de 2019 · 10:17
Raphael Pitti, médico militar francés que ha realizado numerosas misiones como voluntario en el norte de Siria, se indigna por la situación que padecen los kurdos. “La ONU habla de la mayor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial”, afirma. El galeno ha documentado el uso de napalm, fósforo y gas sarín contra la población y los combatientes del Kurdistán y lamenta la indiferencia mundial hacia esa tragedia. METZ, Francia.- “Abandonados por Estados Unidos y la Unión Europea, acorralados a la vez por los rusos, los turcos y el régimen de Bashar Al-Asad, los combatientes kurdos aceptaron el acuerdo pactado el pasado 22 de octubre entre Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan, que los obliga a retirarse a 30 kilómetros de la frontera sirio-turca. No les quedó otra opción. Pero todavía faltan elementos para medir el impacto real de semejante acuerdo”, enfatiza Raphael Pitti, médico jubilado de las Fuerzas Armadas francesas y gran conocedor de la situación siria. Agrega: “En el corto plazo la iniciativa paró la muy mal llamada operación Fuente de Paz, lanzada por Erdogan el pasado 9 de octubre, que causó estragos en las ciudades norteñas sirias de Ras al Ain y de Tel Abyad y provocó el éxodo de casi 200 mil personas; pero a muy corto plazo se vislumbran otras graves tragedias humanas, en particular en el cercano departamento de Idlib”. Pitti se nota profundamente afectado por la situación que vive el norte de Siria, país en el que realizó 28 misiones entre octubre de 2012 y el pasado julio, en colaboración con la Unión de las Organizaciones de Asistencia Médica y de Socorro. Creada por médicos sirios expatriados, esa red internacional brinda apoyo a sus colegas –que siguen ejerciendo su profesión en Siria, muchos de ellos perseguidos por el régimen– y a la población civil duramente golpeada por la guerra. Ese dinámico pensionado de 69 años es una eminencia en Francia. A lo largo de su carrera estuvo en numerosos frentes de guerra en África, Arabia Saudita, Kuwait durante la Primera Guerra del Golfo y Sarajevo. Adquirió tanta experiencia en medicina de urgencia y de catástrofes que creó la primera cátedra universitaria francesa en ese campo. Los expertos de la OTAN y el Ministerio de Relaciones Exteriores galo lo consultan con frecuencia. A solicitud de las autoridades galas en 2017 logró reunir pruebas irrefutables del uso de armas químicas en la pequeña ciudad de Khan Sheikhun, por el régimen de Asad. El resultado de sus investigaciones fue confirmado por expertos de la ONU. Por si eso fuera poco, publicó en 2018 Ve a donde la humanidad te lleve. Un médico en la guerra, libro que impactó al público francés tanto por la fuerza de su testimonio como por sus reflexiones a la vez humanistas y espirituales. Fue ese profesionalismo de más alto nivel que el médico castrense decidió poner al servicio de sus colegas de Siria, creando en ese país centros de capacitación en medicina de emergencia. Pitti no se limitó a transmitir sus conocimientos a 12 mil médicos y enfermeros sirios; también participó en la reconstrucción de hospitales, varios clandestinos, o su adaptación a la medicina de guerra, sin hablar de la gran cantidad de material médico que logró hacer llegar a sus colegas sirios durante más de media década. Insiste en que siempre entró y salió clandestinamente de Siria para llevar a cabo sus misiones. Y que seguirá haciéndolo tantas veces como sea necesario. “Lo que vive Siria en la indiferencia general es indescriptible”, asegura. “La ONU habla de la mayor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Tiene razón. Lo que presencié en Siria rebasa todo lo que vi en mi carrera militar. Se calcula que 80% de las víctimas de esa guerra son civiles. Se utilizan todas las armas que hay y por haber contra la población de ese país: napalm, fósforo, gas sarín. Documentamos 187 ataques con cloro. Sin hablar de las bombas de fragmentación o bombas de racimo… Denuncia: “Según mis colegas de la Unión de Organizaciones de Asistencia Médica y de Socorro, 450 mil personas murieron a consecuencia directa de la guerra, pero tres veces más fallecieron por las consecuencias indirectas de esa guerra. En Siria la gente se muere de diabetes, hipertensión, cáncer, cólera, leishmaniasis, hepatitis, tifoidea, sarampión, poliomielitis por falta de tratamientos adecuados… –¿Usted habla de 1 millón y medio de personas? –Así es. Hoy Pitti cuenta con una red de contactos en todo el país, pero sobre todo en el Kurdistán sirio, que lo mantienen al tanto de la situación hora por hora. Cierre de hospitales Entrevistado en su