A escala binacional, la red de complicidades del "exsuperpolicía"

sábado, 14 de diciembre de 2019 · 17:59
Una vez que Genaro García Luna quedó fuera del gobierno, las investigaciones oficiales y las balas de los narcos desintegraron su círculo cercano. Y en Estados Unidos, donde tenía socios y amigos, lo premiaron una y otra vez, hasta que las evidencias hicieron insostenible la ficción de que era un próspero empresario. Actualmente uno de sus hombres de mayor confianza, Ramón Eduardo Pequeño, ocupa un puesto estratégico en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Considerado el funcionario más influyente de la administración del presidente Felipe Calderón, Genaro García Luna extendió su influencia a todas las áreas estratégicas de seguridad, fortaleció a su equipo de incondicionales y logró crear alianzas con instituciones extranjeras como el FBI y la DEA estadunidenses, que incluso lo condecoraron por su “lucha contra el narcotráfico”. Paralelamente, de acuerdo con archivos de este semanario, él y sus colaboradores cercanos fueron señalados desde 2004 por estar al servicio de los hermanos Beltrán Leyva y el Cártel de Sinaloa; 15 años después, la Corte de Nueva York lo requiere por esas acusaciones. Actualmente uno de sus hombres de mayor confianza, Ramón Eduardo Pequeño García, ocupa un puesto estratégico en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador después de encabezar la Unidad de Inteligencia de la Policía Federal (PF) y estar al mando del monitoreo de las cámaras de seguridad de los centros penitenciarios en 2015, cuando se fugó Joaquín Guzmán Loera, El Chapo. Investigaciones de la entonces Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) arrojaron que buena parte de los funcionarios más cercanos a García Luna fueron corrompidos por el narcotráfico, pues desde el sexenio de Vicente Fox surgieron evidencias de que la Secretaría de Seguridad Pública fue una de las dependencias más infiltradas por el Cártel de Sinaloa y otras bandas delictivas. Por ejemplo, Édgar Enrique Bayardo del Villar, exinspector adscrito a la Sección de Operaciones de la entonces Policía Federal Preventiva (PFP) fue puesto a disposición de la SIEDO por servir presuntamente a Ismael El Mayo Zambada García. Cercano a García Luna, con un sueldo no mayor a 26 mil pesos mensuales, Bayardo consiguió en poco tiempo la prosperidad: compraba al contado vehículos de lujo y residencias. El 30 de octubre de 2008 su jefe en la PFP, Gerardo Garay Cadena, lo puso a disposición de la SIEDO. Tras convertirse en testigo protegido, Bayardo fue asesinado el 1 de diciembre de 2009. (Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2250, ya en circulación)

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