El T-MEC, sujeto a negociación política en Canadá

lunes, 30 de diciembre de 2019 · 11:07
La pérdida de la mayoría parlamentaria que afectó al Partido Liberal del primer ministro canadiense Justin Trudeau no hace peligrar la ratificación del texto final del T-MEC, pero sí le pone obstáculos. A decir de analistas de ese país, Trudeau tuvo que hacer concesiones en sectores productivos sensibles y ahora deberá negociar otros temas de su agenda nacional a cambio de los votos que necesita para sacar adelante el nuevo acuerdo. MONTREAL (Proceso).- En Canadá prevalece la idea de que llegó el momento de pasar a otra cosa después de los últimos cambios al texto del Tratado de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que reemplazará al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sin embargo, falta que el Parlamento ratifique el texto, para lo cual los liberales de Justin Trudeau necesitan aliarse con otras fuerzas políticas. Y aunque el gobierno se muestra optimista, ha tenido que hacer concesiones. “Canadá no tenía nada que ganar en esta renegociación de la administración Trump. Su victoria más importante ha sido cruzar este periodo, a menudo amargo, sin tantos daños”, expresó por ejemplo Gérald Fillion, analista económico en Radio Canadá. Entre los logros con el T-MEC que se enfatizan oficialmente está el fin de la incertidumbre, ya que Estados Unidos es el principal socio comercial de ese país; además consiguieron mantener el capítulo 19, que estipula la existencia de un tribunal independiente para resolver conflictos. Y Canadá apoyó las reformas laborales que Estados Unidos pidió a México, ya que algunos sindicatos canadienses las consideraron necesarias para que no exista competencia desleal. Sin embargo, dos aspectos del nuevo tratado generan críticas porque afectan a sectores importantes de su economía: los lácteos y el aluminio. El primero fue atacado a mansalva por Trump, mientras que el segundo apareció como un punto de preocupación para los mexicanos.

La batalla por los lácteos

Durante las negociaciones del T-MEC, el presidente estadunidense Donald Trump criticó a Canadá por su sistema de gestión de oferta en lácteos, que no formaba parte del TLCAN. Los canadienses utilizan desde 1972 ese sistema para leche y derivados, que también se aplica en el sector avícola: el país emite cuotas para satisfacer la demanda interna y los importadores deben pagar aranceles significativos a fin de desalentar su participación en el mercado canadiense. Frente a la vehemencia de Trump, Ottawa subrayaba en cada oportunidad que Estados Unidos exportaba el doble de productos lácteos de los que importaba de Canadá. Además, recordó que los estadunidenses despliegan desde hace años una serie de apoyos federales para sus granjas lecheras. Algunos analistas de ambas naciones consideraron que la postura de Trump era desproporcionada y pretendía ganarse el apoyo de sus votantes en los estados con mayor producción en ese rubro. En un encuentro público con productores lecheros en junio de 2018, Trudeau afirmó: “Si Donald Trump quiere desmantelar este sistema de gestión de oferta, Canadá no firmará el acuerdo… Siempre defenderemos este sistema porque funciona”. No obstante, el sector siguió inquieto porque el primer ministro no se comprometió a oponerse a cualquier modificación, por pequeña que fuese. Como resultado de las negociaciones del T-MEC, Canadá finalmente hizo concesiones en el sector: abrirá 3.6% de su mercado. Además, canceló la Clase 7, un mecanismo implantado en 2017 para abaratar el precio de la leche ultrafiltrada –ingrediente importante en la elaboración de queso y yogurt– con el propósito de que los productores canadienses lo adquirieran en el país y no en Estados Unidos. El pasado 15 de diciembre Pierre Lampron, presidente de la Federación de Productores Lecheros de Canadá, señaló en un comunicado que las concesiones del gobierno de Trudeau equivalen a la producción media de unas 520 granjas de su país, además de que se limitará la exportación de los lácteos que no se destinen a los socios del nuevo acuerdo comercial. Dichas modificaciones tienen antecedentes. A raíz de la firma del Acuerdo de Libre Comercio Unión Europea-Canadá y del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, los canadienses ya habían cedido 8.4% de su mercado lácteo, por lo que Ottawa otorgó pagos de compensación por unos mil 700 millones de dólares canadienses (alrededor de mil 270 millones de dólares estadunidenses) durante ocho años a los productores. Pero todavía no se anuncia un apoyo similar a consecuencia del T-MEC. “Canadá cedió en la negociación un porcentaje similar sobre los lácteos al que ya había ofrecido a Estados Unidos en el Acuerdo Transpacífico, antes de que los estadunidenses se retiraran de este acuerdo. Se está haciendo muy necesario realizar un estudio detallado sobre los impactos reales en el sector como resultado de la firma de los tratados de libre comercio en años recientes”, comenta al respecto Patrick Leblond, profesor en la Escuela Superior de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Ottawa.