oficina del ayuntamiento de la ciudad de Metz (casi fronteriza con Luxemburgo) en la que se desempeña como concejal encargado de situaciones de emergencia social, humanitaria y sanitaria, Pitti enseña a la corresponsal fotos y videos de civiles gravemente heridos, atendidos por “sus discípulos” en los alrededores de Tel Abyad y Ras al Ain, dos ciudades duramente golpeadas durante cinco días –del 9 al 12 de octubre– por las fuerzas aéreas y terrestres turcas apoyadas por sus auxiliares sirios. “Estos días fueron muy duros. Los 176 mil habitantes de Tel Abyad huyeron de los combates. El personal médico tuvo que cerrar el hospital y trasladó con muchas dificultades a enfermos y heridos hacia Ain Issa. Pero la violencia que sacudía la ciudad no les permitió ponerlos a salvo y debieron llevarlos a Raqa. Lo mismo pasó con el hospital de Ras al Ain, cuyos enfermos fueron evacuados hacia las ciudades de Qamishli y Deyrik. Todos estos traslados fueron sumamente peligrosos, porque la aviación turca bombardeaba los convoyes médicos mientras los auxiliares sirios de Erdogan cometían atrocidades, en particular en la autopista 4, que va de Alepo a Hasaka.” Se indigna cuando evoca la decisión de Donald Trump de retirar del Kurdistán su contingente de mil soldados. “No era una importante fuerza de interposición que ocasionaba grandes gastos militares al Pentágono. Se trataba de un pequeño contingente cuya presencia disuadía a Erdogan de invadir el norte de Siria. Su salida fue interpretada por Ankara como luz verde para lanzar su operación militar que, si bien está interrumpida por el momento, ya desestabilizó toda la región”, recalca. Como muchos de sus interlocutores sirios, Pitti está convencido de que el plan de Trump es dejar Siria a los rusos y lo aflige constatar que la Unión Europea asiste impotente a ese traspaso de poder. “Más que ‘insensato’, Trump es pragmático. Considera que teniendo a dos aliados incondicionales y poderosos en la región, como Arabia Saudita e Israel, no necesita a Siria. Por lo tanto abandona de un día a otro a sus aliados kurdos, que erradicaron al Estado Islámico del norte de Irak con una valentía que me impresionó cada vez que los vi combatir. “Y Europa, que los kurdos protegieron contra el Estado Islámico, no hace nada, sigue denunciando. Ninguna cancillería occidental regresó siquiera a su embajador en Turquía después de que Erdogan empezó a bombardear el noreste de Siria. Las amenazas europeas de sanciones económicas no impresionan al hombre fuerte de Turquía, que cobra 6 mil millones de euros a Bruselas para impedir que los refugiados sirios intenten refugiarse en la UE.” Pitti recalca que las Fuerzas de las Unidades de Protección Popular (YPG), que controlaban a nivel militar y administrativo todas las grandes ciudades del Kurdistán sirio, habían logrado establecer una relativa estabilidad en la región. “Las YPG estaban organizando su autonomía e inclusive empezaban a considerar la ciudad de Qamishli, en el extremo noreste de la zona, como su capital. Su ideal es de tipo comunista, con un riguroso sistema de igualdad social y de igualdad de derechos y de responsabilidades entre hombres y mujeres”, apunta. “Todos los puestos de mandos administrativos son asumidos por un ‘dúo mixto’ integrado por un hombre y una mujer. También hacen grandes esfuerzos para intentar asegurar la convivencia entre las distintas comunidades que viven en el norte de Siria: árabes, kurdos, musulmanes, cristianos, laicos, yasidis.” Después de un breve silencio, apunta: “Es justo señalar, sin embargo, que todo está bajo la autoridad férrea de las YPG y sobre todo del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, considerado terrorista por Erdogan y Trump). Es por cierto ese control drástico el que impidió el resurgimiento del Estado Islámico en esa parte de Siria. Pero la operación Fuente de Paz de Erdogan y el flamante acuerdo ruso-turco amenazan con echar por tierra todo ese frágil equilibrio”. Según explica, fue por meras razones tácticas de sobrevivencia que las YPG sellaron la alianza con el régimen sirio. Les urgía contrarrestar el ataque turco del pasado 9 de octubre. Pero eso permitió a Asad reconquistar parte del noroeste de Siria y obligó a los kurdos a entregarle el control de Kobane, que le habían arrancado al Estado Islámico tras combates encarnizados en 2015. Asad podría aprovechar esa alianza táctica con las YPG –ahora debilitadas por el control ruso-sirio de la frontera– para intentar desmantelar la embrionaria autonomía kurda, lo que es de preverse a mediano plazo, pero a corto plazo lo que parece inevitable es una nueva