Académicos que han trabajado con él en distintas etapas consideran a Andrés Manuel López Obrador un “tomador de riesgos” que no trabaja por consenso y siempre asume la responsabilidad de sus actos. Tanto, dicen, que convence por su biografía. Pese a los innumerables obstáculos, dice el historiador Lorenzo Meyer, nunca se rinde, incluso percibe que el tabasqueño va más rápido de lo que se propuso, siempre con su estilo personal: terco, empeñoso, desafiante…
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En el primer año de su sexenio, con la economía estancada, la violencia que no cesa y la oposición cada vez más beligerante, Andrés Manuel López Obrador ha desplegado su muy peculiar estilo personal de hacer política y de ejercer el poder: terco, empeñoso, desafiante, proclive a los riesgos y confiado en su instinto para conseguir los objetivos que se propone.
Con este perfil ha empezado a derrumbar el régimen político vigente durante décadas, pero lo conseguido está lejos todavía de sentar las bases de uno nuevo, pese al énfasis de los programas sociales, la austeridad, la reorganización de la administración pública y la nueva relación del gobierno con la sociedad.
“En un sexenio uno no cambia a México. Mi objetivo es dejar las bases para que el que venga lo pueda cambiar”, le confesó López Obrador, aún como jefe de gobierno, al historiador Lorenzo Meyer, quien revela a Proceso que el objetivo del tabasqueño es que los mexicanos vean al gobierno como suyo. “Esa es la meta principal”, le confesó.