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La decepción con el aluminio

Los últimos ajustes al T-MEC incluyeron las reglas sobre el acero y el aluminio, dos metales básicos para la industria automotriz. Por presiones de los sindicatos estadunidenses, Washington exigió que al menos 70% del acero para fabricar autos provenga de uno de los tres socios comerciales para quedar exento de impuestos. Además, pidió precisar en las reglas de origen que el metal debe haberse fundido y colado, no sólo finalizado en Norteamérica. La definición fue aceptada por canadienses y mexicanos. En cuanto al aluminio, del cual Canadá es el tercer productor mundial (después de China y Rusia), el T-MEC prevé que al menos 70% del destinado a los autos fabricados en los tres países provenga de la región. Sin embargo, a diferencia del caso del acero, no se definieron con rigor los procesos de elaboración de este metal. Al respecto el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, señaló el pasado 9 de diciembre que no podía aceptar una condición similar, ya que “México no tiene el recurso primordial del aluminio, que es la bauxita”, lo cual lo dejaría en desventaja. Tras la firma del protocolo modificatorio del T-MEC en la Ciudad de México, Chrystia Freeland, viceprimera ministra canadiense, subrayó que los productores de aluminio de su país saldrían ganando con la mencionada regla del 70% en la industria automotriz, que no estaba en el TLCAN. En respuesta, la Asociación del Aluminio de Canadá lamentó en un comunicado que no se hubiera definido el procesamiento del metal: “El acuerdo permite que México continúe importándolo a su antojo desde China y otras partes del mundo, afectando de forma considerable el equilibrio de la cadena de valor norteamericana del automóvil”. El 11 de diciembre Trudeau, en apoyo a Freeland, dijo que los productores canadienses obtienen una “ganancia neta” con el acuerdo y que, por ende, no van a necesitar ayudas federales. “Los productores de aluminio pueden utilizar las reglas de la Organización Mundial de Comercio contra el dumping o contra los subsidios ofrecidos por algunos países, como China. No veo, por lo tanto, el interés de otorgarles compensaciones. No es lo mismo que con los productores lecheros, ya que ellos invirtieron en un sistema proteccionista y corren el riesgo de ver cómo sus inversiones pierden valor”, expresa Leblond. Casi 90% del aluminio canadiense se produce en Quebec. A su vez el primer ministro de esta provincia, François Legault, afirmó que la firma del T-MEC es una buena noticia, pero dijo estar “decepcionado” por la floja definición del aluminio. Y Richard Ouellet, experto en comercio internacional de la Universidad Laval, comenta: “El gobierno federal tiene razón respecto a que se logró un mínimo de 70% de aluminio norteamericano; sin embargo, es válida la queja de los productores por haber tratado de forma distinta el acero y el aluminio en la definición. Me parece que Canadá concedió esto a México. Ahora bien, la industria del aluminio en Canadá muestra buenos resultados. Dejando de lado los automóviles, los canadienses tienen un acceso muy favorable al mercado estadunidense”.

Ratificación en Ottawa

El Congreso mexicano ya ratificó el T-MEC, mientras que en Estados Unidos la Cámara de Representantes lo aprobó con 385 votos a favor y 41 en contra el 19 de este mes, y se espera que el Senado lo haga a principios de 2020. Desde hace meses el gobierno de Trudeau manifestó que su país esperaría la ratificación estadunidense para dar el paso. No se trata de un procedimiento garantizado. A pesar de que Trudeau consiguió la reelección el pasado 21 de octubre, el Partido Liberal perdió la mayoría parlamentaria y ahora requiere del respaldo del Partido Conservador, del Bloque Quebequense o del Nuevo Partido Democrático para que la ratificación del T-MEC tenga éxito. Conservadores y neodemócratas han señalado que esperan revisar con lupa la versión final antes de pronunciarse al respecto. En esta situación, es probable que se negocien otros asuntos de la agenda canadiense a cambio del apoyo parlamentario que necesitan los liberales para aprobar el T-MEC. De entrada, el Bloque Quebequense ya anunció que votará contra la ratificación debido al tema del aluminio. “Las manufacturas y el sector de los servicios de Quebec dependen mucho del mercado estadunidense. Por eso la postura del primer ministro Legault ha sido la atinada”, indica Ouellet. Por su parte, Leblond considera que “si el Bloque Quebequense dice que votará en contra es porque cree que el Partido Conservador o el Nuevo Partido Democrático votarán a favor. Además, debido a que los conservadores perdieron a su líder, dudo que voten contra el acuerdo y pongan en peligro al gobierno”. A pregunta expresa, Ouellet ve muy difícil que los canadienses soliciten otras modificaciones al nuevo acuerdo: “Habría que convencer a los otros socios comerciales. México lo hizo a petición de los estadunidenses, pero en Estados Unidos la agenda política está ya muy enfocada en las elecciones. También hay que recordar que 75% de las exportaciones canadienses tienen a Estados Unidos como destino. La estabilidad es un factor fundamental para las empresas de Canadá. El acuerdo va a provocar que no dependan de los cambios de humor del presidente Trump”. Y subraya la importancia del T-MEC para Canadá a pesar de las concesiones mencionadas, pero observa: “Pasamos de una era en la que queríamos integrar a América del Norte a otra donde reinaron los intereses por país. No se vio una voluntad real de crear un bloque norteamericano con instituciones sólidas. Es el fin de un sueño para Canadá. Incluso esto se refleja en el nombre del acuerdo en inglés, francés y español: no aparece ya ‘América del Norte’”. Este reportaje se publicó el 29 de diciembre de 2019 en la edición 2252 de la revista Proceso

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