tragedia humanitaria, esta vez en la provincia de Idlib. “Para entender la situación de esa región, llamada ‘zona de desescalada de la violencia’ por los rusos, es preciso recordar la estrategia de Bashar al-Asad. Cada vez que las fuerzas gubernamentales sirias logran reconquistar una ciudad, proceden sistemáticamente al traslado de los rebeldes vencidos que la controlaban y a su clan familiar a Idlib. Asad lleva varios años concentrando en esa provincia a combatientes que pertenecen a organizaciones con ideologías a menudo antagónicas. La provincia de Idlib, que contaba con unos 750 mil habitantes antes de la guerra, alberga ahora a 2 millones y medio de personas desplazadas. –Según algunos analistas, Bashar Al Asad y sus aliados rusos calculaban que una vez arrinconados en ese enclave estos grupos iban a librar una guerra sin merced y, en cierta forma, eliminarse entre sí. –No sé si tal fue el plan. En todo caso no ocurrió así. Impulsadas y controladas por Hayat Tahrir al Sham, la organización más importante presente en Idlib, estas fuerzas, que incluyen grupos islámicos radicales como Ahar al-Cham o combatientes del Ejército Sirio Libre, establecieron una especie de pacto de no agresión y se repartieron el territorio de esa provincia. “Tahrir al Sham, de obediencia salafista, es en realidad el nuevo nombre de Al Nossra, exrama de Al Qaeda en Siria. Sus integrantes son sunitas ortodoxos que pretenden crear un Estado islámico sirio, a diferencia del Estado Islámico, cuyo ideal sigue siendo un califato que borraría las fronteras entre Siria e Irak. Los combatientes de Tahrir son los auxiliares del ejército turco. Apoyaron a las tropas de Erdogan en su ataque brutal contra los kurdos en marzo de 2018 en la ciudad de Afrin y cometieron exacciones del 9 al 12 de octubre durante la operación Fuente de paz. En tono cada vez más preocupado, advierte: “Desde el pasado abril las fuerzas sirias apoyadas por la aviación militar rusa bombardean diariamente la región de Idlib, en las que destruyeron ya por lo menos 50 estructuras médicas. Estos ataques costaron la vida a unos mil civiles y vuelven sumamente difícil el abastecimiento de la población. Los 2 millones y medio de desplazados sirios que se amontonan en campos sobrepoblados corren cada vez más peligro, así como los habitantes de los pueblos y de la misma ciudad de Idlib. Se calcula que 400 mil de ellos buscan cómo huir del enclave. –El pasado 22 de octubre Asad viajó a Idlib. –Estuvo en Khan Sheikun, muy cerca de la ciudad misma de Idlib, donde proclamó su intención de reconquistar definitivamente la provincia y de liberarla de los yijadistas. Mis contactos temen que los bombardeos se recrudezcan en los próximos días. De confirmarse sus temores, cabe preguntarse lo que va a pasar con los 2 millones y medio de refugiados que inevitablemente intentarán huir hacia Turquía. El éxodo Pitti plantea graves interrogantes: “¿Qué hará la fuerza de control ruso-turca ante tal éxodo? ¿Dejará que estos refugiados entren en Turquía, donde hay ya 3 millones y medio de sirios que el acuerdo de Sochi del 22 de octubre firmado por Putin y Erdogan planea ‘reubicar’ en el Kurdistán sirio? ¿Los instalará cerca de la franja que las fuerzas turcas controlan ahora en territorio sirio? ¿Y qué va a pasar con los campos de detención de las familias de los combatientes del Estado Islámico que se encuentran al noreste de esa región? Esa es otra grave amenaza”. Sus frecuentes estadías en el Kurdistán sirio convencieron a Pitti de que si bien los kurdos lograron aniquilar la organización territorial, administrativa y militar del Estado Islámico, no pudieron impedir su inmersión en la población local, en particular en los pueblos árabes de la zona kurda, donde aún tienen simpatizantes. “El pasado 16 de septiembre Abu Bakr al Baghdadi, líder del Estado Islámico, lanzó un llamado en la mensajería encriptada Telegram, en el que pidió a sus seguidores liberar a sus ‘hermanos y hermanas’ presos en cárceles y campos de detención controlados por las YPG. Varias ‘células durmientes’ del Estado Islámico aprovecharon la operación Fuente de Paz para ‘reactivarse’. En Qamishli perpetraron dos atentados con coches bomba. Se notó la presencia del Estado Islámico en Raqa y Deir Ezzor. En Tel Abyad los bombardeos turcos alcanzaron una cárcel de la que se evadieron presos del Estado Islámico. Por el momento los kurdos logran controlar más o menos estos campos y prisiones, pero... ¿hasta cuándo?” Este reportaje se publicó el 27 de octubre de 2019 en la edición 2243 de la revista Proceso

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